Motín en el espacio




Número 587 de La Conquista del Espacio y primera entrega del tercer volumen de la reedición de El Orden Estelar de Robel, Motín en el espacio se integra en el período de decadencia del Imperio Galáctico previo al colapso del mismo. Narra la novela como un acorazado sideral perteneciente a la flota imperial, el Visnú, que retorna a su base tras una dura campaña bélica que ha diezmado a su dotación, recibe órdenes de dirigirse al planeta Kasartel con objeto de sofocar la rebelión que allí ha estallado. Brad Regan, comandante del acorazado, se ve entonces obligado a realizar una leva forzosa que le permita cubrir las bajas, razón por la que hace escala en Howarna, un pequeño y pacífico planeta agrícola escasamente poblado.

La responsable de la leva es la capitana Ida Garth, una dura militar perteneciente a las tropas de asalto firme defensora de la línea dura y la disciplina monolítica, la cual logra cumplir su misión con relativo éxito pese a la fuga masiva de la mayor parte de los habitantes del planeta. Entre los reclutas forzosos se cuenta Lars Nolan, un técnico de navegación que comete la imprudencia de enfrentarse a ella, lo cual le vale ser destinado, pese a su valía como técnico, a una de las más duras unidades de infantería. Mientras Lars y sus compañeros se ven sometidos a una férrea disciplina militar, la novia de éste, Rena Lante, también piloto, regresa al planeta trayendo con ella una astronave recién adquirida, que pensaban dedicar al comercio con los planetas vecinos... pero los planes son cambiados rápidamente y la nave es enviada a una inverosímil operación de rescate de los secuestrados.

La situación de éstos no es demasiado halagüeña en el interior del acorazado, ya que su renuencia a aceptar la disciplina militar les acarrea castigos y malos tratos de todo tipo. Quien peor lo tiene es con diferencia Lars debido a la obsesión de la capitana Garth, convertida en odio irracional a raíz de su negativa a concederle favores sexuales y su posterior intento fallido de fuga. El castigo con el que le amenazan promete ser ejemplar, pero por suerte para él éste ha de ser aplazado debido a un problema infinitamente más grave: Los tanques de cultivo hidropónico que constituyen la fuente de víveres del Visnú aparecen de repente deteriorados, probablemente a causa de un sabotaje, lo que pone en entredicho la capacidad misma de combate del navío al tiempo que promete agravar todavía más el ya tenso estado de ánimo de la tripulación, soliviantada a causa de la prolongación de la misión con la consiguiente supresión de los ansiados permisos.

Poco después los temores más pesimistas comienzan a cumplirse. El malestar de la tripulación, agravado por la comida putrefacta y las exageradas medidas disciplinarias impuestas por la capitana Garth, cada vez más convertida en la dueña real de la nave ante la creciente impotencia del comandante, hace crisis en forma de un plante en los comedores alentado por el propio Lars. La cruel represión ordenada por la capitana para buscar al culpable -tortura y ejecución de varios soldados elegidos al azar- hace que éste se confiese responsable no sólo de la algarada, sino también del presunto sabotaje de los tanques hidropónicos, algo que no es cierto. Pero la capitana tiene ya su chivo expiatorio y, lo más importante para ella, cuenta con la excusa perfecta para vengarse del odiado recluta.

Lo que tanto ésta como el propio comandante de la nave ignoran es que se está gestando un motín a bordo, y la condena a muerte del protagonista será la espoleta que lo haga detonar. Cuando el Visnú abandona el hiperespacio ya en el sistema estelar rebelde, el intento de ejecución se salda con el amotinamiento de la mayor parte de la tripulación, que se hace con el control del acorazado tras asesinar a la mayor parte de la oficialidad junto con los escasos soldados que le fueron fieles, mientras el comandante y la capitana Garth consiguen huir apresuradamente en una nave auxiliar buscando refugio en las naves imperiales -dos acorazados y un crucero- que, junto con el sublevado Visnú, componían la fuerza naval encargada de sojuzgar el planeta. Paralelamente la expedición de rescate de los reclutas forzosos consigue aterrizar con éxito en Kasartel tras burlar el bloqueo imperial, entrando en contacto con las fuerzas rebeldes. Éstos les acogen amistosamente y, carentes como están de buques, les piden unirse a ellos en su lucha común contra los imperiales, al tiempo que honradamente les advierten de la práctica imposibilidad de rescatar sanos y salvos a sus compañeros.

