Redención no contesta





Se inicia con esta novela, publicada con el número 23 en la colección Luchadores del Espacio y con el número 12 en la reedición de la Saga de los años setenta, un nuevo ciclo de tres episodios dedicado a relatar el retorno a Redención de un autoplaneta Valera superpoblado con los mil millones de refugiados evacuados de la Tierra tras la guerra sostenida contra los hombres grises primero y contra los nahumitas después, a consecuencia de la cual la atmósfera terrestre ha resultado contaminada por la radiactividad hasta el punto de hacer imposible en ella la vida.

Redención no contesta comienza describiendo la situación existente en el planetillo en vísperas de la llegada a su destino. La euforia de sus habitantes, deseosos de volver a reencontrarse con unos compatriotas adelantados en catorce siglos mientras para ellos tan sólo han transcurrido 60 años, se ve matizada por problemas tales como la penuria de alimentos o la sorda pugna entre los dos clanes rivales de los Aznar y los Balmer, acrecentada durante el viaje de retorno desde la Tierra.

De hecho, esta situación es comparada por el autor con el tópico literario de los Montesco y los Capuleto, lo cual tendrá su importancia en el desarrollo de la trama dado que los dos personajes principales son la capitán Leonor Aznar y su subordinado, el teniente Fernando Balmer. Ambos protagonistas pertenecen a una misma compañía de Tropas Especiales, la cual ha sido movilizada, al igual que el resto de su batallón, para realizar una expedición al planeta Redención. El motivo no es otro que averiguar las razones del obstinado silencio de sus habitantes, al que hace alusión el título, pese a los reiterados intentos de los ansiosos tripulantes de Valera por entablar contacto por radio con ellos. Es evidente que algo sucede, pero nadie en el autoplaneta es capaz de aventurar de que se trata.

Y lo que encuentran es a Nuevo Madrid, la capital del planeta, completamente destruida, aparentemente por un bombardeo atómico, con sus ruinas invadidas por la selva. Todo parece indicar que los hombres de silicio, dados por aniquilados tras la guerra anterior, se recuperaron plantando cara de nuevo a la humanidad... con efectos catastróficos para ésta.

Los comandos desembarcan en la antigua ciudad y descubren la existencia de seres humanos pululando por las ruinas. Tras capturar a varios de ellos, constatan que éstos están reducidos al primitivismo y que todos, sin excepción, tienen la lengua cortada. El brusco ataque de una columna de hombres de silicio confirma lo acertado de sus sospechas, al tiempo que les obliga a defenderse del tenaz enemigo. La escaramuza se salda con la victoria de los valeranos, los cuales se encuentran no obstante frente a un grave problema: las autoridades del autoplaneta confiaban en poder desembarcar sus excedentes de población lo antes posible, pero en las circunstancias actuales no se puede llevar a cabo, no al menos antes de evaluar convenientemente el poderío de los hombres de cristal.

Por tal motivo, la compañía de Leonor Aznar y Fernando Balmer recibe órdenes de introducirse en el interior hueco de Redención, con objeto de espiar a sus enemigos. Éstos siguen un túnel subterráneo macabramente sembrado de osamentas humanas y, al llegar a una bifurcación, se separan en tres grupos distintos con objeto de peinar todos los caminos. La sección del teniente Balmer se da de boca con las “cuadras” donde los hombres de silicio encierran a los humanos cautivos y, tras liberar a los prisioneros, aparecen en una vasta caverna utilizada por sus enemigos como matadero ya que, tal como fuera relatado en anteriores novelas, los hombres de silicio utilizan a los humanos como alimento.

Pese a que sus instrucciones eran las de pasar desapercibidos y rehuir enfrentamientos, la súbita irrupción de los prisioneros recién liberados, que rápidamente empiezan a ser masacrados por sus carceleros, obliga a los comandos valeranos a defender a sus congéneres, lo que hace saltar la alarma con la consecuencia de que la caverna queda sellada y sus ocupantes encerrados en ella. Finalmente consiguen huir por un sumidero, que les conduce a un río subterráneo, y tras una penosa marcha llegan finalmente al interior hueco de Redención, donde son capturados por sus enemigos y encerrados en una celda junto con la capitán Aznar, única superviviente de su grupo tras ser objeto de una emboscada. Resulta evidente que los hombres de silicio les han conservado con vida con objeto de proceder a su interrogatorio, y que la probabilidad de escapar de ellos es virtualmente inexistente.

