Eduardo Texeira





Dentro del conjunto de escritores de las colecciones de bolsilibros de ciencia ficción, hay muy pocos que se puedan considerar de mayor nivel -que no necesariamente de mayor calidad- que el correspondiente a las novelas de kiosco o de serie B; de hecho, la inmensa mayoría de ellos no abandonaron nunca este subgénero, publicando la totalidad de sus novelas en estas colecciones, siendo muy pocos -ni tan siquiera autores tan afamados como Pascual Enguídanos o Luis García Lecha- los que lograron salir de este gueto.

Así, únicamente pueden ser reseñadas poco más de tres excepciones, las de Domingo Santos -P. Danger- y Ángel Torres Quesada -Alex Towers- ambos iniciados en la ciencia ficción popular para dar luego el salto a la literatura de más empaque, y la de Eduardo Texeira que, curiosamente, siguió el camino inverso, llegando a los bolsilibros tras haber alcanzado cierta fama -toda la posible entonces- en el famélico panorama de la ciencia ficción española seria de los años cincuenta.

Eduardo Texeira Ruiz -éste era su nombre completo- nació en la localidad gaditana de La Línea de la Concepción el 13 de diciembre de 1921, pero cuando contaba con apenas unos meses de vida sus padres se trasladaron a Málaga, ciudad donde residió hasta su fallecimiento el 20 de junio de 1990, a los 68 años de edad, dejando viuda -se había casado en 1955- y tres hijos. Su actividad profesional se centró en el periodismo, y más concretamente en el diario malagueño El Popular -Sur con posterioridad a la guerra civil-, donde ingresó a los 14 años de edad, desempeñando diversos cargos -durante 27 años fue jefe de publicidad- hasta su jubilación en 1984. Tenía el título de técnico en publicidad, y estaba en posesión de la Medalla de Oro del Trabajo.


Portada original de Ruy Drach y de la reedición de La biblioteca del laberinto


Como tantos otros escritores contemporáneos suyos desempeñó asimismo diversas actividades culturales, dirigiendo la revista de poesía Sentir y publicando en los diarios Sur y La Tarde -filial del anterior- dibujos, cuentos, novelas y crucigramas. Pero su verdadera vocación fue la de escritor y dibujante. Dentro de los bolsilibros de ciencia ficción publicó cuatro novelas repartidas, mitad y mitad, en las colecciones Espacio y Luchadores del Espacio. Fuera del ámbito de los bolsilibros fue autor de las novelas El hombre de las nieves y Ruy Drach, ambas en la primera mitad de los años cincuenta, y de los cuentos Dos horas en Ceres, publicado en el número 7 de la revista Anticipación, y El tiovivo y el robot, recogido en una célebre antología de ciencia ficción española editada por Edhasa, ambos en 1967, así como de diversas colaboraciones en diferentes diarios y revistas, dejando inédita parte de su producción. Ruy Drach y sus relatos cortos fueron reeditados en 2021 en la colección La biblioteca del laberinto1.

No se limitó Eduardo Texeira al género de la ciencia ficción, ya que también se puede rastrear su paso fugaz por otros géneros de la literatura popular: la novela bélica Un fantasma en el Sahara, publicada en Comandos, de la editorial Valenciana, y otra del oeste en la colección Colt 45, de la editorial Murillo, ambas firmadas con su nombre. Por último, bajo el seudónimo de Alexis Delfos publicó siete novelas, también del oeste, en la colección Extraordinaria del Oeste de la editorial Rollán.



