La guerra verde





Con esta novela, número 36 de la primera edición y 18 de la segunda, concluye el ciclo de Nahum, sin que haya más diferencias entre las dos versiones que las inevitables revisiones de cifras y cálculos a las que tan proclive era el meticuloso Enguídanos, así como la acertada supresión de una prolija e innecesaria descripción del autoplaneta Valera.

Han pasado tres años desde que Miguel Ángel Aznar lograra reconquistar el autoplaneta Valera, tiempo durante el cual sus escasos pobladores -dos millones y medio, aunque aquí existe una discrepancia con la novela anterior, donde se afirma que los valeranos rescatados son justo el doble- han desarrollado una frenética actividad de cara a poder hacer frente a sus poderosos enemigos nahumitas. Selladas de nuevo las compuertas que aislaban el interior del planetillo, y repuesta la perdida atmósfera del mismo, gracias a la potente industria que por fortuna habían recuperado intacta han conseguido aumentar de dos a seis millones el número de buques siderales... lo que sigue siendo muy poco frente al potencial bélico enemigo, al que resultaría muy difícil derrotar dado que sus recursos están repartidos entre varios planetas del vasto sistema solar de Nahum.

Consciente de que una guerra convencional habría de acabar inevitablemente en tablas, lo cual a la larga acabaría acarreando la derrota por desgaste de los valeranos, Miguel Ángel Aznar ha decidido fomentar la investigación de la Bomba Verde, un arma revolucionaria desarrollada por el profesor Marcos que actúa a modo de anticatalizador capaz de destruir toda la clorofila de un planeta y, con ella, la práctica totalidad de la vida vegetal, sin causar el menor daño ni a animales ni a humanos.

Mientras tanto Valera se ha acercado hasta las proximidades de Noreh, el planeta capital de los nahumitas, con objeto de infundir esperanzas a sus ciudadanos cautivos, a los cuales transmite el mensaje de que no se marcharán de allí hasta que éstos no hayan sido liberados y el régimen tiránico de los nahumitas derribado. Estos últimos, irritados ante la audacia de sus rivales, atacan de nuevo a Valera con el Rayo Azul, lo cual no sirve de nada dado que el autoplaneta ha sido equipado con un campo neutralizador construido por el profesor Campión. Cosa muy distinta es la poderosa flota imperial, que se apresta a combatir al intruso y finalmente lo embiste en una monumental batalla que no resuelve gran cosa, ya que los nahumitas no pueden expugnar las invulnerables defensas del orbimotor mientras los valeranos son conscientes de que les resultará extremadamente difícil conseguir que los proyectiles que transportan las Bombas Verdes puedan llegar incólumes hasta las capas bajas de la atmósfera del planeta, requisito éste indispensable para que estos artefactos bélicos puedan actuar con eficacia.

En cualquier caso, y puesto que son precisos varios meses para conseguir que estos proyectiles estén a punto, Miguel Ángel Aznar y los miembros de su estado mayor deciden que mientras tanto la Armada valerana practique una guerra de corso contra las líneas de comunicación nahumitas que, por ser muy extensas -abarcan nada menos que once planetas-, se muestran bastante vulnerables, lo que permitirá debilitar al enemigo aislando Noreh, el planeta capital, de sus colonias.

Simultáneamente, en la superficie de Valera son rescatados con vida varios náufragos nahumitas. Uno de ellos es una bella joven que, según afirma Ondina, ostenta en su uniforme la divisa imperial de Nahum, lo que hace sospechar que pueda tratarse de un miembro de la casa real. Interrogada bajo hipnosis resulta ser una princesa imperial, de nombre Ambar, hija del Gran Tass -emperador- de Nahum. Aunque es tan sólo una entre los centenares de vástagos del tirano, no por ello deja de ser un rehén de singular relevancia. Por esta razón, Miguel Ángel Aznar decide negociar con ella ofreciéndole la libertad a cambio de que transmita a su padre una oferta de paz: Valera abandonará Nahum si le son devueltos los cincuenta millones de valeranos supervivientes, ahora esclavizados en los distintos planetas del sistema.

