Un viaje ciclista a Alcalá en 1895 (II)





Portada del número 10 de El deporte velocipédico



Tal como expliqué en la primera parte1 de esta pequeña serie, la revista El deporte velocipédico volvió a dedicar otro artículo a Alcalá, repartido en dos entregas, en los números 9 y 10, publicados respectivamente, el 24 de abril y el 1 de mayo de 1895, un mes después del anterior. Y, si en éste se describía el viaje ciclista a Alcalá incluyendo una breve descripción histórica y artística de nuestra ciudad escrita por Manuel Bartolomé Cossío, en esta ocasión es el propio Antonio Sendras, director literario de la revista, quine nos relata la visita que el grupo de cicloturistas -tal como los denominaríamos ahora-, realizó a Alcalá.

La primera entrega, publicada sin firma en el número 9, no tiene excesivo interés ya que se limita a describir, en el lenguaje ampuloso de la época, los prolegómenos del viaje desde su salida de Madrid, concretamente de la plaza de Santa Ana, hasta su llegada a Alcalá, sin que falten anécdotas triviales como la del pinchazo de uno de los participantes.

Tan sólo cabe reseñar que fueron recibidos en el paseo del Chorrillo, como se denominaba entonces al paseo de los Pinos, por sus amigos -así los califica Sendras- alcalaínos, encaminándose al restaurante citado en el anterior artículo:


En el paseo del Chorrillo nos esperaban los señores Canals, Orozco, Álvarez Ossorio, Hidalgo y Gómez Mata; y en la ronda, frente a las murallas, un dependiente del Sr. Compañy, que sacó una instantánea en el momento de pasar en bicicleta ante la máquina fotográfica los expedicionarios.

En el restaurant de los Sres. González y Compañía nos esperaban también el Sr. García Pascual, de regreso de Guadalajara, y el Sr. Querejeta, ciclista de dicha capital, quien nos acompañó después hasta Madrid.

El almuerzo.

Caímos sobre él con apetito de ciclista, haciendo desaparecer, como por ensalmo, todo lo que pusieron a nuestro alcance. ¡Qué manera de embalar!


Sigue a continuación una serie de comentarios sin la menor relevancia -salvo, claro está, para ellos- que no merece la pena repetir aquí, salvo quizá reseñar el número de visitantes llegados en bicicleta desde Madrid: treinta. Pasaremos pues a la mucho más interesante descripción de la visita que hicieron a dos monumentos complutenses, el Palacio Arzobispal -entonces archivo- y la Universidad, aunque en el número 9 tan sólo aparece esta breve reseña:


La visita a los monumentos.

Después del almuerzo, visitamos los edificios del Archivo y la Universidad (objeto principal de nuestra excursión), y de los cuales no diremos aquí nada, pero nos ocuparemos en ellos con el debido detenimiento en el número próximo, en el cual publicaremos, además, las vistas que de los exteriores e interiores de dichos monumentos nos ha sacado el Sr. Compañy.

Aún nos quedó tiempo para retratamos en grupo en el patio del Archivo, y para dar un paseo por la histórica ciudad, de la cual salimos a las cinco de la tarde, llegando a las siete y cuarto a las Ventas del Espíritu Santo, donde se disolvió la excursión.




Detalle de la portada del número 10


Es en el número 10 de la revista donde Antonio Sendras describe en detalle la visita que, tal como se apuntaba en la entrega anterior, comenzó en el Palacio Arzobispal y continuó en la Universidad. Cabe reseñar, a modo de curiosidad, que la portada está ilustrada con un curioso dibujo que representa al “Capitán de la excursión a Alcalá” D. Horacio Lengo -nuestros bisabuelos eran extremadamente puntillosos con los tratamientos- montado ¡cómo no! en bicicleta y llevando atada bajo el manillar una caja en la que se lee “Almendras de Alcalá”, lo que hace suponer que los excursionistas debieron hacer buen acopio de estos afamados dulces complutenses.

Ya en el artículo encontramos dos fotograbados, el primero del patio de Fonseca y el segundo de la fachada de la Universidad, lamentablemente de escasa resolución tal como cabía esperar de los medios técnicos de la época, aunque por fortuna contamos con numerosas fotografías contemporáneas de ambos monumentos de mejor calidad. Leamos primero la descripción del Palacio, al que en el artículo se le denomina Archivo:




Patio de Fonseca. Ilustración original de la revista


El Archivo.

El edificio en que se halla instalado el Archivo general central del Reino comenzó a construirlo a principios del siglo XIII el Arzobispo D. Rodrigo Jiménez, para mansión y ciudadela de los prelados de Toledo. Pero ha sido transformado de tan profunda y radical manera, que apenas queda en pie nada de aquel remoto tiempo.

