El Henares y los escritores alcalaínos
(Primera parte)





Al iniciar este capítulo no tengo sino que repetir lo ya explicado en el anterior, con una única salvedad: la inclusión de varios alcalaínos universales (Cervantes, Azaña...) en la parte del trabajo correspondiente a la literatura española en general, razón por la que, lógicamente, estarán ausentes aquí. Por lo demás, aquí podremos leer todas aquellas referencias que, sobre el Henares, escribieron los autores alcalaínos a lo largo de los años.

Para empezar, bueno es hacerlo con un fragmento del sermón pronunciado, en marzo de 1816, por el racionero de la iglesia Magistral alcalaína don Pedro Francisco Oñoro, con motivo de la conmemoración de la batalla del Zulema -en realidad poco más que una pequeña escaramuza-, ocurrida tres años antes y saldada con la victoria de las tropas de Juan Martín el Empecinado y la evacuación de Alcalá por las tropas napoleónicas que tanto daño habían hecho en la ciudad1:


Vosotros, complutenses, los visteis desamparar apresuradamente la ciudad y el campo del Henares, huyendo vergonzosamente.


También en ese mismo año de 1816, concretamente en el mes de agosto, el rey Fernando VII visitó Alcalá, siendo agasajado con todos los honores tanto por el ayuntamiento como por la universidad, una iniciativa que habría de pagar bien cara la ciudad cuando algunos años después los liberales accedieron al gobierno de España. En un folleto publicado para recordar la efeméride se recogió, además de la crónica de la visita, la arenga hecha al monarca, en un estilo tan ampuloso como servil, por Nicolás Heredero y Mayoral, catedrático de la universidad y canónigo de la parroquia de Santa María la Mayor. Puesto que en un momento determinado se cita al Henares, conviene recordarlo aquí2:


Toda persona culta venga á beber en las riberas del Henares la castiza elocuencia de Solís y Cervantes, y el patriotismo é interes nacional que corre de la pluma de Florian de Ocampo, de Ambrosio de Morales, de Loaisa y del imparcial Mariana.


Hemos de dar un salto hasta 1831 para encontrarnos con una poesía de autor anónimo recogida por José Antonio Rayón en su Memoria Histórica de lo ocurrido en el Teatro de la ciudad de Alcalá de Henares..., a la cual pertenece el siguiente fragmento3:

Las amenas riberas que circunda
el caudaloso Henares, y sus sitios
poblados de verdura y de follaje,
tantas veces de amor fieles testigos.


Javier Soravilla era un magistrado de la Audiencia de Alcalá que en 1876 publicó una poesía, dedicada a Cervantes, en la que se lamentaba de que la triste tapia que quedaba de su supuesta casa estuviera a punto de derrumbarse, ante la indiferencia de los alcalaínos. En realidad se trataba de un error ya que, lo que durante mucho tiempo se tuvo por la casa natal del autor del Quijote, justo donde ahora se alza el Teatro Salón Cervantes, era tan sólo la modesta huerta del vecino convento de Capuchinos... Pero esto no desmerece el valor de la poesía, a la cual pertenece la siguiente estrofa4:

Y no es que fije su orgullo
en sus viejos alminares
ni en el cadencioso arrullo
con que la duerme el murmullo
de las linfas del Henares.


Nuestra siguiente etapa es el curioso libro titulado Memoria. Acuerdos y sesiones literarias en honor de Cervantes5, editado por el entonces tan sólo ilustre ayuntamiento complutense en el año 1880. Como su nombre indica, este libro es una recopilación de los artículos y trabajos literarios escritos sobre Cervantes en los años anteriores al de publicación del mismo, clasificados cronológicamente. Leamos lo que escribía Federico García Carballo en su obra Fantasía, leída inicialmente En el aniversario CCCXXIX del natalicio de Cervantes en el salón de actos del ayuntamiento el 9 de octubre de 18766:


Ha trescientos veintinueve años, las agrestes alturas complutenses, las frescas riberas del Henares y sus argentinas aguas, recibían cariñosas “las doradas hebras de los hermosos cabellos que el rubicundo Apolo tendiera” del cual a los besos abrían sus cálices las poéticas flores embalsamando con su aroma, “los pequeños y pintados pajarillos con sus arpadas lenguas”, saludaban con dulce y meliflua armonía la venida de la rosada aurora del nueve de octubre de mil quinientos cuarenta y siete.


Realmente recargada la frase en cuestión; gustos de la época. Justo un año después, en el 330º aniversario del nacimiento de Cervantes, leyó Antonio Arnao, el 9 de octubre de 1877 y también en el salón de actos del ayuntamiento, una poesía titulada En Alcalá de Henares, a la cual pertenece la siguiente estrofa7:


En esta insigne ciudad,
blasón de la noble España
y luz de la antigüedad;
ciudad que el Henares baña
con orgullosa humildad.


Sólo dos años después, en 1882, aparecería la primera de las numerosas guías que se han escrito sobre nuestra ciudad, la Guía del viajero en Alcalá de Henares8, escrita por Liborio Acosta, un canónigo de la iglesia Magistral alcalaína. Este antecedente de nuestras modernas guías tiene gran interés puesto que describe detalladamente el estado de los diferentes monumentos de la ciudad a finales del siglo XIX, en especial el interior de la Magistral antes de que la poco afortunada restauración de principios del siglo XX primero, y la guerra civil después, la dejaran convertida en una pálida sombra de lo que fue. De esta guía, y del capítulo titulado Bosquejo de Alcalá, he extraído el siguiente párrafo9:


Alcalá está situada a orillas del río que la distingue de las demás poblaciones de su nombre, en una extensa explanada circuida en su parte sur, sudeste y sudoeste por un elevado semicírculo de cerros desiguales, a cuyos pies se arrastra sosegado el Henares, excepto cuando las lluvias le hacen caudaloso o salir de madre.


No cabe duda de que uno de los principales hitos de la bibliografía local alcalaína es la Historia de la ciudad de Alcalá de Henares10, escrita por Esteban Azaña entre 1882 y 1883 y reeditada en edición facsímil un siglo después por la Universidad alcalaína. Dentro de los cánones ya superados de la historiografía del siglo XIX, y teniendo en cuenta el carácter local de la obra, es justo reconocer que el resultado fue muy digno e interesante aún hoy en día. Esta historia, dividida originalmente en dos tomos que fueron agrupados en un único volumen en su reedición, es bastante amplia y recoge numerosas referencias a nuestro río. Empezando por el libro primero y por la introdrucción del mismo, nos encontramos con la siguiente descripción de la Alcalá de entonces11:


Antes de llegar a ella según venimos de Madrid, se ha podido observar un alto cerro a cuyas plantas se desliza el río, y de esta parte del Henares, un extraño paredón de cal y canto, y un manso arroyuelo que no muy lejos del sitio que aquél ocupa rinde pobre tributo al Henares.


El arroyuelo a que hace referencia Azaña es evidentemente el Camarmilla, y el muro es el Paredón del Milagro, un resto de la basílica romana en donde la tradición ubica el martirio de los Santos Niños. La introducción continúa con estas palabras12:


Compluto no existe ya, (...) y el susurrante murmullo del Camarmilla y del Henares, son los ayes de dolor que lanzan los hados que se complacen en sus creaciones.


Triste lamento de un alcalaíno que veía cómo la decadencia de su ciudad alcanzaba las cotas más bajas de su milenaria historia, consolándose con el recuerdo de su pasado glorioso13:


La ciudad de los príncipes y reyes, la ciudad de los mártires y santos, la de los concilios y cortes, la de la Políglota y las imprentas, la regocijo de las musas y complacencia de los dioses, la arrullada por el Henares y celebrada de los poetas, la apreciada de los arzobispos y querida de los monarcas, la envidiada del mundo y predilecta de Cisneros, la. patria de cien lumbreras, la émula de Toledo y Salamanca, ha muerto.


Finalmente, terminará confiando Azaña en un futuro mejor para su ciudad, tras el triste espectáculo de su presente14:


Que se convierta en el Versalles español, a lo que se presta la feracidad de su suelo, la cercanía de sus aguas subterráneas, las que tranquilamente se deslizan en el lecho del Henares y las artesianas, que sin gran coste podrían hacerse brotar.


Ciertamente la Alcalá actual es muy diferente de la que conociera Esteban Azaña e indiscutiblemente mejor, aunque muy distinta en sus claroscuros de la imaginada por el historiador complutense. Dejando atrás la introducción, y ya en el cuerpo de la obra, encontramos una descripción que Esteban Azañia hace del curso del río15:


En la dilatada tierra de Nueva Castilla, existe una meseta cuyo nivel sobre el mar excede a dos mil pies; y más allá de Sigüenza, antigua Segontia, y en tierra de Horna, nace un manso arroyuelo que pronto se convierte en proceloso río, si bien mermada hoy su corriente. Lame este río, que lleva por nombre Henares, y el cual tras 13 miriámetros de curso, confundido con el Jarama, rinde tributo al Tajo, una larga cordillera de escarpados montes, con quienes mantiene eterna lucha y a la que roba y escarna sus laderas.

Tanto como proceloso... Volveremos a encontrarnos con el río cuando don Esteban habla de la mítica Iplacea, la población prerromana que habría de ser, de haber existido realmente, el más remoto antecedente de la actual Alcalá16:


Abandonada la población, rindiéronse a su gran pesadumbre, y rodando por el monte llegaron algunos de aquellos peñones en caprichosa confusión, hasta las márgenes del Henares, dando nombre al sitio donde yacen, que es conocido por las Peñuelas; donde esperan la crecida del Henares que las ha de sepultar en sus cristalinas ondas.


Y poco después17:


¡Qué de luchas sostenidas en aquellos pliegues del terreno y vericuetos, entre naturales y extranjeros; cuántas veces se habrán visto enrojecidas por la sangre española las aguas del Henares!


No acaban aquí las referencias a nuestro río, que son muy abundantes y francamente interesantes. Así, continuando con la lectura del libro, nos encontramos con lo siguiente18:


Recorriendo las poéticas riberas del Henares y junto al sitio de las Peñuelas que ya conocen nuestros lectores, se ven algunos restos de sólida fábrica, supuestos estribos de un puente que en aquellos tiempos ponía en comunicación la población de Iplacea con la orilla derecha del río.


Y más adelante19:


Indudablemente San Félix el Complutense y mártir de Córdoba, es uno de los más bellos florones de la historia religiosa de nuestra ciudad; nacido en nuestra antigua población romana y arrullado en los albores de su infancia por las susurrantes ondas del Henares que en su poético murmullo convidaban a nuestro Complutense a la reflexión y estudio de la sana doctrina de Jesu-Cristo, arraigábanse en su corazón las saludables máximas del mártir del Gólgotha.


Más adelante, Esteban Azaña describe así la fundación mítica de Alcalá20:


Está demostrada la existencia de un pueblo en la meseta del Viso cuyos pies lame el Henares; el castillo moruno que sobre el río se levantaba, y anteriormente Compluto, vieron bañados los cimientos de sus muros por las ondas de aquél y en sus mismas calles serpenteaba el Camarmilla, que unido a la humedad del suelo, dio el nombre de Compluto a aquella ciudad.


Concluye el tomo primero con una referencia a Cisneros y a su universidad21:


Obtenidas por Cisneros las primeras licencias y gozando su diócesis de toda la quietud que deseaba, comenzó la fábrica del colegio mayor, eligiendo un lugar que por la hermosura de su situación, pureza del aire y cercanías del Henares, era agradable a las personas dedicadas al estudio.


El tomo segundo de esta obra22 es, por el contrario, mucho menos abundante en referencias al Henares, aunque sí existen algunas como ésta que habla de una antigua inundación23:


Era llegado el 21 de febrero del año dicho de 1620, y nuestros habitantes observaban desde las torres de su villa las aguas del Camarmilla cubriendo al norte y oeste de sus campos, y las turbias ondas del pedregoso Henares lamiendo las murallas del este y sur de la población.


Terminamos el estudio de la obra de Esteban Azaña con la descripción del hallazgo de la Virgen del Val hace ahora más de ochocientos años24:


Nos dice la tradición que, corriendo el año 1184, hallábase un pobre labrador surcando la tierra cercana a la tabla del Henares que lame el pie del cerro de Alcalá la Vieja, y que es la que hoy ocupa la ermita...


