J. Negri O’Hara



Tal como he comentado en otras ocasiones, la colección Luchadores del Espacio contó con la colaboración de varios autores que, pese a publicar tan sólo un reducido número de novelas, dieron no obstante cumplidas muestras de su buen hacer, lo que les pone a la altura, en calidad si no en cantidad, de los nombres consagrados del género. Por desgracia estos escritores están hoy prácticamente olvidados y sus novelas resultan poco menos que inencontrables, razón por la que no está de más dedicarles siquiera un breve recuerdo.

Uno de ellos fue José Negri Haro, camuflado tal como era habitual bajo el seudónimo, transparente en este caso, de J. Negri O'Hara. Su aportación a Luchadores del Espacio se limitó a tan sólo nueve novelas, las cuales constituyen asimismo la totalidad de su obra de ciencia ficción, ya que no publicó en ninguna otra colección de este género ni tampoco fuera del ámbito de la literatura popular. Estos nueve títulos, repartidos mayoritariamente por la etapa central de la colección hacia finales de los años cincuenta, bastan no obstante para catalogar a Negri como una de las mejores plumas de la ciencia ficción popular española.

Nacido en 1917 en Algeciras pero residente desde niño en Málaga, en curiosa similitud con su amigo íntimo, y también escritor de ciencia ficción Eduardo Texeira, José Negri falleció en esta última ciudad en 1968, truncándose prematuramente una carrera literaria que podría haber dado bastante más de sí. A diferencia de otros escritores de bolsilibros Negri nunca se dedicó a escribir de forma profesional, ya que era jefe de negociado en Renfe desarrollando en esta empresa tareas relacionadas con la gestión de personal. Aunque por motivos de trabajo se veía obligado a realizar continuos viajes por toda España, los cuales aprovechaba para contactar con otros escritores, siempre residió en la capital malagueña.

José Negri fue un autor afamado a nivel local cuya exigua producción de obras de ciencia ficción supone tan sólo una pequeña parte de su actividad literaria, repartida principalmente entre poesías -su gran pasión- y cuentos, publicados en su mayor parte en los diarios malagueños La Tarde y Sur durante la segunda mitad de la década de los años cincuenta. En la relación que amablemente me proporcionó su familia figuran también, junto a las novelas de Luchadores del Espacio, varias más de diferentes géneros -principalmente del oeste- publicadas en diversas colecciones de las editoriales Toray, Valenciana y Ferma, e incluso una de ellas que llegó a ser traducida al portugués. A su fallecimiento dejó inconcluso un trabajo sobre la Atlántida para el cual, a decir de su hijo, realizó una investigación en profundidad. A título de anécdota, cabe reseñar que también escribió para otros autores, ejerciendo como en lo que la jerga del mundillo literario se denomina negro.

Las nueve novelas de Luchadores del Espacio son, como ya he comentado, las únicas obras de ciencia ficción que escribió, lo cual es realmente una lástima. El juicio positivo de las mismas no impide que entre ellas haya notables altibajos, aunque varias pueden ser consideradas, sin discusión de ningún tipo, de lo mejor que se ha publicado en el conjunto de la ciencia ficción popular española. Esta irregularidad es, por otro lado, perfectamente comprensible y afecta ciertamente a todos los escritores casi sin excepción, incluidos los más fogueados, por lo que no es nada extraño encontrarla en el seno de una obra tan corta de extensión como es la de José Negri.

A diferencia de otros autores de la colección, no era Negri un escritor amante de la parafernalia de astronaves y batallas siderales tan del gusto de los responsables de la misma, ni tampoco se prodigaba demasiado en la mayor parte de los tópicos más significativos y obligados del género; de hecho, nos encontramos frente a un escritor más bien intimista, mucho más interesado por la relación profunda entre el hombre y el universo que en las novelas de tiros, más o menos camufladas de ciencia ficción, tan abundantes en la literatura fantástica popular de los años cincuenta. Si otros escritores de esta colección son, recurriendo a un símil literario, épicos, José Negri es fundamentalmente un lírico.

Nos encontramos, pues, ante un autor ciertamente atípico, con una profundidad argumental muy notable y una calidad literaria superior a la media, alguien en el que todavía sigo encontrando retazos de ese sentido de la maravilla del que tanto se habla. Es el universo de Negri un entorno ensoñador y casi mágico, que envuelve al lector en un placentero viaje por unas regiones desconocidas, pero no necesariamente hostiles, en las que moverse es, más que una aventura, un viaje a las infinitas posibilidades de un universo mágico que el hombre ha sido incapaz de descubrir más que en una ínfima parte.

No faltan tampoco en su obra las reflexiones filosóficas en las que frecuentemente la humanidad lleva la peor parte, no por malvada sino por incapaz; el universo resulta demasiado complejo para nosotros, por mucho que en nuestra impotencia intentemos comprender sus inaprensibles misterios. En este contexto bien se le pueden perdonar a este autor sus puntos flacos, tales como su insuficiente formación científica -por otro lado habitual en este tipo de literatura- o su escaso sentido de la épica y la aventura, lo que le hace naufragar en las pocas ocasiones en las que, pese a todo, llega a abordar estos recursos estilísticos.

