Los brujos de Lero




Esta novela, segunda cronológicamente del Orden Estelar, completa con la anterior el primer volumen de la reedición de Robel, correspondiéndole el número 98 de la colección La Conquista del Espacio en la que fue publicada inicialmente. Aunque no guarda ninguna relación argumental con su predecesora, está ambientada asimismo en la época anterior al colapso del Imperio Galáctico.

Comienza la narración describiendo cómo el enviado de un reyezuelo local, que gobierna en una región estelar independiente del Imperio, visita a unos fabricantes de cyborgs para hacerles un importante encargo de guerreros destinados a constituir la espina dorsal de su ejército. El tirano del planeta Lero, que así es como se llama la capital de su reino, desea combatir a la población nativa del planeta, sojuzgada y perseguida por colonizadores procedentes de distintos mundos del Imperio. Estos nativos se caracterizan por poseer poderes paranormales, por lo que el régulo de Lero exige que los cyborgs sean adaptados para hacerlos inmunes a toda posible influencia mental. El problema estriba en que los constructores de cyborgs, que obtienen su materia prima mediante razzias en mundos fronterizos capturando inocentes a los que convierten en máquinas de matar, andan escasos de reservas, por lo que deciden asaltar una nave de pasajeros camuflándose de piratas... De forma totalmente clandestina e ilegal, por supuesto, ya que si bien las autoridades imperiales hacen la vista gorda a sus desmanes fuera de las fronteras del imperio, evidentemente no están dispuestas a consentirlo dentro de las mismas.

Al llegar aquí el hilo narrativo se bifurca en dos. Los nativos de Lero, que no se resignan a su extinción, han pedido ayuda a unos ingenieros imperiales, protegidos por su ciudadanía incluso en los mundos bárbaros, y uno de ellos viaja al planeta mientras su compañero lo hace más tarde en compañía del enlace nativo. La excusa es la construcción de determinados complejos industriales, aunque es evidente que su verdadera labor será la de ayudar al planeta a liberarse de la dictadura a la que está sometido. Y, mientras el primero adquiere una esclava nativa desafiando al mismísimo tirano, que la quería para él, el segundo es víctima, junto a su acompañante, del secuestro masivo organizado por los constructores de cyborgs cuando ambos viajaban con destino al planeta.

Una vez que la astronave asaltada es dada por perdida, las autoridades de Lero exigen al protagonista que abandone el planeta, ya que oficialmente nada le queda que hacer allí... sin la muchacha, por supuesto, a la cual sigue ambicionando el tirano debido a que desea utilizar sus poderes parapsicológicos para calibrar el grado de inmunidad de sus nuevos soldados. Éste, evidentemente, no está por la labor, pero jamás habría logrado eludir el cerco de no ser por la muchacha que, utilizando sus poderes, consigue esquivar a sus captores huyendo ambos no del planeta, lo cual habría resultado imposible, sino de las zonas del mismo controladas por el tirano, buscando ambos refugio en las montañas donde se esconden los supervivientes de la población nativa.

Una vez allí, a salvo momentáneamente de sus enemigos, se desvela el enigma. Los nativos, sabedores de su impotencia frente a los guerreros cyborg que pronto asaltarán sus refugios, pretenden construir un amplificador mental que potencie sus poderes parapsicológicos lo bastante como para poder conjurar el peligro. Para eso han contratado a los dos ingenieros imperiales y, aunque uno de ellos es dado definitivamente por perdido junto con el leriano, el otro se pone manos a la obra auxiliado por técnicos nativos. Éste conoce, asimismo, que todo el episodio de la captura de la muchacha como esclava, su adquisición desafiando al tirano y la posterior huida ha sido en realidad un montaje para ponerlo a salvo una vez desaparecido su amigo. Por supuesto esto llevó implícita una influencia en su mente, pero esto no le importa demasiado ya que comienza a estar enamorado de la falsa esclava.

Pasado algún tiempo la construcción del ingenio va viento en popa, pero el enemigo desata la temida ofensiva antes de que ésta haya podido ser terminada. Los nativos se ven obligados a defenderse por sus propias fuerzas, algo que reduce enormemente sus posibilidades de éxito. Los primeros cyborgs se acercan a sus posiciones defensivas más avanzadas y dos de ellos, conscientes de su inmunidad prácticamente total, entran en contacto con el grupo capitaneado por el ingeniero. Tras una rápida lucha una audaz maniobra de éste permite a los nativos capturar a los dos asaltantes, llevándose la enorme sorpresa de descubrir que se trata del otro ingeniero y del leriano que le acompañaba cuando su nave fue asaltada por los fabricantes de cyborgs. Sus mentes, no obstante, han sufrido profundas transformaciones que los han convertido en máquinas de matar sin el menor vestigio de sus antiguas personalidades, pero... los poderes mentales de sus captores son capaces de restaurar el daño causado en el terrestre, aunque no en el de su compatriota que, pese a recuperar su consciencia, sufre daños irreversibles que lo llevarán en breve plazo a la muerte.

Consciente de la situación, decide no obstante sacrificarse por sus hermanos. Fingiendo que sigue siendo un insensible cyborg, vuelve al lugar donde se asienta el mando de sus enemigos, a los cuales consigue convencer de que ha descubierto el refugio de los nativos. Éstos caen en la celada sin sospechar nada, y son llevados no al verdadero refugio sino a un conjunto de grutas deshabitadas a causa de la peligrosidad de las mismas. Una vez encerrados todos en la ratonera ésta es volada y sus ocupantes aniquilados, con lo cual la amenaza desaparece de raíz.

Concluye la novela narrando la recuperación de la libertad por parte de los nativos, que aunque no han llegado a utilizar el inconcluso amplificador mental, deciden guardarlo a buen recaudo en previsión de futuras crisis que hicieran necesario su uso. Los dos ingenieros imperiales optan por volver a su patria una vez conjurado el peligro y, en lo que respecta al inevitable romance, Torres Quesada lo deja ambiguamente en el aire, sin explicar de forma explícita si el terrestre consigue vencer o no sus prejuicios contra los poderes parapsicológicos de su amada... pero sólo en la reedición de Robel, ya que en la edición original de Bruguera el idilio acaba como tienen éstos que acabar siempre en las colecciones de literatura popular, es decir, a los acordes de la marcha nupcial.



Publicado el 1-7-2003 en el Sitio de Ciencia Ficción