Tal como indica la anterior cita, en 1884 se celebró el séptimo centenario del descubrimiento de la Virgen del Val, una efeméride que, evidentemente, dejaría su huella literaria en la ciudad. Tomás Dispierto, un beneficiado de la iglesia Magistral, publicó varias poesías dedicadas a la patrona alcalaína en las cuales, como era de esperar, aparece citado el Henares que pasa por las cercanías de su ermita. Aunque la calidad literaria de estas poesías es, cuanto menos, discutible, resulta interesante recordar las referencias al río complutense. Así, en la titulada Recuerdo leemos25:


Feroz el agareno sembrando mil pesares,
España recorría intrépido y cruel:
llegando en triste día al silencioso Henares,
llegando hasta la patria del inmortal Miguel.

(...)

Venid, pues, complutenses, venid hasta el Henares
y en mágica armonía de plácida emoción,
en el hermoso valle dejad vuestros pesares,
cantando ante María con dulce inspiración.

(...)

Venid hasta el Henares en este hermoso día,
que el pueblo complutense henchido de emoción,
celebra alborozado las glorias de María
y humilde le consagra su noble corazón.


Plegaria es, como su nombre indica, una invocación a la Virgen en unos momentos en los que el cólera causaba estragos en la ciudad, y a ella pertenece esta estrofa26:


¡Señora! El cólera morbo
Invadió ya los hogares,
De los que desde el Henares
Te ofrecen su corazón.


Con el largo título de A la Santísima Virgen del Val, en el sétimo centenario de su invención, en las márgenes del Henares, nos encontramos una poesía en la que varias estrofas hacen referencia al río27:


Si pudiera elevarme hasta la altura
Y Dios ¡ay! me otorgara sus favores...
Preludiara en el Val tiernos cantares,
En honor de la Reina del Henares.

(...)

Que la Virgen divina del Henares
Es el Iris hermoso de ventura,
Que su dulce sonrisa tierna y pura,
Calma de la ansiedad los cien azares.

(...)

Haced que en Alcalá la paz hermosa,
Borre de cruda guerra el triste peso,
Y que unidos los hijos del Henares
Preludien en tu honor tiernos cantares.


Por último, en Invocación leemos lo siguiente28:


Pues todo, formando coro,
Con las hondas del Henares,
Vienen a alzar sus cantares
Ante la Virgen del Val.


En 1885 está fechado el periódico del que he extraído la siguiente cita perteneciente a la poesía Alcalá de Henares, cuyo autor, el alcalaíno Ignacio Martín Esperanza, fue uno de los más activos miembros del ámbito cultural complutense a finales del siglo XIX29:


Marcha Henares majestuoso
por una vega florida
prestando frescura y vida
con sus aguas de cristal,
a los árboles que en torno
de sus raudales se mecen
y a las plantas que florecen
con el aura matinal.


Tan sólo un año después, en 1886, otro periódico alcalaíno publicaba la poesía A Cervantes, subtitulada En el aniversario de su natalicio. Firmada por Juan Palero, tal como se advierte en la presentación de la misma, había sido anteriormente leída, con gran aplauso en el teatro de esta ciudad, el día 9 de octubre de 1884, aniversario del nacimiento del autor del Quijote. Extraña comprobar que tardara año y medio en ser publicada, lo que hace suponer que por entonces los escritores pudieran tener problemas para editar sus obras... La poesía está dividida en cinco estrofas en dos de las cuales, la segunda y la quinta, se menciona al Henares, razón por la que las reproduzco a continuación30:


En ondas de esmeralda se desliza
el Henares risueño y bullicioso
y el pueblo de Alcalá, bello y hermoso,
en su Tabla Pintora se matiza.
El cisne encantador sus aguas riza
y todo es bello y alegre y delicioso,
y era que iba á nacer el más fecundo,
Ingenio colosal que viera el mundo.

(...)

Por eso dejo mi cansada pluma,
y te pido perdón por mis cantares.
Los dos nacimos junto al bello Henares,
los dos jugamos con su blanca espuma,
por eso yo te canto, aunque me abruma
y tengo sentimientos y pesares,
pues que de malos vates fuiste azote
con la lanza inmortal de Don Quijote.


De 1889 data el curioso y prácticamente desconocido libro titulado Las cuevas históricas de Alcalá la Vieja, una obra en verso definida como leyenda por sus autores Adrián L. Bruguera y Vicente Gutiérrez Muñiz31 que comienza así32:


Era un mes otoñal; allá en la cumbre
del Cielo, el Sol brillante aparecía,
derramando su encendida lumbre,
lago de fuego Henares se fingía.


Ya en la segunda estrofa, leemos33:


Y arrulla el río en blanda melodía
cantos de gloria, recuerdos de aquel día.


La tercera estrofa, que reproduzco completa, relata la lucha secular entre el río y los cerros que le ciñen por su ribera izquierda34:


Del Ecce-Homo en la cumbre que socava
el río que le besa y humedece,
ríñese lucha gigantesca y brava
que el ánimo suspende y estremece.


A la segunda parte de la obra pertenece este párrafo35:


La corriente caudalosa
dominando, del Henares,
cual señor de sus lugares
pardusco cerro reposa.


Y también este último, que cierra la selección36:


Ya, por fin de mi trabajo
logré dar por un atajo
en la cumbre inaccesible,
y admirar me fue posible
el llano extendido abajo,
y por el cual se dilata
como serpiente de plata
que huye en loco desvarío
la clara linfa del río
saltando de mata en mata.


También en ese mismo año de 1889 publicó el escritor alcalaíno Eduardo Pascual y Cuéllar su romance Muerte de D. Juan I en Alcalá de Henares, escrito siete años antes. De este largo romance he extraído un fragmento en el que se hace referencia al Henares; leámoslo37:


De sus dormidos vivientes
tumba fantástica era
la entonces insigne villa,
hoy ciudad noble y egregia
que riega el fecundo Henares,
en cuyas verdes riberas
tantos ilustres varones,
tantas glorias y grandezas
de Alcalá en la limpia historia
páginas mil escribieran
que la abrillantan con limbos
de gloria imperecedera.


Pasamos a estudiar ahora una guía de Alcalá perteneciente a la Biblioteca de la Provincia de Madrid38, una colección editada por la Diputación Provincial madrileña a finales del siglo XIX. El tomo correspondiente a Alcalá, publicado en 1890, fue escrito por Manuel Ayala y Francisco Sastre, y en él podemos leer lo siguiente, nada más comenzar la introducción, a propósito del escudo complutense39:


Escudo o blasón de Alcalá de Henares. No obstante la sencillez del blasón, hay divergencias, figurando unos el castillo redondo, con tres torres iguales, mientras que de los documentos y diseños que obran en el archivo municipal de Alcalá, el escudo de esta histórica población es -y así lo usa en sus sellos el Ayuntamiento- un castillo cuadrado, con tres torres, siendo un poco mayor la central, y al pie del mismo, las aguas de un río, el Henares, indicando así la posición que ocupaba la fortaleza levantada en el cerro de San Juan del Viso, bajo el cual se desliza el cristalino río que da nombre a la población.


Salvo que el castillo medieval no estuvo sobre el cerro del Viso, sino sobre una de las estribaciones del Ecce Homo, varios kilómetros río arriba., la cita es tan cierta históricamente como interesante desde un punto de vista literario. Pasando al cuerpo de la obra, podemos encontrarnos con la siguiente descripción de la fundación mítica de Alcalá, en el capítulo titulado Alcalá de Henares. Origen e historia40:


En tanto, vengamos a tiempos más modernos, pero más reales, y de seguro de mayor gloria y esplendor para la hermosa ciudad que baña el Henares con sus tranquilas aguas.


Siguiendo con los libros publicados a. finales del siglo XIX, hemos de hacer un alto en el titulado ¡Cómpluto! (Alcalá de Henares), firmado por Javier Soravilla y fechado en 189441. Se trata de una breve historia de Alcalá en la que se describe el martirio de los Santos Niños de la la siguiente manera42:


Y el campo loable, la amena campiña que fertiliza Henares, el Tarac majestuoso y sombrío, Iplacea arruinada, Cómplutum floreciente, ven caer la cuchilla, separar las cabezas de los cuerpos, mostrarlas al pueblo consternado y después arrojarlas sobre los inanimados restos empapados en sangre...


El Tarac, andando el tiempo, se convertiría en el Gebel Suleimán, el Monte de Salomón de los musulmanes, actual Zulema... Pero todavía existe una segunda cita relacionada con nuestro río en este obra, cuando más adelante se describe el paisaje alcalaíno con estas palabras43:


Fuera de la ciudad la extendida campiña, cuadros y rombos, de imperfecta línea dorados por las mieses, tierras de pan llevar pintadas de esmeralda por la espiga de trigo no en sazón, planicies bermejas, moradas planicies de amapola y chupamieles, pardas tierras que removió el arado para preparar la próxima cosecha; allá lejos debajo de Tarak corre el Henares, cuyas curvas dibujan los chopos y los álamos; allá también lejanos, al pie del Malvecino la Isla, con sus inquietas muelas y frondoso arbolado, y allá bajo Alcalá la Vieja, la blanca ermita del Val con sus verdes e impenetrables alamedas...


Entre finales de 1896 y principios de 1897 se publicó en Alcalá un pequeño periódico dedicado exclusivamente, durante su corta existencia, a conmemorar el tercer centenario de la aparición de las Santas Formas. El boletín se titulaba Crónica del Centenario. Órgano oficial de la junta, y su primer número apareció con fecha de diciembre de 1896. En este ejemplar, y en el artículo titulado Tercer Centenario de la milagrosa incorrupción de veinticuatro sacratísimas formas, que conserva y expone al culto de los fieles en Alcalá de Henares su Magistral Iglesia44, M. Velasco y Santos hace dos referencias al Henares que reproduzco a continuación. La primera de ellas expone un supuesto milagro obtenido por mediación de las Santas Formas45:


Nadie puede, sobre todo, olvidarse de un día en que las aguas, á punto de anegar y convertir en ruinas esta Ciudad insigne (toda vez que el Henares, desbordado, como nunca se vió, venía ya bañando sus calles y sus plazas hasta lamer los muros del templo que guardaba su querido tesoro), bastó que el pueblo en masa acudiera en su angustia al divino Jesús allí escondido, para que la creciente inundación cesara y quedáranse libres la ciudad y su campo de asolación y muerte (Enero de 1629).


Y más adelante46:


En lo que toca, sobre todo, á vosotros, los que junto al Henares habéis nacido ó vivís, ¿no os parece que una prueba de amor tan exquisito, cual la que os otorga Aquél que por nosotros pereció en una Cruz, con ofrecérseos aquí vivo ó presente, con dejarse implorar de vosotros, con oíros, abierto á la piedad, en todos vuestros apuros y congojas; ¿no os parece, repito, que merece muchos más esplendores, regocijos y fiesta, de los que comúnmente le soléis dedicar, en este año, que será el tercentésimo de bondades tan altas?


Un año más tarde, en 1897, publicó José Demetrio Calleja su Alcalá la Vieja. Ensayo histórico o apuntes para una monografía de aquel castillo47, un pequeño trabajo histórico sobre la antigua fortaleza árabe de Alcalá.. Sin embargo, la cita que reproduzco a continuación no es fruto de la pluma de este alcalaíno sino que, por el contrario, está tomada de la Historia de España de Aldama y González, concretamente del tomo segundo, folio 231. La cita en cuestión se refiere a una incursión de Fernando I, rey de Castilla, por unas tierras complutenses que entonces todavía eran musulmanas48:


Después de haber talado todo el territorio de Talamanca, y el de Uceda, recorrió las orillas del bramador Jarama, del melancólico Manzanares y del Henares tranquilo.


Fechado en ese mismo año nos encontramos con un soneto con estrambote que un desconocido Nino publicó en el periódico Brisas del Henares, el cual sólo por el nombre ya sería merecedor de ser reseñado. El soneto está dedicado al río, por lo que lo reproduzco en su totalidad49:


Canto ¡oh río! tu célica hermosura;
de tus límpidas aguas el torrente,
y el estupor de la alcalaína gente
que contempla tu curso en la espesura.

Admiro de tus brisas la dulzura
al paso de tus ondas por el Puente
quebrándose en tus arcos la corriente
que fertiliza campos de verdura.

No cruza tu cristal gentil velero
ni llevas como el Darro aúrea mina
mas lavan en tu cauce sucias lanas.

Perfúmate el olor del matadero
y no bastan arrobas de quinina
contra tus epidémicas tercianas.

De ti ¡Henares! mi numen se despide
y como Castelar por las mañanas
ruego a la Historia que de ti se olvide.


