El Henares en la literatura del Siglo de Oro
(Primera parte)





Realmente siempre han sido muchas las discusiones acerca de la dificultad de establecer una frontera nítida en la literatura española entre el Renacimiento y el Siglo de Oro, dificultad debida con toda seguridad al hecho de que, en realidad, dicha frontera no ha existido nunca. Pero, puesto que por razones de espacio resulta conveniente establecer en este trabajo una división entre ambas épocas, habrá que recurrir obligatoriamente a una partición artificiosa, aunque necesaria. Por ello, he estimado oportuno considerar como pertenecientes al Siglo de Oro todas las citas procedentes de los grandes escritores españoles que vivieron bien en el siglo XVII, bien a caballo entre esta centuria y la anterior. En lo que respecta a los autores menores, he incluido las obras de los mismos publicadas originalmente en el siglo XVII.

Como aun así el capítulo salía demasiado extenso, me he visto también en la obligación de dividirlo en dos... lo cual me creó el problema de tener que dilucidar la manera de hacerlo. En principio se me ocurrieron varios criterios, desde el cronológico (¿de obras, de autores?) hasta el temático, separando por ejemplo la literatura en prosa de la poesía... pero no acababan de convencerme, el primero porque no resulta fácil discriminar por años en una época tan abundante en escritores, y en el segundo porque fueron muchos los autores que simultanearon los diferentes géneros -novela, teatro, poesía- e incluso los entremezclaron en una misma obra, por lo que no tenía mucho sentido dispersarlos. Finalmente he optado por lo más sencillo y puede que también por lo más arbitrario, dividir el capítulo en dos cortando aproximadamente por la mitad, lo cual permite, no obstante, preservar la coherencia que intenté darle desde un principio facilitando asimismo la comodidad de lectura. En cualquier caso, queda claro que ambos capítulos surgidos de la escisión del anterior constituyen una unidad argumental con independencia de que puedan leerse por separado.

Después de efectuada esta necesaria aclaración, comienza este capítulo con la obra de una poetisa española prácticamente desconocida, Clara María de Castro y Andrade, de la que sólo puedo apuntar que vivió en el Siglo de Oro y que su obra conocida se reduce a un madrigal dedicado a su prima doña Ana de Castro y Egas. A este madrigal pertenecen los versos que reproduzco a continuación, extraídos concretamente de la segunda estrofa del mismo1:


Hoy triunfa Manzanares,
hoy por ti le veneran
el Tajo, el Tormes, el Genil y Henares.


Ya datable en un año exacto -1604 concretamente- es el manuscrito de El Guitón Honofre, novela picaresca escrita por Gregorio González (uno de tantos autores menores de la época) que no fue publicada sino hasta 19732 y no en España, sino en Estados Unidos. Natural de la riojana localidad de Rincón de Soto y estudiante del colegio Trilingüe de la universidad alcalaína, Gregorio González hace nacer a su guitón (pícaro) Honofre en Palazuelos, pequeño pueblo cercano a Sigüenza, ciudad en la que se desarrolla la novela junto con Salamanca. Sin embargo, y a pesar del protagonismo de la ciudad del Doncel en el argumento, ni una sola vez aparecerá citado el Henares en esta obra aunque sí lo hará en una de las poesías que, siguiendo la costumbre de la época, acompañan a modo de homenaje a la novela. El autor de esta poesía, un soneto concretamente, es un tal licenciado Espinosa, también colegial del Trilingüe como González. El primer cuarteto y el segundo terceto dicen lo siguiente3:


Lloraba Tormes y lloraba Henares,
Escucha Apollo con su sacro choro.
Vna misma es la quexa, vn mismo el lloro,
y aljofares que imbían a los mares.

(...)

Apollo manda que sus musas bellas
Tormes y Henares entre sí os dividan,
y él dize que tal lengua viba, viba.


Bien, ciertamente no es una poesía digna de una antología de la literatura castellana pero ahí está, siendo su principal valor lo poco conocido de la misma. Saltemos ahora un año yendo a 1605, año en el que Miguel de Madrigal publicó su Segunda parte del Romancero General y Flor de Diversa Poesía4, una recopilación de romances anónimos que en algunas ocasiones hacen alusión al Henares, siendo por lo tanto merecedores de ser recordados. Y para empezar con la relación de los mismos, bien puede servir la siguiente cita5:


El desterrado vendido,
melancólico contempla
el tributo que Henares
en agua da a sus riberas.
Mira el reciproco fluxo
la alterna correspondencia,
bañando de agua las playas,
porque le encubren las sierras.
Dize al presuroso rio:
Todos rendidos ofrenda,
tu a la madre vniuersal,
mis ojos a tu Fulgencia.
Y aunque es sacrificio aguado,
son ofrendas de pureza,
agua ofrecemos los dos,
yo a mi cielo, tu a tu tierra.


Realmente bonita esta poesía. También a la misma antología pertenece la cita que viene recogida a continuación y que corresponde al romance titulado Pves que soys Angel, Lisarda6:


Y vos Henares famoso,
lleuad en tanto mis quexas,
mi soledad, mis suspiros,
y aquestas lagrimas tiernas.
Al Angel bello que adoro,
gloria de nuestras riberas,
pues fueron patria dichosa
de su diuina belleza.


Para terminar con el romancero de Miguel de Madrigal recordemos el segundo cuarteto del soneto titulado De vos ausente dulce, dueño mio7:


Con lagrimas aumento el claro rio
De Henares, cuya margen viuo, en tanto,
Que a mi dolor atienda el cielo santo,
Y cesse de aquexarme el hado impio.


Romance anónimo también, pero extraído de una recopilación distinta, concretamente del Romancero General, es al que pertenece la siguiente estrofa8:


Bien cerca del nacimiento
del célebre y sano Henares,
en sus fértiles riberas
nací en humildes pañales.


De esa misma obra está extraída también la siguiente referencia musical9:


Ya sabéis que por natura
del Bemol no se me entiende
que entre Xarama y Henares
os canté cosas alegres.


Con motivo del recibimiento que al duque de Lerma hizo la universidad de Alcalá en 1606, cuando éste fue nombrado Protector de la misma, fueron organizadas unas celebraciones muy del gusto barroco que incluyeron, como era habitual, un certamen poético. Una de estas composiciones, escrita como todas las demás en un tono exageradamente laudatorio hacia el homenajeado, es un soneto en el que las ninfas del Henares, deslumbradas por el resplandor semejante al del sol emanado por el duque, elevan sus cantos de regocijo uniéndolos a los de la cercana universidad, que celebra también tener por padre a tan importante personaje. Y luego dicen que ahora se adula... Fijémonos en el primer cuarteto del mismo10:


Salen de Henares oy las Ninphas bellas,
Alçan sus frentes de ouas coronadas,
No ven, viendo sus margenes bordadas
Del claro resplandor de cinco Estrellas.