Mientras tanto, la situación en el Visnú amenaza con convertirse en caótica, con las tropas sublevadas al borde mismo de la anarquía, los escasos víveres desaparecidos tras el saqueo de los pañoles y la amenaza latente de los otros tres navíos imperiales, decididos a recuperar el buque perdido y a castigar a los trasgresores. A duras penas Lars y sus compañeros consiguen convencer al resto de los amotinados de que un enfrentamiento con sus ahora enemigos sería necesariamente fatal para ellos, y que su única posibilidad de salvación pasa por aterrizar en Kasartel y unirse a los rebeldes. Ignoran que los planes de los imperiales son ahora otros; la ambiciosa capitana Garth, que previamente había asumido el mando del Visnú por incapacidad mental del comandante y ahora utiliza una artimaña legal para hacerse con el mando de la flotilla, decide olvidarse por el momento de los amotinados, centrando su atención en los rebeldes aprovechando que han conseguido descubrir el área donde se ubica la base secreta de éstos.

Esta decisión resulta providencial para los amotinados, incapaces de defender su buque frente a un ataque de sus enemigos. Felizmente para ellos entran en contacto con la nave llegada de Howarna y rápidamente artillada por los rebeldes de Kasartel, la cual tras desembarazarse de los cazas imperiales que hostigaban al acorazado fugitivo, conduce a los amotinados a la base de los rebeldes... con el consiguiente reencuentro feliz de los secuestrados con sus compatriotas, y el todavía más feliz del protagonista con su novia.

Sin embargo, la amenaza latente de las tropas imperiales sigue cerniéndose sobre los coaligados, los cuales a duras penas pueden contar con la fidelidad de los antiguos soldados del imperio excepción hecha, claro está, de los naturales de Howarna. No obstante organizan la defensa contando con la inesperada ayuda de la megalomanía de la capitana Garth que, tras desembarazarse de su propio comandante y del resto de los mandos de los otros buques, lanza a sus tropas a una encerrona en la que son masacradas por los rebeldes. Furiosa, decide utilizar dos de los tres buques que le restan como bombas estrellándolos contra el campo de batalla; no le importa aniquilar a sus propios soldados con tal de vengarse de la afrenta. Por fortuna Lars había previsto esta circunstancia, utilizando al Visnú como escudo enviándolo por control remoto a interceptar a los buques suicidas. Esto unido a la venganza de un oficial imperial, el único que había quedado con vida, provoca la aniquilación de la totalidad de la flota imperial, incluida la nave en la que pretendía huir la capitana, consolidando la aplastante derrota de los imperiales. Asimismo el lector sabrá, por boca de este oficial, que el sabotaje de los cultivos hidropónicos no fue realizado por ningún soldado, sino por orden directa del propio comandante de la nave, en un baldío intento de evitar lo que ya preveía como un viaje a la catástrofe.

Todo ha terminado. Los rebeldes de Kasartel han consolidado su independencia y los naturales de Howarna pueden regresar en paz a su planeta. En cuanto a los soldados imperiales amotinados y sus compañeros de los otros buques, ahora prisioneros, que lo deseen, podrán desplazarse lo antes posible a sus mundos de procedencia, liberados ya del yugo imperial. Y como el imperio está en pleno proceso de desintegración y las rebeliones estallan por doquier, será muy difícil que Kasartel y Howarna vean alterada de nuevo la paz en la que sus habitantes desean vivir.



Publicado el 16-9-2003 en el Sitio de Ciencia Ficción