Pese a que su producción literaria no fue demasiado extensa, su prestigio como escritor consagrado fue tal que Eduardo Texeira pudo gozar de un privilegio ciertamente excepcional en el mundillo de las colecciones populares y prácticamente único dentro del género de la ciencia ficción, al permitírsele firmar con su verdadero nombre en lugar de verse obligado a esconderse tras un seudónimo más o menos anglosajón, tal como les ocurrió a la inmensa mayoría de sus colegas. Teniendo en cuenta que ni los propios Pascual Enguídanos y Luis García Lecha, entre otros muchos, pudieron evadirse de esta servidumbre, no deja de ser llamativa la deferencia que tanto la editorial Toray primero, como la editorial Valenciana después, tuvieron con él. Esto acarreó, entre otras consecuencias, la curiosa circunstancia de que nuestro escritor pudo hacer españoles con toda tranquilidad a los protagonistas de sus novelas, hecho éste problemático para los otros autores que, o bien conjugaban difícilmente sus poco hispánicos seudónimos con los fervores patrios, o bien se resignaban a hacer asimismo anglosajones a sus personajes. Texeira no tuvo ese problema, y pudo recurrir con toda tranquilidad a ese viejo truco literario que supone hacer naturales de tu propio país a los personajes de tus obras, teniendo además el rasgo de humor de convertir a uno de sus personajes en un escritor de ciencia ficción, asignándole incluso un seudónimo anglosajón...

Otro aspecto curioso de la obra de Texeira es su reparto de buenos y malos; no hay maniqueísmo en ella, lo que es de agradecer, pero tampoco llega a estar demasiado clara la ambigüedad real que hace que todos los protagonistas sean algo buenos y algo malos al mismo tiempo; sus personajes, o por decir mejor, sus contra personajes, no son ambiguos moralmente, sino que comienzan siendo malos para acabar siendo buenos, o viceversa; esta conversión puede dejar algo perplejo al lector, y realmente constituye uno de los pocos puntos flacos de la obra de Texeira.

En cuanto a sus argumentos, puede afirmarse que Texeira era un escritor de ciencia ficción antiguo, entendiendo como tal a alguien que seguía la estela de obras tales como las novelas de Edgar Rice Burroughs -esto es patente en Ruy Drach, publicada en 1953-, los cómics de Flash Gordon o, incluso, los vetustos folletines del Coronel Ignotus, en contraposición a los escritores que, ya en la década de 1960, comenzaron a conocer la ciencia ficción norteamericana de la Edad de Oro que empezaba a llegar con cuentagotas a nuestro país.



Posterior a Ruy Drach y anterior a sus bolsilibros de ciencia ficción es El hombre de las nieves, publicada en 1955 en la Biblioteca Oro de la editorial Molino. Se trata de una típica novela de aventuras exóticas al estilo clásico, ambientada en el Himalaya y con un claro argumento fantástico -el título se refiere al mítico yeti- no muy diferente, salvo por su mayor longitud, a los bolsilibros de ciencia ficción de su época. Aunque en sentido estricto no se le puede considerar de ciencia ficción, sí cuenta con elementos que podrían identificarse con el género tales como la existencia de los yetis, descritos como una estirpe humana de hábitos primitivos -la imagen del buen salvaje de Rousseau resulta patente en ellos- descendiente de antiguos soldados de Alejandro Magno, perdidos en el Himalaya durante la campaña india del conquistador macedónico y adaptados generación tras generación a las duras condiciones ambientales del techo del mundo. Con independencia de que Texeira siguiera las obsoletas teorías de Lamarck en lugar de las de Darwin para justificar esta regresión genética -desde un punto de vista evolutivo resultaría imposible tal involución en tan sólo veintitrés siglos-, no deja de ser curioso este planteamiento que no se aleja demasiado de los de otras novelas publicadas en colecciones de ciencia ficción, por más que no aparezcan en ella elementos espaciales.