Casi nada. Pero no se acaban aquí los ejemplos del género, digamos, untuoso que tanto auge alcanzó durante el Siglo de Oro, ya que tan sólo dos años después, es decir, en 1608, con motivo de la jura del príncipe Felipe -el futuro Felipe IV- en los Jerónimos sería publicado un folleto conmemorativo del solemne acto. En el mismo se incluyó el soneto titulado A la fiesta del Juramento del Serenissimo Principe don Phelipe quarto deste nombre, firmado por Juan López de Villodas. Se trata de nuevo de una obra no sólo laudatoria, sino también francamente pasada de rosca, en la que el ya incipiente centralismo madrileño se destapa de una manera curiosa al describir el imaginario tributo que al misérrimo Manzanares rinden otros ríos ciertamente más importantes que él. Leamos el segundo cuarteto11:


Tomen puestos, ocupen sus lugares,
Ordenen danças aya bizarria,
Pues a ti Mançanares oy embia
Parias Tormes, Pisuerga, Tajo, Henares.


También ese mismo año de 1608 Andrés Schott, un jesuita belga que fue profesor en España a finales del siglo XVI, concluyó la edición en Frankfurt, iniciada en 1603, de sus obras Hispania Illustrata e Hispaniae Bibliotheca, donde se recogen textos de otros autores relativos a nuestro país. La cita que reproduzco a continuación corresponde al De rebus hispaniae memorabilibus, obra escrita por el humanista Lucio Marineo Sículo; pese a estar en latín, he preferido no traducirla debido a que no resulta dificultosa su lectura12:


Est antem supra Complutum Guadalajara civitas, cuius nomen multi lapidum flumen significare dicunt.


Juan Bautista Labaña fue un escritor de origen portugués que estuvo al servicio de la monarquía española. A raíz de un viaje que realizó a Aragón, entre 1610 y 1615, con objeto de levantar nuevos planos de este reino, escribió un Itinerario de Aragón al cual pertenece la narración de un viaje de Madrid a Zaragoza del que he extraído estas citas, sospechosamente parecidas, por cierto, a lo que escribiera setenta años antes su compatriota Gaspar Barreiros13:


De Alcalá a Canaleya [la Canaleja], una legua; de ella a Guadalajara, tres leguas donde dormí. Canaleya no está tan cerca del río como se ve en la descripción. Más de tres leguas de este camino son una vega muy dispuesta para ser regada con acequias que se podrían sacar del Henares, que sería de gran provecho.

Dos leguas antes de llegar a Guadalajara atravesé el Henares y de allí para adelante es la tierra alta y arrugada.

(...)

Guadalajara está asentada en un otero humilde sobre el río Henares.

(...)

Y en cuanto al nombre de Guadalajara parece que corrompieron los árabes el nombre de Arriaca en Guadariaca, que entre ellos quiere decir río de Arriaca, por el Henares, que pasa por ella, y después se corrompió todavía más en Guadalayara, lo cual algunos, sin fundamento, interpretaron río de piedras, y así le llama el arzobispo don Rodrigo [Jiménez de Rada], flumen Lapidum, en los versos que se compusieron en la toma de Toledo, lo que con el mismo engaño siguieron Mario Arieto y Lucio Marineo engañados de la palabra Guid Aravica, que este nombre tiene, que significa río, siendo la misma del otro nombre Arriaca que el tiempo corrompió, y no del árabe significativo de piedras.


También de esa misma época, ya que sus cuatro tomos fueron publicados entre 1602 y 1614, aunque posteriormente conocieron varias reediciones, es la obra Templo militante, una colección de poesías de temática religiosa dedicadas a celebrar las vidas de los santos y las festividades cristianas obra del escritor canario Bartolomé Caraisco de Figueroa, un canónigo de la catedral de Las Palmas fallecido en 1610. Una de sus poesías, titulada San Eusebio, presbítero, confesor y mártir, comienza así14:


Antes que el profesor de teologia
Alimentado en Tórmes ó Henares,
Pisuerga, Bétis y otros claros rios,
Suba al lugar que excede otros lugares,
A descubrir su ingenio y gallardia
En dar al alma documentos pios
Es justa cosa que con altos brios
A si propio se enseñe y se predique,
Y se ejercite en obras virtuosas,
Altas y generosas,
Con que su cuerpo y alma justifique.


Llega ahora el turno a la principal figura de la literatura española, el alcalaíno Miguel de Cervantes. A lo largo de toda su obra, y recordando quizá lejanas excursiones infantiles, Cervantes citará en numerosas ocasiones al río que baña a su ciudad natal. Y aunque cronológicamente no le corresponda el primer lugar, no se puede comenzar sino con el Quijote, su obra maestra. Tres son las ocasiones en las que aparece el nombre del Henares en el relato de las desventuras del hidalgo manchego, y en dos de ellas vendrá asociado a la novela pastoril de Bernardo González de Bobadilla comentada en el capítulo anterior. Así, durante el famoso escrutinio de la biblioteca del hidalgo, verdadera crítica sobre la literatura de su época, saldrá a relucir este libro cuando el barbero comenta15:


-Estos que se siguen son “El Pastor de Iberia”, “Ninfas del Henares” y “Desengaño de celos”.

-Pues no hay más que hacer -dijo el cura- sino entregarlos al brazo seglar del ama; y no se me pregunte por qué que sería nunca acabar.


Por lo que se ve, Cervantes no debía de tener en mucha estima a esta obra puesto que, bajo el eufemismo del cura, se escondía la inquisidora decisión de arrojarlo al montón cuyo destino era el fuego purificador. Pero sigamos con el Quijote llegando al punto en el que Cervantes afirma buscar la continuación del manuscrito original de Cide Hamete Benengeli para poder así continuar con el relato bruscamente interrumpido en mitad de la batalla entre el manchego y el vizcaíno16:


Por otra parte, me parecía que, pues entre sus libros se habían hallado tan modernos como “Desengaños de celos” y “Ninfas y pastores del Henares”, que también su historia debía de ser moderna, y que, ya que no estuviese escrita, estaría en la memoria de la gente de su aldea y de las a ellas circunvecinas.


Como es fácil de adivinar, Cervantes utiliza aquí el recurso literario consistente en atribuir a su narración un carácter biográfico redactado por un escritor anterior cuyo manuscrito ha sido hallado tras haber estado olvidado. Pero pasemos por último a la segunda parte del Quijote fijando nuestra atención en la poesía que canta al arpa Altisidora alabando las presuntas galas de Dulcinea; a ella pertenece la siguiente estrofa17:


Por eso será famosa
desde Henares a Jarama,
desde el Tajo a Manzanares,
desde Pisuerga hasta Arlanza.


