Iconografía de santo Tomás de Villanueva en Valencia



Tal como describo en otro artículo dedicado a su biografía, santo Tomás de Villanueva, antiguo estudiante de la Universidad alcalaína, fue arzobispo de Valencia entre 1544 y 1555, fecha de su fallecimiento, dejando tras de sí un gran recuerdo al ser uno de los prelados de la capital levantina que más se preocupó por su diócesis y, sobre todo, por el bienestar de los más humildes, hasta el punto de representársele habitualmente en actitud de dar limosna a un menesteroso.

Por esta razón no es de extrañar que su iconografía sea abundante en la ciudad del Turia, razón que me permitió, en un reciente viaje a Valencia, tomar fotografías de un buen número de imágenes y cuadros dedicados a su memoria... sin llegar a hacerlo con todos, ya que de acuerdo con el documentado trabajo de Jorge Solís Piñero1 me dejé varios en el tintero aunque, curiosamente, sí localicé algunos otros que no figuran en el citado libro gracias a la inestimable ayuda, como tantas otras veces, de mi mujer, que me acompañó en el viaje. No obstante, por el momento tan sólo voy a hablar de nuestros propios hallazgos, y no de los referenciados por Jorge Solís que no tuve ocasión de localizar.




Escultura de la fachada principal de la catedral


Empecemos por la catedral, lugar donde lógicamente se concentran buena parte de sus representaciones iconográficas. Ya en la misma portada principal, labrada entre los años 1713 y 1728, nos encontramos con una escultura suya en una hornacina, la de la izquierda, en piedra y a tamaño natural donde aparece revestido de arzobispo dando limosna a los pobres. La escultura, muy deteriorada por las inclemencias climáticas, es obra, según algunas fuentes consultadas, de Ignacio Vergara, autor de la conocida fachada del palacio del Marqués de Dos Aguas, mientras otras se inclinan por Francisco Stolff. De lo que no cabe duda es de que es contemporánea de la portada, es decir, de principios del siglo XVIII.


Catedral, capilla de Santo Tomás. Vista general del retablo (izquierda) y detalle (derecha)


Dentro ya de la catedral nos encontramos con una capilla, la primera del lado de la epístola -es decir, la más cercana al crucero del lado de la derecha, según se mira de frente al altar- consagrada a nuestro santo. La capilla es de estilo neoclásico, y fue construida en el siglo XVIII por Antonio Gilabert y Lorenzo Martínez. El retablo central está presidido por un busto relicario, obra de José Esteve y Bonet, que representa a santo Tomás con los atributos episcopales; una pequeña hornacina situada en el pecho del busto alberga el cráneo del santo, visible a través de un cristal. Como anécdota, cabe reseñar que este relicario fue trasladado a Fuenllana, localidad natal de nuestro personaje, con ocasión de la celebración del quinto centenario de su nacimiento en 1986. Debajo del relicario una urna, también protegida por un cristal, contiene varios huesos del santo en una exhibición que a mí personalmente me parece un tanto macabra.

El conjunto se completa con la primitiva lápida sepulcral, que representa en bajorrelieve la figura yacente de santo Tomás la cual, cuando yo visité la catedral en octubre de 2010, estaba colocada sobre el suelo a la espera de su ubicación definitiva. Aunque pude saber que había sido donada hacía tan sólo unos pocos años antes por los hermanos Jacobo y Mauro Cardells Galea, desconocía las circunstancias en las que había tenido lugar esta donación, así como su procedencia. Recientemente Mauro Cardells, tras leer mi artículo, me remitió un correo electrónico en el que amablemente me lo explicaba.




Catedral, lápida sepulcral de la capilla de Santo Tomás


Fue su padre, Vicente Cardells Pla, quien a principios de los años setenta del pasado siglo rescató la lápida salvándola del derribo del inmueble en el que su abuelo había tenido un taller de restauración, sin saber a qué enterramiento había pertenecido. La familia la conservó durante muchos años, hasta que gracias a otro restaurados amigo suyo supieron que se trataba nada menos que de la lápida sepulcral de santo Tomás de Villanueva. Iniciaron entonces contactos con el arzobispado, aunque éstos no llegaron a fructificar hasta que las autoridades eclesiásticas no se comprometieron a depositarla en la catedral, su ubicación lógica.




