Tropas del Espacio o ¿dónde está el guión?





Antes de empezar vayan varias aclaraciones. Primero, que esta crítica cinematográfica es tan excepcional como la anterior (y única hasta ahora) que hice hace algunos meses. Segundo, que a pesar de la aparente diferencia de títulos, se refiere a la misma película que comentara Francisco Muñoz la semana pasada; pero como a mí me molesta extraordinariamente la estúpida manía ahora tan de moda de no traducir al español los títulos de las películas, he optado por recurrir no al subtítulo de la propia película (Brigadas del espacio) sino al título con el que siempre ha sido conocida en nuestro país la novela de Robert Heinlein en la que presuntamente está basada. Por último he de advertir también que, mientras la crítica de Francisco Muñoz es cinematográfica, la mía se refiere exclusivamente a su vertiente como obra de ciencia ficción, quedando claro que ambos estamos plenamente de acuerdo en que la película de marras en un intragable bodrio.

Hagamos un poco de historia. Como acabo de comentar, la película pretende estar basada en Tropas del espacio, una novela clásica de la ciencia ficción norteamericana de los años cincuenta firmada por Robert Heinlein; puesto que han pasado bastantes años desde que leí esa novela no recuerdo demasiado bien los detalles de la misma, pero mucho me temo (y hasta ahí sí llega mi memoria) que todo parecido de la película con la novela es pura coincidencia y no va más allá del marco general de unas tropas espaciales en lucha contra unos enemigos extraterrestres. Todo lo demás, o prácticamente todo, es responsabilidad total de la calenturienta imaginación del guionista (?) del invento.

De hecho, la película tiene tan sólo dos elementos salvables: Unos efectos especiales realmente bien conseguidos y la magnífica banda sonora firmada por Basil Poledouris, sin duda uno de los mejores compositores actuales de música de películas y autor, entre otras, de la excepcional banda sonora de Conan el bárbaro. Pero si prescindimos de estas dos cosas la película se derrumba como un castillo de naipes, ya que no tiene absolutamente nada más. El problema, común por desgracia a la mayor parte del cine norteamericano actual, es que a los productores y a los directores parece importarles un pimiento la existencia de un guión mínimamente digno de ese nombre, en el convencimiento quizá de que al parecer se trata de un detalle perfectamente prescindible en una película de aventuras.

Así, nos encontramos con una serie de insufribles incongruencias que habrán de desesperar al espectador mínimamente exigente. ¿Se imaginan ustedes a unos extraterrestres que son una especie de arañas gigantes que luchan cuerpo a cuerpo y sin más armas que sus propias patas, a las cuales se oponen soldados de infantería a pecho descubierto y únicamente con ametralladoras convencionales (aunque, eso sí, jamás se les acaban las balas), sin un mal rayo láser que llevarse a las manos? Por si fuera poco la artillería o los tanques brillan literalmente por su ausencia mientras la aviación, o su equivalente futuro, se limita a hacer una fugaz aparición quedando todo el protagonismo para la infantería, la cual sufre una auténtica escabechina a patas de los bichos (así los llaman en la película) que, dicho sea de paso, demuestran tener bastante mala uva. Si ustedes han hecho la mili o son militares profesionales, a buen seguro que se partirán de risa ante un ejército que nada tiene que envidiar al de Miguel Gila o al del abuelo Cebolleta.

Y no acaban aquí las chapuzas. Vayan algunas perlas: Los bichos carecen de astronaves y, aparentemente, de tecnología propia, por lo que atacan a la Tierra ¡lanzándole asteroides desde el otro extremo de la Vía Láctea! Pasando por alto el pequeño detalle que suponen los varios millones de años que, como poco, podría tardar un asteroide en cruzar toda la galaxia, sorprenden enormemente tanto la enorme puntería de los bichos como la torpeza de unos terrestres incapaces de detectar a tiempo los pedruscos, los cuales acaban destruyendo ciudades enteras. Teniendo en cuenta además que muchos científicos serios piensan que la extinción de los dinosaurios se produjo por el impacto de un único asteroide, sorprende también que Buenos Aires se vaya a la porra sin que ningún trastorno se produzca en el resto del planeta.

Pero aún hay más. Cuando los terrestres invaden el planeta enemigo y ponen en órbita su poderosa flota estelar, ésta es atacada desde la superficie (los bichos no tienen astronaves) con chorros de plasma (?) que la diezman sin que las naves se puedan dispersar a tiempo... Y por supuesto, tampoco aterrizan para apoyar a la infantería.

Ahora bien, entre todo este cúmulo de despropósitos el mejor sin duda es cuando la protagonista, tras ser ensartada en el hombro cual aceituna rellena por la pata de un insecto (la pata tendría a ojo sus buenos diez o quince centímetros de diámetro), al liberarse de ella no sólo no sangra en absoluto por el boquete, sino que armada con un fusil ametrallador que maneja hábilmente con ambas manos, liquida a sus enemigos sin que le moleste lo más mínimo la heridita del hombro... Vamos, que ni siquiera el mismísimo Rambo era capaz de llegar a tanto. Y el final, por último, no puede ser más absurdo: Un único soldado (eso sí, muy macho) se las apaña él solito (evidentemente no nos dicen cómo) para capturar al insecto jefe que dirige todo el cotarro, y eso a pesar de que tan sólo unos momentos antes nos lo habían mostrado protegido por todo un ejército.

Resumiendo: Esta película es un gravísimo atentado (uno más, por desgracia) a la ciencia ficción, y desde luego hace un flaco favor a un género que es infinitamente más serio de lo que podría deducirse a juzgar por este engendro o por otros similares que le precedieron tales como El día de la independencia, El quinto elemento o las cada vez más infumables secuelas de Alien. Y como al parecer la película de marras está teniendo un gran éxito en los Estados Unidos, lo cual no es de extrañar dado el nivel cultural medio de sus ciudadanos, es de temer que acaben castigándonos con secuelas de la misma en sintonía con otra de las peores plagas del cine norteamericano actual. Así pues, si Dios no lo remedia mucho me temo que en el futuro tendremos que padecer cosas tales como Tropas del espacio 2, Tropas del espacio 3 y así hasta que se aburran. Eso sí, a mí no me vuelven a pillar en otra como ésta.

Se lo juro.


Publicado el 18-8-1998 en el Sitio de Ciencia Ficción