Ligeramente irónico, por cierto. Pasamos ahora al recién estrenado siglo XX para encontrarnos de nuevo en 1905 con otro boletín conmemorativo, esta vez con motivo del tercer centenario del Quijote. En uno de sus ejemplares fue publicado el artículo La Capilla del Relator ó del Oidor de la Parroquia de Santa María la Mayor, en la ciudad de Alcalá de Henares, firmado por Luis María Cabello y Lapiedra, arquitecto que realizó diversas obras de restauración en nuestra ciudad, y del cual podemos leer lo siguiente50:


Entre el sinnúmero de iglesias y conventos que fueron patrimonio de la histórica ciudad cuyas campiñas baña el Henares, se encuentra la llamada parroquia de Santa María la Mayor, existente hoy en el sitio que ocupó la antigua ermita de San Juan de los Caballeros, cuya fundación en la Cómpluto se hace remontar á fechas anteriores á la invasión de las huestes mahometanas.


En el año 1916 se cumplía el tercer centenario de la muerte de Miguel de Cervantes. Como es natural, Alcalá se aprestó a contribuir a la celebración del acontecimiento en la medida de sus fuerzas, que por entonces no eran ciertamente muchas. Dentro de esta colaboración destacó con luz propia la labor realizada por José Primo de Rivera y Williams, un activo alcalainista que figura con todo merecimiento en la cima del mundillo cultural complutense de su época. En este caso, concretamente, recopiló y editó toda una serie de artículos sobre Cervantes, los cuales estaban escritos, huelga decirlo, por las principales plumas locales. El titulo genérico de la publicación fue el de Cervantes y Alcalá. Homenaje de la ciudad de Alcalá de Henares dedicado a su esclarecido hijo Miguel de Cervantes Saavedra en su III Centenario (23 de abril de 1916)51. Para empezar con esta recopilación, leamos un párrafo extraído del artículo titulado Cervantes:Alcalá :: Alcalá:Henares (así, con esa peculiar puntuación), firmado por M. de Arabio Urrutia y fechado en Alcalá el 13 de enero de 191652:


Recorre el río Henares, silenciosa y mansamente, una extensión aproximada de una centena de kilómetros.

En un curso, que al través de los tiempos cambia y modifica, como si tratara de buscar el mejor y más útil medio de distribuir sus benéficas influencias, fertiliza campos, fecunda hermosos valles, cubre de frondas dilatadas riberas.

Sin embargo, el Henares, fuera de la comarca que recorre, apenas es conocido.

Preguntad por el río Henares en Andalucía, Cataluña, Galicia..., en España toda, y probablemente os contestarán que no lo conocen.

Se darán a rebuscar en su memoria algo que por la asociación de ideas se lo recuerde y descubra en la selva, enmarañada de sus reminiscencias geográficas.

-¡Ah, sí! -responderán al fin- ¡El Henares!; será el río que pasa por Alcalá... de Henares.

(...)

De modo que no por lo que es, no por sí mismo; si el Henares es más o menos conocido fuera de su región, débeselo a ir su nombre unido al de Alcalá.


Se nota, evidentemente, que el autor era alcalaíno. Al. mismo libro pertenece el artículo titulado Alcalá. Breves apuntes de su historia, firmado por Mariano Estévez y Franco de Souza y fechado en marzo de 1916. De él, y del capítulo titulado Ligera reseña topográfica, es el siguiente párrafo53:


La referida ciudad, cuya postrera y definitiva reedificación en el año 1086 tuvo comienzo, asiéntase en el por entonces denominado Campo loable o Campo rico, esto es, en la porción más llana y fértil de la ancha y dilatada vega que por su parte sur limitan los collados de Gebel Zulema, y los cuales bordean la izquierda orilla del no siempre sosegado Henares, cuyas por lo común tranquilas y cristalinas aguas acrecientan las que de tiempo en tiempo llevan, en tierra alcalaína, el torrente Torote, de tan distanciadas márgenes como escaso fondo, y el no muy apropiadamente calificado arroyo que con el nombre de Camarmilla se conoce, no menos ruin en su origen que lo es de ordinario en su tortuoso y breve curso y en cuyo desmedrado cauce pusieron muy antiguas consejas el fin futuro de la ciudad complutense...


Don Rafael Sanz de Diego, sacerdote alcalaíno autor de varias obras de tema religioso, firmó en 1928, con el seudónimo de Ángel Caído, el libro titulado La ermita del Val de Alcalá de Henares54, obra a la que pertenece el siguiente párrafo alusivo a la inauguración de la citada ermita tras su reedificación en 185355:


Volvió a tocar la campana que alegraba los cerros y doblegaron sus copas los arbustos cuando la tornaron a ver llegar; y el Henares sacó su pecho fuera y se asomó jubiloso a la ventana de su cauce.


Pero esta ermita no es la que hoy conocemos puesto que, ruinosa no muchos años después de su construcción, sería sustituida por la actual precisamente por las fechas en las que fue escrito este libro; edificio que, dicho sea de paso, no gustó demasiado al autor a causa de sus proporciones, que el buen canónigo juzgaba exageradas y casi catedralicias... No se trataba, evidentemente, de lo que él hubiera. deseado56:


-¿Qué Ermita, pues, hubierais querido?

-La que piden les cerros, que son su telón de fondo. La que reclaman los olmos que son sus centinelas. La que desea el Henaresque bordea los contornos de la campiña.


Describirá ahora Rafael Sanz de Diego unos actos solemnes celebrados con motivo de la romería de la Virgen del Val en 1917; por entonces las obras de la ermita estaban paralizadas y eran varias las asociaciones alcalaínas que pretendían reactivarlas57:


Mitin importante a favor de nuestros lares, junta magna de todo el pueblo a la sombra de la Ermita convocada, y a cuyas estrofas de vida pusiesen acompañamiento los murmullos del Henares.


Hablando de esta época y de la ermita del Val, no podía faltar un recuerdo a Ceferino Rodríguez Avecilla, director del periódico local Castilla y uno de los principales promotores de la erección de la nueva, y por ahora definitiva, ermita del Val... A pesar de ser un significado republicano, algo que en la España de entonces solía ser bastante irreconciliable con todo lo relacionado con la religión católica. Realmente fue increíble la labor desarrollada por este alcalaíno de adopción en pro de este afán, llegando a recurrir a los más heterodoxos procedimientos de recaudación de fondos para la reconstrucción de la ermita; de uno de los cuales, un sorteo de muñecas organizado en 1917 opinaba así Rafael Sanz de Diego58:


Que ha sido la más interesante y peregrina contribución que ha recibido en sus días la ermita del Val para las obras de su alzamiento a las perfumadas márgenes del Henares, que es el pequeño Ebro de nuestro campestre Santuario.


Curiosa comparación, por cierto, aunque no se lleva la palma en cuanto a exageraciones por cuanto ha habido quien llegó a comparar, en un alarde de fervor patrio, al modesto Henares nada menos que con el Nilo... Por último, recojo aquí varios fragmentos de la poesía titulada La leyenda de la Virgen Pobre, publicada en el libro de don Rafael aunque su autor no fue este canónigo, sino el ya citado Ceferino Rodríguez Avecilla59:


Lo vio el Henares y al punto
sacando su pecho fuera,
vertió el agua de su cauce,
cambió su murmullo en queja,
y a los pies de la Señora
también lloró a su manera.

(...)

Que la Virgen del Val dice
que quiere ser Madre nuestra,
y ha de tener cuanto menos,
un hogar en esta tierra;...
que así lo pide el Henares,
y lo pide la floresta,
y lo piden los barrancos,
y lo pide la alameda,
y lo pide la llanura,
y los picos de las cuestas,
y las ruinas del castillo
de nuestra Alcalá la vieja...

(...)

La Virgen Pobre ha venido...
y Alcalá la hará justicia
cuando le alce en la alameda
junto al Henares su ermita.


Según nos cuenta Rafael Sanz de Diego, esta poesía fue escrita especialmente para la velada teatral organizada por el periódico local Castilla en la primavera de 1918, velada que sirvió de colofón a las fiestas populares organizadas por el director de este periódico y destinadas, como ya quedó dicho, a la recaudación de fondos para la reconstrucción de la arruinada ermita, hecho que sería por fin una realidad en la década siguiente durante la alcaldía de Gustavo Chamorro. Edificada en un sencillo estilo ojival, este amplio templo es el que ha llegado hasta nuestros días, no sin precisar la reparación de los destrozos causados por la guerra civil.

Hemos de dar un salto en el tiempo para llegar hasta 1948, año en el que se publicaba en nuestra ciudad el homónimo periódico Alcalá. Emilio Pardo Segura fue un colaborador habitual del mismo, y a él se debe el texto de la siguiente cita, perteneciente a un artículo titulado Catástrofes en el que se habla, como tantas veces en la ciudad, de los desbordamientos del caprichoso Henares60:


A nuestro aparentemente apacible río Henares, suele enervársele de vez en cuando la melena de león en letargo para lanzarse a la conquista de sus aledaños. Así hemos visto este último año, que su caudal incontenido en sus cauces habituales, irrumpió en lo para él, de ordinario, vedado y arrasó vorazmente terrenos, alamedas, casas, enseres, destruyendo fincas y puentes y sembrando la inquietud en el vecindario.

Hay quien dice que las causas de estos desbordamientos radican, principalmente, en la contención o dique que hace el puente romano del Zulema.


Precisamente ésta fue la excusa que se puso para demoler poco después el antiguo puente, resentido por la explosión del polvorín, pero entero, del que hoy tan sólo nos quedan sus ruinas, junto al nuevo y feo puente actual. En 1950 fue publicada la obra que lleva por título Datos históricos de la ciudad de A1calá de Henares61, escrita por Anselmo Reymundo. Se trata de la primera historia alcalaína escrita desde la de Azaña setenta años después y, aunque no puede afirmarse que supere a la anterior a pesar de los años transcurridos entre la publicación de ambas, sí presenta los suficientes puntos interesantes como para hacer recomendable su lectura. Pero lo que aquí nos interesan son las referencias literarias a nuestro río, las cuales se pueden encontrar en esta obra; como muestra, vaya la siguiente cita62:


Nace el río Henares, que en tiempo remoto se llamó Foenarius, en la provincia de Guada1ajara, muy cerca de su límite con la de Soria, en un manantial modesto y simple que brota en la vertiente de la Sierra Ministra, junto a un prado cercano a la villa de Orna, recibiendo varios arroyuelos a no mucha distancia de Alcuneza.


Algo más adelante, continúa63:


Su agua, transparente y limpia, es un verdadero espejo en el que la luna y el sol se miran en toda su pureza, sobre todo en aquellos parajes en que, por ser mayor la anchura de las márgenes, la velocidad de la corriente parece suspendida, semejando entonces el río una gran placa de cristal en donde el cielo azul del firmamento se refleja con todo el misterio de su sin igual grandeza. Solamente es turbio y rojizo cuando las lluvias arrastran hacia él los materiales que a los cerros roban o cuando la fuerza convierte su tranquilidad en corriente embravecida que remueve la arena gredosa del lecho sobre el que se desliza.


Resulta evidente la importancia que el Henares ha tenido a lo largo de los años en la literatura española; y así lo confirma Reymundo cuando dice64:


Ese aspecto modesto y hasta pobretón con que el río se presenta guarda, sin embargo, fuertes motivos de un especial encantamiento, y belleza, que tuvieron poder para hacer vibrar con poética emoción la musa de vates y escritores, lo mismo en la antigüedad que en los modernos tiempos.


Y por fin65:


Éste es nuestro río; a pesar de su modestia y sencillez, es tan bello que mueve el sentir de los poetas, y es tan claro que en su superficie, como nítido cristal, toma grato color el reflejo de esos históricos cerros cuya descripción comenzamos ahora mismo.


Dando un gran salto en el texto llegamos hasta la narración decimonovena, titulada Municipalidad alcalaína, en la cual el autor describe de esta manera el escudo de Alcalá66:


Extiéndense también los pareceres a creer que nuestro emblema se originó en aquel castillo poderoso que las árabes construyeron en las laderas de la montaña, al edificar Alcalá la Vieja, por cuya base camina el Henares con poético rumor.


