La civilización perdida





Número 57, con la ilustración correspondiente a El mundo perdido, de Larry Winters, a su vez aparecida con el número 87 de la antigua colección. Con esta novela se inicia una nueva serie de aventuras, la del hiperplaneta, que sería ya la última de la Saga. En el transcurso de uno de sus largos viajes Valera detecta la existencia de un enorme astro hueco, tan grande que en él cabría holgadamente todo el Sistema Solar. Nada en absoluto puede existir en la superficie exterior ya que su brutal gravedad es capaz de aplastar al cuerpo más resistente; sin embargo, al tratarse de un astro hueco esta fuerza de gravedad se anula en su interior al igual que ocurre en Valera, sospechando los científicos que en el centro del inmenso astro pueda existir un sol. Rápidamente es preparada una expedición al interior del hiperplaneta aunque, dado que éste no tiene ninguna grieta que lo comunique con el exterior, la única manera de atravesar su corteza es viajando por el subespacio a mayor velocidad que la luz, lo cual se realiza con un crucero espacial pilotado automáticamente mientras sus tripulantes se mantienen desmaterializados en la máquina karendón.

Realizada con éxito la travesía los integrantes de la expedición valerana, entre los que se cuentan Fidel, Tuanko y Marek Aznar, descubren que efectivamente el interior del hiperplaneta está hueco, contando con un sol central y varios planetas girando en torno suyo. Se trata, pues, de una esfera de Dyson, aunque Enguídanos nunca lo llega a llamar por este nombre. Para su sorpresa la superficie interna del hiperplaneta es habitable y, siguiendo el rastro de una fuente de neutrinos, arriban a una región poblada por unos saurios inteligentes dotados de un nivel tecnológico similar al de la Tierra de mediados del siglo XX, es decir, en los albores de la edad atómica. Casualmen­te los protagonistas llegan justo en el momento en el que estalla una guerra nuclear entre las dos naciones más importantes de la región y, a pesar de que consiguen evitar la primera batalla interponiéndose entre ambos rivales, fracasan en su intento de que triunfe la cordura entre los contendientes, por lo que se marchan decepcionados mientras la guerra atómica continúa. Mientras tanto parte de ellos han hecho un viaje de exploración a otro lugar del hiperplaneta, descubriendo la existencia de una raza de homínidos dotada de una incipiente cultura y, lo que es más inquietante, los restos de un aparato volador procedente al parecer del otro extremo del hiperplaneta, donde detectan una importante fuente de neutrinos indicadora de la existencia de una civilización que domina la tecnología nuclear. Pero los objetivos de la primera misión han sido cumplidos y los expedicionarios deben volver a Valera, por lo cual deciden abandonar el hiperplaneta sin haber arañado apenas en sus secretos.

Resulta curioso reseñar que Pascual Enguídanos hace aquí una metáfora sin tapujos del enfrentamiento entre rusos y norteamericanos durante la guerra fría o, por usar sus propias palabras, entre un país capitalista e imperialista -Tumma, una mezcla de los Estados Unidos y el Japón imperial anterior a la II Guerra Mundial- y otro comunista -Silaos, calcado de la Unión Soviética-. La identidad de estas dos naciones es evidente, e incluso el autor llega a plantear una discusión entre los valeranos y los saurios sobre cual de los dos sistemas políticos es mejor... Dejándonos bien claro que en Valera se practica desde hace milenios la utopía socialista. Sin embargo, Enguídanos hace al final tabla rasa de ambos conten­dientes: Ninguno de ellos es lo suficientemente civilizado y ninguno, por lo tanto, merece ser ayudado frente al otro.

También es interesante el hecho de que la novela esté narrada en su mayor parte desde el punto de vista de los saurios, que ven aparecer unos extraños seres poseedores de una tecnología infinitamente superior a la suya. En realidad, el argumento podría haber sido perfectamente el de una de las novelas independientes que Enguídanos publicó en los años cincuenta, sin más que invirtiendo a los personajes: Imaginemos a rusos y americanos al borde de la guerra atómica, tema éste recurrente entre los escritores de la época, y que cuando ésta estalla aparecen unos extraterrestres benévolos que intentan impedirla por todos los medios a su alcance apoyándose en los portentosos medios tecnológicos de que disponen, aunque finalmente se ven obligados a marcharse por donde habían venido completamente hartos de la estupidez  humana mientras rusos y americanos, apoyados por sus respectivos aliados, siguen destrozándose mutuamente como si nada hubiera pasado. Y desde luego los saurios no pueden ser más humanos en su modo de pensar y en su comportamiento, mucho más sin duda que cualquiera de las otras razas extraterrestres ideadas por Enguídanos.

Ciertamente Enguídanos no llegó a escribir ninguna novela con un argumento ni tan siquiera parecido, pero lo curioso del caso es que, tal como ocurre con Llegó de lejos y su segunda versión, La otra Tierra, La civilización perdida parece más una narración independiente incluida en la trama general de la Saga, que un verdadero episodio de la misma.



Publicado el 28-10-1998 en el Sitio de Ciencia Ficción