Eduardo Texeira publicó su última novela de ciencia ficción en 1959, pero no por ello abandonó por completo el género. Además del ya citado El tiovivo y el robot, entre los últimos años de la década de 1960 y 1970 aparecieron varios cuentos suyos en el suplemento Sur-Extra del diario Sur y en los fanzines Cuenta Atrás y Ad Infinitum, en los cuales se aprecia una evolución del autor hacia una ciencia ficción más moderna centrada en temas como la superpoblación o la guerra atómica, entonces habituales en los escritores de anticipación. Pero tampoco fueron demasiados -poco más de media docena- y a partir de 1970 Eduardo Texeira dejó de escribir ciencia ficción pese a que apenas contaba con 50 años, por lo que todavía le quedaba mucha carrera literaria por delante. Y es de lamentar, puesto que de haber continuado cuando la ciencia ficción española alcanzaba su mayoría de edad, sin duda habría tenido mucho que decir.

Tal como he comentado, su obra dentro de la ciencia ficción popular se reduce tan sólo a cuatro bolsilibros, cinco si consideramos también El hombre de las nieves, que aunque perteneciente a una colección genérica de aventuras bien podría considerarse como una novela huérfana, término con el que denomino a aquéllas de ciencia ficción publicadas en colecciones ajenas al género.



Los cuatro restantes son los dos publicados en Espacio -El pueblo oculto de Kon-Tiki y Extraños en la Luna-, ambos en 1957, y los dos posteriores de Luchadores del Espacio, Los habitantes del astro sintético en 1958 y La isla de otro mundo en 1959. Desconozco las razones por las que nuestro autor decidió cambiar de editorial, máxime cuando Valenciana solía ser más exigente -al menos en esa época- que Toray y además pagaba menos... pero supongo que sus motivos habría.

Pese a lo reducido de su número, estas cuatro novelas bastan para catalogarlo como una de las mejores firmas que pasaron por ambas colecciones. Y no porque éstas sean espectaculares ni profundas, sino fundamentalmente porque se trata de obras sólidas y entretenidas que no despuntan en ninguna faceta en particular sino por su conjunto global, lo que hace de ellas un pilar importante, aunque lamentablemente breve, dentro de la ciencia ficción popular española.

Veamos ahora sus argumentos. En El pueblo oculto de Kon-Tiki nos encontramos con una novela que en realidad tiene poco de ciencia ficción “clásica”, al menos tal como lo entendían los editores de las colecciones populares, puesto que en ella no aparece ninguno de los tópicos habituales del género. Su argumento es mucho más sencillo: un pueblo al que todos creían extinto, el constructor de las enigmáticas estatuas de la isla de Pascua, vive en realidad oculto en las entrañas de la Tierra, donde ha desarrollado una extraña cultura subterránea. Deseosos de vivir bajo la luz del Sol planean volver de nuevo a la superficie, pero se encuentran con un grave problema: ninguna nación aceptaría cederles parte de su territorio. Así pues, planean el colosal proyecto de manipular a su antojo las poderosas fuerzas tectónicas del planeta provocando el surgimiento de islas artificiales en el océano, las cuales formarán en un futuro el territorio de su estado, un territorio que nadie podrá disputarles. Claro está que la cosa se complicará por diversos motivos, aunque finalmente el pueblo subterráneo conseguirá acrecentar el tamaño de la isla de Pascua, pasando a habitar pacíficamente los terrenos ganados al mar.

Al igual de lo que ocurre con las tres novelas restantes -la anterior y las dos posteriores de Luchadores del Espacio-, la compleja trama de Extraños en la Luna se diferencia claramente de los tópicos más comunes de la ciencia ficción popular, dicho sea esto en alabanza de su autor. Asimismo se percibe en ella un indescriptible, pero patente, tono poético que muestra bien a las claras la calidad literaria de Eduardo Texeira. La narración comienza, de forma francamente peculiar, describiendo el secuestro de un aldeano español por parte de una nave espacial que necesita completar su tripulación para tomar parte en un proyecto científico de exploración del cinturón de asteroides. La incompatibilidad entre éste y el capitán hace que el primero sea abandonado en el asteroide Vesta donde, tras entrar en contacto con un náufrago anterior, ambos no dudan en esclavizar a los habitantes semiinteligentes del asteroide, los cuales no obstante se las apañan para provocarles más de un quebradero de cabeza. Finalmente ambos son rescatados por una nave procedente de Ganímedes -y por lo tanto no humana-. Tras una serie de peripecias que obligan a los ganimedianos a romper su aislamiento frente a los terrestres, todo acabará bien con la consiguiente boda del protagonista, el castigo del malo y el inicio de una nueva era gracias a la colaboración entre las dos razas.