Francisco Antón es, sin ningún género de dudas, uno de los más significados autores alcalaínos desde hace ya varias décadas. Y, aunque nos lo volveremos a encontrar más adelante, conviene recordar ahora su novela titulada La casa de los cuatro vientos, aparecida en 195767. Aunque esta obra está ambientada en el Levante natal de Antón, no falta en ella una referencia a su adoptiva ciudad de Alcalá en forma de carta fechada aquí por una de las protagonistas, que describe de esta manera a la ciudad y a su río68:


Le escribo desde Alcalá de Henares. (...) En los alrededores del pueblo hay huertas frondosas que las riega un río, el Henares, donde dicen que, en sus riberas, se inspiró fray Luis, estudiante por aquel entonces, para componer más tarde esa oda magnífica tan conocida universalmente. Aquí las aguas son libres, no tienen dueño, y el labriego, por medio de presas y de bombas, extrae del río la necesaria para regar sus huertas.


Ciertamente era así hasta no hace mucho, cuando el progreso de los años sesenta y setenta acabó con las últimas huertas de la ribera del río. Leamos la segunda, y última, referencia que al Henares hace Antón en su novela69:


¿Qué hago en Alcalá de Henares? Ya sabe que los pueblos con historia siempre han llamado mi atención. Por eso estoy, en estos momentos, en Alcalá. De aquí es hijo el Arcipreste, que sembraba loca avena riberas del Henares; aquí nació Cervantes, y en la iglesia de Santa María, que he visitado, se conserva la pila donde lo bautizaron.


El 1 de enero de 1959 el periódico Nuevo Alcalá, heredero directo del desaparecido Alcalá, editó un número extraordinario en el que se publicaron numerosas colaboraciones relacionadas con la historia de nuestra ciudad, y en una de ellas, titulada Un suceso político, Francisco Javier García Gutiérrez uno de los más conocidos escritores locales desde hace varias décadas y, desde hace algunos años, cronista oficial de Alcalá, comentaba la relación del rey castellano Sancho IV el Bravo con la entonces villa de Alcalá, a la cual dotó de unos Estudios Generales que fueron el precedente histórico de la futura universidad cisneriana. Ésta es la alusión del cronista alcalaíno a nuestro río70:


Lo que el pueblo intuyó, quedó en pragmática y Guzmán el Bueno viajó hasta el Henares en brazos de la fama.


A éste seguirían, a lo largo de los años, numerosas referencias al Henares en las páginas de Nuevo Alcalá. Varios meses más tarde Fernando Flandes, seudónimo de Fernando Sáez de Santamaría, autor de la letra del conocido pasodoble Alcalá de Henares, publicó un artículo satírico en el cual se criticaba, cosa inevitable en la España de esa época, a los regímenes comunistas del este europeo. El artículo se titulaba El extraño Mangantewski, y a él pertenece esta curiosa cita71:


Se ha dicho también, que Mangantewski es el que picaba los billetes del Zulemavian Express, en el trayecto entre Mecogrado y Azuquecakoba y que cuando terminaba su servicio, se iba a pescar truchas al Henaresnubio, con un guardagujas que dejaba su trabajo en cuanto había pasado el mixto de las 8,15.


En 1960 apareció publicado Caminos de la Mancha, donde el conocido poeta alcalaíno José Chacón, alejado en esta ocasión de sus habituales rutas poéticas, nos daba una descripción de nuestra ciudad, no por ser en prosa menos bella que sus versos72:


Cansado del bullicio y de los mil ruidos que, incesantemente, brotan de cualquier rincón de la ciudad, todas las tardes otoñales busco la soledad en el mirador que nos ofrece el alto del “Gurugú” -que yo le llamo mi sanatorio-. En estas inmaculadas y serenas altitudes donde Fray Luis de León gustaba paladear su “descansada vida” soy el señor del campo y de la tarde. El espectáculo es impresionante, sugestivo, halagador. Nada turba el silencio patriarcal que me rodea. Silencio de mezquitas y de siglos. Se aspira el exquisito aroma del minúsculo tomillo y la suave frescura del río que se filtra por los álamos y trepa por las desnudas laderas monte arriba. Abajo en la ribera despertó una monacal letanía de codornices, mientras la tarde se extingue lenta y piadosa, tendiendo un velo multicolor sobre los campanarios de la ciudad.

(...)

Se interrumpe su serenidad, al atravesar la vega del Henares, que es un oasis en la llanura.


A la par que el anterior apareció, firmado por Empase (seudónimo de Emilio Pardo Segura), otro artículo titulado Estampas alcalaínas. La romería del Val, al que pertenece este párrafo73:


Cuenta la historia que a un labrador, cuando araba una tierra a orillas del Henares, próxima a la vertiente de los cerros en que estuvo Alcalá la Vieja, se le atascó la reja, de tal forma que para sacarla hubo de remover la tierra, descubriendo la causa, que era la imagen en piedra de una virgen chiquitita con un niño en brazos.


El año 1961, primero de la nueva década, fue prolífico en lo que a referencias a nuestro río se refiere. Recién comenzado el mismo, ya nos encontramos con un artículo titulado Piedra, tierra y agua, firmado por L.M., iniciales de Luis Madrona, es decir, Fernando Sancho, uno de los más prolíficos escritores alcalaínos de la época honrado póstumamente con el título de cronista de la ciudad. Leamos lo que decía en esta ocasión el autor de las conocidas Bagatelas74:


Piedra y tierra ya lo ves. Pero me dirás que el tercer basamento es el agua y solamente se advierte la del manso Henares que a los pies de aquellos cerros discurre, o la que se adivina de esas huertas cuyo verdor convierte en gigantesca esmeralda la feraz campiña.


También en ese mismo año apareció un artículo de Francisco Antón, titulado Evocación lírica del Corpus. En él, habla el autor de esta fiesta tan celebrada en España, describiendo el ambiente de la ciudad y su río. Y, si bien es cierto que en ningún momento cita Antón explícitamente ni a Alcalá ni al Henares, no es muy difícil suponer que, tanto la ciudad como el río descritos, sean ambos75:


Por la llanura, sobre el incendio de los campos, flotaba la arboleda del río. Y la ciudad vieja y dichosa se estremecía de júbilo de campanas y palmotear de bandos de palomas.

(...)

Por la tarde la ciudad, montada sobre la espuma del río, se encendía de sol, que doraba las torres de las iglesias.


Continuando con nuestro recorrido por las páginas de Nuevo Alcalá llegamos ahora al artículo titulado Alcalá de Henares, ciudad progresiva, obra de Mª Ángeles Fernández Valentín, el cual fue galardonado con el primer premio de prosa en el concurso literario Miguel de Cervantes, convocado en nuestra ciudad. El párrafo en cuestión alude al arraigo del cristianismo en Compluto, con estas palabras76:


Fértil la tierra y abundante la siembra, la palabra de Cristo brotó fácil y pródiga en las riberas del Henares, y Roma se aplicó con saña a su extirpación segando aun los más tiernos retoños.


Al artículo anónimo titulado La romería de la Virgen del Val corresponde el siguiente fragmento77:


Allí están las márgenes del río Henares, asiento de familias que degustan olorosas y sabrosas viandas, regadas, más que con vino, que también se bebe, con líquidos muy fríos, llámense como se llamen. El núcleo urbano y los alcalaínos de fuera que acuden a la fiesta se derrama solitario y coloquial en un verde tapiz flanqueado por los altos cerros, coronados por el Vera Cruz, que rezuman historia local.


Y éste al firmado por Francisco Antón con el título de Con la inmensa mayoría. El género gramatical de los pueblos y de los ríos78:


Todo queda espejado y estremecido dentro de un río. Las torres de Alcalá palpitan de júbilo al verse reflejadas en las aguas del Henares. Hay momentos en que se vuelven tan quietas que se duermen entre juncos y crían costras verdes donde se zambullen las ranas. Aquí, en sus orillas, Fray Luis de León, en plena juventud vio motivos para componer aquella oda tan magistral: la del hombre de vida retirada que huye del mundanal ruido. ¿Mundanal ruido en aquel entonces?

(...)

Pero, sin embargo, siempre sentiré una íntima satisfacción al evocar la corriente mansa del Henares.


En octubre de 1961 hubo una importante riada en Alcalá, por lo que este tema, lógicamente, fue noticia de primera magnitud en el ámbito local. El artículo seleccionado en esta ocasión, anónimo, se titula Impresionante inundación en la noche del sábado79:


En las últimas horas del sábado, el río Henares, tan pacífico y alabado en la Edad de Oro por los poetas, sufrió un incremento de nivel tan grande que inundó varios barrios de la Ciudad.


Más de un mes después, la riada continuaba siendo noticia, esta vez en forma de poesía que, con el curioso título de ¡Riada maldita, no vuelvas más!, estaba firmada por Santiago de las Heras. De ella he extraído la siguiente estrofa80:


¡Riada nefasta, de paz rota!
Si al concebir, piensas volver,
muere donde al nacer, tú brotas.


Concluye el fecundo año de 1961 con el artículo Alcalá vista por un viajero, fruto de la pluma de Empase. El artículo, tal como indica su título, hace una descripción de la ciudad, y merece la pena recordar de él nada menos que tres citas. La primera dice lo siguiente81:


Alcalá, floreciente y culta, existe para ser admirada. (...) Su parque, la rosaleda, el mismo río Henares que transcurre por el sur de la Ciudad, las murallas, la Colegiata o Magistral, la cisneriana Universidad, de la que salieron numerosos genios privilegiados, son siempre y en todo trabajo literario, temas descritos por plumas consagradas.


Continúa la segunda:


El río Henares hace a los lugares por donde pasa muy agradables, en medio de una campiña y de una hermosa llanura, donde hay huertas y terrenos de labrantío muy cuidados y ubérrimos.


Y finalmente:


Los paseos, en buen tiempo, por estas latitudes, son deliciosos, por el dominio de paisajes grandiosos y la curiosa vegetación de la vega del Henares, llanura que se transforma en tapiz iluminado...


Ya en 1962 nos encontramos con una poesía escrita por Julio Ganzo, de la que he extraído la siguiente estrofa82:


Henares río
que evocas del paganismo las obscuras estridencias y el lejano poderío
de los héroes y los dioses que insuflaron existencias.


Abandonamos temporalmente los artículos periodísticos para recordar la Breve historia de Alcalá de Henares, escrita por Fernando Sancho. Esta pequeña obra, muy sucinta de contenido, fue premiada en el II Concurso Literario de Ferias, siendo publicada un año más tarde. A ella pertenece el siguiente párrafo83:


Arrullada por las aguas del río que la distingue de las demás ciudades de su nombre, silenciosa y dormida, se extiende a unos kilómetros de distancia de Madrid, la antigua celebradísima Compluto, hoy Alcalá de Henares.


En el programa de ferias de 1964, editado por el ayuntamiento de Alcalá de Henares, firmó Carlos Rivera una serie de pequeñas y desenfadadas sentencias a modo de greguerías, recogidas bajo el título genérico de Los Henares de Alcalá. A ellas pertenecen las dos que reproduzco a continuación84:


Hay otros henares en Alcalá que los del río Henares. Sin heno todos ellos; pero capaces de brindarnos el mejor de los almiares...

Los mensajes del Henares no llegan a Lisboa porque los interfiere el Jarama...


Y el Tajo, claro está. Retornamos al género periodístico con esta breve cita tomada de un artículo anónimo aparecido en 1965 en Nuevo Alcalá85:


Henares, ese río entrañable y alegre...


Pasemos ahora al programa de ferias de 1966, y al artículo que lleva por escueto título Río, obra de Tomás Ramos Orea86:


Desde hace muchos años el río -mi río- me viene produciendo fervor. Igual que esa mujer que vierte su hondura en el recuerdo nuestro y nos parece otro río que no termina de pasar.

(...)

El río -mi río- creo que fue también la meta de muchas aspiraciones de mocedad. Raramente antes de los trece años podía uno certificar la experiencia de haberse bañado en el río; por lo menos de merodear familiarmente junto a él, o demostrar una amistad antigua de sus dominios.

(...)

El río -mi río- ha sido siempre comprensivo, generoso. Lo agreste y directo de sus orillas neutraliza, anula por obra y gracia de la naturalidad los pequeños problemas de urbanidad y formalismo que se presentan en los lugares acotados.

(...)

Y digo yo, ¿por qué no colaboráis vosotras y tratáis de comprender la hermosura a secas del río, de mi río? Ya va para varios años que a mis amigas condescendientes en el escuchar las llevo invitando a que me acompañen siquiera una vez, sin compromiso, a ver mi río; a que de ninfas del asfalto y del cemento se tornen ninfas del Henares, ahora que corren estos años de mil novecientos y...

Hacedlo, amigas. Y hacedlo por amor. Dignificad con vuestra presencia confiada la margen del Henares, y si es posible que sea precisamente por la parte que llamamos “muro” los que conocemos el río, mi río.