Como cabía esperar, Ambar se burla de la ingenuidad de su captor. Los nahumitas son una raza guerrera, y como tal tan sólo entienden dos posibles alternativas: vencer y esclavizar a los vencidos, o ser derrotados y morir en justo castigo por ello. Pero la muchacha se sorprende cuando Miguel Ángel Aznar, tras explicarle el espíritu pacifista del cristianismo, que por supuesto ella desconoce, le comunica que en cualquier caso, y como muestra de buena voluntad, será puesta en libertad sin condiciones, pero no antes de que pueda comprobar por sus propios ojos la verdad de sus palabras. Eso sí, advierte, si su padre no se aviene a razones Valera no se marchará de allí sin haber logrado antes sus objetivos de liberar a sus compatriotas y, si cabe, de acabar con la tiranía nahumita sobre el resto de los pueblos que tiene esclavizados.

Encabezados por Miguel Ángel Aznar, los buques de la armada sideral valerana comienzan a traer en jaque a las líneas de comunicación nahumitas, dando audaces golpes de mano para escabullirse inmediatamente después evitando en todo momento entrar en batalla con la muy superior flota enemiga. Cuando ésta empieza a apretarle las clavijas, Miguel Ángel y su escuadra, tal como habían planetado, buscan de nuevo refugio en los seguros mares de Oceán, donde el ya superalmirante desea intentar de nuevo la frustrada alianza con los oceánides, razón por la que ha llevado consigo a Ondina mientras Ambar queda en el autoplaneta al cuidado de su madre, su hermana y su cuñado José Luis.

A poco de sumergirse en el mar, el navío almirante tiene la suerte de capturar un submarino oceánide en el que viaja el propio duque Cloris. Éste, creyéndose prisionero de su rival, le confiesa abatido que su golpe de estado fracasó poco después de la huida de los valeranos, recobrando el trono Tritón II y viéndose él empujado al exilio junto con un pequeño puñado de fieles, vagando desde entonces sin rumbo por los mares de Oceán. Para sorpresa del noble ocenánide, Miguel Ángel no sólo no le muestta el menor rencor, sino que le pide el apoyo que tiempo atrás le negara para combatir conjuntamente a los nahumitas, algo que ahora sí será factible gracias a que es Tritón II quien de nuevo ostenta el poder. Cloris, arrepentido y agradecido, promete lealtad al caudillo valerano aunque no las tiene todas consigo ante la perspectiva de volver a encontrarse con su tío. Por fortuna para todos éste, magnánimo, perdona a su sobrino reintegrándole su dignidad de futuro príncipe consorte y sucesor suyo.

Concertada la alianza, se procede a la evacuación a Valera de la totalidad de la población oceánide, alrededor de un millón de personas. Puesto que éstos necesitan vivir dentro del agua, serán asentados provisionalmente en uno de los lagos interiores del planetillo mientras sus cirujanos, auxiliados por sus colegas valeranos, procedan a operarles a todos ellos con objeto de que puedan volver a respirar aire.

El retorno de Miguel Ángel Aznar al orbimotor provoca en éste sensaciones encontradas. Por un lado desea volver a ver a Ambar, de quien se ha enamorado, pero por otro teme tener que cumplir su promesa de ponerla en libertad. Cuando finalmente se produce el reencuentro, descubre que la muchacha se ha adaptado bastante bien a su nueva vida, pero pese a ello sigue manifestando su deseo de volver a su patria en vísperas de que ésta sea atacada por quienes, a la postre, siguen siendo sus enemigos. Despechado, Miguel Ángel pone a su disposición un buque en el que Ambar abandona Valera rumbo a Noreh.

Mientras tanto, el conflicto bélico sigue delante de forma frenética. El bloqueo del planeta Noreh por parte de la armada valerana comienza a hacerse sentir en el planeta, privado de buena parte de los suministros que necesita procedentes de sus colonias, pero la potente escuadra sideral que lo protege hace imposible cualquier intento de utilización de la Bomba Verde. Así pues, los estrategas valeranos idean una maniobra de distracción que les permita burlar la férrea vigilancia de sus enemigos. Abandonando Noreh, Valera y su cohorte de buques se dirigen hacia otro de los planetas nahumitas, Ursus, haciendo creer a éstos que intentan conquistarlo. Tras una apocalíptica batalla contra la guarnición allí destacada, a la cual consiguen derrotar después de unos durísimos combates, los valeranos consiguen lo que pretendían, provocar que el alto mando nahumita envíe una importante flota de refuerzo desguarneciendo en parte el propio Noreh.