Por último, y a modo quizá de anécdota no por ello carente de significación, cabría anotar la peculiaridad de que es en las novelas de José Negri donde se producen menos noviazgos y matrimonios de toda la colección. Pese a ser éste un tópico omnipresente en cualquier novela popular que se precie, normalmente impuesto por los directores de las colecciones, José Negri huye del mismo en la mayor parte de sus novelas y, en las que no lo hace, el noviazgo resulta tan forzado y poco verosímil que prácticamente es como si no existiera. Es, pues, atípico hasta en esto, lo que también se agradece dado que este aspecto suele ser habitualmente un pegote añadido que en nada enriquece a la narración de la que forma forzada y ñoña parte.

Pasemos a repasar ahora los principales elementos argumentales de sus novelas, ocho en total ya que las dos primeras constituyen una aventura única tal como solía ser habitual entonces en Luchadores del Espacio.



La amenaza tenebrosa y El gran fin relatan la odisea de unos terrestres secuestrados por los habitantes de un planeta, desconocido para los humanos pese a orbitar muy cercano a la Tierra, siempre oculto por la sombra de nuestro planeta y sumido por ello en unas tinieblas perpetuas. Por supuesto la intención de los alienígenas es la de invadir la Tierra, razón por la que han secuestrado a los protagonistas con objeto de podernos estudiar mejor. La situación se complica merced a una guerra civil entre las dos facciones en las que están divididos los extraterrestres, los pacifistas y los defensores de la invasión; y aunque finalmente vencen los primeros, partidarios de dejar a la Tierra en paz, el derrotado tirano decide morir matando provocando la aniquilación del planeta, junto con todos sus habitantes, a la que hace alusión la última de las dos novelas. A duras penas los protagonistas logran salvarse regresando precipitadamente a la Tierra, pero a desaparecer su astronave durante el precipitado amerizaje carecen de pruebas para demostrar lo cerca que estuvimos de la hecatombe. La historia, por cierto, tiene un inconfundible regusto a las aventuras de Flash Gordon, u otras similares de la misma época, lo que hace pensar como probable que Negri encontrara la inspiración en ellas.



El experimento del doctor Kellman es sin duda una de las mejores novelas de la colección Luchadores del Espacio, y relata una variante del tópico del científico que no duda en ponerse al margen de la ley para realizar sus espectaculares, pero poco éticos y por supuesto prohibidos, ensayos. En este caso se trata de proyectar el cuerpo astral del paciente a los confines del universo, mientras su cuerpo yace inconsciente e inerte en el laboratorio. El protagonista, un marino trotamundos y amoral que vaga por las islas de Oceanía huyendo de la policía, es enviado a un mundo moribundo e inhóspito en el cual los últimos supervivientes de una antigua civilización luchan desesperadamente por evitar su extinción, pareja a la del astro que les da cobijo. Invulnerable -su presencia no es corporal-, éste vivirá impotente una destrucción que es incapaz de evitar.



Ventana al infinito plantea un trasfondo filosófico y moral sumamente interesante, aunque fracasa con la trama aventurera que el desarrollo de la novela requiere. Unos aerolitos caídos en distintos lugares del planeta desatan en la Tierra una epidemia desconocida que provoca ceguera y pérdida de capacidad sensorial a los afectados. Pronto se descubre que estos objetos han sido lanzados por unas astronaves procedentes de las profundidades del espacio, y que en su interior contienen unos mensajes imposibles de descifrar. Tras una serie de escaramuzas en las que los protagonistas consiguen destruir a sus presuntos enemigos, se descubre la terrible verdad: estos seres tan sólo intentaban entrar en contacto amistoso con los humanos, pero al poseer una capacidad sensorial infinitamente superior a la nuestra, lo único que consiguieron fue perturbarnos de forma impremeditada. La conclusión del autor es que no podemos jugar a ser dioses, por lo que el hombre deberá seguir viviendo en su oscuro y limitado mundo sin intentar atisbar los misterios del insondable infinito, ya que todavía no está suficientemente preparado para ello.



Rutas ignoradas plantea asimismo una serie de consideraciones filosóficas y morales, pero a diferencia de la anterior la parte correspondiente a la acción está resuelta con bastante habilidad. Desde hace tiempo numerosas astronaves han desaparecido, junto con sus tripulaciones y pasajeros, sin dejar el menor rastro, sospechándose que pueda tratarse de naufragios provocados. Un agente secreto se encarga de investigar el caso, descubriendo que los responsables de los accidentes son un grupo de científicos que, junto con sus familias, habían huido tiempo atrás del gobierno dictatorial que detenta el poder en la Tierra, refugiándose en un remoto y desconocido planeta. Si provocan los naufragios es con objeto de poderse abastecer de determinados materiales estratégicos necesarios para la emigración que tienen prevista realizar a su tierra de promisión definitiva, justificando moralmente las muertes inocentes que causan con el argumento que ellos son el último refugio de la libertad, inexistente para el resto de la humanidad. El agente intenta descubrir las coordenadas espaciales del refugio de los rebeldes para que éstos puedan ser aniquilados, pero finalmente es descubierto por éstos y liberado de los condicionantes mentales que le obligaban a obedecer a sus amos, tras lo cual cooperará con sus antiguos enemigos ayudándoles a salvarse de la aniquilación.



