Barbara Watt



Secretaria del profesor Louis Frederick Stefansson, a quien acompañó al Tíbet, junto con Miguel Ángel Aznar de Soto y el resto de los miembros de la Astral Information Office, en busca de los enigmáticos platillos volantes que frecuentaban ese remoto país. Fue secuestrada por los thorbods y trasladada a Venus con sus compañeros, en calidad de prisioneros (Los hombres de Venus). A la llegada a este planeta compartió las aventuras del pequeño grupo de terrestres, fugándose primero de los thorbods y aliándose después con los saissais, iniciativa que provocó una rebelión general de éstos contra los hombres grises. De vuelta a la Tierra trocó en enamoramiento su hostilidad inicial contra Miguel Ángel Aznar de Soto, aceptando convertirse en su esposa (El planeta misterioso).

Tiempo después, cuando tras su entrevista con Harry Tierney su marido le comunicó que había aceptado viajar de nuevo a Venus formando parte de la tripulación del Lanza, decidió acompañarlo al igual que lo hicieron la mayor parte de sus antiguos camaradas de la Astral Information Office.

Una vez en este planeta participó, junto con el resto de sus compañeros, en el descubrimiento de la cripta donde reposaban hibernados los últimos supervivientes de la antigua civilización saissai. Cuando los terrestres empezaron a considerar la posibilidad de huir de Venus sin contar con los poco fiables saissais, apoyó la iniciativa de su marido, que fue llevada a cabo con (La ciudad congelada).

Tras el naufragio del Lanza en Ragol, apoyó a su esposo en su disputa con Harry Tierney ante la disyuntiva de huir de los robots que habitaban en el planeta o bien intentar un contacto amistoso con ellos, refugiándose en lugar seguro junto con Miguel Ángel Aznar y el resto de sus antiguos compañeros de la Astral Information Office mientras el grupo de Tierney era hecho prisionero por los robots Reunidos de nuevo los integrantes del grupo, se mantuvo en segundo plano, junto con Else von Eicken y los dos profesores, mientras el resto de sus compañeros procedían a destruir a los robots haciéndose con el control del planeta (Cerebros electrónicos).

Cinco años más tarde retornó a la Tierra, junto con sus compatriotas y un pequeño grupo de saissais habitantes de Ragol, en el autoplaneta Rayo, descubriendo con estupor que, a causa de los efectos relativistas, en nuestro planeta habían transcurrido seis siglos y medio, encontrándose al borde de una guerra nuclear entre las potencias occidentales y un hostil imperio asiático. Al igual que su compañera Else von Eicken, al desatarse el conflicto bélico que culminó con la derrota de los enemigos de la civilización occidental tuvo una participación muy limitada en los acontecimientos (La horda amarilla). Falleció accidentalmente, apenas unos meses después de la victoria, al desplomarse el ascensor en el que viajaba (Policía sideral).

En la segunda edición de la Saga su biografía se reduce considerablemente al haber sido suprimidas por el autor parte de las aventuras. Participó en el viaje al Tíbet y se casó con Miguel Ángel Aznar de Soto a su regreso a Norteamérica (Los hombres de Venus). Asimismo le acompañó en el viaje a Venus a bordo del Lanza (El planeta misterioso) y en el posterior aterrizaje forzoso en el planeta Ragol, compartiendo las aventuras con sus compañeros (Cerebros electrónicos). A su retorno a la Tierra varios siglos después tuvo asimismo un protagonismo secundario, quedándose en Madrid mientras su esposo encabezaba el ataque al refugio del dictador asiático (La horda amarilla). Su muerte fue similar a la de la primera edición (Policía sideral).


Publicado el 23-7-1999 en el Sitio de Ciencia Ficción