Mantis



Cuando en Tierra de titanes los valeranos comienzan a explorar el Circumplaneta tropiezan con los que en ese momento son los únicos habitantes inteligentes del planeta, las mantis, ya que los barpturanos permanecen confinados en el interior de las máquinas karendón. Las mantis son unos seres cuyo aspecto recuerda al de los insectos de los que toman el nombre, aunque en realidad son insectos sociales similares a las hormigas... De tamaño superior al humano y con un nivel cultural similar al de la Tierra de principios del siglo XX. También son sumamente agresivas, y atacan sin mediar provocación a los que para ellas son unos invasores. Los valeranos se ven obligados a luchar contra los feroces insectos que, por no faltarles nada, son también caníbales, consiguiendo tras muchos esfuerzos (en Los nuevos brujos) exterminarlas en un continente del Circumplaneta con objeto de que tanto los barpturanos como los propios colonos valeranos puedan fundar sus colonias allí.

Tras ser materializados los barpturanos los valeranos conocen de su propia boca el origen de estos seres: Llevados al recién creado Circumplaneta cuando eran tan sólo unos simples animales, una mutación accidental les hizo aumentar de tamaño al tiempo que les dotaba de inteligencia, convirtiéndolas en un invencible rival para los civilizados y pacifistas barpturanos. Finalmente éstos, sometidos al implacable acoso de los insectos y amenazados por la degeneración genética de su raza, decidieron desmaterializarse en la karendón al tiempo que lanzaban una petición de ayuda al cosmos.

Las mantis aparecen de nuevo en la novela Un millón de años. Cuando Valera vuelve al Circumplaneta se encuentra con que la civilización humana surgida de la fusión de valeranos y barpturanos ha desaparecido víctima de una guerra contra estos insectos, mientras sus escasos descendientes (los tapos) se han hundido en la barbarie. Las mantis, por el contrario, han sobrevivido incólumes al paso del tiempo y a la invasión de los ghuros, y vuelven a crear quebraderos de cabeza a los valeranos al igual que lo hicieran un millón de años atrás. La lucha contra las mantis prosigue en La rebelión de los robots y en Supervivencia, para perder protagonismo tras la irrupción de los thorbods en Atolón. Evidentemente la etapa final de la Saga, que transcurre en la Tierra primero y en el hiperplaneta después, hace que las mantis desaparezcan de la narración tras ser ignoradas por su creador, aunque no por su presunta extinción ya que se supone que continúan habitando en el Circumplaneta.

Al contrario de lo que ocurre con el resto de las razas extraterrestres descritas en la segunda parte de la Saga, todas las cuales son tratadas por Enguídanos con gran respeto, las mantis aparecen como poco más que unos animales feroces por mucho que lleguen a dominar una tecnología prenuclear. Sí, son inteligentes, pero a la manera de las hormigas o las abejas, y desde luego su presunta inteligencia comunal -Enguídanos se apresura a explicar que también puede considerarse inteligente un hormiguero terrestre- no les exime de su condición salvaje, como demuestra el hecho de que muestren una gran avidez por la carne humana... Aunque personalmente yo prefiero pensar que este canibalismo gratuito es más una concesión del autor al presunto dramatismo de la narración que una necesidad real de la misma. En cualquier caso, las mantis no pasan de ser una mera excusa para conferir un mayor dinamismo a la Saga.

Aunque las mantis son los únicos insectos inteligentes descritos en toda la Saga, Enguídanos imaginó seres similares en otras novelas suyas muy anteriores cronológicamente. Así, en la serie de Heredó un mundo aparecen unos insectos, también de talla humana y semiinteligentes -su etapa cultural es equivalente a la de la prehistoria humana-, que habitan en las profundidades de las densas selvas venusianas. Estos insectos, que también son caníbales -ésta parece ser una condición indispensable-, atacan a los expedicionarios terrestres dándoles algún disgusto, aunque en realidad su aparición es meramente marginal al tratarse únicamente de dar más dramatismo a la narración ya que los verdaderos rivales de los protagonistas son los humanos que aparecerán más tarde.

Mucho más peligrosos son los hombres hormiga de la serie de Intrusos siderales, ya que poseedores de una sofisticada tecnología llegan a la Tierra con el firme propósito de conquistarla. En la primera de las dos novelas, Intrusos siderales, la inmensa astronave de los hombres hormiga (en realidad un autoplaneta) se pone en órbita alrededor de la Tierra aunque sin iniciar ninguna maniobra hostil. Varias expediciones son enviadas por diferentes países y, tras explorar la astronave y mantener alguna que otra pelea con sus propietarios, consiguen volver a la Tierra.

La segunda novela, Diablos en la ionosfera, describe la invasión propiamente dicha, la cual se desarrolla de forma similar a la de los hombres planta de Las estrellas amenazan: Los hombres hormiga han sembrado de huevos suyos el planeta, y ahora una legión de sus retoños trae en jaque a los terrestres. El protagonista, hecho prisionero por sus enemigos cuando intentaba destruir su autoplaneta, consigue huir a la Tierra aportando unos conocimientos que servirán para destruir la astronave junto con todos sus tripulantes, dando Enguídanos por sentado que el exterminio de sus crías será tan sólo una cuestión de tiempo.


Publicado el 22-1-1999 en el Sitio de Ciencia Ficción