La Tierra después





Número 54 de la colección, ilustrada con la portada -magnífica, por cierto- de El planeta errante, obra de Karel Sterling publicada con el número 119 de la antigua colección. En él Enguídanos vuelve a abordar el tema del choque de culturas entre una rama joven de la humanidad -la formada por valeranos y tapos- y otra mucho más evolucionada, tema que ya tratara en ¡Lucha a muerte!. Aquí el contraste no viene ya por parte de los redentores, olvidados desde hace mucho, sino por los propios terrestres, para los cuales ha transcurrido un millón de años desde que se volviera a colonizar nuestro planeta tras arrebatárselo a los sadritas.

Sin embargo, esta vez el autor da un giro muy diferente a los acontecimien­tos. Culminada su aventura en la Tierra del pasado los tapos se encaminan al planeta correspondiente a su tiempo real, en el que esperan encontrar grandes cambios tras tan dilatado período de tiempo amén de reunirse con el autoplaneta Valera. Pero apenas ha cruzado el autoplaneta Hermes la órbita de Plutón, y cuando todavía se están materializando en la karendón sus tripulantes, éste es atacado por una flota presuntamente terrestre, a pesar de hallarse desarmado y estar radiando un mensaje en el que se proclama que sus intenciones son pacíficas. La situación no puede ser más comprometida para los tapos, puesto que sus atacantes no atienden a sus desesperadas llamadas y ellos carecen de la menor posibilidad de defensa; pero por fortuna los valeranos les envían una flota de astronaves que los protege y escolta hasta el autoplaneta, que se encuentra anclado en la órbita de Júpiter.

Los tapos se encuentran frente a una situación ciertamente comprometida ya que Valera, llegado al Sistema Solar unos cincuenta años atrás, se encuentra al borde de la guerra con la Tierra. ¿Motivos? Mientras la sociedad valerana no ha evolucionado prácticamente nada a causa del enlentecimien­to del tiempo provocado por los efectos relativistas, para los terrestres ha pasado nada menos que un millón de años, lo cual ha abierto una profunda brecha entre ambas ramas de la humanidad. Pero esto no quiere decir que los terrestres hayan evolucionado; la sociedad terrestre, estancada técnica y culturalmente por culpa de un uso abusivo de las karendón, ha degenerado hasta convertirse en una moderna versión de Sodoma y Gomorra, todo ello inmerso en el marco de una dictadura corrupta y cruel.

La llegada de los Aznar, temidos aún en la Tierra, amenaza con romper el frágil equilibrio existente entre ambas naciones. Finalmente Miguel Ángel Aznar consigue huir a Valera, pero el resto de su familia, junto con las cintas vetatom de los trescientos cuarenta millones de tapos y renacentistas, son secuestrados por los terrestres para utilizarlos como rehenes. Sin embargo los Aznar que, no lo olvidemos, son tapos con la única excepción de Miguel Ángel y, por lo tanto, poseen poderes paranormales, consiguen fugarse de su cautiverio organizando una rebelión entre los numerosos descontentos con el corrupto e ineficaz gobierno terrestre.

Finalmente la decidida intervención de la flota valerana obliga a los terrestres a deponer su belicosa actitud. Los valeranos, que están hartos de convivir con una sociedad a la que no comprenden, no desean embarcarse en una guerra en la que siempre llevarían las de perder, pero en un audaz golpe de mano se apoderan de los miembros del gobierno terrestre para canjearlos por las cintas vetatom que transportaba el Hermes -trescientos millones de tapos y cuarenta de renacentistas- y por los miembros de la familia Aznar, evadidos previamente por sus propios medios, los cuales son odiados irracionalmente por los terrestres.

Una vez logrados sus objetivos y reforzada su población propia con la aportación de los tapos y los renacentistas, los valeranos deciden dirigirse de vuelta a Atolón para disputárselo a los thorbods, mientras la Tierra queda abandonada a sus propios problemas. Consciente de lo arduo de la empresa el gobierno valerano ha nombrado Almirante Mayor a Miguel Ángel Aznar, con lo cual un miembro de la mítica familia es responsable de nuevo -aunque esta vez sólo desde el punto de vista estrictamente militar- de las andanzas del fabuloso planetillo. Una antigua leyenda afirma que mientras un Aznar esté al frente del autoplaneta éste será invencible... Y ya se sabe que, en el fondo, los valeranos siempre han sido un tanto supersticiosos.

Aunque la novela no está nada mal, es evidente que su nivel es sensiblemente inferior al de las anteriores, quizá porque la presunta degeneración total y absoluta de la sociedad terrestre que en ella quiso reflejar Enguídanos resulta en la práctica bastante ingenua, ya que las aberraciones cometidas por los terrestres no van más allá de borracheras continuas, consumo de drogas, práctica libre del sexo y, ya en el colmo de la abyección, una inverosímil recreación de los antiguos combates de gladiadores que tanto entusiasmaban a los romanos. Por desgracia, la realidad cotidiana demuestra ir bastante más allá de la fantasía imaginada por el autor.



Publicado el 28-10-1998 en el Sitio de Ciencia Ficción