Haakón



Dios viviente de Raab, el reino interior del planeta Solima. Se trataba en realidad del renegado Josafat Aznar, comandante del disco volante Trafalgar, enviado por el gobierno redentor, al borde de la derrota frente a los hombres de silicio, a buscar un posible refugio en Solima. Tras descubrir de forma accidental Raab en el interior hueco del planeta, en lugar de comunicarlo a sus superiores optó por guardar el secreto, enloquecido ante la idea de apoderarse del mismo. Una vez consumado el colapso definitivo de Redención, y auxiliado por su mayor tecnología, se hizo el amo indiscutido de Raab convirtiéndose en el dios viviente Haakón, virtualmente inmortal merced a los trasplantes periódicos de su cerebro a cuerpos jóvenes realizados por su cómplice Arturo Segovia, u Olaf.

Tras mil trescientos años de poder absoluto, durante los cuales recreó en Raab una pintoresca sociedad a imitación de la antigua civilización romana, la llegada a sus dominios de un pequeño grupo de exploradores valeranos comandados por el profesor Raimundo Castillo amenazó seriamente la continuidad de sus planes, razón por la que ordenó capturar a los intrusos y trasladarlos, junto con sus anfitriones de la casa real de Signé, a su refugio de Olimpia, una ciudad construida sobre el antiguo disco volante que había hecho trasladar al interior de Solima.

Consciente de la amenaza que se cernía sobre él liberó a Aurora Castillo, haciéndola portadora de un ultimátum con el que amenazaba a los responsables valeranos con la destrucción total de Solima, mediante una bomba W que conservaba en su poder, si éstos intentaban penetrar en el interior del planeta. En cuanto a sus demás prisioneros, tanto el resto de los expedicionarios valeranos como los miembros de la casa real de Signé, decidió asesinarlos como escarmiento a los unos y con objeto de deshacerse de testigos molestos a los otros. Con lo que no contaba era con la defección de Olaf, que arrepentido liberó a los cautivos con objeto de que éstos le ayudaran a darle muerte. Así ocurrió en el transcurso de una refriega, lo que supuso el fin de su milenario reinado de terror y la consecución para los valeranos de un territorio que les resultaría de gran ayuda en su desesperada lucha contra los hombres de silicio (Mando siniestro).


Publicado el 6-2-2004 en el Sitio de Ciencia Ficción