Más allá del Sol




Número 61 de la colección y novela con la que comienza la trama principal de la serie tras el preámbulo de la anterior. La acción se sitúa cinco o seis años después de que tuviera lugar el incidente del platillo volante descubierto en el desierto norteamericano, el cual por haber sido destruido ha quedado fuera del alcance de los terrestres. Tras muchas discusiones las principales potencias mundiales (curiosamente Enguídanos incluye en la lista a la paupérrima y estigmatizada España de mediados de los años cincuenta) se han puesto de acuerdo para enviar una expedición conjunta al planeta Marte. ¿El motivo? Comprobar desde el planeta rojo la veracidad de la hipótesis del protagonista acerca de la existencia de un planeta desconocido orbitando más allá del Sol. El argumento es, ciertamente muy endeble, máxime si tenemos en cuenta que el propio Enguídanos insiste una y otra vez en las dificultades del proyecto y en lo elevado de su coste; pero como dijera John Ford acerca de la película La diligencia, si los indios hubieran matado a los caballos se había acabado la película.

Lo cierto es que bastará con la peregrina teoría de un medicucho rural (el protagonista, claro) para que en plena guerra fría rusos y americanos se pongan de acuerdo para enviar una costosísima expedición al planeta Marte... Casi nada. Eso sí, todos ellos se llevarán bastante mal durante el transcurso de toda la misión, que acabará como el rosario de la aurora... Pero no nos precipitemos.

Enguídanos ocupa la primera parte de la novela describiendo con todo detalle la organización de la expedición y aquí, justo es decirlo, realiza un esfuerzo muy notable ya que sigue a grandes rasgos exactamente las mismas líneas que caracterizarían al futuro proyecto Apolo, con cohetes de tres fases; teniendo en cuenta que la novela está escrita en 1956, un año antes del lanzamiento del Sputnik, la cosa tiene realmente su mérito. No, no es que Enguídanos fuera un visionario, ya que entonces se conocían perfectamente las teorías de Von Braun y la necesidad de utilizar cohetes de varias etapas; pero sí estaba perfectamente al tanto de las todavía especulaciones astronáuticas, lo cual no se puede decir que ocurriera con la mayor parte de sus compañeros de colección.

También se adelantará Enguídanos a describir algo que se parece mucho a la construcción de la famosa estación espacial, aunque aquí lo que se trata es de ensamblar la flotilla de astronaves que han de viajar a Marte; porque, argumenta razonadamente el autor, es imposible poner en el espacio una masa tan grande, por lo que previamente una flotilla de cohetes lanzadores pondrán en órbita todo el material que posteriormente será ensamblado por los astronautas antes de partir con destino al planeta rojo. La expedición será amplia, nada menos que setenta personas, una de las cuales es, obviamente, nuestro famoso protagonista en su calidad de médico, que es premiado de esta manera por haber sido el promotor de la misma.

Finalmente la flotilla es construida y parte con destino a Marte, llegando allí sin problemas. De las diez astronaves que la forman siete se quedarán en órbita alrededor del planeta mientras las tres restantes, que son unas lanzaderas (planeadores en la terminología de Enguídanos) aterrizan transportando al grueso de la tripulación. Todo parece ir razonablemente bien cuando las naves que están en órbita les envían un mensaje desesperado: Están siendo atacadas por un platillo volante e, indefensas, son destruidas todas ellas. Los expedicionarios que se encuentran en la superficie de Marte quedan así abandonados a sus propios medios y en una situación muy precaria: Imposibilitados para establecer contacto por radio con la Tierra e incapaces también de volver a nuestro planeta (los planeadores no están diseñados para ello), con unas reservas limitadas de aire y alimentos, están condenados a morir lentamente en el inhóspito planeta.

Por si fuera poco serán atacados por el platillo volante que ha destruido la flotilla, aunque por suerte conseguirán derribarlo. Finalmente, y tras comprobar que efectivamente existe un planeta gemelo de la Tierra al otro lado del Sol, deciden enviar uno de los planeadores de vuelta a la Tierra con el aviso de que una humanidad hostil amenaza la paz de nuestro planeta. Acto seguido, emprenderán una marcha a través de las desiertas llanuras de Marte en una desesperada búsqueda de agua y alimentos.

La novela adolece de un punto débil evidente: ¿Por qué razón el platillo volante aguarda al aterrizaje de los planeadores para destruir al resto de la flota, cuando lo más fácil hubiera sido hacerlo antes? Pero, claro está, esto hubiera chafado la continuación.



Publicado el 6-11-1998 en el Sitio de Ciencia Ficción