Las series cortas de Ángel Torres Quesada (III)
La trilogía de los múridos





La trilogía de los múridos, mucho más corta que las series de los Kherles y de Hongara, representa no obstante un caso bastante peculiar dentro de la obra de Ángel Torres publicada en formato de bolsilibro, ya que está a mitad de camino entre la pertenencia al Orden Estelar y su independencia de ella.

Tal como ya he comentado en otros artículos, el Orden Estelar no sólo no es una narración lineal al estilo de la Saga de los Aznar, sino que dentro de ella coexisten varias series o ciclos que, aunque engarzados en la trama común, presentan suficientes características propias como para que pudieran ser considerados por separado. No obstante, y dado que por lo general siempre se ha solido respetar la totalidad de la serie y así viene reflejado en los distintos artículos publicados sobre ésta, opté por dejar a estos ciclos fuera de mis artículos sobre las series cortas de Ángel Torres... con una única excepción, ésta.

Las razones que me han movido ello son sencillas, aunque obviamente se deben a criterios personales y, por lo tanto, cuestionables; pero dadas las circunstancias me parece la opción más adecuada, pese a que ya en su día comenté a estas novelas dentro del marco global del Orden Estelar, por lo que en cierto modo este artículo podría considerarse como una redundancia.

A diferencia de otros ciclos del Orden Estelar tales como el del Imperio Galáctico, el de Alice Cooper y Adán Villagran, el de Caronte o el de la Montaña Estelar, todos ellos perfectamente integrados en la trama general de la serie principal con independencia de sus características propias, el de los Múridos está mitad dentro mitad fuera, constituyendo una rama lateral -o spin-off, si se prefiere recurrir al odioso palabro anglosajón tan de moda- de ésta sin que su anclaje en ella le impida poseer una independencia propia. En realidad tan sólo una de las tres novelas, la primera, estaba vinculada originalmente al Orden Estelar, mientras las dos restantes nada tenían que ver con éste pese a mantener una coherencia argumental muy estrecha entre sí y con su predecesora.

Para complicar todavía más las cosas, al abordar la reedición de Robel Ángel Torres modificó la primera y la tercera de las novelas de la trilogía para integrarlas más estrechamente en la trama general del Orden, al tiempo que de manera inexplicable y al parecer involuntaria la segunda de ellas quedó fuera de esta reedición.

Las novelas, todas ellas aparecidas originalmente en la colecciónLa conquista del espacio, son las tituladasInvasor del Más Allá, La amenaza múrida y Surgieron de las profundidades. El ciclo debe su nombre a los múridos, que es como Ángel Torres denomina a una raza alienígena emparentada con los roedores terrestres y más concretamente con las ratas y los ratones, ya que Muridae es el nombre con el que los taxónomos denominan a la familia a la que pertenecen estos animales.

La primera novela de la trilogía apareció publicada en mayo de 1973, siendo en ella donde el autor nos presenta a los attolitas, unas ratas gigantescas extremadamente evolucionadas que comparten su planeta natal con los rills, una raza humana antaño antagónica con la que actualmente conviven en paz. Sin embargo Traoll, un brillante científico attolita, ha enloquecido e intenta promover una guerra de exterminio contra los antiguos enemigos de su pueblo. Pese a que los crímenes son algo desconocido en su planeta desde hace siglos, las autoridades attolitas detienen al revoltoso, lo juzgan como criminal y lo condenan a la pena máxima permitida por sus leyes, la de destierro.



Se tratará, eso sí, de un destierro muy especial, confinado en una astronave que no podrá abandonar bajo ningún concepto sometido a un sistema de soporte vital capaz de mantenerlo con vida hasta que literalmente muera de viejo. Su nave-prisión es lanzada hasta los confines de su galaxia, programada para rehuir todo acercamiento a cualquier mundo habitado, lo que le condena a vivir y morir en la soledad más absoluta.