Curiosamente, en este año de 1966 no hubo un programa de ferias, sino dos... Y al segundo de ellos, de tirada más restringida y edición mucho más cuidada, pertenece este extracto del artículo La ciudad, el campo y la feria, escrito por Emilio Pardo Segura87:


Al contemplar el paisaje, lleno de reciedumbre y al mismo tiempo de ternura, vemos a hombres reconcentrados, cetrinos, tocados con amplios sombreros de paja que les resguardan del sol que quema, en su trajín de laborioso hormigueo, pañuelo al cuello y torso desnudo, en las vastas soledades y en la dilatada y hermosa vega que el río Henares bordea escoltado por chopos y álamos.


Hacia finales de 1966 y en la revista Aldonza, sucesora de Llanura, publicó Manuel Chacón-Calvo la poesía titulada Alcalá del libro y la espada, a la que pertenece -concretamente al texto titulado Marisa- la siguiente estrofa88:


Alcalá del río Henares,
tu aire ya no es mi aire,
tu agua es ya mi agua...
Siempre queda la esperanza
sobre aquello que se ama.


Pasamos ahora a la obra de Luis de Blas, otro poeta alcalaíno del que volveremos a hablar, el cual consiguió en 1967 el primer premio, en la modalidad de poesía, del II Certamen Poético-Literario convocado por el ayuntamiento alcalaíno bajo el lema de Un ensayo y un poema. La obra de Luis de Blas se titula Oda a Alcalá de Henares, y de ella he extraído el siguiente fragmento89:


Ved que extiendo la mano y pongo el dedo
en la doliente llaga de su arcano:
Alcalá de las Formas Incorruptas
prendidas al recuerdo desvelado.
Alcalá de su Virgen del Val, Madre
Patrona y gozo místico, temprano
clamor de la esperanza nuestra, vida
y dulzura de Amor bajo su manto.
Y el río pasa y deja un recorrido
de peces en su Trono dibujado.


Es de sobra conocido por todos el pasacalles Alcalá de Henares que, con letra de Fernando Flandes y música de José Cebrián, se ha convertido de hecho en el himno alcalaíno; pero no es ésta la única canción dedicada a nuestra ciudad porque en 1968 apareció publicada la partitura del pasodoble titulado Río Henares, obra del alcalaíno Santiago Julián Prieto, al cual pertenecen estas estrofas90:


Río Henares, río Henares,
que rodeas Alcalá;
la cuna, del gran Cervantes,
que tiene fama universal.

(...)

Río Henares, río Henares
con tus aguas regarán;
jardines del bello parque,
y la ribera de Alcalá.


También de este año 1968 es la obra titulada Alcalá de Henares, Gibraltar de Castilla, de Gregorio Sánchez Doncel. En esta pequeña obra el autor habla del topónimo Gebel Taric o Gebel Zulema, especulando sobre su posible ubicación en diferentes lugares de las tierras castellanas para acabar decantándose finalmente por Alcalá91:


El Gibraltar castellano se fue, pues, de las tierras serranas de la provincia de Guadalajara, donde en un principio llegamos a creer que se encontrase, y ha ido a aparecer junto a la humanista y arzobispal ciudad de Alcalá, acariciada al igual que Sigüenza y Guadalajara, por las fecundas aguas del Henares, río enamorado, que dio: su apellido a Alcalá como legítima esposa.


En navidad de 1968 empezó su andadura periodística, que todavía hoy se mantiene, el semanario Puerta de Madrid, uno de los más longevos de todos los publicados en la ciudad de Alcalá. Ana de Castro fue una escritora muy prolífica en la primera etapa del mismo, y en 1969 está fechado su artículo El escudo de Alcalá, en el cual, como es sabido, figuran las aguas del Henares por debajo del castillo árabe que da nombre a la ciudad92:


Y, como todo es posible, puede muy bien tener su origen en Alcalá la Vieja de los árabes, ya que sabemos que la fortaleza construida estaba en lo alto y, a sus pies, discurría rumoroso el Henares.


También ese mismo año de 1969 Julián Prieto, autor como ya hemos visto del pasodoble Río Henares, publicó un pasacalle titulado Virgen del Val, al que corresponde esta estrofa93:


Tu espejo es el río Henares,
que te halaga contemplar;
¡cómo brillas en sus aguas!
¡Tú! nuestra VIRGEN DEL VAL.


Volvemos a encontrarnos con una nueva referencia al Henares, ya en 1970, en el artículo titulado El Alcalá que va a ser... La inundación, en el cual Fernando Garcés, bajo el seudónimo de Fergasa, comenta la grave inundación recién padecida por Alcalá a causa del desbordamiento del Henares94:


Y aplaudimos muy de veras el esfuerzo final que van a hacer para garantizar definitivamente que nuestro Henares, se esté quietecito, aunque se sienta joven, por lo menos en esta bucólica maravilla de la “Virgen del Val” donde ya apunta un racional, bonito y acertado núcleo urbano.


Se refería el autor a la construcción, con objeto de evitar futuras riadas, de un muro de contención en la margen derecha del Henares a la altura del barrio del Val. A continuación, y siguiendo con las citas tomadas de Puerta de Madrid, reproduzco íntegra una poesía publicada, sin firmar, ese mismo año y que, con el título de Lamento de un pescador, denunciaba el lamentable estado del río95:


¡Oh, viejo Henares...! Cauce sereno,
tus aguas guardan mi gran tesoro,
tesoro inmenso de peces de oro
que atraen mi ansia como un veneno.

Gratos recuerdos guarda mi mente,
de horas felices que tú me has dado,
horas que fueron sueño dorado,
horas vividas alegremente.

Alegre ayer, que hoy languideces
y aunque no puedes gritar tu pena,
yo sé que sufres, sé tu condena,
sé que agonizas, sé que padeces.

Y es que tus aguas antaño puras
donde los peces con luz plateaban,
vi con espanto cómo cambiaban
hasta tornarse del todo oscuras.

Fauces rabiosas en cruel locura,
vierten su espuma sobre tu espejo
manchando impunes tu cuerpo viejo,
dejando negra tu alma pura.

Mi buen amigo -¡Cómo te tratan...!-
tus limpias aguas han corrompido,
¡en qué despojo te han convertido
los que vilmente así te tratan!

¿Qué maleficios sin causa alguna,
trazan tu suerte indiferentes,
qué es lo que hiciste a esas mentes
para que ahora te den tortura...?

Y contemplando con amargura
día tras día tu sufrimiento,
al cielo imploro con mi lamento
para que acabe tu desventura.

Por eso espero con mi alma en vilo,
verte de nuevo con tu alegría.
Por eso imploro que llegue el día
en que te dejen por fin tranquilo.

¡Oh, viejo Henares...
... mi pobre amigo!


Luis Cobos Pérez recibió el segundo premio de los Premios de Literatura de 1970, convocados por el ayuntamiento alcalaíno, con la poesía titulada Confesión secreta de Miguel de Cervantes (...hallada en el libro I de Bautismos de la Iglesia de Santa María la Mayor, de Alcalá de Henares, al fol. 192 vto...). Esta poesía, bastante larga, por cierto, fue publicada ese mismo año en Puerta de Madrid, y de ella reproduzco la siguiente estrofa96:


Confieso
que amamanté mis huesos
sobre las secas ubres del Henares, para sacar detrás del horizonte un canto
de encinas viejas y de trigos nuevos.


Retornamos a los premios literarios con la convocatoria correspondiente a los años 1971-7297 fecha en la que sería premiada la Sonatina complutense en tres tiempos, obra de José César Álvarez. A esta obra, y concretamente a su primera parte titulada Preludio en Re, pertenece esta cita en la que se describe una vista aérea de Alcalá98:


Ante nuestros ojos se extendía una amplia planicie, una alfombra calidoscópica de ocres, salpicada aquí y allá de construcciones diversas. Por fin hallé un punto de referencia: el río Henares, subrayada su presencia por las rugosidades acartonadas de las montañas, que ribeteaban una de sus márgenes a modo de dique.


Más adelante, en la segunda parte de esta misma obra, titulada esta vez Río (Adagio), describe el autor una imaginaria conversación entre las viejas piedras del puente Zulema -el medieval, hoy destruido en su práctica totalidad- y el agua del Henares, intercambiándose ambos sus impresiones y vivencias sobre la historia de Alcalá99:


No sé por qué, cuando he de representarme al Henares me lo imagino siempre en el Zulema, allí donde los pilares cercenados del que otrora fuera puente romano, reconstruido después por el cardenal Tenorio, hacen cantar el agua. La piedra arranca al agua bellos matices, quizá lamentos. Se encrespa sobre los pilares y sobre las piedras en desconcierto y centellea con arreboles argentados, intermitentes, de infinita variedad. Me gusta pararme aquí, aunque sólo sea un momento, fumarme un cigarrillo a la orilla, frente a la piedra y el agua, y marcharme con los oídos inundados de su música recia. No sé por qué echaré mano siempre de este momento de su curso para representármelo, desistiendo de la imagen grave que me ofrece en el Muro o la bucólica de la Tabla Pintora. O las de la Fábrica de las Armas, Aguas Verdes, Matillas, Fuente del Cura... Quizá sea porque la figura de este puente me resulta mórbida, como de una ejecución mal rematada. Yo creo que nadie ha podido mirar impasible por vez primera esta amputación carnicera.


Bellas palabras las de José César Álvarez, con quien el río se convierte en poesía de cristal. Retornamos de nuevo al semanario Puerta de Madrid con una bagatela de Fernando Sancho, o por mejor decir, de Luis Madrona, titulada Sin tema ni tiempo, publicada en 1972. A ella pertenece este fragmento100:


Hay otros ciudadanos que dedican los domingos a excursiones huyendo del ambiente mefítico de la gran urbe madrileña y se llegan a nuestra ciudad -que tampoco es manca en eso- a disfrutar de las orillas frescas del Henares o las del Torote, en el que estos días no cabía ni un alfiler más. (...) No quise acercarme al Torote porque, además de estar lejos, me dicen que no cabe ya ni un alfiler y para apreturas ya tengo bastante con las de los porches o la barra de cualquier bar. Me fui, pues, al famoso Henares al que hace tiempo no visitaba. Salí en su busca por el lugar llamado “el muro” hasta la presa, al pie del cerro de los Catalanes.

Era un espectáculo atrayente. Numerosos bañistas, entre los que figuraban hermosas ondinas, secaban sus cuerpos tumbados sobre el verde césped, sombreados por las ramas de copudos árboles que bordean las orillas del famoso Henares, tan elogiado por los excelsos poetas. Una reja nos prohíbe el paso para seguir la ruta y nos encaminamos al caz, con orillas un tanto incómodas, hasta llegar a la “Tabla pintora”, donde se retratan los rascacielos alcalaínos. Ciertamente en un hermoso paisaje que no pueden disfrutar los madrileños. Unas canoas surcan las tranquilas aguas y en las orillas, cada veinte pasos, los pacientes pescadores capturan hermosos peces, sin necesidad de ir a buscarlos a Entrepeñas, en la provincia de Guadalajara.

No quise seguir, mejor dicho, no pude seguir hasta el Zulema y más tarde hacia Jerafín, fuente de la Salud, desagüe del Camarmilla, tan olvidados de los alcalaínos, porque el camino había sido pesado para mis débiles piernas y regresé a casa para cumplir mi obligación semanal de escribir “para ustedes”, como dicen por la radio, es decir, para los que me lean.


Larga cita que no he querido mutilar, ya que en ella el protagonista constante es nuestro río. Muy poco después apareció publicado el artículo El día de Cisneros, firmado por Hernández García, seudónimo de Sandalio San Román, editor del semanario. En él se habla de Cisneros a la par que el autor hace el siguiente comentario sobre el Henares101:


El apellido de Alcalá, ese “de Henares” está justificado sin lugar a dudas por el río que ha hecho posible su nacimiento. Sin embargo, si esta ciudad debe al río que la riega su misma existencia como población, no es menos cierto que su renombre universal, su proyección histórica que le confiere ese peso específico innegable, pese a todos los avatares, procede directamente del Cardenal Cisneros.


Volvemos a encontrarnos con una referencia a nuestro río en el artículo que, con el título de Ciudad hermana, provincia hermana, escribió Antonio Marchamalo refiriéndose a Guadalajara102:


Unidas como están las dos ciudades por el Henares vivieron juntas todo el acontecer de la historia de España. Juntas supieron de la gloria y del olvido, de la prosperidad y la pobreza.