Sin embargo, será en La Galatea18 donde Cervantes cite más profusamente al Henares, y esto debido a que parte de la trama de esta novela pastoril se desarrolla precisamente en las riberas de nuestro río. Así, de esta novela pueden entresacarse varios párrafos de los cuales el primero es el que sigue19:


En las riberas del famoso Henares, que al vuestro dorado Tajo, hermosísimas pastoras, da siempre fresco y agradable tributo, fui yo nascida y criada, y no en tan baja fortuna que me tuviese por la peor de mi aldea.


Hablaba Galatea, la protagonista principal de la novela; veamos también cómo Cervantes considera al Henares afluente del Tajo, y no del Jarama. Más adelante, leemos20:


Esta mañana, saliendo con nuestras ovejas al prado y yendo sola con ellas por la ribera de nuestro fresco Henares, al pasar por la alameda del concejo, salió a mí un pastor que con verdad osaré jurar que jamás le he visto en estos nuestros contornos.


No mucho después, comentará Cervantes lo siguiente21:


Y así, después que hube rodeado una y otra vez toda la ribera y el soto del manso Henares, me senté cansada al pie de un verde sauce, esperando que del todo el claro sol con sus rayos por la faz de la tierra extendiese...


También vuelve a aparecer el Henares en esta nueva frase22:


Yo creo que tenéis hoy en vuestras riberas a los dos nombrados y famosos pastores Tirsi y Damón, naturales de mi patria; a lo menos Tirsi, que en la famosa Compluto, villa fundada en las riberas de nuestro Henares fue nacido.


Como ya fue comentado en el capítulo anterior, los seudónimos de Tirsi y Damón corresponden respectivamente a los poetas Francisco de Figueroa y Pedro Laínez, el primero nacido en Alcalá y el segundo muy vinculado a nuestra ciudad, ambos amigos de Cervantes. Y precisamente estos dos pastores, Tirsi y Damón, mantendrán el siguiente diálogo sobre Galatea23:


En las riberas de nuestro Henares -dijo a esta sazón Tirsi,- más fama tiene Galatea de hermosa que de cruel.


Por fin, se encuentra una última referencia al Henares en esta estrofa perteneciente a una de las numerosas poesías con las que Cervantes salpicó el texto de la novela24:


¡Oh muerte, que atajas y cortas el hilo
de mil pretensiones gustosas y humanas,
y en un volver los ojos las sierras allanas
y haces iguales a Henares y al Nilo!


Afirmación ciertamente pretenciosa al equiparar a nuestro modesto río con uno de los más importantes cursos de agua del mundo... Pero, recordémoslo una vez más, Cervantes era alcalaíno.

Continuando con la obra del autor del Quijote, no podemos olvidar la siguiente estrofa perteneciente a una de sus obras menos conocidas, el Viaje al Parnaso, una larga poesía en la que Cervantes canta las glorias literarias de los poetas de su época. Leámosla25:


Fuiste envidioso, descuidado y tardo,
Y así las ninfas de Henares y pastores
Como a enemigo les tirastes un dardo.


El cardenal Bernardo de Sandoval y Rojas, conocido protector de Cervantes, fue nombrado en 1599 arzobispo de Toledo llegando a ser de esta manera señor de la villa de Alcalá, en la cual construyó el convento de monjas cistercienses de San Bernardo. Pero volviendo a su relación con el escritor, no es de extrañar que éste, agradecido a su mecenas, le dedicara una Oda con motivo de su nombramiento como titular de la sede primada de España, entonces el principal cargo eclesiástico de nuestro país. Leamos los dos versos de esta Oda en los que se hace referencia al Henares26:


Las ninfas cantan con sonoro acento
en el sagrado Henares...


Obra póstuma de Cervantes sería la novela Los trabajos de Persiles y Sigismunda, en la cual nuestro escritor volverá a insistir en la tesis que hace al Henares afluente del Tajo y no del Jarama; comprobémoslo leyendo este fragmento de la misma27:


Nuestros peregrinos pasaron por Aranjuez, cuya vista, por ser en tiempo de primavera, en un mismo punto les puso la admiración y la alegría; (...) vieron la junta, los besos y abrazos que se daban los dos famosos ríos Henares y Tajo; contemplaron sus sierras de agua; (...) finalmente, Periandro tuvo por verdadera la fama que deste sitio por todo el mundo se esparcía.


Juan de Arguijo, nuestro siguiente escritor, fue un poeta sevillano contemporáneo de Cervantes que alcanzó bastante celebridad en su época siendo sus obras alabadas por todos los grandes nombres de su época. También es estimado Arguijo por la crítica moderna aunque, cosas de la veleidosa fama, resulta hoy un perfecto desconocido para el gran público. De este autor, y de la canción que lleva por título En la sazón dichosa, es la siguiente estrofa28:


No pisó la campaña
que Tormes riega o el Henares baña;
pero de este nudo fuerte
no duró mucho en tan feliz pujanza;
que la envidiosa suerte.


Pedro de Medina Medinilla, a quien no hay que confundir con el afamado escritor y científico renacentista Pedro de Medina, fue un poeta, presumiblemente sevillano, de cuya vida no se sabe prácticamente nada, salvo que marchó con tan sólo 20 años a América y allí falleció antes de 1621. Amigo y discípulo de Lope de Vega, y celebrado tanto por éste en El laurel de Apolo como por Cervantes en su Viaje al Parnaso, debe su fama a la égloga que dedicó en 1594 a la muerte de Isabel de Urbina, la esposa del Fénix de los Ingenios. A esta obra, que lleva por título Égloga en la muerte de doña Isabel de Urbina, y está dedicada al duque de Alba, pertenece la siguiente estrofa29:


Helado Guadarrama,
humilde Manzanares
por campos del divino Isidro arados,
riberas de Jarama,
vegas del claro Henares,
montes del Tajo, valles, selvas, prados.
Llorad los acabados años,
y la cosecha,
la estéril sementera,
la hambre venidera,
que ni luce el esquilmo, ni aprovecha.
Llore el ciprés y el olmo
por quien al campo daba hartura y colmo.


Luis de Góngora y Argote fue, como es sabido, la cabeza visible del culteranismo, el discutido movimiento literario que llevó hasta sus últimas consecuencias las exageraciones estilísticas del barroco. No obstante, sus romances son mucho menos recargados que el resto de sus obras al entroncarse directamente dentro de la gran tradición castellana. Y así, a modo de ejemplo, veamos parte de uno de estos romances, concretamente el titulado Ilustre Ciudad Famosa, que Góngora dedica a la ciudad de Granada comparándola con Salamanca y Alcalá30:


Y a ver tu Colegio insigne,
tanto que puede igualarse
a los que el agua del Tormes
beben, y la del Henares:
cuyas becas rojas vemos
poblar Universidades,
plazas de Audiencias y sillas
de Iglesias mil catedrales.