Tras mucho tiempo vagando por el espacio, la nave-prisión es abordada por otra astronave cuyos tripulantes resultan ser los odiados rills, es decir, humanos. Pese a haber sido liberado por ellos Traoll los asesina a todos y, una vez libre de su encierro y dueño de su vehículo, logra aterrizar sano y salvo en Ompya, un remoto planeta agrícola, perteneciente al Orden Estelar situado en los confines de su territorio.

Una vez allí comenzará un reinado de terror ya que, gracias a sus grandes conocimientos científicos, provocará un desarrollo evolutivo acelerado de los inofensivos roedores nativos, convirtiéndolos en un ejército capaz de traer en jaque a los humanos. Tras varios lances bélicos saldados en tablas, gracias a la destrucción de una radiobaliza instalada en la antigua astronave-prisión de Traoll, algo que éste ignoraba, llega hasta Ompya una imponente flota estelar conjunta de attolitas y rills, los cuales desbaratan el ejército del megalómano invasor en una operación relámpago, capturando a éste y llevándoselo consigo.

En su versión original la novela se encuadraba ya en el marco del Orden Estelar, siendo su protagonista principal Loff Lumpell, enviado a Ompya con objeto de poner coto a los desmanes del invasor. Al tener lugar la reedición de Robel Ángel Torres se sacó la espina de las restricciones que le imponía Bruguera trocando a Loff Lumpell por su héroe Adán Villagran, logrando así dar más protagonismo al menos a uno de sus dos protagonistas favoritos, reforzando asimismo la vinculación de esta novela, argumentalmente independiente, con la trama principal del Orden Estelar.

De haber quedado aquí las cosas el ciclo múrido no habría llegado a existir, pero Ángel había tomado cariño a sus roedores humanoides y en especial al perverso Traoll, por lo cual decidió rescatarlo ya que, como bien saben los amantes de la literatura y el cine, resulta mucho más difícil crear a un malvado que a un héroe, por lo que una vez encontrado conviene no desperdiciarlo.

La amenaza múrida , publicada en octubre de 1976, casi dos años y medio después de la anterior, retoma al personaje de Traoll pero dentro de un marco ajeno por completo no sólo al Orden Estelar sino también s su entorno cronológico, ya que la narración tiene lugar en la Tierra actual. Ello se debe a que Ángel Torres recurre a un viaje al pasado, un tanto alambicado, que es preciso explicar antes de seguir adelante: Tras haber sido hecho prisionero Traoll por sus congéneres attolitas, éstos estudian la manera de poderle mantener prisionero sin volver a correr el riesgo de una nueva fuga, ya que su ética y sus leyes les impiden ajusticiarlo. Por ello deciden someterlo a un proceso de animación suspendida que durará alrededor de unos veinte mil años, pasados los cuales el sistema se desconectará falleciendo éste de muerte natural. Pero como la espera ha de ser larga y los gobernantes attolitas temen que el prisionero pudiera ser reanimado por algunos de sus seguidores, optan por enviar la cápsula veinte mil años al pasado, de modo que el final del proceso y la consiguiente muerte de Traoll puedan tener lugar apenas unos meses después de iniciado éste. En esta ocasiónl desplazamiento no sólo será temporal sino también espacial, eligiéndose un remoto planeta -la Tierra- para sede de la cripta secreta en la que yacerá el prisionero hasta el día de su muerte.

Lamentablemente -de no ser así no hubiera podido haber novela- los planes secretos de los captores de Traoll son descubiertos por una facción de sus seguidores, los cuales logran rastrear el lugar -espacial y temporal- de la cripta en la que es depositada la cápsula que lo encierra, a la que no pueden abrir dado que los sistemas de seguridad implantados en ella impiden que lo haga un attolita, aunque sí permitirían que lo hiciera un rill. Por esta razón intentarán recurrir a la ayuda involuntaria de los nativos, aunque para ello deberán esperar largo tiempo ya que la humanidad con la que se encuentran está todavía en plena prehistoria.