Les llega de nuevo el turno a Luis Madrona y a sus bagatelas con la titulada Alcalá y Cisneros, en la cual especula don Fernando Sancho con la pintoresca posibilidad de cambiar el apellido de la ciudad, sustituyendo el “de Henares” por el “de Cervantes” o “de Cisneros”, aduciendo entre otras razones la siguiente103:


Deje al Henares en paz, y si hoy, como todos los grandes ríos de las grandes poblaciones, está contaminado, bien es verdad que ha tenido inspirados poetas que loaron sus riberas, sus árboles y sus peces.


Volvería a insistir Antonio Marchamalo en la hermandad entre Alcalá y Guadalajara en el artículo Visita a Guadalajara, en el cual era inevitable una referencia al Henares104:


Ya dijimos que queda mucho por ver. Pero también dijimos hace apenas unos días que Guadalajara va a servirnos de base para las excursiones artísticas que hemos proyectado para este verano. Esas llegadas esporádicas, esos minutos que toma el viajero para descansar y reponer fuerzas las emplearemos en ir conociendo la ciudad hermana de la provincia hermana, a la que nos sentimos ligados por el Henares, el arcipreste, y tantos otros vínculos físicos y espirituales.


En pleno verano de 1972 F. Vadillo se lamentaba, en las páginas deportivas de Puerta de Madrid, de la desaparición de la clásica travesía a nado del Henares, proponiendo recuperar esta tradición. El artículo en cuestión se titula precisamente La travesía del Henares, y en él se dice lo siguiente del río105:


Todo Alcalá se trasladaba a las orillas del Río -con mayúscula- para ver la prueba, incluso aquellos que jamás osaron sumergirse en las verdes aguas de un Henares tan injustamente calumniado como río peligroso, como el de las “terribles pozas”.


Vicente Alberto Serrano es el autor de la novela corta Un día cualquiera del 36, publicada en forma de folletín ese mismo año de 1972. A ella pertenece esta cita, en la que se describe la vista que Alcalá ofrecía a un visitante que se acercara a ellaa106:


Después, cuando se desciende hacia ella, el río calmoso y reconfortador, deja ver su escondite al amparo de los propios cerros que delimita y encorseta. El Henares refresca los labios de la ciudad y, envidioso de los pintores venecianos, refleja sobre sus aguas, con el mismo detalle e igual arte que aquéllos, todo el perfil lejano de torres y edificios que dan cuerpo a la ciudad....


Y esta otra, en la que el autor recuerda las diversiones de los últimos estudiantes que pasaron por nuestra universidad, allá por los años treinta del siglo XIX, cercano ya el despojo por el que se privaría a Alcalá de la secular institución cisneriana107:


Estos, abandonaron las clases, se dirigían al río, dirigidos por Salvador que, como un caudillo victorioso, sumergía su orgullo en las aguas calmosas que un día, ya lejano, descubriera bajando por el camino de Arganda.


Le llega el turno de nuevo a la poesía, concretamente a la que, bajo el título de Oración a la Virgen del Val, publicó Aida Camps Devaux ya en 1973. A ella pertenece la siguiente estrofa108:


Habitar quisiste cerca del Henares,
desde allí contemplas tu ciudad querida,
además del trono en nuestros altares
también te ofrecemos nuestra alma y vida.


Entre todos los poetas alcalaínos don José Chacón brilla con luz propia, y esta vez entra con todos los honores en esta antología con la poesía, publicada en 1973, titulada ¡Río Henares! ¡Río Henares!, que por razones obvias transcribo en su totalidad pese a su longitud109:


¡Río Henares! !Río Henares!
Caminante peregrino
de las alcarrias al Tajo
por las aradas de Isidro,
sembradas de avena loca,
entre el Veracruz y el Viso.
Río Henares, santuario.
¡Qué tranquilidad, Dios mío,
para llorar en tu orilla
los reveses del destino!
No pases indiferente;
haz un alto en el camino;
hay una madre llorando
que espera y no viene el hijo.
Río Henares. Río nuestro,
devuelve a la madre el hijo;
interminables las horas;
las manos blancas de frío;
rojos los ojos de llanto;
negra, la boca, de gritos.
Salió al Colegio temprano
con los mapas y los libros;
tenía seis años nuevos
y jugaba a hacer novillos.
Soñó que iba navegando
en una barca de vidrio.
¡Sólo tenía seis años
y quería ser marino!
Él, sería el Almirante;
grumetes, los otros niños;
él se vino a la ribera
porque soñaba contigo.
Tuvo envidia de los peces
que eran de acero bruñido;
tuvo envidia de las leves
hojas muertas de los tilos;
tuvo envidia de las olas
que eran de encaje de armiño.
Él, quería ser espuma,
arenilla, junco fino,
ola pequeña, guijarro...,
algo para estar contigo.
Quería ser marinero
y se tornó Crucifijo;
ya lo tienen en la orilla
con los brazos extendidos,
los finos labios morados
y los ojos amarillos.
Río Henares. En tu orilla
¡Cómo lloran sus amigos!
¡Cómo te clava su madre
los grandes ojos vacíos!


Bella y triste poesía en la que el protagonista, cruel protagonista, es el río Henares. Volvemos ahora a la pluma de Antonio Marchamalo, que también en 1973 publicó un artículo de su serie Crónicas de viajero, titulado esta vez Alcalá de Henares, En el cual se describe a nuestra ciudad de la siguiente manera110:


Alcalá vista de lejos, levemente oculta por la bruma del río, sigue pareciendo una ciudad de grabado antiguo en dos dimensiones y a un solo color.


El río, aun sin nombrarlo, es, evidentemente, nuestro Henares. Nos encontramos de nuevo, ya en 1974, con un artículo de Luis Madrona, es decir, de Fernando Sancho. Se trata en esta ocasión de una Bagatela fluvial, como la denominó su autor, y en ella, dado el título, era obligado encontrarse con su -nuestro- río en esta cita, breve pero jugosa111:


¡Oh, deleitoso Henares! ¿Do fuiste, do está?


José Chacón, entonces colaborador habitual en las páginas de Puerta de Madrid, publicó, ya en 1974, la poesía titulada Compromiso, dedicada al también poeta Luis de Blas. A ella pertenece el siguiente fragmento112:


Y no puedo esperar azar o lance
ni puedo malgastar una mañana
buscando una pepita en el Henares.


Retornamos a la prosa con una cita del articulo titulado La blancura nefasta, en el que su autor, R. González Fernández, se lamenta de la contaminación de nuestro río con estas palabras113:


Porque el Henares ya no canta. Terminaron aquellas briosas tonadas en sus presas, que rugían en las noches complutenses de hace quince o veinte años como el tranquilizado ronquido del padre. Hoy, agotado en su esfuerzo protector, el Henares camina hacia su muerte, ha comenzado su proceso de río blanco ante la aparente indiferencia de quienes le ven acercarse lentamente a su agonía. Lentitud que ahora se apresura como si la ciudad tuviera prisa en deshacerse de quien la engendró y de quien durante milenios le ha conferido la razón de ser.


A unas nuevas convocatorias de los premios literarios del Ayuntamiento, concretamente a las correspondientes a 1973-74114, pertenece la poesía que, bajo el título de Madrigal a Macarena Álvarez Osorio, Musa Mayor Complutense 1974, escribió José María Fernández Nieto; no se trata, en esta ocasión, de una de las obras premiadas, sino de una composición escrita ex profeso para conmemorar este premio. Aun cuando se trata de una poesía de compromiso, conviene leer algunos párrafos de la misma alusivos al Henares y, como su título indica, a la musa complutense de ese año115:


Lo que importa es que eres ya
musa mayor cervantina
y que el Henares inclina
ante tu trono su fama
para llevar al Jarama
tu inspiración femenina.

(...)

Y viniste aquí a inspirar
trovadores y juglares
y soñó por ti el Henares
que era un mar.

(...)

Compararte con la rosa
más esbelta del Henares,
alzar en piedras sillares,
Macarena, tu poesía
y copiar tu angelería
en sus sueños seculares.


Fue en el año 1974 cuando José Chacón recopiló, en la antología titulada Por los caminos116, parte de sus poesías publicadas anteriormente en distintos medios de comunicación, tanto locales como nacionales. De este libro he extraído dos romances, el primero de los cuales, titulado Mi señorío, reproduzco a continuación117:


Parqueval. Mis soledades.
Mi pequeño señorío.
No hay en toda la ribera
un mirador como el mío.
Puedo tocar con mi mano,
la vega, el pinar, el río,
los álamos musicales
verdes, plata y amarillos
pespunteando la linde
horizontal del camino.
El Henares, pregonero
por huertas y caseríos,
dice en su melancolía
y su tristeza de vidrio
una canción caminera
que aprendió por los molinos
entre los cañaverales
y los bíblicos espinos.

(...)

Y la tarde, femenina
de un color indefinido,
lleva camino del mar
la misma ruta que el río.

(...)

Aquí estoy en mi silencio.
Se van la tarde y el río
hacia la mar. Yo me quedo
con el corazón vacío,
pastor de mis soledades,
señor de mi señorío.


La segunda poesía es la titulada Peregrino, obra en la que el autor recuerda sus lazos con dos ríos, el Júcar de su Cuenca natal y el Henares de su Alcalá de adopción; dos ríos que, naciendo castellanos, rinden sus aguas a diferentes mares. Leamos un extracto del mismo118:


Voy recordando cantares
que me enseñaron los ríos
y los pequeños lugares
de Castilla,
desde el Júcar al Henares,
doctores y amigos míos.


Ese mismo año Francisco Antón, con su cuidada prosa, hablaría de esta manera de José Chacón en el artículo titulado Algunas consideraciones en torno a tres poetas alcalaínos119:


Y dedica estrofas de lírico perfume a la plaza de Palacio, a las frondas del parque, a las callejas llenas de sol y de moscas, al silencio de la calle roto por la gritería de niños y gorriones, a Cervantes, a Cisneros, a la Universidad, al Henares, que para él, que no conoce la visión del mar, tiene grandezas de azul luminosidad.


Una nueva poesía José Chacón es la titulada En la ribera del río, de la cual, por su gran longitud, reproduzco tan sólo los primeros y los últimos versos120:


El río lleva un secreto
entre la espuma escondido:
sabe que me estoy muriendo
por unos ojos divinos.

(...)

¡Ay, márgenes del Henares;
ruta de mis enemigos!


Ya en 1975, y también de una poesía titulada Piedra fría y firmada por un para mí desconocido Totó, es la siguiente cita, escrita en un estilo completamente distinto al de la anterior121:


En la orilla del río Henares
una piedra solitaria me llamó la atención
¡me imaginé que sufría...!
Y... un día por la mañana fui al río donde se hallaba
tendida. Con mis manos la arranqué y la quité de la
orilla; porque despacio pensé..., que tendría su valía.
¡es una piedra preciosa!


Poco después un nuevo autor inscribía su nombre en la lista de los cantores del río Henares. Firmado con el seudónimo de Paco del Turia -desconozco su verdadero nombre-, en el artículo titulado El Henares y el medio ambiente se podía leer lo siguiente122:


Alcalá tiene su río, río que le da su nombre y su vida.


Dando un salto en el tiempo hasta 1976, nos encontramos con la poesía titulada Entre el Tormes y el Henares, de la cual era autor Amador de la Cuesta. A ella pertenece la siguiente estrofa123:


Entre el Tormes y el Henares
cimentamos nuestro hogar
sin agobios, sin pesares.


Volvemos a las convocatorias de los premios organizados por el ayuntamiento alcalaíno, esta vez titulados Semana Cervantina 1976. VI Certamen Ciudad de Alcalá de Henares124, y lo hacemos con una nueva cita de José César Álvarez extraída de la obra en prosa titulada La noche de las estatuas, premiada en este certamen. La obra trata sobre un imaginario diálogo entre las cuatro estatuas existentes entonces en las calles y plazas de Alcalá, las de Cervantes, Cisneros, el Empecinado y san Ignacio de Loyola, y en ella José César Álvarez pone en boca de la estatua de Cervantes las siguientes palabras125:


Mi primer río, el Henares, y salvado éste, los duros escarpes de una cordillera abrupta -gigantesca osamenta terrosa, frenéticas torrenteras-, hasta coronar su cornisa. Desde el alto -¡Cuántas veces, Dios mío!- quedaba absorto horas y horas cominando la inhóspita planicie hasta sus confines en el cielo.