Existe otro romance atribuido a Góngora que lleva por título Henares el de Sigüenza31, aunque otros autores32 consideran errónea esta atribución afirmando que su autor es en realidad Francisco López de la Torre, escritor del que no poseo referencia biográfica alguna. Cabe suponer, a juzgar por el título de este romance, que el mismo debe de estar dedicado íntegramente a nuestro río, pero lamentablemente no he podido encontrarlo en ninguna de las antologías consultadas hasta el momento, razón por la que sólo puedo reseñar aquí su existencia.

Pasamos ahora a otro genio de la literatura española, Félix Lope de Vega y Carpio. Al igual que hiciera Cervantes en su Viaje al Parnaso, Lope escribió una larga obra en verso de carácter similar, a la que tituló Laurel de Apolo, en la que se alaba a los autores de la época... Que eran realmente muchos. Pero lo que aquí más nos interesa es el hecho de que Lope cita en numerosas ocasiones a los diferentes ríos españoles siempre en relación con los personajes a los que hace alusión; y el Henares, por cierto, sale muy bien parado en esta obra, circunstancia que no es de extrañar dado que tanto el Fénix de los Ingenios como muchos de los escritores contemporáneos suyos estudiaron en las aulas de la universidad de Alcalá. Y para empezar, y a modo de ejemplo, valga este terceto perteneciente a la silva II del aludido Laurel de Apolo33:


Honraste a Manzanares,
que venera en humilde sepultura
lo que el Tajo envidió, Tormes y Henares.


Y más, adelante, en la silva IV34:


Parece al claro Henares caudaloso.
¡Oh río venturoso!
Padre de ingenio, célebres al mundo,
que laurear solías
tus doctos hijos los felices días
del siglo que jamás tendrá segundo.


Inmediatamente después insistirá Lope35:


¡Felice edad pasada,
que honrabas los científicos varones!
¿Cuándo será que premies y repares
la gloria de tus hijos, sacro Henares?


La siguiente cita extraída de esta obra, dedicada como cabe suponer también al Henares, se refiere no obstante no a su paso por Alcalá, sino por la vecina ciudad de Guadalajara36:


Guadalajara, donde dan reflejos
de las ciencias de Henares tantos soles,
aunque vuelve los mismos tornasoles
que suelen al del cielo los espejos.


Pasando ahora de la silva IV a la VII, nos encontramos con esta estrofa37:


Cuando vuelvo los ojos
a tus famosos hijos, Manzanares,
a quien tantos despojos
deben el Tormes y el sagrado Henares.


Poco después, también en esta misma silva38:


¡Oh feliz Manzanares!
Si quieres exceder los pretendientes
del Tajo, el Betis, el Genil y Henares,
conduce de sus púlpitos y altares
aquellos dos hermanos eminentes
que merecieran mármoles romanos,
don Pedro de la Hoz y el maestro Fuentes.


Y también39:


Con que eres ya dorado Manzanares
del Tajo enojo, emulación de Henares.


Bueno, tanto como émulo del Henares... Porque, si bien el Henares no es ciertamente gran cosa como río, el Manzanares lo es aún menos. Continúa esta selección del Laurel de Apolo con la siguiente estrofa extraída de la silva X40:


Riberas del humilde Manzanares
apacentaba una pastora hermosa,
que trasladada del famoso Henares,
honraba su corriente sonorosa.


Finalmente, terminan las referencias al Henares existentes en esta obra con una extraída de la poesía que Lope dedica a Luis Gálvez de Montalvo, poeta natural de Guadalajara autor de la novela pastoril El pastor de Filida, que fue estudiada en el capítulo anterior41:


Pero quien se levanta revestido
de álamo blando y de laurel ceñido,
parece al claro Henares caudaloso
Oh, río venturoso
padre de ingenios célebres al mundo.


Dejamos ahora el Laurel de Apolo, pero no a Lope de Vega puesto que este escritor, en la égloga panegírica al Epigrama del Serenísimo Infante Carlos, obra que no es sino una poesía pastoril, nos dice lo siguiente42:


Así los dos pastores
del patrio Manzanares,
generoso Ramiro, discurrían,
en tanto que mayores
del Tormes y de Henares
a la inmortalidad sus versos fian.


De otra égloga, dedicada en esta ocasión al duque de Alba, es esta otra estrofa43:


Ni en las riberas del corriente Henares,
del patrio Tajo y Betis cristalino,
sino de nuestro humilde Manzanares.


Continuando con las églogas, en la titulada Amarilis volverá Lope a recordar de esta manera a nuestro río44:


Adonde el claro Henares se desata
en blando aljófar, nuevo amante Alfeo,
Aténas española se retrata,
fértil de sabios, en mayor liceo.


Se está refiriendo, claro está, a Alcalá y a su universidad. Más adelante, y en esta misma obra, insistirá el autor45:


Estos donde te vi, tristes lugares,
aunque llenos de sombras y de flores,
ya riberas del Tajo, ya de Henares,
serán más ocasión de mis dolores.


A la muerte del padre fray Hortensio Félix Paravicino es una nueva égloga en la que Lope nos dice lo siguiente:46


Entonces el humilde Manzanares,
soberbio de riberas, negaría
lo claro al Tajo y lo florido a Henares.


Alumno aventajado de la universidad alcalaína y buen conocedor, con toda seguridad, del ambiente cultural que se respiraba en la ciudad, no es de extrañar que Lope se acuerde también en sus escritos de los poetas complutenses; veamos qué es lo que dice de Francisco de Figueroa en este fragmento de la poesía que lleva por título, precisamente, A las obras de don Francisco de Figueroa47:


Que en tanto que tu Henares
llevare al Tajo sus cristales puros,
consagrarán altares
a tu memoria de Alcalá los muros,
y como otro Perseo,
serás de Atlante escudo meduseo.


No fue ésta la única vez que Lope recordó en sus obras al poeta alcalaíno, como bien nos recuerda Miguel de la Portilla al reproducir en su Historia de Alcalá este fragmento de poesía suya en el que, sin citarlo por su nombre, vuelve a aparecer nuestro río48:


Mas como tu Academia
no propone al Divino Figueroa,
si con verde laurel sus hijos premia:
Pero dirás, que el atributo loa,
cuanto decir pudiste:
Dichoso río, que decir le oiste
con tan suave acento y armonía,
que los nobles espíritus eleva:
De paso en paso injusto amor me lleva;
cuando dejarme descansar debía.