La narración salta entonces al presente -1976- y al territorio de una imaginaria república centroamericana, dentro del marco de una de las frecuentes revoluciones y contrarrevoluciones que menudearon en esa época. Los seguidores de Traoll, tras una paciente espera, logran al fin su propósito dentro de un escenario típico de un primer contacto, trufado por las intrigas de las distintas facciones políticas del pequeño estado. Finalmente las sofisticadas trampas implantadas por sus carceleros no sólo impiden que Traoll sea reanimado, sino que también sean capturados sus frustrados rescatadores, tras lo cual la nave alienígena se sume en las profundidades del espacio llevándose consigo a sus prisioneros.

Puesto que La Amenaza múrida, tal como he comentado, no fue incluida en la edición de Robel, quedó como una curiosidad -o una anomalía- dentro del conjunto de la obra del escritor gaditano. Ocho meses después, en junio de 1977, apareció la novela que cierra la trilogía, Surgieron de las profundidades. En principio, tal como sucedía con la anterior, ésta no tenía nada que ver con el Orden Estelar salvo en el recurso a los múridos como antagonistas de la humanidad. Asimismo se desarrolla en el presente y en un remoto rincón del Medio Oeste norteamericano, donde es avistado un extraño animal identificado inicialmente como un oso. Tras una serie de desapariciones y muertes misteriosas los protagonistas descubren la existencia de unas misteriosas ratas gigantes al parecer poseedoras de inteligencia.

Más adelante el lector conocerá -no así los protagonistas, que todavía tardarán un tiempo en saberlo- la existencia de una colonia de ratas semihumanas refugiadas en las laberínticas cuevas de la zona. Éstas han sido creadas -llamémosle así- por ingeniería genética a partir de las ratas comunes, no por un Traoll escapado de nuevo -de hecho éste no aparece en la novela-, sino por uno de sus discípulos que al margen de sus compañeros, lo que le había librado de correr la suerte de éstos, había llegado también a la Tierra del pasado -es decir, nuestro presente o, por decirlo con mayor propiedad, el presente de cuando fue escrita la novela- con la pretensión de repetir aquí lo que hiciera -o hará en un futuro- Traoll en el planeta Ompya.

Y de hecho está a punto de conseguirlo, ya que planea aprovecharse de las rivalidades existentes entre las distintas potencias terrestres -la novela fue escrita en plena Guerra Fría- para hacerse con el control de la Tierra gracias a su ejército de ratas mutadas, lo que sería tan sólo el primer paso para vengarse de sus propios congéneres -los attolitas- y de los odiados rills.

Huelga decir que el protagonista logrará conjurar sus maquiavélicos planes enfrentando primero a los múridos mutados con su creador, al que sólo le interesan como carne de cañón, y destruyendo posteriormente su cubil, lo que acarrea la muerte de todos ellos. Así terminaba la primera versión publicada en La conquista del espacio, pero en la edición de Robel Ángel Torres introdujo una postrera y quizá forzada aparición de Alice Cooper y Adán Villagran que, junto con un attolita y un rill, han viajado hasta la Tierra de su pasado para conjurar el peligro representado por el discípulo de Attoll, siendo ellos los que en esta ocasión logran salvar de la muerte a los protagonistas.

Se da así la paradoja de que esta novela, pese a estar vinculada tan sólo de una manera tangencial con la historia de Traoll, sí fue incluida en el Orden Estelar, a diferencia de la anterior. En cualquier caso, para mí las tres conforman claramente una trilogía, y como tales han de ser consideradas.


Novelas de la trilogía de los múridos


Título Colección Colección
Invasor del Más Allá 143 La conquista del espacio 17 El Orden Estelar
La amenaza de los múridos 322 La conquista del espacio
Surgieron de las profundidades 357 La conquista del espacio 18 El Orden Estelar

Las reediciones de El Orden Estelar de Robel tuvieron lugar en noviembre y diciembre de 2004, respectivamente.
Invasor del Más Allá fue reeditada también en el nº 4 de El Orden Estelar (Ediciones B) en enero de 1998.




Ver también:
Las series cortas de Ángel Torres Quesada (I). La serie de los Kherles
Las series cortas de Ángel Torres Quesada (II). La serie de Hongara


Publicado el 18-5-2017