Una nueva poesía, obra en esta ocasión de Miguel Ángel Villegas y titulada Árboles invernales de Alcalá, habla del Henares en los siguientes términos126:


Árboles invernales de Alcalá,
crecidos a la vera del Henares,
cuyas raíces hurgan
hasta encontrar los huesos de otras razas,
y aprender las raíces de la historia
de la ciudad que os presta su escenario.


La siguiente cita pertenece también al mismo autor, y se inscribe asimismo en el género poético. Su título es Los alcalaínos, a la Virgen del Val, y está dedicada, lógicamente, a la patrona alcalaína127:


La imagen de la Virgen,
con su hijo en los brazos,
vive junto al Henares,
y cercana a los montes de Alcalá,
porque es Río de gracias,
porque es Altura hermosa,
porque es Joya del cielo.


Tan sólo un año más tarde, en 1977, repetiría galardón José César Álvarez en los concursos literarios locales al conseguir el primer premio de prosa de los VII Premios Ciudad de Alcalá de Henares128 con la obra titulada Letanía en la Iglesia Magistral, una narración elaborada a partir de los hechos históricos contenidos en la obra titulada Diario de un patriota complutense en la Guerra de la Independencia, un clásico de la historiografía complutense. La acción se desarrolla en los borrascosos años de principios del siglo XIX, cuando los españoles luchaban por sacudirse el yugo napoleónico y Juan Martín el Empecinado andaba con sus partidas por las tierras de allende el Henares. Leamos un párrafo de la misma que hace referencia al desafío que los alcalaínos deciden hacer al peligro francés129:


Pero mañana, de oración a oración, saldremos al campo abierto; por las cuatro puertas nos abriremos a los cuatro puntos cardinales, abandonaremos la prisión que nos hemos construido y dejaremos de hurgar los muladares donde escupen las sobras nuestros enemigos; cavaremos si es preciso la tierra, zanjaremos arterias al Henares, aporcaremos los cardos y, encintadas, con los ojos como garfios, sin dejar un palmo de terreno por visto, espigaremos los rastrojales, rastrearemos con la escarda en la mano los sembrados, los linderos y ribazos, las cunetas, las acequias de molinos, tras de la romaza y las collejas, la alverja, la acedera, los berros, los cardillos...


Y algo más adelante130:


Los rapaces harán redadas de tordos y de gorriones, y la paciencia de la orilla del Henares, henchido de vida, nos dará algún barbo, alguna carpa, alguna boga.


Llega ahora el turno a Pedro Gallardo Puerro, que escribió una larga poesía titulada Exaltación de Alcalá de Henares, la cual apareció publicada 1977 en Puerta de Madrid. Su cuarta estrofa dice así131:


Y, a la orilla del Henares, en la tierra sepultada,
un labriego halló a la imagen, milagrosa y venerada,
de la Santísima Virgen, Nuestra Señora del Val.


Fernando Garcés Sarralde escribió en 1978 el libro titulado Estudio de un barrio en crecimiento, un estudio exhaustivo de uno de los barrios más significados de Alcalá, el de los Reyes Católicos. Vecino este barrio del Henares, no podía faltar una referencia al mismo tal como la que sigue132:


Mayor aún es el placer de comer directamente las habas de sus huertas recién arrancadas de la mata junto al bucólico Henares como lo hacía el estudiante Fray Luis de León, donde se inspiró para la Vida Retirada; hasta un Arcipreste jugó a labrador sembrando avena en su ribera.


Pocas habas se siembran ya a orillas del Henares a consecuencia de una expansión urbana que acabó prácticamente con sus huertas, las mejores de toda la comarca. El progreso, dicen... También en 1978, y en los VIII Premios Ciudad de Alcalá de Henares133, el poeta alcalaíno Luis de Blas vería premiados sus Sonetos de amor alcalaíno, una colección de diez sonetos inspirados en temas de la ciudad. De todos ellos conviene fijar la atención en el cuarto, titulado Oración en la ermita y dedicado a la Virgen del Val, patrona de la ciudad complutense. La ermita del Val está situada junto al río Henares, y a él se refiere el autor cuando exclama134:


Santa Madre del Val, ¿cuánta promesa
de Cielo cabe en tu frondosa orilla
si a tu señal de Amor se hace la arcilla
trono en tu honor y el río se embelesa?


Arsenio Lope Huerta, que años más tarde sería alcalde de Alcalá y posteriormente desempeñaría otros cargos políticos que le alejaron temporalmente de la ciudad, colaboraba activamente a finales de la década de los setenta en la prensa local, como lo demuestra este fragmento del artículo titulado Alcalá, una pesada herencia, escrito en 1978, en el que recuerda con nostalgia los plácidos baños en el Henares de su juventud135:


Los que tenemos más de treinta años y hemos vivido siempre en Alcalá, recordamos con placer nuestros baños en la Virgen del Val, el Muro, la Presa de Cayo, Aguas Verdes, las Terreras, el Zulema, la Presa de las Armas o tantos otros parajes de nuestro padre Henares donde aprendimos a dar nuestras primeras brazadas, donde pescamos y donde bebimos su agua. (...) Las aguas del Henares son hoy un peligro letal para los circunstanciales bañistas y pescadores.


El año 1979 sería el último en el que los premios literarios convocados por el ayuntamiento alcalaíno revistieron un carácter local, ya que a partir de entonces su ámbito sería -y continúa siéndolo- nacional, lo que si bien redundó en una mayor importancia de los mismos, supuso la pérdida de su hasta entonces entrañable y hasta familiar carácter. Pasemos a estudiar una de las obras presentadas en estos IX Premios Ciudad de Alcalá de Henares136, la titulada Alcalá de Henares en la literatura española firmada por José Montero. Nos encontramos ante una recopilación de textos bastante similar a ésta, sólo que su tema no es exclusivamente el Henares, sino la propia ciudad de Alcalá; aunque, obviamente, el río alcalaíno aparece en varias ocasiones, tanto en forma de citas de otros autores como en comentarios del propio recopilador. Como es de suponer sólo estos últimos aparecen recogidos aquí, ya que los anteriores figuran en sus capítulos correspondientes. Comencemos con nuestra lectura137:


De los ríos que cruzan la geografía madrileña provincial -con excepción del Tajo, por su evidente “toledanismo”- Jarama, Guadarrama, Henares, Manzanares, Lozoya, Alberche, Tajuña, Guadalix y Cofio, son los seis primeros los que han alcanzado más amplia difusión literaria.


Más adelante, insiste el autor138:


El Henares es, efectivamente, uno de los grandes ríos literarios de la provincia de Madrid. (...) Este río, con recuerdos medievales y otros doctos que le presta la vecindad de Alcalá, es un río musical y estudiantil, con ecos de coplas escolares en sus orillas.


Pero la importancia literaria del Henares declinaría, según José Montero, al decaer la ciudad cuyas aguas bañan, pasado ya el Siglo de Oro139:


Después, llega para el Henares el olvido, unido a la decadencia de Alcalá. En nuestros días ya, Ortega y Gasset dirá de él -¡qué lejos el río “tan crecido” y “caudaloso”!- que es solamente “un hilo imperceptible de agua...”


En descargo del Henares hay que advertir que Ortega hablaba no del Henares alcalaíno, que sigue llevando poco más o menos las mismas aguas que siempre con permiso, eso sí, de las presas que domeñan a varios de sus afluentes, sino del recién nacido Henares cuyo escaso caudal discurre allá por las altas tierras segontinas. A ese mismo año de 1979 pertenece un artículo anónimo que, bajo el título de Un esfuerzo para salvar al Henares, apareció publicado en Puerta de Madrid140:


Porque aunque sólo Alcalá y San Fernando se apelliden “de Henares”, en un reconocimiento de a quien deben la paternidad, Guadalajara lleva al río metido en su propio nombre árabe, en la misma razón de su existencia. (...) El Henares, desde luego, pese a lo que pueda parecer, es mucho Henares, como corresponde a un río que apadrinó a la, durante milenios, más importante población del área. Pero a veces da verdadera pena ver a nuestro padre Henares.





NOTAS


1 OÑORO, Pedro Francisco. Sermón citado por Francisco M. de Arabio Urrutia en Monografía histórica de las incorruptas Santas Formas de Alcalá de Henares. Madrid, imprenta de los hijos de M.G. Hernández, 1897. Pág. 148. Reedición facsímil del Ayuntamiento y el Obispado de Alcalá de Henares, 1997.

2 HEREDERO Y MAYORAL, Nicolás. Narración de la venida del rey don Fernando VII a la Universidad de Alcalá y arenga que hizo a S.M. el Dr. D. Nicolás Heredero y Mayoral, del Gremio y Claustro, y Catedrático de Elocuencia de la misma Universidad, Cura Propio de la Parroquial de Santa María la Mayor de dicha Ciudad. Alcalá de Henares, 1816. Pág. 17.

3 ANÓNIMO. Citado por José Antonio Rayón en Memoria histórica de lo ocurrido en el Teatro de la ciudad de Alcalá de Henares, propio de la Cofradía de Santa María la Mayor, desde 1601, en que se proyectó su primera construcción, hasta 1832, en que se reedificó por la Corporación, y en su representación, don José Antonio Rayón, 1831, pág. 224. Edición facsímil del Ayuntamiento de Alcalá de Henares, 1999.

4 SORAVILLA, Javier. Citado en El caso de Cervantes y su casa. Nuevo Alcalá, nº 39 (15-3-1960).

5 VV. AA. Memoria. Acuerdos y sesiones literarias en honor de Cervantes. Ilustre Ayuntamiento de Alcalá de Henares. Establecimiento tipográfico de F. García. Santiago, 13. Alcalá de Henares, 1880.

6 Op. cit. pág. 48.

7 Op. cit. pág. 113.

8 ACOSTA DE LA TORRE, Liborio. Guía del viajero en Alcalá de Henares. Imprenta de F. García Carballo. Alcalá de Henares, 1882.

9 Op. cit. pág. 15.

10 AZAÑA, Esteban. Historia de la ciudad de Alcalá de Henares (Antigua Compluto). Tomo I. Alcalá de Henares, imprenta de F. García Carballo, 1882. Edición facsímil de la Universidad de Alcalá de Henares. Alcalá de Henares, 1986.

11 Op. cit. Introducción, pág. 1.

12 Op. cit. Introducción, pág. 4.

13 Op. cit. Introducción, pág. 20.

14 Op. cit. Introducción, pág. 25.

15 Op. cit. cap. I, pág. 29.

16 Op. cit. cap. I, pág. 31.

17 Op. cit. cap. I, pág. 34.

18 Op. cit. cap. III, pág. 45.

19 Op. cit. cap. IV, pág. 73.

20 Op. cit. cap. VIII, pág. 141.

21 Op. cit. cap. XII, pág. 243.

22 AZAÑA, Esteban. Historia de la ciudad de Alcalá de Henares (Antigua Compluto). Tomo II. Madrid, establecimiento tipográfico de E. Alegre, 1883. Edición facsímil de la Universidad de Alcalá de Henares. Alcalá de Henares, 1986.

23 Op. cit. cap. II, pág. 78.

24 Op. cit. cap. V, pág. 146.

25 DISPIERTO, Tomás. Reproducida en Historia de la cofradía de Nuestra Señora del Val, de Jesús Fernández Majolero. Cofradía de la Virgen del Val. Alcalá de Henares, 2005. Págs. 487-488.

26 Op. cit., pág. 488.

27 Op. cit., págs. 488-489.

28 Op. cit., pág. 489.

29 MARTÍN ESPERANZA, Ignacio. Alcalá de Henares. El Complutense, nº 45 (22-3-1985).

30 PALERO, Juan. A Cervantes. La Gazeta Complutense, nº 14 (8-4-1886).

31 BRUGUERA, Adrián L. Y GUTIÉRREZ MUÑIZ, Vicente. Las cuevas históricas de Alcalá la Vieja. Leyenda. Alcalá de Henares, imprenta de F. García Carballo, 1889.

32 Op. cit. pág. 1.

33 Op. cit. pág. 1.

34 Op. cit. pág. 2.

35 Op. cit. pág. 4.

36 Op. cit. pág. 6.

37 PASCUAL Y CUÉLLAR, Eduardo. Muerte de D. Juan I en Alcalá de Henares. Tipografía y encuadernación provincial de Guadalajara, 1889.

38 AYALA Y FRANCISCO SASTRE, Manuel. Biblioteca de la provincia de Madrid. Crónica general de sus pueblos. Tomo III. Alcalá de Henares. Excma. Diputación Provincial. Madrid, 1890.