Citando a Francisco de Figueroa no podía faltar tampoco una referencia a Pedro Laínez, el otro gran poeta complutense del Renacimiento. Lope rinde homenaje a la memoria del mismo en la comedia Virtud, pobreza y mujer, lamentándose del olvido en el que caen los poetas que, aunque afamados en su época, no publican sus obras en vida49:


Tal fue de Pedro Laínez,
raro y único poeta,
por no imprimir olvidado.
Hoy Henares lo lamenta
del divino Figueroa.


Estudiante de la Universidad de Alcalá y por lo tanto conocedor de las tradiciones de la ciudad -entonces todavía villa- que la albergaba, Lope dedicaría un bello soneto a los santos Justo y Pastor, patronos de la entonces villa complutense. Titulado A los santos Justo y Pastor, sería incluido en las Rimas Sacras50:


La madre de las ciencias donde a tantos
verde laurel por únicos publica,
dos corderos al cielo sacrifica,
primicias ya de innumerables santos.

Bárbara mano entre dichosos cantos
hierro cruel a su marfil aplica,
y la ribera, de sus plantas rica,
himnos al Cielo ofrece en vez de llantos.

Henares, lastimado de que dentro
de sus términos Roma entrar procura,
saliéndole dos niños al encuentro,

rompió la margen, y la sangre pura
bebió a la tierra, y retirado al centro
le dio en arenas de oro sepultura.


La epístola que lleva por título Al contador Gaspar de Barrionuevo, incluida en las Rimas humanas de Lope, también hace alusión al Henares; comprobémoslo51:


Glorioso corre el apacible Henares,
y con la luz de su academia el Tormes
murmura entre sus mármoles dispares.


Continuando con la selección de citas literarias de Lope de Vega que hacen referencia al Henares, hemos de detenernos en el poema en el que este autor describe el jardín del duque de Alba52:


Estoy ausente, preso y desterrado,
envidioso de Henares que te tiene,
aunque de mis tristezas consolado;
que después de las nubes el sol viene.


Al poema titulado La mañana de San Juan en Madrid pertenece el siguiente fragmento53:


Rogada finalmente y interpuesta
la autoridad del sacro Manzanares,
por ser aurora de tan grande fiesta,
que hasta en los bosques le consagra altares,
templó la lira, y a cantar dispuesta
los dulces versos de un pastor de Henares,
mudó el compás, y enamorado el viento
acompañó la voz el instrumento.


Fray Francisco del Niño Jesús fue un monje carmelita descalzo que, con anterioridad a su ordenación fue durante varias décadas enfermero del alcalaíno Hospital de Antezana, siendo asimismo el fundador de una casa de arrepentidas -antiguas prostitutas- que, andando el tiempo, se convertiría en el convento de agustinas de Santa María Magdalena. Muy querido no sólo en Alcalá, sino también en Madrid y Valencia, ciudades en las que también residió, a causa de su extremada caridad, Lope le dedicó una obra de teatro, titulada El rústico en el cielo, en la que describe su vida, y en la que aparece citado el Henares en un par de ocasiones. La primera corresponde al momento en el que, tras ser ordenado, marcha fray Francisco a un convento de carmelitas de Madrid, lo que causa gran consternación en Alcalá tal como recitan varios de los protagonistas54:


Hoy queda Alcalá desierta.
Hoy nuestro amparo también.
Hoy nuestra acogida incierta.
Llore el caudaloso Henares,
los campos lloren, las fuentes
la envidia de Manzanares.


Cuando más adelante fray Francisco marche de Madrid a Valencia, en la corte también se lamentarán de su ausencia55:


¡Oh, cuánto habrá llorado Manzanares!
El claro Henares le lloró primero,
y la Academia de la flor de España.


Concluye esta larga antología de textos de Lope de Vega con dos citas extraídas de una de sus numerosas obras dramáticas, la comedia titulada La juventud de San Isidro, escrita con motivo de la canonización, en 1622, del santo patrón madrileño. La obra es una hagiografía completamente desfasada del santo -debió de tratarse de una de tantas obras de circunstancias escritas por Lope- en la que no faltan, en boca de Isidro, unas curiosas profecías relativas a su futuro... Que es, curiosamente, el presente del autor. Pero centrémonos en el texto y, más concretamente, en la primera de las referencias al Henares, puesta en boca de un bravo capitán madrileño que retorna a la villa luego de haber vencido en sangrienta batalla a los moros en la ribera de nuestro río56:


Llegué de Henares a la verde orilla
que cubren blancos álamos frondosos,
y alojados allí me dieron nuevas
del Moro, sus tambores y jabebas.


Las jabebas, o ajabebas, que de ambas maneras se las conoce, eran unas flautas moriscas, aclarado sea esto para los lectores curiosos. Pasemos ahora a la descripción de la épica batalla la cual se saldará, evidentemente, con una rotunda victoria de las huestes cristianas que, por exigencias del guión, eran también madrileñas57:


Santiago, dicen; y al decir Santiago,
responden con las armas los aceros,
haciendo por los moros fiero estrago
los de Madrid valientes caballeros:
el campo se volvió sangriento lago;
Henares sepultó mil moros fieros,
que arrojados al agua, que bebían,
las opuestas riberas pretendían.


Hemos de recordar ahora a otro de los grandes escritores del Siglo de Oro, Francisco de Quevedo, también buen conocedor de Alcalá por haber estudiado asimismo en su universidad. Gracias a ello Quevedo nos regalará en sus obras con varias referencias a la ciudad complutense y a su entorno, como ocurre en uno de los poemas amorosos que escribiera en sus años de estudiante, en el que se dirige al Henares con estas palabras58:


No cantes más, pues ve que nunca aflojo
la rienda al llanto en míseras porfías,
sin menguárseme parte del enojo.
Que mal parece, si tus aguas frías
son lágrimas las más, que triste arrojo,
que canten, cuando lloro, siendo mías.


O en este otro59:


Detén tu curso, Henares tan crecido,
de aquesta soledad músico amado,
en tanto que contento mi ganado
goza del bien.
Aquí donde tu curso retorciendo
de parlero cristal, Henares santo,
en la esmeralda de su verde manto
ya engastándose va, y va escandiendo.


Bella poesía, sin ningún género de dudas, y digna muestra del buen hacer de su autor. Pero existe otra versión diferente de la misma, en esta ocasión un soneto escrito hacia 1599 que, con el título de Soneto amoroso, dice lo siguiente60:


Detén tu curso Henares, tan crecido,
de aquesta soledad músico amado,
en tanto que, contento, mi ganado
goza del bien que pierde este afligido;

Y en tanto que en el ramo más florido
endechas canta el ruiseñor, y el prado
tiene de sí al verano enamorado,
tomando a mayo su mejor vestido.

