Tritones



Hubo un período en la continuación de la Saga en el que Enguídanos divagó una y otra vez en episodios paralelos que poco o nada aportaban a la narración principal, siendo además historias más bien mediocres producto del agotamiento del autor, obligado a escribir (y lo que es mucho peor, a imaginar) una novela nueva cada quince días, un tiempo demasiado corto, tal como reconocía él mismo, para su modo de trabajar. Este bajón de calidad, que sólo se recuperó ya casi al final de la Saga cuando las novelas aparecían cada vez más espaciadas, tiene uno de sus más claros exponentes en la novela ¡Antimateria!, donde se relata el viaje de Valera por una región del universo constituida por antimateria, lo que aprovecha Enguídanos para hacer una disertación más o menos científica sobre las características de la misma y su incompatibilidad con la materia normal de la que estaba constituido el planetillo.

En sus andanzas por el cosmos de antimateria Valera llega finalmente a un sistema solar formado por una estrella doble cuyas componentes están a punto de chocar provocando la destrucción de todos sus planetas. Uno de ellos está habitado por una raza acuática, los tritones, los cuales están condenados irremisiblemente a muerte... Por fortuna los valeranos consiguen convencer, no sin antes tener que vencer fuertes reticencias, a los tritones de la necesidad de ser evacuados, lo cual se hace gracias a las máquinas karendón combinadas con un mecanismo capaz de transmutar la antimateria en materia como única manera de evitar la destrucción mutua. La inminencia de la catástrofe cósmica impide consumar la evacuación, viéndose obligado Valera a huir del sistema desahuciado justo antes de que los soles estallen. Finalmente se produce una bifurcación de la trama: Mientras Valera, al mando de Miguel Ángel Aznar, retorna al Circumplaneta los dos Fidel Aznar, padre e hijo, han marchado en busca de un nuevo planeta donde poder asentar a los tritones que permanecen desmaterializados por las máquinas karendón.

Los tritones son descritos por el autor como una raza humanoide acuática, poseedora de un nivel tecnológico equivalente al de la Tierra del siglo XX y fragmentada en diferentes estados rivales entre sí, una clara trasposición de la realidad histórica de nuestro planeta durante la Guerra Fría. Nada de particular tiene la desdibujada descripción que Enguídanos hace de esta raza, salvo por lo que tiene de símbolo, apenas esbozado, de nuestra propia humanidad, el cual tendría luego un desarrollo mucho más amplio en la aventura del hiperplaneta.

En Un millón de años y La otra Tierra, las siguientes novelas, Enguídanos culmina con bastante torpeza la aventura de los tritones, aunque en realidad éstos son una simple excusa -continúan desmaterializados y no tienen la menor participación activa en la narración- para que el autor narre las aventuras de los Aznar. Son ellos quienes, en su búsqueda de la nueva patria de los tritones, llegan a una Tierra paralela en la que les suceden diversas peripecias calcadas de la antigua novela Llegó de lejos, a la que Enguídanos desmanteló para incluirla con calzador en la Saga. En la novela Un millón de años, anterior a La otra Tierra, se narra paradójicamente el retorno del padre y el hijo a Valera -entonces en Atolón- vía máquinas karendón una vez concluida su misión; pero como para rescatarlos se había utilizado una copia anterior de sus cintas, éstos han olvidado sus aventuras con los tritones, a los que se supone asentados en un nuevo planeta... Pero lo cierto es que con esta triquiñuela Enguídanos se quita de encima a los tritones de una forma tan tajante como precipitada.

Para terminar, cabe reseñar que Enguídanos ya había ideado unos seres similares, también llamados tritones, en su trilogía de Finan, el planeta errante que irrumpe en el Sistema Solar trastocando la vida en la Tierra -se altera su eje polar- y provocando la emigración de los norteamericanos al nuevo miembro del Sistema Solar, lo que conduce a su vez la expulsión de los tritones de su planeta originario, viéndose obligados a refugiarse en Venus. La trilogía concluye con los lógicos intentos de los tritones por recuperar su planeta, lógicamente frustrados, como cabía esperar, por los protagonistas que casualmente son norteamericanos o por decir mejor fineses, de Finán, el nombre del nuevo planeta.


Publicado el 30-1-1999 en el Sitio de Ciencia Ficción