Los Santos Niños en España
Su culto en Acera de la Vega (Palencia)





Vista panorámica de la parroquia de Acera de la Vega. Fotografía de Juan de la Plaza



Acera de la Vega es un pueblecito de la montaña palentina situado en la ribera derecha del río Carrión y cercano a la carretera comarcal CL-615, que discurre entre Carrión de los Condes y Guardo prolongándose posteriormente, a través de la LE-241, hasta las cercanías de Riaño. Centrándonos más podemos ubicarlo a 15 kilómetros al norte de Saldaña y a 23 al sur de Guardo, muy cerca ya del límite provincial con León. Son tierras duras, cercanas a los mil metros de altitud y parcamente pobladas, lo que hace que cuente tan sólo con unos 90 habitantes según el censo de 2006, no muchos más de los 75 que reseñaba Pascual Madoz a mediados del siglo XIX.

Debido a su escasa demografía Acera de la Vega no cuenta con ayuntamiento propio (sí lo tenía en tiempos de Madoz), dependiendo administrativamente de la cercana localidad de Villota del Páramo, situada al suroeste de Acera y a unos 15 kilómetros de considerable rodeo por carretera. Entre todo el municipio, formado por las localidades de Villota del Campo, Acera de la Vega, San Andrés de la Regla y Villosilla de la Vega, tan sólo alcanzaban los 387 habitantes en 2006, cantidad un 15% inferior a los 458 del año 2000, lo que da buena idea de la despoblación a la que se ve sometida la zona.




Otra vista de la parroquia. Fotografía de Juan de la Plaza


Acera de la Vega tiene la parroquia consagrada, como es fácil deducir del título del artículo, a los santos Justo y Pastor, estando documentada su existencia al menos desde el siglo XV, aunque probablemente la advocación sea muy anterior remontando sus orígenes, con toda probabilidad, a la repoblación de la zona durante la Alta Edad Media, si no todavía más. Pero sobre este punto tan sólo podemos especular. Pascual Madoz, al que ya he citado en par de ocasiones, dice que la iglesia está “dedicada a San Justo y Pastor, servida por un párroco cuyo curato es patrimonial de los vecinos: el edificio miserable, sin orden marcado de arquitectura”. Es decir, se trataba de una parroquia pobre, sin rentas propias y sostenida tan sólo por las aportaciones de los vecinos.




Interior del pórtico. Fotografía de Juan de la Plaza


Mucho más reciente, de los años 80 del pasado siglo XX, es la ficha que extraje en su día de la antigua base de datos del PIC (Puntos de Información Cultural), en la que se lee lo siguiente:


Iglesia parroquial de San Justo y Pastor. Siglo más relevante: 16. Estilo relevante: mudéjar.

Templo de una sola nave de ladrillo y tapial muy reformada. Tuvo artesonado del que conserva restos. El pórtico se abre con tres arcos de medio punto, uno como puerta de acceso y los otros como ventanas. La espadaña, a los pies, es de piedra. La última reforma data de 1960.




Coro. Fotografía de Juan de la Plaza


Aun cuando no lo diga explícitamente, la ficha también se hace eco de la modestia del edificio, algo que corroboran las fotografías. Gracias a los escasos datos que he podido encontrar en internet, puedo añadir además que la nave de la iglesia está cubierta con una bóveda de arista y que la portada está adintelada. He de advertir que hasta el momento no he tenido ocasión de visitar personalmente esta localidad, por lo cual todas las fotografías que ilustran el artículo me han sido proporcionadas por mi amigo Juan de la Plaza.

Como puede comprobarse la iglesia, de reducido tamaño, se alza sobre un montículo, resaltando sobre todo el conjunto la llamativa espadaña. El pórtico al que hace alusión la ficha del PIC es reciente, al menos en lo que respecta a la fábrica de los tres arcos, cabiendo suponer por su diseño que corresponda a la citada reforma de 1960, aunque el entramado interno de las vigas del tejado es sin duda más antiguo. Ya en el interior el coro alto, situado a los pies de la iglesia, está sostenido por dos recios pies derechos de madera sobre los que corre una barandilla también de madera, mientras el presbiterio está cubierto por una sencilla bóveda.




Interior de la iglesia. Fotografía de Juan de la Plaza


El retablo, como se aprecia en la fotografía, es de estilo rococó y no carece de interés, estando fechado en el siglo XVIII. Junto con algunas imágenes modernas carentes de valor artístico se conservan varias tallas también del siglo XVIII, en concreto una Inmaculada situada en el presbiterio, pero fuera del retablo, y las dos imágenes de san José y san Antón que rematan la parte alta del mismo, flanqueando por ambos lados a un crucifijo que parece ser antiguo, más sin duda que el propio retablo que lo alberga.

No obstante, lo que más nos interesa a nosotros son las imágenes de los Santos Niños, situadas en la hornacina central por encima del sagrario y justo debajo del crucifijo, las cuales me sorprendieron la primera vez que las vi ya que, amén de ser antiguas (supongo que barrocas, aunque me resulta difícil datarlas), presentan una tipología insólita dentro de las representaciones de estos mártires, cuanto menos para mí.




Retablo. Fotografía de Juan de la Plaza


De hecho, en vez de ir vestidos “a la romana” o como antiguos legionarios tal como suele ser lo habitual, o incluso de forma anacrónica al estilo de la localidad zamorana de Cerezal de Aliste, las imágenes más bien parecen seguir el modelo de san Sebastián o ser réplicas crecidas del Niño Jesús, ya que muestran los cuerpos desnudos a excepción de un paño de pureza, una iconografía de la que no conozco ningún caso similar. Tampoco son nada habituales las llamativas coronas con las que cubren sus cabezas sustituyendo a los tradicionales aros que representan a las aureolas, aunque sí portan las palmas que testifican su condición de mártires y quizá en la otra mano, ahora desnuda, pudieran haber sostenido en su día, a juzgar por la postura de los brazos, otros atributos hoy desaparecidos tales como las tablillas escolares. En cualquier caso, se trata probablemente de las imágenes de los Santos Niños más originales que conozco.




Imágenes de los Santos Niños. Fotografía de Juan de la Plaza


Y eso es todo. Poco más es lo que puedo añadir, salvo dejar constancia de que en Acera de la Vega se sigue celebrando la festividad de los Santos Niños los días 6, 7 y 8 de agosto, lo cual, dado lo mermado de su población, no deja de suponer un notable mérito.


Publicado el 14-12-2007