¡Antimateria!





Número 46 de la colección, con la ilustración de la portada tomada como de costumbre de una novela de la antigua colección Luchadores del Espacio: El fin de la base Titán, número 99 y firmada por el Profesor Hasley, si bien en esta ocasión fue bastante retocada. En lo que respecta a la novela, se trata de una aventura aislada que da la impresión de estar un tanto metida con calzador en la trama general. El argumento tampoco es excesivamente original, razón por la que no se puede decir que sea ésta una de las más logradas de la serie sino, más bien, una obra de relleno cuyo único fin fuera el de cumplir los plazos comprometidos con la editorial. Y si bien la profesionalidad de Pascual Enguídanos es evidente y sale airoso del trance, ello no evita que la novela dé la impresión de haber sido escrita de forma apresurada.

Comienza la historia con la llegada de Valera a una región desconocida del universo en la que los valeranos descubren un autoplaneta de pequeño tamaño y procedencia desconocida. Una escuadrilla de cruceros al mando de Miguel Ángel Aznar Bogani sale a su encuentro, con objeto de investigar sobre su origen. Aunque las intenciones de los valeranos no son hostiles, resultan atacados por las defensas del autoplaneta  y, al responder a la agresión, provocan involuntariamente su destrucción total, hecho que les sorprende por lo desmesurado de los resultados. Los astronautas valeranos se aproximan a los restos del pecio, intentan rescatar alguno de los cadáveres de sus tripulantes... Y se produce la catástrofe, puesto que basta el menor contacto con cualquier objeto procedente del destruido autoplaneta para que se desate una explosión capaz de aniquilar todo cuanto se interponga en su camino. La interpretación de este fenómeno es simple: Valera se ha internado involuntariamente en una región del universo constituida por antimateria, lo que supone un gran peligro para el planetillo y para sus habitantes.

Tras esta introducción Pascual Enguídanos hace una elipsis en la narración para presentar a un nuevo protagonista, el joven Fidel Aznar Rudel, hijo del personaje del mismo nombre y de la alemana Katherina Rudel, resucitada en una novela anterior justo el tiempo necesario para dar a luz, puesto que en el siguiente tránsito de la karendón de nuevo vuelve a perderse su alma, perteneciente al pasado; no así la de su hijo, engendrado asimismo en el pasado, lo cual supone una incongruencia que se le escapó al autor. Mientras tanto el otro superviviente del siglo XX, Edward Roerich, que recurrió a la hibernación como medio de evitar el peligro de desaparecer en el tránsito y que tan marcado protagonismo tuvo en el episodio de Uhlán, aquí es simplemente olvidado a pesar de que ha habido un nuevo paso de toda la población de Valera por la karendón. A Enguídanos comenzaba a írsele de las manos el asunto de la karendón, al alcanzar situaciones complicadas en sus argumentos que acabaron enredándolos considerablemente.

Fidel Aznar, un joven de dieciocho años recién cumplidos, es materializado por la karedón y rápidamente se reúne con su familia, siendo puesto al corriente de la situación. Han pasado varios años desde el incidente narrado anteriormente, y Valera ha descubierto el origen del autoplaneta involuntariamente destruido: Procedía de un planeta que gira en torno a una estrella doble, la cual amenaza con colapsar en un plazo muy breve de tiempo, cayendo la una sobre la otra y produciendo un estallido que acabará con todo rastro de vida en el sistema.

El planeta está cubierto de agua en su mayor parte, razón por la que ha sido bautizado con el nombre de Aqua, y alberga una especie acuática a la que los valeranos bautizan con el nombre de tritones, con lo cuales han entrado en contacto proponiéndoles evacuarlos de su moribundo astro. Éstos aceptan, pero existe el problema de la incompatibilidad entre la materia y la antimateria, el cual es finalmente resuelto mediante la construcción de una variante de la máquina karendón, denominada mutante, capaz de convertir la materia en antimateria y viceversa.

Una vez zanjado el problema, viaja a Aqua una pequeña delegación valerana de la que forman parte los hermanos Miguel Ángel y Fidel Aznar y el profesor Eladio Ross, principal responsable, junto con su hija Nuria, de las negociaciones con los tritones. Aterrizan en una de las pequeñas islas que constituyen la única superficie sólida del planeta, entran en contacto con sus anfitriones... Y un repentino ataque destruye la karendón traslator que los había transportado hasta allí, perdiéndose su contacto en Valera.

