Matillas





El Henares desde el puente de Matillas


Matillas es una pequeña localidad de poco más de 150 habitantes situada a apenas 10 kilómetros de Jadraque, aguas arriba del Henares, y a 27 de Sigüenza aguas abajo, aunque esta última carretera, a diferencia del ferrocarril, huye de su valle prefiriendo el más anchuroso de su vecino y tributario Dulce, lo cual impedirá apreciar al curioso viajero, salvo que se traslade hasta la Ciudad del Doncel en los cada vez más escasos trenes que discurren por esta ruta secular, las bellezas paisajísticas que con tanto celo esconde nuestro recién nacido río.

En esta ocasión la meta del viajero es la propia Matillas, una población singular por varios motivos, siendo el primero de ellos que no hay una Matillas, sino dos: la conocida como Matillas la Vieja, hoy abandonada, y la que debería llamarse en puridad Matillas la Nueva pero que se queda en Matillas a secas, en la que se recoge ahora su vecindario. La diferencia la marcó, como en tantas ocasiones, el trazado ferroviario, que plantó una estación en las cercanías del Henares y a unos tres kilómetros al norte de las lomas donde se asentaba el caserío. La construcción a principios del siglo XX de una fábrica de cemento en el entonces denominado barrio de la Estación motivaría el desplazamiento del pueblo a sus cercanías, quedando el antiguo deshabitado hacia mediados de la década de 1960. Y aunque la fábrica cerró sus puertas en 1985, sus habitantes permanecieron allí, con la alta y ya apagada chimenea como recuerdo de un desaparecido pasado industrial. Pero ésta es ya otra historia.

Centrémonos, pues, en el Henares a su paso por Matillas. La mejor alternativa para el viajero, siempre interesado en ceñirse lo más posible a sus riberas, será tomar como punto de partida la villa de Jadraque, enfilando la carretera que desde ella conduce hasta Sigüenza por Mandayona. Según los mapas esta ruta remonta el curso del Henares, aunque sin cruzarlo en ningún momento, justo hasta su destino, lo que constituye el itinerario ideal... aunque pronto descubrirá el viajero que ambos, carretera y río, aunque paralelos marchan siempre distanciados, al desdeñar la segunda, no se sabe muy  bien a causa de qué motivo, el cómodo valle del río, prefiriendo discurrir por los tortuosos repechos que jalonan las estribaciones norteñas de la cercana meseta alcarreña... circunstancia indeseada que le impedirá atisbar en detalle, tal como hubiera sido su deseo, el curso de agua que se oculta púdicamente tras la frondosa vegetación que festonea sus riberas.

La separación entre carretera y río se acrecienta aún más al llegar a Bujalaro, un pueblo vecino de Matillas y asentado, al igual que lo estuviera originalmente ésta, en un alto alejado del río; aunque en esta ocasión, al carecer éste tanto de de estación como de fábrica, no tuvo ninguna razón para abandonar su ubicación secular. No obstante su lejanía, y a modo de consolación, el viajero podrá apreciar, desde la altura de la carretera, una vista interesante del valle de un Henares que comienza aquí a ser mayor.

Cosa muy diferente es bajar desde allí a la ribera, dada la inexistencia de una carretera que conduzca hasta ella. Sí indican los mapas un camino que discurre por el itinerario deseado; pero el viajero, escarmentado por anteriores experiencias en las que puso a prueba los amortiguadores y la carrocería de su coche, que no es precisamente un todoterreno, preferirá muy a su pesar evitar el riesgo de dañarlo, conformándose con tomar desde allí unas fotografías panorámicas.

De Bujalaro a Matillas apenas distan cinco kilómetros, recorridos asimismo paralelos al curso del Henares aunque la carretera, poco a poco, irá descendiendo hasta el valle. Ésta no pasa por ninguna de las dos Matillas, ni la vieja ni la nueva, sino entre ambas, por lo que al llegar a su altura será preciso tomar una desviación que, a la par que conduce hasta esta última, constituye el arranque de la carretera local que continúa hasta la vecina localidad de Cendejas de la Torre, ya en la otra margen del valle.




