George Paiton



Sargento de las Fuerzas Armadas norteamericanas que participó en el viaje de los miembros de la Astral Information Office al Tíbet en busca de los tripulantes de los enigmáticos platillos volantes. Fue secuestrado por los thorbods junto con el resto de sus compañeros, siendo llevados prisioneros a Venus (Los hombres de Venus). Tras fugarse de sus captores y aliarse con los saissais que combatían contra los thorbods, su participación al mando de una flotilla de platillos volantes capturados a los hombres grises fue decisiva en la batalla que se libró por la conquista de la base de Pore (El planeta misterioso).

A su vuelta a la Tierra, tras ser expulsado de las Fuerzas Armadas norteamericanas aceptó la oferta de Harry Tierney para formar parte de una expedición a Venus a bordo del Lanza. Una vez en este planeta, participó en el descubrimiento de la cripta donde yacían hibernados los últimos supervivientes de la antigua civilización saissai (La ciudad congelada).

Durante el viaje de regreso naufragó, junto con el resto de sus compañeros, en el planeta vagabundo Ragol. Cuando se produjo la escisión de los terrestres en dos grupos por discrepancias entre Miguel Ángel Aznar de Soto y Harry Tierney, fue uno de los que acompañó al primero de ellos a las montañas, mientras el grupo de Tierney era apresado por los robots. Junto con Miguel Ángel Aznar y a Richard Balmer saboteó la central eléctrica que suministraba energía a la ciudad de los hombres mecánicos, lo que les permitió rescatar a sus compañeros y adueñarse finalmente del planeta (Cerebros electrónicos).

Cinco años más tarde retornó a la Tierra, junto con sus compatriotas y un pequeño grupo de saissais habitantes de Ragol, en el autoplaneta Rayo, descubriendo con estupor que, a causa de los efectos relativistas, en nuestro planeta habían transcurrido seis siglos y medio, encontrándose al borde de una guerra nuclear entre las potencias occidentales y un hostil imperio asiático. Desatado el conflicto bélico, cooperó decisivamente, al igual que el resto de sus compañeros, en la derrota del peligroso enemigo (La horda amarilla). Terminada la guerra, colaboró estrechamente con Miguel Ángel Aznar en la creación de la Policía Sideral, teniendo una participación muy importante en la defensa del asteroide Eros, donde se habían descubierto unos importantes yacimientos de dedona, de los ataques thorbods (Policía sideral). Participó, junto con Miguel Ángel Aznar, en la campaña que desarrolló el autoplaneta Rayo en Marte, durante la guerra contra los thorbods, en un intento desesperado por invertir el curso del conflicto, desfavorable para los humanos. Consumada la derrota, huyó en el Rayo, junto con varios miles de refugiados, en busca de un nuevo mundo donde la humanidad pudiera vivir en paz (La abominable Bestia Gris).

Una vez rotas las hostilidades entre los terrestres y los thorbods, al tener lugar la invasión de Marte planeada por el almirante Aznar se convirtió en el lugarteniente del almirante, y como piloto del Rayo coordinó las operaciones del autoplaneta contra las defensas de superficie de Nemania, la capital thorbod, impidiendo la huida de su población. También escoltó una flota enviada para reforzar las unidades destacadas en el planeta rojo, y apoyado por Richard Balmer atacó a la ciudad de Dumpran, la segunda en importancia de Marte, lanzando sobre ella los torpedos terrestres que dañaron su coraza protectora, facilitando la acción de las fuerzas terrestres que, al mando de Miguel Ángel Aznar de Soto, avanzaban bajo tierra.

A la larga todo fue inútil, ya que los gobiernos terrestres decidieron evacuar el planeta rojo, retirando el mando de la Policía Sideral al almirante Aznar, al que se le ordenó regresar a la Tierra. Como responsable máximo del Rayo en esos momentos dirigió el reembarque del ejército expedicionario terrestre, el cual se realizó sin una sola baja gracias a la eficaz cobertura de las baterías del autoplaneta, que en todo momento mantuvieron a raya a los thorbods hasta que Miguel Ángel Aznar de Soto subió en último lugar a bordo. Al igual que su amigo, se lamentó amargamente por haber realizado un titánico esfuerzo que jamás les agradecerían (La abominable Bestia Gris).

Como el resto de los tripulantes del Rayo, participó en el exilio de varios miles de terrestres tras la victoria final de los thorbods, falleciendo en el transcurso del largo viaje que acabaría llevando a los supervivientes a Redención (La conquista de un imperio).

Al igual que ocurre con otros personajes del principio de la Saga, debido a la profunda remodelación realizada por el autor en la segunda edición, su biografía experimentó modificaciones bastante drásticas. Aunque viajó al Tíbet con sus compañeros de la Astral Information Office, en esta ocasión lograron escapar de los thorbords retornando a los Estados Unidos (Los hombres de Venus). Un año más tarde participó en el viaje del Lanza a Venus, compartiendo con Miguel Ángel Aznar las labores de piloto (El planeta misterioso). Tras naufragar en Ragol, contribuyó activamente a destruir la civilización de los robots y al despertar de los saissais hibernados desde hacía siglos (Cerebros electrónicos). A partir de su retorno a la Tierra varios siglos después, (La horda amarilla) su biografía no presenta variaciones significativas con respecto a la de la primera edición.


Publicado el 26-7-2000 en el Sitio de Ciencia Ficción