En los siglos siguientes, otros Arzobispos ampliaron la primitiva fortaleza; siendo de Tenorio (siglo XIV) los puentes, torreones y murallas; de Martínez Contreras (siglo XV) las partes alta y baja del salón de Concilios, y de Cisneros, Fonseca y Tavera el patio, la escalera y los artesonados.

Traspuesta una elegante verja de hierro de construcción reciente, se penetra en el primer patio, compuesto de tres fachadas, de las cuales la principal y más antigua es la del centro. Las ventanas del piso bajo ofrecen adornos platerescos de una elegancia admirable, y sobre los guardapolvos destácanse cabezas de gran relieve, atribuidas a Berruguete; el piso segundo presenta una hilera de huecos de sencilla factura, y sobre él hay una galería con adornos de muy buen gusto, que sirve de remate a la obra.

El segundo patio, reproducido en el grabado que publicamos, es de estilo plateresco también, pero de mayor riqueza. Sobre columnas semicorintias se hallan montados arcos semicirculares de extraordinaria elegancia, que reciben sobre bellas impostas, adornadas con medallones, un friso sencillo y de buen gusto.

En la galería alta el epistilo está separado del segundo orden de columnas por unas artísticas ménsulas que dan a la obra un aspecto de elegancia y novedad. El antepecho, de estilo gótico, lo constituye una airosa malla de piedra.

En el claustro de la izquierda, según se entra en dicho patio, está la grandiosa escalera a que dan acceso tres arcos rebajados. Llaman en ella extraordinariamente la atención el almohadillado sobre que descansa y el artesonado de la cúpula, de cuya elevación pueden formar idea nuestros lectores por el castillete que se ve en nuestro grabado.

En el primer entrepaño de la escalera hay una lápida que recuerda la institución e inauguración del Archivo en 17 de Junio de 185S y 1º de Febrero de 1861 respectivamente, y las obras que en él se hicieron en 1864 y desde 1876 a 1878. En el segundo, un lienzo de tamaño colosal, obra de Camilo, representando a Santa María Egipciaca en el acto de recibir la comunión de manos de San Zósimo. Y en el tercero otro cuadro que representa la batalla de Lepanto.

Las salas del piso principal son ricas en artesonados, todos del siglo XVI. El más notable de los salones es el llamado de Concilios, que ha sido modernamente restaurado. Recibe este nombre porque en él se celebraron juntas y concilios, entre otros, los convocados desde 1322 a 1325 por el Infante D. Juan, arzobispo de Toledo; por D. Jimeno de Luna, en 1333; por D. Gil Álvarez Carrillo de Albornoz, en 1347; por D. Pedro Tenorio, en 1378 y 1399, y por el Cardenal Jiménez de Cisneros en 1496.

Da acceso a este salón un precioso arco árabe, cuyas primorosas labores recuerdan el Alcázar de Sevilla y la Alhambra de Granada. El interior del salón es una maravilla, formando un conjunto agradable su alfarje, de estilo persa; sus frisos moriscos; sus arquerías y sus caprichosas y complicadas combinaciones de labores. Descontando el de la entrada -que lo ocupa, como hemos dicho, un arco árabe-, en los demás lienzos de pared hay ventanas: de transición entre los estilos bizantino y gótico, las del Este; ojivales flamígeras, las del Oeste; y góticas puras, las del Sur. El escudo central del techo pertenece a D. Juan I.

Los salones más notables, después del de Concilios, son los de Isabel la Católica y de San Diego y la llamada sala del Oratorio.

Tiene en la actualidad el edificio 76 espaciosas salas, en las que -cuidadosamente clasificado y colocado en estanterías de pino de Balsain- está el Archivo general, dividido en dos secciones: histórica y administrativa.

Componen la primera los documentos de la Inquisición de Toledo y de Valencia; papeles de Estado desde el siglo XVII acá; los procedentes de la Cámara de Castilla y de las Salas de Alcaldes de casa y corte; y en el centro del salón de San Diego, encerrados en vitrinas, se conservan preciosos autógrafos de reyes y personas notables; el proceso de la canonización de San Diego de Alcalá; las primitivas constituciones originales de la Universidad complutense firmadas por el Cardenal Cisneros; la abdicación original de la corona hecha por Felipe V y su esposa, y otros documentos de gran valor histórico.

Constituyen la segunda documentos procedentes de los Ministerios de Estado, Guerra, Hacienda, Gobernación y Fomento desde mediados del siglo XVIII.


Dado que el Palacio desapareció en su práctica totalidad en el incendio de agosto de 1939, estos comentarios, aunque breves, no dejan de tener su interés.

Del Palacio los visitantes pasaron a la Universidad, entonces en precario estado de conservación pese a los esfuerzos realizados por los Escolapios para preservar los edificios:




Fachada de la Universidad. Ilustración original de la revista


Universidad

El templo que levantó a las letras el inmortal Cisneros, y por donde pasaron durante más de tres siglos como maestros o como discípulos las grandes lumbreras del saber en España, comenzó a ser construido en 1498 por Pedro Gumiel; haciendo la fachada en 1543, en estilo de Renacimiento, Rodrigo Gil de Ontañón, el célebre arquitecto de la catedral de Salamanca.