No cantes más, pues ves que nunca aflojo
la rienda al llanto en míseras porfías,
sin menguárseme parte del enojo,

Que mal parece, si tus aguas frias
son lágrimas las más, que triste arrojo,
que canten, cuando lloro, siendo mías.


También de Quevedo, y asimismo obra de juventud -Astrana Marín lo fecha hacia 1598-, es el soneto Llanto, presunción, culto y tristeza amorosa61:


Esforzaron mis ojos la corriente
de este, si fértil, apacible río;
y cantando frené su curso y brío:
¡tanto puede el dolor en un ausente!

Mireme incendio en esta clara fuente
antes que al prendiese yelo frío,
y vi que no es tan fiero el rostro mío
que manche, ardiendo, el oro de tu frente.

Cubrió nube de incienso tus altares,
coronélos de espigas en manojos,
sequé, crecí con llanto y fuego a Henares.

Hoy me fuerzan mi pena y tus enojos
(tal es por ti mi llanto) a ver dos mares
en un arroyo, viendo mis dos ojos.


Muy posterior en el tiempo a los anteriores, ya que fue escrito por Quevedo en el ocaso de su vida, es el siguiente fragmento62:


Yo soy aquel mortal que por su llanto
fue conocido más que por su nombre
ni por su dulce canto;

mas yo soy sombra sólo de aquel hombre
que nació en Manzanares,
para cisne del Tajo y el Henares.


Hemos de dejar ahora momentáneamente a los grandes escritores del Siglo de Oro para recordar otras obras menores, aunque no por ello carentes de interés. Y así, nos encontramos con una de la que únicamente he podido obtener su referencia y no el texto: el soneto de Pedro de Valencia Del claro y sacro Henares la corriente63.

Más suerte tuve con la canción Escucha, o claro Enares64, recogida por Claudio de la Sablonara en su Cancionero musical poético del siglo XVII, publicado entre 1624 y 1625. El cancionero, que se conserva en la Biblioteca Estatal de Baviera, en Múnich, recoge 75 canciones polifónicas españolas y portuguesas del primer cuarto del siglo XVII, de las que la que nos interesa hace el número 45. Escrita para tres voces, su texto dice lo siguiente:


Escucha oh claro Enares
a un pastor que del Tajo cristalino
apacentar pesares
dentro del alma a sus riveras vino;
que assi llorando enojos
derramando está el alma por los ojos.


Continuamos ahora con una descripción geográfica que sobre Alcalá y su río hizo en 1617 el geógrafo alemán Martín Zeiller, un inquieto viajero que dedicó parte de su vida a recorrer varios países europeos, entre ellos España, país que describió en su obra Hispaniæ et Lvsitaniæ itinerarium, de la cual está extraído el fragmento que sigue65:


Situada en un lugar realmente agradable de Castilla, se extiende [Alcalá] en una amplia llanura junto al río Henares, palabra que proviene de heno, del que hay en abundancia.


Casi de la misma época, ya que fue dado a conocer en 1619, es este soneto anónimo dedicado a san Urbicio, el santo que trasladó en el siglo VIII las reliquias de los Santos Niños, los patronos de Alcalá, desde la antigua Compluto hasta el Pirineo oscense. Y, aunque no se conoce su autor, sí que se sabe que quien lo recogió y lo dio a conocer fue un tal padre Ainsa, sacerdote oscense que lo incorporó a su obra titulada Fundación, excelencias, grandezas y cosas memorables de la antiquísima ciudad de Huesca, libro publicado en esta capital aragonesa en el citado año de 161966:


Mientras que el vil y fementido moro
quita su antigua libertad a España,
y ella de verse en aflicción tamaña
llorando está, olvidado su decoro,
quitas, Urbez, a Henares su tesoro,
y a Justo y a Pastor libras con maña
de la rabia morisca: digna hazaña
de cincelarse en cedro, mármol y oro.
Y aunque sin tal tesoro la dejaste,
a su patria Alcalá no has ofendido,
antes bien con tal hecho has obligado;
pues dos hijos de moros le libraste,
y con ellos a Huesca te has venido
dichosa por guardar lo que has hurtado.


Ciertamente los alcalaínos nunca estuvieron de acuerdo con la tesis defendida por el anónimo poeta aragonés, y su razón no debía de faltarles si recordamos que los oscenses olvidaron devolver las reliquias una vez que Alcalá fue reconquistada a finales del siglo XI. De nada servirían los continuados intentos de los complutenses (unos por las buenas y otros por las malas) encaminados a conseguir el rescate de los restos de sus patronos, y sólo sería durante el reinado de Felipe II cuando, tras arduas negociaciones en las que tuvo que intervenir el propio monarca, se logró que retornaran parte de ellas a su ciudad de origen. Volvamos de nuevo a los libros de geografía recordando una obra, muy poco conocida hoy en día, que fue publicada en 1623 con el título de Teatro de las Grandezas de la Villa de Madrid Corte de los Reyes Católicos de España, libro que en su capítulo III Del origen del Rio Mançanares; fuentes que tiene Madrid, y Rios que bañan sus terminos, dice lo siguiente67:


Passan por la tierra de Madrid los rios Guadarrama, Xarama, Torote, Henares, y á la vista de sus terminos el caudaloso Rio Tajo.


Comenzaba ya a apuntar el centralismo madrileño, y eso a pesar de que la mayor parte de la actual provincia de Madrid -y por lo tanto casi todos los ríos citados- pertenecía entonces a la jurisdicción de otras ciudades distintas de la Villa y Corte tales como Segovia, Guadalajara o Toledo. Pero retomemos ahora de nuevo el hilo de los comentarios que sobre el poeta alcalaíno Francisco de Figueroa vertieron tantos y tantos escritores españoles recordando en esta ocasión el primer terceto del soneto titulado A Francisco de Figueroa, firmado por Cristóbal de Mesa y publicado inicialmente en 1618 en una antología de versos originales de este autor para, siete años más tarde, ser incluido a modo de homenaje en las Obras de Francisco de Figueroa editadas por Luis Tribaldos de Toledo, biógrafo de El Divino68:


Por ti, divino Figueroa, Henares
puede vencer en soberana gloria
al Tajo, al Tibre, Al Arno, Al Rheno, al Nilo.


Algo exagerada la comparación, sin duda. Pero continuemos con este libro, la primera edición de las obras de Figueroa, recogiendo el extracto del breve discurso que el propio Luis Tribaldos de Toledo hace acerca de la vida del poeta biografiado, refiriéndose el párrafo seleccionado, concretamente, al retorno de Figueroa a Alcalá una vez que éste se hubo retirado de la corte madrileña69:


Retiróse en summa a su patria, i rio Henares, donde gastò el résto de su vida tan admirado de toda la villa, i universidad, que yendo a las escuelas llevava tras si los ojos de la flor dellas.