Los habitantes del astro sintético, primera colaboración de Texeira en Luchadores del Espacio, sitúa la acción en los primeros años del siglo XXI -es decir, unos cincuenta años después de escrita la novela- y refleja una situación francamente pesimista. Los distintos estados del planeta están a punto de enzarzarse en una guerra fratricida y mortal. Por si fuera poco, los habitantes de una estación espacial -astro sintético, según el peculiar calificativo empleado por el autor, el cual por cierto renuncia a darle ningún nombre propio- lanzada al espacio por los terrestres una veintena de años antes, también colaboran al aumento de la tensión. Aislados por completo de la Tierra y teniendo terminantemente prohibido poner el pie en la misma -Texeira no llega a explicar por qué razón-, maquinan conquistarla merced a sus poderosos medios técnicos, muy superiores a los desarrollados por los propios terrestres. A partir de este momento la trama adopta un desarrollo propio de novela de suspense, con el protagonista convertido en un inocente recluso en un penal de alta seguridad de donde consigue escapar, alterando los planes de sus enemigos. La novela termina felizmente con la vuelta de la armonía entre la Tierra y el astro sintético, previa la reconciliación de las distintas potencias terrestres. Y el protagonista se casa con su prometida, faltaría más.

La isla de otro mundo, segunda y última colaboración de Texeira en Luchadores del Espacio, presenta una trama de suspense aún mayor que la anterior. Comienza la acción cuando el protagonista encuentra una moneda de claro origen extraterrestre. Auxiliado por un millonario excéntrico que se toma muy a pecho la oportunidad de participar en una aventura, sigue el rastro de la moneda llegando hasta las islas Crozet, al sur del Índico y cercanas a los mares antárticos. Una vez allí los protagonistas descubren la existencia de un islote en el que, al parecer, viven unos seres diabólicos procedentes de otro planeta; se trata de la Isla de Otro Mundo, en realidad la parte emergida de un asteroide que en épocas lejanas cayó a la Tierra portando en su interior a los miembros de una fabulosa civilización galáctica. A partir de este momento los acontecimientos comenzarán a sucederse de forma vertiginosa, teniendo como protagonistas a un grupo de marinos alemanes supervivientes del naufragio de un submarino durante la II Guerra Mundial, al grupo de españoles abandonados a su suerte en las Crozet y, claro está, a los extraterrestres, que acabarán capturándolos. Estos seres afirman que sus intenciones son pacíficas y que tan sólo desean vivir en paz y en secreto. Pero la situación se irá complicando con la colaboración interesada de los alemanes, que acabarán destruyendo la isla mientras el protagonista español pasa de ser aliado de los alienígenas a su más acendrado enemigo. Y así termina la novela, con el epílogo de un extraterrestre superviviente que intentará vengarse sin resultado de los verdugos de su raza. El final, lógicamente, es una boda.




Relación de novelas de Eduardo Texeira
publicadas en colecciones populares

Título Colección
Ruy Drach Ediciones Ensayos
El hombre de las nieves 18 Biblioteca Oro de bolsillo. Serie Azul
El pueblo oculto de Kon-Tiki 53 Espacio
Extraños en la Luna 72 Espacio
Los habitantes del astro sintético 112 Luchadores del Espacio
La isla de otro mundo 134 Luchadores del Espacio



1 Eduardo Texeira. Ruy Drach. Los primeros hombres en Marte. Una novela y seis cuentos. Colección Delirio, nº 154. Editorial La biblioteca del Laberinto (2021).


Publicado el 24-11-2009 en el Sitio de Ciencia Ficción
Actualizado el 1-1-2022