Catedral, cornisa del altar mayor


Fuera ya de la capilla, pero todavía en el interior de la catedral, nos seguimos encontrando con representaciones iconográficas del santo de Fuenllana. Sobre la cornisa que remata el ático del interior de la capilla mayor, o el ábside tal como se denomina en el rótulo que lo identifica, justo encima de la sillería del coro, se alzan varias imágenes de madera dorada que representan, de izquierda a derecha, a san Luis Bertrán, santo Tomás de Villanueva, san Vicente Ferrer, san Vicente mártir, san Lorenzo y san Pedro Pascual, todas ellas obra del escultor Tomás Sánchez Artigues. La de santo Tomás, como suele ser habitual, le representa en el acto de dar limosna.




Catedral, capilla de la Santísima Trinidad


Cruzando ahora toda la nave central deberemos dirigirnos a la pequeña capilla de la Santísima Trinidad, situada a los pies del templo entre la entrada principal y la puerta que da acceso al Miguelete. Aquí deberemos fijarnos no en el cuadro del retablo central, que representa tal como indica su nombre a la Trinidad, sino a uno situado en el muro izquierdo, sobre un monumento funerario. Éste, de forma apaisada, representa a los cuatro santos más característicos de Valencia, concretamente y en orden de izquierda a derecha, santo Tomás de Villanueva, san Juan de Ribera, san Vicente Mártir y san Vicente Ferrer. Se trata de una obra anónima en la que el personaje que nos interesa, santo Tomás, está representado con atributos de obispo -no así san Juan de Ribera, que también lo fue- y, curiosamente, con barba, faltando en esta ocasión su tradicional actitud de dar limosna, sustituida por una azada que, a modo de báculo, sostiene en la mano derecha. Puesto que los dos Vicentes vuelcan sendos jarros de agua en la tierra, al tiempo que san Juan de Ribera, en segundo plano, parece contemplarles, es de suponer que la simbología del lienzo debe de aludir a algún tipo de siembra espiritual por parte de los cuatro santos.

En la misma capilla un cartel informativo, que por cierto ignora a este cuadro, indicaba que el bocaporte del altar representaba a santo Tomás de Villanueva, siendo autor del óleo José Vergara en 1791. Puesto que el cuadro no aparecía por ningún lado y tampoco parecía ser el citado anteriormente, en principio quedé por completo desorientado, máxime cuando ignoraba el significado de bocaporte. Consultados los pertinentes diccionarios, supe que es así como se denomina a un lienzo pintado que, a modo de telón, cubre un altar, pudiéndose subir y bajar éste dejando el altar tapado o bien descubierto. Y lo que estaba claro es que allí no se veía bocaporte alguno.




Catedral, bocaporte de la capilla de la Santísima Trinidad


La casualidad vino en mi ayuda cuando, revisando ya en casa las fotografías tomadas en Valencia encontré una procedente de la exposición La gloria del barroco, perteneciente al ciclo La luz de las imágenes y montada en esos días en varias iglesias valencianas. En una de ellas, concretamente en la de San Esteban Protomártir, había encontrado expuesto un cuadro dedicado a santo Tomás de Villanueva todavía sin terminar de restaurar. El correspondiente rótulo indicaba que el cuadro, titulado Santo Tomás de Villanueva bendiciendo a su cabildo, pertenecía a la catedral, y que había sido pintado en 1791 por José Vergara... evidentemente se trataba del escurridizo bocaporte, temporalmente fuera de su ubicación original.

Y con esto acaban mis hallazgos en la catedral, aunque al parecer existen todavía algunos elementos iconográficos más, conservados en dependencias como el museo o la sala capitular que no tuve ocasión de visitar.