El mismo Tribaldos le dedicaría también un soneto, titulado A Francisco de Figueroa, que incluyó en la citada antología. Leamos su primer terceto70:


Rendida en Arno, i Tybre la hermosura
Del plectro a que aspirò vivo contino
De Henares bolò a provar ventura.


Juan Pérez de Montalbán, uno de tantos escritores del Siglo de Oro que fueron estudiantes en la universidad de Alcalá, publicó en 1624 la obra titulada Orfeo en lengua castellana, a la cual pertenece el siguiente fragmento71:


Don Lorenzo Vander a Manzanares
de su verde laurel corona y premia,
y a su alabanza (sin los patrios Lares)
de Sebastián Francisco Apolo apremia;
si al Maestro de tantos, claro Henares,
Alonso Sánchez, luz de tu Academia,
quieres loar, podrás como él se alabe,
pues tantas ciencias como lenguas sabe.


También de Juan Pérez de Montabán es la obra titulada La fuerza del desengaño, en la cual describe a Alcalá en estos términos72:


Riégala Henares, tan apacible y caudaloso como celebrado de los poetas, corriendo entre una fresca y hermosa alameda guarnecida de árboles y flores.


A continuación se describe en la misma una boda celebrada entre los protagonistas73:


Y para que todos supiesen de su dicha, convidó sus deudos, y quiso fuese la boda en una ermita que está en las orillas del Henares, que llaman Santa María del Val, devoción y holgura de aquella vida.


Por último, durante la ceremonia de la boda se declamará una poesía que comienza con la siguiente estrofa74:


Oid, pastores de Henares,
lo que en aquestas riberas
vestís a vuestra esperanza
con el color de las yerbas.




NOTAS


1 CASTRO Y ANDRADE, Clara María de. Citado por Ana Navarro en Antología poética de escritoras de los siglos XVI y XVII. Biblioteca de escritoras, nº 1. Ed. Castalia-Instituto de la mujer. Madrid, 1989. Pág. 156.

2 GONZÁLEZ, Gregorio. El Guitón Honofre. Ed. de Hazel Genéreux Carrasco. Col. Estudios de Hipanófila, nº 25. Departamento de Lenguas Romances. Universidad de Carolina del Norte, 1973.

3 ESPINOSA, Licenciado. Op. cit., pág. 10r (38).

4 MADRIGAL, Miguel de. Segunda parte del romancero general y flor de diversa poesía. Edición de Joaquín de Entrambasaguas. Biblioteca de antiguos libros hispánicos. Serie B vol. III. Instituto de Filología Hispánica "Miguel de Cervantes" (C.S.I.C.). Madrid, 1948.

5 Op. cit., T-I, pág. 143.

6 Op. cit., T-II, págs. 102 y 103.

7 Op. cit., T-II, pág. 276.

8 Romancero General. Ed. González Palencia. Madrid, 1947. T-I, pág. 91.

9 Op. cit., T-II, pág. 252.

10 Citado por Isabel Alastrué Campo en Alcalá de Henares y sus fiestas públicas (1503-1675). Col. Ensayos y documentos, nº 9. Universidad de Alcalá de Henares, 1990. Pág. 239.

11 LÓPEZ DE VILLODAS, Juan. Citado por Mª Cristina Sánchez Alonso en Impresos de los siglos XVI y XVII de temática madrileña. C.S.I.C. Madrid, 1981. Doc. nº 54, pág. 34.

12 MARINEO SÍCULO, Lucio. Recogido por Andrés Schott. Citado por Pedro Olea Álvarez en Los ojos de los demás. Viajes de extranjeros por el antiguo obispado de Sigüenza y actual provincia de Guadalajara. Librería Rayuela. Madrid, 1998. Pág. 111.

13 LABAÑA, Juan Bautista. Citado por Pedro Olea Álvarez en Los ojos de los demás. Viajes de extranjeros por el antiguo obispado de Sigüenza y actual provincia de Guadalajara. Librería Rayuela. Madrid, 1998. Pág. 119-120.

14 CARAISCO DE FIGUEROA, Bartolomé. Templo militante. Flos sanctorum y triumphos de sus virtudes. Tercera parte. Lisboa, Pedro Cresbeek, 1613. Citado por Justo de Sancha en Romancero y cancionero sagrados. Colección de poesías cristianas, morales y divinas. Biblioteca de Autores Españoles. Ed. Rivadeneyra. Madrid, 1855. Págs. 301-302.

15 CERVANTES, Miguel de. El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. J. Pérez del Hoyo, editor. Madrid, 1963. Pág. 55.

16 Op. cit., pág. 63.

17 Op. cit., pág. 442.

18 CERVANTES, Miguel de. La Galatea. Edición, introducción y notas de Juan Bautista Avalle-Arce. Ed. Espasa-Calpe. 2ª ed. Madrid, 1968.

19 Op. cit., T-I, pág. 64.

20 Op. cit., T-I, pág. 95.

21 Op. cit., T-I, pág. 98.

22 Op. cit., T-I, pág. 104 y 105.

23 Op. cit., T-I, pág. 116.

24 Op. cit., T-I, pág. 206.

25 CERVANTES, Miguel de. Viaje al Parnaso. Obras menores de Cervantes. Vol. II. Col. Diamante, nº 95. Antonio López, editor. Barcelona. Pág. 76.

26 CERVANTES, Miguel de. Citado por Eduardo Martín de la Cámara en el prólogo de La elección de los alcaldes de Daganzo. Edición de Eduardo Martín de la Cámara. Madrid, 1919. Pág. 10.

27 CERVANTES, Miguel de. Los trabajos de Persiles y Sigismunda. Col. Austral, nº 1065. 5ª ed. Ed. Espasa-Calpe. Madrid, 1979. Libro III, cap. VIII. Págs. 206 y 207.

28 ARGUIJO, Juan de. En la sazón dichosa. Recogida en Epístola moral a Fabio y otras poesías del barroco sevillano. Edición de José Onrubia de Mendoza. Col. Libro Clásico, nº 125. Ed. Bruguera. Barcelona, 1974. Pág. 127.

29 MEDINA MEDINILLA, Pedro de. Égloga en la muerte de doña Isabel de Urbina. Edición y prólogo de Gerardo Diego. Ed. La Atalaya. Santander, 1924.

30 GÓNGORA Y ARGOTE, Luis de. Romances. Edición de José Mª de Cossío. Col. Libro de Bolsillo, nº 724. Sección Clásicos. 2ª ed. Alianza Editorial. Madrid, 1982. Romance nº 22, pág. 58.

