Los Santos Niños en la literatura
El romancero de Justo de Sancha







De un tiempo a esta parte, y eso que mi página web lleva abierta poco más de un año, cada vez suele ser más habitual que algunos de sus lectores, a los cuales en ocasiones ni tan siquiera conozco, me escriban para proporcionarme información sobre algunos artículos ya publicados o, incluso, sobre temas que yo no conocía en absoluto. Huelga decir que agradezco a todos ellos su ayuda y amabilidad, y ojalá sea algo que se repita cada vez más en un futuro, puesto que eso redundará en una mayor calidad de mis artículos y, en definitiva, en una mayor divulgación de estos datos históricos, que ésta y no otra es mi pretensión.

Precisamente ésta fue la manera en la que surgió este artículo. Hace unos días recibí un correo de don Justo Martínez, alcalaíno como yo pero al cual no había tenido ocasión de conocer personalmente, aunque sí nos habíamos carteado en alguna ocasión dado nuestro interés común por los Santos Niños, un tema que también él aborda en su original Página de los Justos.

Don Justo, muy amablemente, me comunicaba la existencia en la red de un libro escaneado por Google, un nuevo servicio bibliográfico del popular buscador que en un futuro podrá dar mucho juego al poner al alcance de todos unas obras literarias en ocasiones difíciles de conseguir. El libro en cuestión, del cual yo desconocía por completo su existencia, es un volumen de la monumental Biblioteca de Autores Españoles publicado nada menos que en 1855. Se trata de un romancero recopilado por Justo de Sancha, radicando su peculiaridad en que se trata de una antología de obras religiosas en su totalidad, como deja bien claro su título: Romancero y cancionero sagrados. Colección de poesías cristianas, morales y divinas1.

Por lo general, aunque no he llegado a hojear la totalidad del libro dado su gran tamaño (más de setecientas páginas) y gracias a los buscadores automáticos de palabras que te ahorran el trabajo más engorroso, según he podido apreciar el grueso de las obras seleccionadas corresponden al Renacimiento y el Siglo de Oro, como cabía suponer dado que esta época fue la de mayor auge de la poesía religiosa en nuestro país. Quizá la búsqueda no haya sido exhaustiva dado que la digitalización no tiene una excesiva calidad (aunque a caballo regalado no hay que mirarle el diente) y los buscadores podrían haber fallado en algunos casos, pero en cualquier caso he podido hacerme con varias poesías que tienen como protagonistas, o cuanto menos citan, a los dos mártires complutenses.

Así, para empezar nos encontramos con dos poesías pertenecientes al denominado Cancionero de Úbeda, que en contra de lo que pudiera parecer no está relacionado con la población jienense de este nombre, sino con el apellido del licenciado Juan López de Úbeda, autor del Cancionero general de la doctrina cristiana (Alcalá 1569), que éste es su nombre completo, una compilación de poesías religiosas refundida años más tarde en Vergel de flores divinas, compuesto y recopilado por el licenciado Juan López de Úbeda... En el cual se hallarán todas y cualesquier composturas apropiadas para todas las fiestas del año, así de Nuestro Señor como de Nuestra Señora y de otros muchos santos (Alcalá 1582). El licenciado López de Úbeda es asimismo una figura importante en la historia local de Alcalá, puesto que fue él quien fundó en la ermita del Cristo de los Doctrinos una escuela para enseñar a los niños la doctrina cristiana, de la cual adoptó este templo, y con él su imagen titular, su actual nombre. Nacido en Toledo y fallecido en 1593, Juan López de Úbeda fue autor, además del mencionado cancionero, otras obras tales como Coloquios, glosas, sonetos y romances e una elegía del alma, e un eco, con otras letras del Santísimo Sacramento, muy escogidas, vueltas de lo humano a lo divino (Alcalá y Sevilla, 1586), Romance de Nuestra Señora y Santiago, Patrón de España (Cuenca, 1602) y Redondillas de los gloriosos mártires san Sebastián, abogado de la peste, y del señor san Esteban, juntamente con otras de san Agustín y de san Juan Evangelista, muy devotos. Y van al cabo otras de santa Catalina mártir (Cuenca, 1602).

Siendo alcalaíno de adopción, y habiendo fundado en la ciudad una institución docente dedicada a los niños, no es de extrañar que nuestro licenciado fijara su atención en los dos niños más famosos de la historia complutense, máxime cuando las reliquias de los mártires Justo y Pastor habían retornado a Alcalá en 1568, tan sólo unos pocos años antes, por lo cual el recuerdo de las fastuosas celebraciones con las que se celebró su llegada debían de estar todavía frescas en el recuerdo de sus habitantes. Pasemos, pues, sin más dilación a leer el primero de los dos romances obra de este autor dedicados a ellos, que lleva por título A los gloriosos mártires San Justo y Pastor, patronos de Alcalá de Henares2.