Iglesia de San Martín Obispo y San Antonio Abad


La siguiente etapa es la iglesia de San Martín Obispo y San Antonio Abad, situada en la céntrica calle de San Vicente y uno de los tres templos que, recién restaurados, albergaban la citada exposición La gloria del barroco. En esta ocasión, y a diferencia del cuadro expuesto en San Esteban, no se trataba de un objeto de la exposición, sino de un elemento propio de la decoración de la recién restaurada iglesia, una escultura perteneciente al antiguo retablo -en concreto en el lado de la epístola- y parcialmente oculta por el nuevo y desde un punto de vista artístico más que discutible retablo actual. De hecho fue gracias al andamio instalado para la exposición, mediante el cual se podía acceder a la parte alta del ábside, como descubrí la imagen, auxiliado eso sí por el pertinente cartel indicador. Debido a lo obligado de la postura -el piso más cercano del andamio quedaba por encima del nivel de la estatua- la fotografía queda un tanto forzada vista desde arriba en lo que los cineastas llaman un plano picado... pero es todo lo que pude hacer.




Puente de la Trinidad


Terminada la visita a las iglesias -aunque no tuve ocasión de entrar en todas, por lo que podría haber todavía alguna sorpresa-, debemos dirigirnos ahora al cauce antiguo del Turia, concretamente al puente de la Trinidad, en cuyos pretiles se alzan sendas esculturas en piedra de santo Tomás de Villanueva y san Luis Bertrán. Sin embargo no fue ésta su ubicación original, sino la del vecino puente de San José. Ambas fueron realizadas por el escultor italiano Giacomo Antonio Ponzanelli en 1693, y la de santo Tomás tenía la siguiente inscripción, hoy desaparecida:


“El Senado y pueblo de Valencia a Santo Tomás de Villanueva. Paraos conciudadanos, forasteros y advenedizos, aquí, en donde a su Excelente Prelado y amantísimo padre de los pobres, consagraron y erigieron esta estatua esculpida en mármol, efigie de la clemencia, asiento del amor, ara del miserable, sagrado asilo de indigentes; los ilustrísimos señores de la Fábrica vulgarmente nombrada de Muros y Valladares Felipe Martínez de la Raga, generoso, jurado primero de caballeros: D. José de la Torre, canónigo de la Metropolitana, D. Luis March y Esplugues, por el estamento militar: Felipe Cruilles, jurado segundo de los caballeros: Tomás Guelda, jurado segundo de los ciudadanos: D. Juan Boscá, canónigo de la Metropolitana, por la Fábrica Nueva: Juan Bautista Albert y Pascasio Ibars, jurados tercero y cuarto de los ciudadanos: Tiburcio Romeo, por el estamento real: Alejos Llobregat, racional de la Ciudad: José Pérez Sánchez, síndico: Miguel Jerónimo Lop, doctor en ambos derechos, abogado de la ciudad y de la Fábrica. En 15 de setiembre (día digno de ser considerado en piedra blanca) del año 1694”.


En 1907 el puente de San José fue reformado, y las estatuas desmontadas y llevadas al vecino museo de Bellas Artes, donde permanecieron hasta que en 1944, tras ser restauradas, se instalaron en su ubicación actual.




Azulejo del Museo Nacional de Cerámica


Concluye el artículo con la fotografía de un curioso azulejo que encontré en el Museo Nacional de Cerámica, sito en el palacio del Marqués de Dos Aguas. Ningún dato tengo de él, salvo que se trata de cerámica de la zona, probablemente de Manises, y que corresponde a una representación popular del santo en su pose habitual de dar limosna a un necesitado.




1PIÑERO SOLÍS, Jorge. Iconografía comentada de santo Tomás de Villanueva. Villanueva de los Infantes, 2008.


Bibliografía


Además del ya citado libro de Jorge Solís Piñero, he consultado las siguientes páginas de internet:

http://www.catedraldevalencia.es/

http://www.jdiezarnal.com/valenciacatedral.html

http://www.lasprovincias.es/prensa/20070330/cultura/esculturas-ponzanelli-puentes-trinidad_20070330.html


Publicado el 22-10-2010
Actualizado el 23-10-2015