31 Op. cit, pág. 238. Lista de primeros versos de romances atribuidos a Góngora que no figuran en la presente edición.

32 GÓNGORA Y ARGOTE, Luis de. Obras completas. Recopilación de Juan e Isabel Mille Giménez. Ed. Aguilar. Madrid, 1961.

33 VEGA Y CARPIO, Félix Lope de. El laurel de Apolo. Obras no dramáticas de Frey Félix Lope de Vega Carpio. Edición de Cayetano Rosell. Biblioteca de Autores Españoles, nº 38. Ed. Atlas. Madrid, 1950. Pág. 191.

34 Op. cit., pág. 201.

35 Op. cit., pág. 201.

36 Op. cit., pág. 203.

37 Op. cit., pág. 211.

38 Op. cit., pág. 213.

39 Op. cit., pág. 214.

40 Op. cit., pág. 226.

41 VEGA Y CARPIO, Félix Lope de. El laurel de Apolo. Citado por José Mª Alonso Gamo en Luis Gálvez de Montalvo. Vida y obra de ese gran desconocido. Institución provincial Marqués de Santillana. Guadalajara, 1987.

42 VEGA Y CARPIO, Félix Lope de. Égloga panegírica al epigrama del serenísimo infante Carlos. Obras no dramáticas... Págs. 311 y 312.

43 VEGA Y CARPIO, Félix Lope de. Égloga al Duque de Alba. Op. cit., pág. 313.

44 VEGA Y CARPIO, Félix Lope de. Amarilis. Op. cit., pág. 321.

45 VEGA Y CARPIO, Félix Lope de. Op. cit., pág. 326.

46 VEGA Y CARPIO, Félix Lope de. A la muerte del padre fray Hortensio Félix Paravicino. Op. cit., pág. 336.

47 VEGA Y CARPIO, Félix Lope de. A las obras de don Francisco de Figueroa. Op. cit., pág. 348 y 349.

48 VEGA Y CARPIO, Félix Lope de. Citado por Miguel de la Portilla y Esquivel en Historia de la ciudad de Compluto, vulgarmente Alcalá de Santiuste, y aora de Henares. Parte II, pág. 6.

49 VEGA Y CARPIO, Félix Lope de. Citado por Christopher Maurer en Obra y vida de Francisco de Figueroa. Ed. Istmo. Madrid, 1988. Pág. 92.

50 VEGA Y CARPIO, Félix Lope de. Citado por Isabel Alastrué Campo en Alcalá de Henares y sus fiestas públicas (1503-1675). Col. Ensayos y documentos, nº 9. Universidad de Alcalá de Henares, 1990. Pág. 159.

51 VEGA Y CARPIO, Félix Lope de. Al contador Gaspar de Barrionuevo. Obras no dramáticas... Pág. 428.

52 VEGA Y CARPIO, Félix Lope de. Descripción de la abadía, jardín del Duque de Alba. Op. cit., pág. 454.

53 VEGA Y CARPIO, Félix Lope de. La mañana de San Juan de Madrid. Op. cit., pág. 463.

54 VEGA Y CARPIO, Félix Lope de. El rústico del cielo, tragicomedia famosa. Decimoctava parte de las comedias de Lope de Vega Carpio. Imprenta de Juan González. Madrid, 1623. Fol. 275.

55 Op. cit., fol. 277.

56 VEGA Y CARPIO, Félix Lope de. La juventud de San Isidro. Biblioteca de Autores Españoles, tomo nº 178. Ed. Atlas. Madrid, 1965. Pág. 369.

57 Op. cit., pág. 369.

58 QUEVEDO, Francisco de. Citado en www.iespana.es/revista-abril/(42)aria.htm

59 QUEVEDO, Francisco de. Citado por José Fradejas Lebrero en Geografía literaria de la provincia de Madrid. Biblioteca de Estudios Madrileños, IV. Instituto de Estudios Madrileños (C.S.I.C.). Segunda edición, Madrid, 1992. Pág. 124.

60 QUEVEDO, Francisco de. Poesía original completa. Edición, introducción y notas de José Manuel Blecua. Ed. Planeta. Barcelona, 1983, 2ª ed. Pág. 382.

61 QUEVEDO, Francisco de. Op. cit., pág. 352.

62 QUEVEDO, Francisco de. Citado por Pedro de Lorenzo en Viaje de los ríos de España. Colección “El arca de papel”, nº 184. Ed. Plaza y Janés. 7ª edición (1ª en esta colección). Barcelona, 1981. Pág. 126.

63 VALENCIA, Pedro de. Recogido por Jerónimo de Alcalá Yáñez y Ribera en Milagros de Nuestra Señora de la Fuencisla... Salamanca, 1615.

64 SABLONARA, Claudio de la. Cancionero musical poético del siglo XVII. Edición crítica de Judith Ertzion. Tamesis Books. Londres, 1996.

65 ZEILLER, Martín. Citado por Pedro L. Ballesteros Torres en Alcalá de Henares vista por los viajeros extranjeros (siglos XVI-XIX). Brocar, Asociación Bibliófila y Cultural. Alcalá de Henares, 1989. Pág. 43.

66 ANÓNIMO. Recogido por el padre Ainsa en Fundación, excelencias, grandezas y cosas memorables de la antiquísima ciudad de Huesca (1619). Citado por Damián Iguacén Borao en Vida de San Urbez, Sol de la montaña. Zaragoza, 1969. Pág. 153.

67 ANÓNIMO. Citado por Mª Cristina Sánchez Alonso en Impresos de los siglos XVI y XVII de temática madrileña. C.S.I.C. Madrid, 1981. Documento nº 175, pág. 106.

68 MESA, Cristóbal de. Citado por Christopher Maurer en Obra y vida de Francisco de Figueroa. Ed. Istmo. Madrid, 1988. Pág. 11.

69 TRIBALDOS DE TOLEDO, Luis. Op. cit., pág. 422.

70 TRIBALDOS DE TOLEDO, Luis. Op. cit., pág. 425.

71 PÉREZ DE MONTALBÁN, Juan. Orfeo en lengua castellana. Imprenta de Alonso Pérez. Madrid, 1624. Edición facsímil de la Ed. Ara Iovis a cargo de Melquiades Prieto. Aranjuez, 1991. Canto IIII, pág. 37.

72 PÉREZ DE MONTALBAN, Juan. La fuerza del desengaño. recogido por Joan Estruch en Literatura fantástica y de terror española del siglo XVII. Colección Rutas. Ed. Fontamara. Barcelona, 1982. Pág. 27.

73 Op. cit., pág. 36.

74 Op. cit., pág. 36.





Publicado en el volumen VI-VII de los Anales Complutenses (1994-95)
Actualizado el 18-10-2022