39 Op. cit. Introducción, pág. V.

40 Op. cit. pág. 2.

41 SORAVILLA, Javier. ¡Cómpluto! (Alcalá de Henares). Tipografía de los hijos de M.G. Hernández. Madrid, 1894.

42 Op. cit. Cap. II, pág. 21.

43 Op. cit. Cap. X, pág. 88-1989.

44 VELASCO Y SANTOS, M. Tercer Centenario de la milagrosa incorrupción de veinticuatro sacratísimas formas, que conserva y expone al culto de los fieles en Alcalá de Henares su Magistral Iglesia. Crónica del Centenario de las Santas Formas, nº 1. Alcalá de Henares, diciembre de 1896.

45 Op, cit., pág. 4.

46 Op. cit., pág. 6.

47 CALLEJA, José Demetrio. Alcalá la Vieja. Ensayo histórico o apuntes para una monografía de aquel castillo. Guadalajara, 1897. Reedición facsímil en Obras completas. Institución de Estudios Complutenses. Alcalá de Henares, 2000.

48 Op. cit. Cap. XIV, pág. 10.

49 NINO. Brisas del Henares, nº 1 (2-9-1897).

50 CABELLO Y LAPIEDRA, Luis María. La Capilla del Relator ó del Oidor de la Parroquia de Santa María la Mayor, en la ciudad de Alcalá de Henares. Boletín del III Centenario del Quijote, nº 6. Alcalá de Henares, mayo de 1905.

51 VV.AA. Cervantes y Alcalá. Homenaje de la ciudad de Alcalá de Henares dedicado a su esclarecido hijo Miguel de Cervantes Saavedra en su III Centenario (23 de abril de 1916). Editado por José Primo de Rivera y Williams. Madrid, 1916.

52 Op. cit. sin paginar.

53 Op. cit. sin paginar.

54 SANZ DE DIEGO, Rafael. La ermita del Val de Alcalá de Henares. Imprenta Corral. Alcalá de Henares, 1928.

55 Op. cit., parte 3ª, pág. 39.

56 Op. cit., parte 4ª, pág. 58.

57 Op. cit., parte 5ª, pág. 72.

58 Op. cit., parte 6ª, pág. 92.

59 Op. cit., parte 6ª, pág. 95.

60 PARDO SEGURA, Emilio. Catástrofes. Alcalá, nº 19 (1-1-1948).

61 REYMUNDO TORNERO, Anselmo. Datos históricos de la ciudad de Alcalá de Henares. Talleres Penitenciarios. Alcalá de Henares, 1950.

62 Op. cit., pág. 15.

63 Op. cit., pág. 16.

64 Op. cit., pág. 18.

65 Op. cit., pág. 18.

66 Op. cit., pág. 965-966.

67ANTÓN, Francisco. La casa de los cuatro vientos. Alcalá de Henares, 1957.

68 Op. cit., pág. 135-13ó.

69 Op. cit., pág. 137.

70 GARCÍA GUTIÉRREZ, Francisco Javier. Un suceso político. Nuevo Alcalá, nº 10 (1-1-1959).

71 FLANDES, Fernando (SAEZ DE SANTAMARÍA, Fernando). El extraño Mangantewski. Nuevo Alcalá, nº 31 (15-11-1959).

72 CHACÓN, José. Caminos de la Mancha. Nuevo Alcalá, nº 51 (15-9-1960).

73 EMPASE (PARDO SEGURA, Emilio). Estampas alcalaínas. La romería del Val. Nuevo Alcalá, nº 51 (15-9-1960).

74 MADRONA, Luis (SANCHO HUERTA, Fernando). Piedra, tierra y agua. Nuevo Alcalá, nº 58 (1-1-1961).

75 ANTÓN, Francisco. Evocación lírica del Corpus. Nuevo Alcalá, nº 68 (1-6-1961).

76 FERNÁNDEZ VALENTÍN, Mª Ángeles. Alcalá de Henares, ciudad progresiva. Nuevo Alcalá, nº 74 (1-9-1961).

77 ANÓNIMO. La romería de la Virgen del Val. Nuevo Alcalá, nº 76 (3-10-1961).

78 ANTÓN, Francisco. Con la inmensa mayoría. El género gramatical en las aguas del Henares. Nuevo Alcalá, nº 76 (3-10-1961).

79 ANÓNIMO. Impresionante inundación en la noche del sábado. Nuevo Alcalá, nº 78 (17-10-1961).

80 HERAS, Santiago de las. ¡Riada maldita, no vuelvas más! Nuevo Alcalá, nº 84 (28-11-1961).

81 EMPASE (PARDO SEGURA, Emilio). Alcalá vista por un viajero. Nuevo Alcalá, nº 86 (12-12-1961).

82 GANZO, Julio. Nuevo Alcalá, nº 89 (2-1-1962).

83 SANCHO HUERTA, Fernando. Breve historia de Alcalá de Henares. Excmo. Ayuntamiento de Alcalá de Henares, 1963. Pág. 7.

84 RIVERA, Carlos. Los Henares de Alcalá. Programa oficial de ferias. Alcalá de Henares, 1964.

85 ANÓNIMO. Publicado en Nuevo Alcalá con fecha 24-6-1965.

86 RAMOS OREA, Tomás. Río. Programa oficial de ferias (primero). Alcalá de Henares, 1966.

87 PARDO SEGURA, Emilio. La ciudad, el campo y la feria. Programa oficial de ferias (segundo). Alcalá de Henares, 1966.

88 CHACÓN-CALVO, Manuel. Alcalá del libro y la espada. Aldonza, nº 26. Alcalá de Henares, diciembre de 1966.

89 BLAS, Luis de. Oda a Alcalá de Henares. II Certamen Poético-Literario (Un ensayo y un poema). Excmo. Ayuntamiento de Alcalá de Henares, 1967. Pág. 50.

90 PRIETO, Santiago Julián. Río Henares. Creaciones musicales Julián Prieto. Valencia, 1968.

91 SÁNCHEZ DONCEL, Gregorio. Alcalá de Henares, Gibraltar de Castilla. Excmo. Ayuntamiento de Alcalá de Henares, 1968. Pág. 19.

92 CASTRO, Ana de. El escudo de Alcalá. Puerta de Madrid, nº 31 (3-8-1969).

93 PRIETO, Santiago Julián. Virgen del Val. Puerta de Madrid, nº 38 (21-9-1969).

94 FERGASA (GARCÉS SARRALDE, Fernando). El Alcalá que va a ser... La inundación. Puerta de Madrid, nº 55 (18-1-1970).

95 ANÓNIMO. Lamento de un pescador. Puerta de Madrid, nº 77 (21-6-1970).

96 COBOS PÉREZ, Luis. Confesión secreta de Miguel de Cervantes (...hallada en el libro I de Bautismos de la Iglesia de Santa María la Mayor, de Alcalá de Henares, al fol. 192 vto...). Puerta de Madrid, nº 86 (23-8-1970).

97 VV.AA. Certámenes literarios 1971-72. Excmo. Ayuntamiento de Alcalá de Henares, 1972.

98 ÁLVAREZ, José César. Sonatina complutense en tres tiempos. Op. cit., pág. 27.

99 ÁLVAREZ, José César. Sonatina complutense en tres tiempos. Op. cit., pág. 29.

100 MADRONA, Luis (SANCHO HUERTA, Fernando). Sin tema ni tiempo. Puerta de Madrid, nº 180 (11-6-1972).

101 HERNÁNDEZ GARCÍA (SAN ROMÁN HERNÁNDEZ, Sandalio). El día de Cisneros. Puerta de Madrid, nº 183 (2-7-1972).

102 MARCHAMALO SÁNCHEZ, Antonio. Ciudad hermana, provincia hermana. Puerta de Madrid, nº 183 (2-7-1972).

103 MADRONA, LUIS (SANCHO HUERTA, Fernando). Alcalá y Cisneros. Puerta de Madrid, nº 185 (16-7-1972).

104 MARCHAMALO SÁNCHEZ, Antonio. Visita a Guadalajara. Puerta de Madrid, nº 186 (23-7-1972).

105 VADILLO, F. La travesía del Henares. Puerta de Madrid, nº 190 (20-8-1972).

106 SERRANO CORDÓN, Vicente Alberto. Un día cualquiera del 36. Puerta de Madrid, nº 204 (3-12-1972).

107 SERRANO CORDÓN, Vicente Alberto. Op. cit. Puerta de Madrid, nº 205 (10-12-1972).

108 CAMPS DEVAUX, Aida. Oración a la Virgen del Val. Puerta de Madrid, nº 230 (3-6-1973).

109 CHACÓN, José. ¡Río Henares! ¡Río Henares! Puerta de Madrid, nº 233 (24-6-1973).

110 MARCHAMALO SÁNCHEZ, Antonio. Alcalá de Henares. Puerta de Madrid, nº 249 (14-10-1973).

111 MADRONA, Luis (SANCHO HUERTA, Fernando). Bagatela fluvial. Puerta de Madrid, nº 287 (30-4-1974).

112 CHACÓN, José. Compromiso. Puerta de Madrid, nº 291 (14-5-1974).

113 GONZÁLEZ FERNÁNDEZ, R. La blancura nefasta. Puerta de Madrid, nº 314 (6-8-1974).

114 VV.AA. Certámenes literarios 1973-74. Excmo. Ayuntamiento de Alcalá de Henares, 1974.

115 FERNÁNDEZ NIETO, José María. Madrigal a Macarena Álvarez Osorio, Musa Mayor Complutense 1974. Op. cit., sin numerar, entre pág. 4 y 5.

116 CHACÓN, José. Por los caminos. Alcalá de Henares, 1974.

117 Op. cit., pág. 64 a 66.

118 Op. cit., pág. 77.

119 ANTÓN, Francisco. Algunas consideraciones en torno a tres poetas alcalaínos. Puerta de Madrid, nº 333 (12-10-1974).

120 CHACÓN, José. En la ribera del río. Puerta de Madrid, nº 351 (14-12-1974).

121 TOTÓ. Piedra fría. Puerta de Madrid, nº 366 (8-2-1975).

122 TURIA, Paco del. El Henares y el medio ambiente. Puerta de Madrid, nº 400 (10-6-1975).

123 CUESTA, Amador de la. Entre el Tormes y el Henares. Puerta de Madrid, nº 459 (7-2-1976).

124 VV.AA. Semana Cervantina 1976. VI Certamen Ciudad de Alcalá de Henares. Excmo. Ayuntamiento de Alcalá de Henares, 1976.

125 ÁLVAREZ, José César. La noche de las estatuas. Op. cit., pág. 35-36.

126 VILLEGAS, Miguel Ángel. Árboles invernales de Alcalá. Puerta de Madrid, nº 481 (27-4-1976).

127 VILLEGAS, Miguel Ángel. Los alcalaínos, a la Virgen del Val. Puerta de Madrid, nº 517 (25-9-1976).

128 VV.AA. VII Premios Ciudad de Alcalá de Henares. Excmo. Ayuntamiento de Alcalá de Henares, 1977.

129 ÁLVAREZ, José César. Letanía en la Iglesia Magistral. Op. cit., pág. 26.

130 ÁLVAREZ, José César. Letanía en la Iglesia Magistral. Op. cit., pág. 26.

131 GALLARDO PUERRO, Pedro. Exaltación de Alcalá de Henares. Puerta de Madrid, nº 568 (20-8-1977).

132 GARCÉS SARRALDE, Fernando. Estudio de un barrio en crecimiento. Alcalá de Henares, 1978. Pág. 21.

133 VV.AA. VIII Premios Ciudad de Alcalá de Henares. Excmo. Ayuntamiento de Alcalá de Henares, 1978.

134 BLAS, Luis de. Sonetos de amor alcalaíno. Op. cit., pág. 40. Vid también nota 243.

135 LOPE HUERTA, Arsenio E. Alcalá, una pesada herencia. Puerta de Madrid, nº 602 (6-5-1978).

136 VV.AA. IX Premios Ciudad de Alcalá de Henares. Excmo. Ayuntamiento de Alcalá de Henares, 1979.

137 MONTERO, José. Alcalá de Henares en la literatura española. Op. cit., pág. 26.

138 Op. cit., pág. 26.

139 Op. cit., pág. 27.

140 ANÓNIMO. Un esfuerzo para salvar al Henares. Puerta de Madrid, nº 663 (28-7-1979).





Publicado el 10-7-2006
Actualizado el 27-2-2010