El mundo de los seres condenados relata una serie de experimentos científicos de los terrestres consistentes en enviar a un asteroide lejano una astronave cargada con ciertos tipos de bacterias, con objeto de estudiar si éstas pueden sobrevivir en condiciones tan hostiles. Con lo que no contaba nadie, era que ese astro estaba habitado por unos seres que rápidamente comienzan a padecer unas atroces enfermedades que les condenan a una inexorable extinción. Por esta razón, y tras descubrir que la única cura posible para ellos es mediante la ingestión de sangre humana, deciden enviar a nuestro planeta a uno de ellos, embebido en el cuerpo de un astronauta al que han capturado cuya mente también domina. El intruso, saltando de un cuerpo a otro, hace accesible a los terrestres la tecnología de los viajes espaciales que dominan los habitantes del asteroide, con la esperanza de que, una vez abandonado nuestro planeta, los terrestres puedan ser atraídos al asteroide, capturados, y su sangre utilizada como medicina. Tras varias peripecias ambas razas conseguirán finalmente llegar a un acuerdo, y la epidemia acabará vencida.



Donde empieza el límite plantea de nuevo la indefensión del hombre ante las fuerzas ocultas de un universo que en su ingenuidad pretendía dominar. De una base de exploración del espacio profundo parte una astronave con destino a un misterioso planeta del que volvió un único superviviente, ahora convertido en el jefe de la expedición y acompañado por dos jóvenes cadetes. El enigmático astro cuenta con unos días y noches de cinco años de duración cada uno, durante los cuales todo se transmuta totalmente: lo que durante el día fuera un apacible oasis habitado por una raza pacífica y acogedora, se convierte durante la noche en una jungla maldita donde la muerte acecha detrás de cada rincón, ya que unas radiaciones malignas hacen que los humanos se conviertan durante la oscuridad en unos abominables monstruos carentes por completo de inteligencia y sobrados de instintos asesinos. Cuando llega la noche se acerca la hora de partir, pero antes los astronautas deberán comprobar que no han sido afectados por las radiaciones mutágenas, ya que de ser así se convertirían en monstruos con independencia del lugar en que se encontraran, lo que les obligaría a permanecer durante toda su vida en el planeta. Asustados los dos jóvenes huyen a la Tierra, pero uno de ellos se convierte en una bestia feroz obligado a su camarada a matarlo. Éste, único superviviente, consigue llegar a la Tierra, viéndose condenado a pasar por el mismo calvario que padeciera su antiguo jefe.



De Bases submarinas, probablemente la más floja de todas las novelas de José Negri, lo mejor que se puede decir es que resulta insulsa. Comienza la narración relatando la aparición de unos extraños submarinos en el océano Pacífico, y el envío de una patrullera a intentar interceptarlos. Tras trabar combate con uno de ellos la embarcación es destruida y muertos todos sus tripulantes, a excepción de dos de ellos que, junto con los miembros de una expedición científica asentada en una isla cercana, son capturados por unos extraños monstruos que los conducen a una base secreta excavada en el lecho marino. Esta base, junto con varias más, han sido construidas por unos extraterrestres llegados como avanzadilla de una invasión que tiene por objeto apoderarse de la Tierra, reduciendo a los terrestres a la condición de esclavos. Tras las pertinentes peripecias los cautivos lograrán fugarse y, una vez rescatados por los soldados norteamericanos, comunican a su gobierno las coordenadas de las bases submarinas, las cuales son arrasadas con sendas bombas atómicas.



El misterio de la Misión Silverton, última de las colaboraciones de José Negri en Luchadores del Espacio, entra de lleno en la temática de los Dioses Astronautas, o el subgénero magufo, si se prefiere, pese a que en la fecha en la que fue publicada -principios de los años sesenta- se trataba de algo todavía muy poco conocido en España. Básicamente aventurera a diferencia de las profundas disgresiones de sus predecesoras, su argumento es asimismo muy diferente a los del resto de las obras de nuestro autor, recordando por el contrario a algunos de los títulos de Pascual Enguídanos. Se desarrolla la novela en el seno de una excavación arqueológica en Egipto, en la cual encuentran una nave espacial con sus tripulantes hibernados tras un naufragio que los dejó varados en nuestro planeta. Éstos despiertan y, aprovechando sus portentosas facultades mentales, obligan a los protagonistas a reparar la nave averiada, pero finalmente ésta acabará siendo destruida cuando intentaba huir.


Novelas de José Negri publicadas en Luchadores del Espacio


Título
101 La amenaza tenebrosa
102 El gran fin
111 El experimento del doctor Kellman
118 Ventana al infinito
152 Rutas ignoradas
160 El mundo de los seres condenados
168 Donde empieza el límite
172 Bases submarinas
194 El misterio de la Misión Silverton

Publicado el 14-1-2009 en el Sitio de Ciencia Ficción
Actualizado el 18-2-2019