Sospira el humilde Justo,
Que se le arrancaba el alma,
Y Pastor su tierno hermano,
Que al martirio le acompaña;
Y aunque están sus cuerpos presos;
Más los crece la esperanza
De ganar la vida eterna
Mediante la fe y la gracia.
El corazón les lastima
Ver que la muerte se tarda
Por gozar de aquella gloria
Que por momentos aguarda.
Viéndolos el Padre eterno,
Que es el que fuerza les daba,
Socorriendo con su ayuda,
Desta manera les habla:
“No desmayéis, niños tiernos,
Ni hagáis agora mudanza,
Que si hoy padecéis tormento,
Tendréis descanso mañana,
Pues nadie fue coronado
Sin vencer en la batalla;
Que en los negocios del cielo
Tras morir viene la paga”.

El segundo, titulado A los mismos santos3, dice lo siguiente:


Mientras Justo y Pastor viven
Se está muriendo Daciano,
Ese Daciano que tiene
Por sobrenombre Tirano.
Toda la saña y enojo
Que tiene con los cristianos
La muestra agora, cruel
Con Justo y Pastor, su hermano.
Manda que les den la muerte
Juntos en un mesmo campo,
Porque en la sangre de uno,
El otro se esté volcando;
Y porque el fiero verdugo
Ejecute el cruel mandado,
Tienen el cuello los niños
Encima de un frío mármol.
No le mueven ni le ablandan
Estas muertes al tirano,
Aunque ve que sus cabezas
La dura piedra ablandaron.

También atribuida a Juan López de Úbeda, aunque el antologista manifiesta la sospecha de que su verdadero autor pudiera haber sido Garcilaso de la Vega, es la Elegía del alma, una larga composición poética, agrupada por Justo de Sancha en el apartado de Glosas, odas, canciones y otras poesías de arte mayor, en la que se ensalza la lucha del alma contra todos los peligros y amenazas que la acechan, invocándose a modo de ayuda a un nutrido grupo de santos, entre ellos los mártires complutenses. Debido a su longitud no la reproduzco entera, sino tan sólo el fragmento que nos interesa4:


Con lágrimas llamaba piadosas
A aquellos santos, y pedia que diesen
Fruto de bendicion entre otras cosas.
(...)
Pues ruégalos que sean todos tus gustos
Del cielo, y ruega a san Leandro aquesto,
Y que él nos haga fuertes y robustos.
A san Justo y Pastor sea manifiesto,
Y á Eugenio y al apóstol Santiago
Y al santo Simeón, el ruego nuestro.

Terminada la aportación de Juan López de Úbeda, todavía nos queda una última poesía, en esta ocasión obra de Diego Cortés, un escritor contemporáneo suyo del que se sabe muy poco, salvo que se le supone natural de El Cañavate, una localidad de la Mancha conquense, y que en 1592 publicó Discursos del Varón Santo y Conversión de la Magdalena, una colección de poesías de temática religiosa. También Justo de Sancha recogió varias composiciones suyas, entre ellas ésta, incluida en el capítulo dedicado a las Endechas y canciones cortas, que lleva por título A los santos mártires Justo y Pastor5:


Son puras flores,
Pastor y Justo, á Dios
Vuestros dolores.

Que si sentistes
Gran pena en el martirio
Por do pasates,
Ya florecistes
Cual fresco y tierno lirio,
Y agradastes
A Dios, que amastes
Con fe tan clara, digna
De mil loores.

Son puras flores,
Pastor y Justo, á Dios
Vuestros dolores.

¡Oh almas duras,
Que la corpórea vida
Que pasa en vuelo
Por las dulzuras
De la inmortal subida
De ese cielo,
Acá en el suelo
Trocastes porque Cristo
Os dio favores!

Son puras flores,
Pastor y Justo, á Dios
Vuestros dolores.




1 SANCHA, Justo de (antologista). Romancero y cancionero sagrados. Colección de poesías cristianas, morales y divinas. Biblioteca de Autores Españoles, vol. 35. Madrid, imprenta de M. Rivadeneyra, 1955.
2 Página 110, poesía nº 319.
3 Página 110, poesía nº 320.
4 Página 269, poesía nº 675.
5 Página 182, poesía nº 435.


Publicado el 5-3-2007
Actualizado el 14-3-2007