Azud del canal de Bujalaro. Fotografía cedida por matillas.org


Inmediatamente después de tomar el desvío entrará el viajero en el pueblo, un moderno caserío en el que destacan la muerta chimenea y la torre de estilo postconciliar, maciza y feota, de la nueva parroquia, ya que la vieja quedó anclada allá arriba junto a las ruinas abandonadas de Matillas la Vieja, cruzándose casi sin darse cuenta con el hermano menor del Henares, el canal de Bujalaro, que cruza de forma discreta entre las casas del pueblo ocultándose pudoroso de la mirada curiosa del viajero tras los árboles que crecen junto a ambos pretiles de su breve puente. Este canal, que a decir de los mapas tiene su origen apenas a unos centenares de metros aguas arriba, es una nueva sangría a la que se somete al Henares para aprovechar el regadío de su incipiente vega, y se prolonga por tierras del vecino Bujalaro antes de devolver sus excedentes al río a mitad de camino entre ambas poblaciones.

Pero el interés del viajero no está centrado en el canal, al fin y al cabo una obra surgida de las manos del hombre, sino en el puente por el que se llega al Henares, situado justo antes de llegar a la estación y a la vía del tren, tras las cuales se alza lo que todavía queda en pie de la antigua cementera.

Y allí está el Henares, un Henares que acaba de recoger el tributo de un Dulce que no sólo le aporta el agua sino también el valle, mucho más amplio que el suyo propio; un Henares que no mucho antes  hiciera lo propio con los caudales del humilde Salado. Un Henares, en definitiva, que comienza a ser el que tan familiar nos resulta a los ribereños de su curso bajo; porque, con independencia de que los geógrafos fijen su origen en el manantial de Horna, allende Sigüenza, no será sino tras recibir las aportaciones del Salado y, sobre todo, las del Dulce, cuando comienza a mostrarse como un río, aunque todavía juvenil, ya adulto.

Ésta es precisamente la principal aportación de Matillas al acervo común de todas las poblaciones ribereñas del Henares, desde la Sierra Ministra hasta el Jarama; porque si bien el curso que llega hasta las puertas de Matillas procedente de Sigüenza es también el Henares, todavía no es del todo el Henares y, a decir de los historiadores, hubo épocas en las que no lo fue en absoluto, bien por verse privado de este privilegio en beneficio de su hermano Dulce, que tiene a gala contar en su ribera con un par de poblaciones, Castejón y Villaseca, apellidadas “de Henares”, bien por haber quien considere, no sin razón, que el verdadero Henares tiene su origen en la confluencia de los tres principales cursos de agua de su cabecera, el río de Sigüenza, el Salado y el Dulce. Es por ello por lo que Matillas tiene pleno derecho a presumir de ser en sus pagos, bajo las faldas protectoras del imponente cerro de la Dehesa, donde el Henares comienza realmente su aventura.

Mas nuestro río, ajeno por completo a estas disquisiciones humanas, discurre tranquilo por debajo de puente con un caudal todavía pequeñito, mermado sin duda por la sangría que poco antes le hiciera el canal de Bujalaro arrebatándole buena parte de las ganancias que lograra a costa de sus compañeros Salado y Dulce. Qué se le va a hacer, es ley de vida, y ni tan siquiera los ríos logran librarse de ella. Además el Henares sabe que le aguardan tributarios fieles que harán de él un río caudaloso, capaz incluso de tratar de tú a tú llegado el momento a su verdugo Jarama, razón por la que aceptará, si no con indiferencia, sí al menos con resignación, tamaño sacrificio.

El viajero recuerda, no obstante, haber visto su cauce bastante más colmado en una visita que hiciera a este lugar unos cuantos años atrás, y los lugareños hablan también de momentos en los que, ensoberbecido, el Henares llegó a desbordarse perdiéndole el respeto a un pueblo que abandonó su asentamiento secular para acogerse a sus riberas protectoras, algo que nuestro río, en el fondo, es seguro que le habrá sabido agradecer.

Y así Matillas le despide con cariño, pasando el testigo a otras poblaciones que, a su vez, se lo pasarán a otras hasta que el Henares, cansado ya de su aventura, rinda sus aguas al Jarama no muy lejos de Mejorada.



Publicado el 31-10-2013
Actualizado el 14-6-2014