El aspecto del edificio es severo y majestuoso, según puede juzgarse por el adjunto grabado.

Cinco cuerpos, separados por hermosas pilastras y columnas platerescas, forman la fachada, en cuyo conjunto domina de tal manera la unidad que, como dice un escritor, parecen las partes laterales del edificio una irradiación de la soberbia y colosal portada.

Es ésta riquísima en labores y está dividida en tres partes, superpuestas con tanto arte que resulta una armonía encantadora. Un arco, ligeramente aplanado, forma la puerta, con hermosas columnas corintias y platerescas a ambos lados. Sobre la puerta, formando el cuerpo segundo, se halla el balcón principal, con escudos del fundador, guerreros y columnas a derecha e izquierda. Y encima, el tercer cuerpo, constituido por un sencillo pero elegante ático, sobre el que descansa un frontis con el busto del Redentor.

En los dos cuerpos más inmediatos a la portada tiene el edificio, en el piso bajo, dos elegantes ventanas con medallones representando Doctores máximos de la Iglesia; en el principal, dos balcones elegantísimos con adornos platerescos; y, formando sobre los tres cuerpos centrales un tercer piso, una airosa galería cortada por el ático del centro y con columnas estriadas; sobre esta galería corre una balaustrada con agujas góticas.

Por último, en los cuerpos de los extremos, hay en el piso bajo ventanas exactamente iguales a las que presentan los otros cuerpos más inmediatos al central; y en el principal, dos órdenes de ventanas: las inferiores con adornos platerescos, y las superiores casi desprovistas de adornos.

Primer patio.- Pasado el vestíbulo penétrase en el primer patio, de 1662. Fue dirigido por Sopeña. Tiene tres pisos: los dos primeros de orden corintio y el tercero de orden jónico. Está cerrado todo él de claustros, y en los remates de los cuatro frentes hay medallones; dos de ellos con estatuas de Santo Tomás y de Cisneros, y los otros dos con escudos de éste, obras de Francisco de de la Dehesa.

Segundo patio.- No se terminó de él más que un frente. Sus columnas son de orden compuesto y en los arranques de los arcos hay cabezas de tamaño natural esculpidas en mármol.

Tercer patio.- Llámasele trilingüe: es obra de Pedro de la Cotera, de 1551. Está cerrado por columnas de orden jónico, y en él se halla el Paraninfo, de 1518. De su antigua grandeza apenas si se conserva más que el artesonado y las preciosas labores platerescas del friso y de las pilastras. Experiméntase verdadera emoción al contemplar la elegante cátedra por donde han pasado los más preclaros ingenios de España, y no puede comprenderse cómo aquel recinto sagrado ha estado convertido mucho tiempo en ¡pajar!

Hay otros muchos patios (hasta trece), pero no ofrecen nada que sea digno de especial mención. Por este detalle puede comprenderse a primera vista el perímetro que ocupa aquel edificio, donde estuvo instalada la Universidad que fue rival de la de Salamanca.

Actualmente los PP. Escolapios tienen establecido en él un colegio de segunda enseñanza; y, merced a sus cuidados, se ha detenido la labor de la profanación y del abandono, habiéndose hecho algunas restauraciones en parte del maltratado edificio.

La iglesia, cuyas campanas se hicieron con el bronce de los cañones cogidos en la conquista de Orán, tiene una sencilla portada con dos columnas jónicas, obra de Gil de Ontañón, y un relieve representando a San Ildefonso en el acto de recibir la casulla de manos de la Virgen.

Forma el interior una espaciosa nave, en cuyas paredes se descubren hermosas labores de Renacimiento encajadas en arcos góticos. Es un verdadero panteón de hombres insignes. A la derecha, y cerca del púlpito, se eleva el sepulcro del Divino Vallés, médico famoso de Felipe II. Más adelante el del médico Cartagena y su mujer. Enfrente las tumbas de Pedro Gumiel y de José Sopeña.

Los restos del Cardenal Cisneros, que estuvieron enterrados en la capilla mayor de esta iglesia, fueron trasladados en 1850 a la Magistral, de la misma ciudad de Alcalá de Henares. También descansaban en aquel templo, cerca de la cátedra que hablan ilustrado con sus trabajos, Nebrija, Diego López, Juan de Vergara, Demetrio Ducas el Cretense, Fernando Pinciano, Alonso de Zamora, Pedro Coronel y Alonso el Médico.

A estos monumentos consagró El Deporte Velocipédico su visita en la primera excursión por él organizada, añadiendo un interés pedagógico al mero placer de tourista de recorrer algunos kilómetros en bicicleta.

Antonio Sendras.




1 Un viaje ciclista a Alcalá en 1895 (I)


Publicado el 25-4-2020