Hombres de silicio



Habitantes del interior hueco del planeta Redención, los hombres de silicio u hombres de cristal -Enguídanos los denomina de ambas maneras- son a la vez los alienígenas más exóticos del universo de los Aznar y el mayor patinazo del autor si nos ceñimos a unos criterios estrictamente científicos que Enguídanos, si bien no seguía a rajatabla, al menos solía respetar. ¿Fueron los hombres de silicio fruto de la imaginación del autor de la Saga o, por el contrario, se inspiró en alguna de las lecturas de divulgación científica a las que recurría para documentarse, o bien en algún relato de ciencia ficción, dado que el tópico de una vida basada en el silicio en lugar de en el carbono era relativamente frecuente? Lo ignoro, pero en cualquier caso no resulta demasiado importante.

En cualquier caso, conviene centrarnos en la descripción de estos extraños seres. Como es sabido, Enguídanos hace que todos los astros del sistema solar de Redención -Solima, Valera y el propio Redención- sean huecos y habitables en su interior; Valera tras un proceso que, utilizando la terminología de Isaac Asimov podríamos definir como terraformación -es decir, transformación en un astro habitable para la especie humana- y Solima y Redención, sus dos hermanos mayores, con unos soles en miniatura ubicados en el centro geométrico de las esferas huecas. Sin embargo, mientras Solima cuenta con un sol similar al terrestre -o al verdadero del sistema- que lo convierte en apto para la vida humana, Redención alienta en su interior un sol ultravioleta -Enguídanos no comete el error de enredarse en explicaciones científicas imposibles de justificar- bajo cuyos rayos ha surgido una exótica biología basada en el silicio en lugar del carbono.

Al llegar a este punto no puedo evitar la tentación de hacer un comentario movido por mi formación científica, químico concretamente. Cierto es que el silicio, al igual que el carbono, es capaz de formar cadenas moleculares que resultan, en el caso del carbono, ser imprescindibles para el desarrollo de la vida. Sin embargo, con el silicio se plantean dos problemas. En primer lugar su capacidad de encadenarse es mucho más limitada y, de hecho, insuficiente para alcanzar la complejidad de las moléculas orgánicas de carbono. Además, y esto es lo más grave en lo que a la Saga se refiere, para una biología basada en el silicio el oxígeno sería un veneno mortal dado que, mientras el dióxido de carbono es el gas que expelemos con la respiración, el dióxido de silicio no es sino cuarzo, lo que quiere decir que un hipotético ser de silicio que respirara oxígeno experimentaría la muerte inmediata a causa de la formación literal de piedras en sus pulmones.

El equivalente químico a la respiración para estos seres de silicio tendría que ser una atmósfera formada por halógenos (flúor o cloro) o por compuestos de estos elementos con el hidrógeno, ya que los fluoruros o los cloruros de silicio sí son gaseosos... Atmósfera que resultaría completamente letal para nosotros. Dicho con otras palabras: El metabolismo de unos seres de silicio resultaría tan incompatible con el nuestro que, en el caso de existir, difícilmente podríamos tener un conflicto de intereses con ellos. Sin embargo Enguídanos no sólo los describe como enemigos de la humanidad sino que además, en aras del dramatismo, los hace aficionados a la carne humana... La cual habría de sentarles exactamente igual que a nosotros un buen plato de piedras.

La descripción de los hombres de silicio viene reflejada en la portada de la novela El reino de las tinieblas: Unos seres de cristal con un cuerpo poliédrico de forma toscamente humanoide del que arrancan dos brazos y dos piernas, estando rematado por una cabeza esférica cuyo único rasgo distintivo en un enorme ojo rojo en su interior. Su inteligencia y su capacidad tecnológica son equivalentes a las humanas, pero su crueldad llega al extremo de utilizar a los hombres como ganado.

El primer contacto entre los terrestres -todavía no son valeranos- y los hombres de silicio tiene lugar en las novelas La conquista de un imperio y El reino de las tinieblas, cuando llegados a Redención los exiliados del Rayo se encuentran con un mundo virgen -el exterior del planeta- habitado por unos humanos sumidos en la prehistoria mientras los hombres de silicio, mucho más evolucionados, hacen incursiones desde el interior del planeta para proveerse de carne fresca... En el sentido más literal de la palabra. Huelga decir que los terrestres emprenderán inmediatamente una guerra sin cuartel contra sus crueles enemigos, consiguiendo derrotarlos en Dos mundos frente a frente en la edición original de la Saga o en el último capítulo de El reino de las tinieblas en la segunda edición de la misma, dado que la primera de estas novelas fue inexplicablemente suprimida en la reedición de los años setenta.

Puesto que Enguídanos tenía la costumbre de resucitar a los enemigos de los protagonistas presuntamente extinguidos, no es de extrañar que a la vuelta de Valera a Redención después de su incursión por el Sistema Solar, nos encontremos con que los hombres de silicio han vuelto a hacerse con el control de Redención después de derrotar a la floreciente sociedad fundada por los descendientes de los terrestres. Redención no contesta describe la nueva lucha entre ambas civilizaciones, la cual tiene su culminación en División X con la transmutación del sol ultravioleta del interior de Redención en un sol compatible con la biología basada en el carbono -es decir, la humana- a la par que mortal para los seres de silicio, los cuales se extinguen de forma definitiva. A partir de ahora Enguídanos no vuelve a resucitarlos, con lo que desaparecen para siempre de la Saga.


Publicado el 11-1-1999 en el Sitio de Ciencia Ficción