Ésta era la ocasión que aguardaban. Rápidamente Valera y su flota abandonan Ursus encaminándose a toda velocidad hacia Noreh a la par que evitan a la chasqueada flota nahumita con la que se cruzan a mitad de camino. Los almirantes nahumitas, que demasiado tarde descubren el engaño, virarán en redondo para perseguir a Valera, pero el autoplaneta ha ganado un tiempo precioso que tiene que aprovechar ya que, su momentánea superioridad numérica frente a las fuerzas enemigas que han permanecido en Noreh tan sólo será temporal. Tienen que cumplir su misión, pues, antes de que la flota que los persigue consiga alcanzarlos, ya que entonces toda posibilidad de triunfo se vería eclipsada para siempre.

Una nueva batalla, no menos brutal que la anterior, tiene lugar ahora en las cercanías de Noreh, siendo decisiva la superioridad valerana para conseguir que, protegidos por una superior cobertura aérea, una flota de 50.000 destructores consigan lanzar las mortíferas Bombas Verdes. Cuando poco después llegan los buques nahumitas, todo está ya consumado; Valera y sus naves se han retirado de allí y en Noreh no queda viva ni una sola brizna vegetal.

A partir de ahora, tan sólo queda esperar. Privados de sus recursos propios, los habitantes del planeta dependen para su alimentación de los suministros que les pudieran llegar de los astros vecinos, pero para impedirlo están los omnipresentes buques valeranos. La intención de Miguel Ángel Aznar es sencilla: rendir Noreh por el hambre. Y llevan camino de conseguirlo, puesto que la situación en el planeta es cada vez más comprometida para sus dirigentes. Varios meses después, informado por sus espías de que las revueltas son cada vez más frecuentes y que el trono del Gran Tass se tambalea peligrosamente, a la par que la otrora peligrosa flota sideral nahumita se ha dispersado en un sálvese quien pueda, cuando sus buques no se han entregado directamente a sus enemigos, Miguel Ángel Aznar ordena la invasión de Noreh consciente de que sus debilitadas defensas no resistirán el embate del ejército autómata valerano, ausente hasta entonces de los combates pero conservado milagrosamente intacto pese a los avatares sufridos por el planetillo.

Es el propio Miguel Ángel Aznar quien encabeza el desembarco, auxiliado por una fuerza de comandos oceánides comandada por su firme aliado el duque Cloris. Miguel Ángel pretende entrar en el propio palacio imperial de Kindal, la capital del planeta, dado que ansía volver a encontrar a Ambar. La marcha hacia el palacio no es fácil ya que tropiezan continuamente con las masas de fugitivos que huyen despavoridos de la ciudad, ya que ha corrido la voz de que, derrotado y humillado, el Gran Tass planea hacerla volar con varias bombas atómicas que ha ordenado llevar a los sótanos de su propio palacio. En una carrera contrarreloj Miguel Ángel y sus acompañantes consiguen entrar en el abandonado palacio y, mientras éste rescata a Ambar, única princesa real superviviente ya que todos sus hermanos han perecido en los combates, Cloris y sus comandos consiguen dar muerte al tirano evitando que éste cumpla su propósito de provocar una catástrofe.

El imperio nahumita ha sido derrotado sin paliativos y los valeranos, tras rescatar a sus conciudadanos prisioneros, dedican algún tiempo a poner en pie el nuevo orden político que a partir de entonces deberá regir en todos los planetas del sistema de Nahum. Los planetas Ursus, Bagoah, Ibajay y Naujan, antiguas colonias nahumitas, son ahora estados soberanos en pie de igualdad con la república de Noreh, a la que los valeranos han proporcionado la tecnología necesaria para paliar la pérdida de su masa vegetal merced a la fabricación sintética de alimentos, mientras los antiguos buques de la armada imperial nahumita, reconvertidos en una policía sideral multinacional, se encargarán de velar por el mantenimiento de la ley y el orden en ahora pacificado sistema de Nahum. Tritón II se ha convertido en el gobernante del planeta Bagoah, Ondina y Cloris han contraído matrimonio... y la princesa Ambar ha decidido compartir su destino con Miguel Ángel Aznar, con el cual contraerá asimismo matrimonio.

Cumplida su misión, Valera abandona Nahum adentrándose en las profundidades del cosmos.



Publicado el 28-10-1998 en el Sitio de Ciencia Ficción
Actualizado el 30-4-2006