La decisión inmediata del Superalmirante Aznar es enviar una misión de rescate, pero ¿cómo encontrar a los supervivientes, si los hay, en la inmensidad de un planeta desconocido? Su única esperanza, aunque tenue, es recurrir a los poderes parapsicológicos de Fidel Aznar hijo, que si bien mucho más menguados que los de su padre, confían en que sean suficientes para buscar el rastro de los desaparecidos. Rápidamente se apresta una pequeña flotilla de cazas delta -el incidente anterior recomienda precaución- y los miembros de la misión de rescate, de la cual forma parte Fidel Aznar Rudel, toman tierra en el mismo lugar donde lo hiciera la cápsula karendón, descubriendo sus restos destrozados junto con el cadáver del doctor Eladio Ross. Del resto de los viajeros no se sabe nada, aunque todo parece indicar que han sido hechos prisioneros y llevados a algún desconocido lugar del fondo del océano.

Aquí es donde comienza la labor de Fidel Aznar Rudel, el cual intenta establecer contacto telepático con su padre sin tener demasiadas esperanzas de conseguirlo... Pero finalmente lo logra, conduciendo a sus compañeros hasta una ciudad submarina. Tras una breve lucha contra los tritones -su nivel tecnológico es muy inferior al valerano y no resisten el ataque de los poderosos cazas delta-, los miembros del comando consiguen rescatar sanos y salvos a los prisioneros, retornando con ellos a Valera.

Gracias a los informes proporcionados por los rescatados, los valeranos consiguen conocer con precisión la magnitud del problema. En Aqua existen varios estados, pero son dos de ellos -kedos y yubos- los dominantes... Y además, están enfrentados entre sí. Los valeranos se habían puesto en contacto con los primeros, pero los segundos, temerosos de ser marginados en el acuerdo, son quienes les habían atacado, error que lamentan puesto que lo único que desean es ser rescatados junto con sus rivales. Los valeranos, por su parte, no tienen el menor deseo de hacer distinciones entre las distintas facciones del pueblo tritón, pero... Una revisión de sus cálculos demuestra que la catástrofe cósmica que destruirá la vida en el planeta no va a tener lugar dentro de varios años, como se creía, sino en una fecha mucho más breve. No hay posibilidad real de rescatar a los mil millones de seres que pueblan el planeta, pero se va a intentar hacer cuanto sea posible. Aunque para ello tienen que contar con la aquiescencia de los gobernantes locales.

Convocados a Valera, los principales reyezuelos se comportan de manera muy dispar. Así, mientras el monarca kedo se muestra sumamente reticente y desconfiado, el rey yubo -la nación culpable del ataque, que ha reconocido su error- coopera activamente intentando salvar al mayor número posible de sus súbditos. Lamentablemente la capacidad de las karendón mutantes es muy limitada, y el tiempo se acaba sin que nada se pueda hacer por evitarlo. Así pues, cuando el colapso entre las dos estrellas tiene lugar, tan sólo ha sido posible evacuar una mínima parte de la población del planeta, viéndose obligado Valera a huir precipitadamente a las profundidades del cosmos intentando evitar ser víctima de la catástrofe.

En contra de los deseos de Fidel Aznar, que propugnaba la necesidad de buscar una nueva patria para los tritones evacuados, los responsables de Valera, con el Superalmirante a su cabeza, se han limitado a aprobar la entrega a los mismos de varios discos voladores, con los cuales deberán ellos mismos encontrar una nueva patria. Valera tiene decidido partir rumbo a Atolón, pero Fidel Aznar y su hijo deciden a última hora acompañar en su destino a los tritones dejando conservadas en Valera sendas cintas vetatom que les servirán, una vez culminada su misión, para volver a reunirse con los suyos... Aunque el precio a pagar será no recordar en absoluto lo ocurrido en el transcurso de la misma.

La novela, como ya ha sido comentado, adolece de una falta de profundidad causada, probablemente, por las prisas con las que debió de ser escrita. Era bastante el jugo que se podría haber sacado a esta nueva aventura, pero por desgracia no fue así. De hecho, lo que quizá resulta más importante de la misma es la bifurcación que Enguídanos introdujo en la trama, con Valera retornando a Atolón con el Almirante Mayor y su hijo Miguel Ángel a bordo, mientras los dos Fidel Aznar, padre e hijo, deciden acompañar a los tritones en la búsqueda de un nuevo hogar, lo cual permitió al autor narrar dos historias paralelas entre sí; sin embargo, ésta resultó ser tan breve -tan sólo una novela más- que el esfuerzo realizado fue, a la larga, bastante estéril. Otro hecho curioso, aunque descrito de forma sumaria en esta novela, es la crítica a la guerra fría y a la división en dos bloques que Enguídanos introduce aquí por vez primera para desarrollar mucho más minuciosamente en la aventura del hiperplaneta.



Publicado el 28-10-1998 en el Sitio de Ciencia Ficción