No obstante, no se resignan a su suerte. Poco después sus carceleros les llevan a todos a una sala donde comienzan a torturar a los dos oficiales, primero a la capitán y posteriormente al teniente. Éste, no obstante, en un golpe de audacia consigue apoderarse del arma de uno de sus torturadores, disparándola en el recinto cerrado en el que se encuentran, organizando -es una pistola atómica- una auténtica carnicería entre los confiados hombres de silicio. Gracias a ello consiguen liberarse; todos los valeranos, excepto los dos oficiales, conservaban sus escafandras, lo que les han protegido de la mortífera radiactividad, pero Leonor y Fernando habían sido despojados de ella, lo que les produce una irradiación mortal de no recibir tratamiento médico a tiempo.

Los valeranos descubren con asombro que se encuentran en el interior de una astronave similar a las de la Armada redentora -de hecho los hombres de silicio han copiado toda su tecnología-, lo que les permite orientarse. Guiados por la desesperación de quienes no tienen nada que perder, se encaminan hacia la sala donde suponen deben de encontrarse los botes salvavidas y, abriéndose paso a tiro limpio entre los sorprendidos hombres de silicio, consiguen abordar uno de ellos huyendo de sus enemigos.

Sorprendentemente éstos no los persiguen ni intentan derribarlos, lo que les permite escabullirse buscando la boca del túnel que comunica con la cabeza de puente valerana. Se introducen en éste y pronto descubren los motivos del aparente desinterés de sus perseguidores: la huida desesperada de sus enemigos, que se repliegan precipitadamente en el túnel en busca del refugio del interior del planeta, les hace sospechar la probable existencia de una batalla ganada por los valeranos y, y esto resulta ser infinitamente más preocupante, el más que seguro intento de éstos de cegar el túnel mediante una explosión atómica.

Y así es. Sin ser entorpecidos en ningún momento por las huestes de silicio, llegan finalmente al lugar en el que una enorme bomba está preparada para ser detonada. La situación física de los dos oficiales no puede ser más penosa, con la capitán Aznar desfallecida y el teniente Balmer sintiendo también que le fallan las fuerzas. Pero el tiempo apremia, y los esforzados comandos, bajo la dirección del teniente, consiguen desactivar el artefacto a tiempo.

Todo ha pasado ya, y los dos oficiales se recuperan de los daños causados por la radiactividad en un hospital de campaña instalado por los valeranos en el exterior del planeta. Gracias a ellos se ha podido mandar un ejército de invasión en toda regla por el interior del túnel y ahora, tras ser rescatados, tan sólo queda esperar a que culmine su convalecencia para recibir honores de héroes... y casarse, claro está, sin que sus dos apellidos supongan un obstáculo para el amor que les une.

En lo que respecta a las diferencias entre las dos versiones, la nueva presenta varios capítulos reescritos -los primeros- e incluso uno nuevo, aunque estas modificaciones no suponen ningún cambio significativo en el argumento de la novela. Sí fueron corregidos, de forma bastante profunda, la descripción de la llegada de Valera al sistema de Redención y los prolegómenos de la incursión al interior hueco del planeta, mientras el resto de la novela -la incursión propiamente dicha- no fue apenas retocada. Las razones son fáciles de comprender: en la novela original este prólogo -vamos a denominarlo así- estaba apenas esbozado con cuatro brochazos, y Enguídanos debió suponer con bastante buen criterio que merecía la pena pulirlo. El resultado fue muy positivo, dado que esta amplia introducción es la que familiariza al lector con el escenario del ciclo.

Las novedades de la segunda edición se centran principalmente en una descripción más explícita de los problemas que agobian a Valera -la forzada convivencia entre los refinados valeranos y los toscos terrestres, origen de frecuentes disturbios, amén del tema de la escasez de alimentos- y en una logística más verosímil del desembarco en Redención, ya que ahora es enviado en primer lugar un navío no tripulado, seguido de la creación de una sólida cabeza de puente por parte de las tropas especiales de infantería a las que pertenecen los protagonistas, a diferencia de la primera versión en la que las estas tropas descendían a ciegas sobre el planeta. Asimismo Enguídanos incluye una breve presentación del superalmirante Jaime Aznar, hijo de Fidel Aznar, que en la versión de los años cincuenta no aparecerá hasta el ciclo de Nahum, e incluso una breve referencia al propio Fidel Aznar, todavía vivo pero hibernado a la espera de poder morir y ser enterrado en Redención. Se mantiene, eso sí, la pugna entre los clanes Aznar y Balmer, ya que ésta constituirá en el futuro uno de los principales leit motiv de la Saga.



Publicado el 28-10-1998 en el Sitio de Ciencia Ficción
Actualizado el 16-11-2003