La Semana Santa en Alcalá
¿Una tradición a extinguir?





Procesión del Cristo de los Doctrinos a principios de los años 70



Resulta muy fácil comprobar que en España la Semana Santa trasciende con mucho de lo religioso para convertirse en un fenómeno cultural de honda raigambre tradicional. El caso más evidente es el andaluz, del que poco se puede hablar por ser harto conocido, pero no es ni mucho menos una situación única puesto que en toda España (y nuestra Castilla no es ninguna excepción) se cumple esta tradición, de distintas maneras según la idiosincrasia de cada pueblo pero siempre con un gran arraigo popular.

Y es ahora, recién terminada la Semana Santa en nuestra ciudad, cuando se impone una reflexión sobre la misma no desde el punto de vista religioso, dado que no soy yo la persona más indicada para hacerlo, sino desde el punto de vista, repito una vez más, cultural. Y para empezar, voy a hacer una afirmación quizá demasiado cruda: Los actos de la Semana Santa alcalaína me supieron a muy poco.

Claro está que Alcalá no es Sevilla, ni Zamora, ni Cuenca. También es cierto que, según todos los testigos a los que he podido preguntar, la Semana Santa nunca debió de ser una gran celebración en nuestra ciudad. Entonces, ¿por qué pido algo que todo parece indicar que nunca existió? -se me dirá-. Las tradiciones no se crean en un día, y cuesta mucho más trabajo iniciar una nueva que conservar y rescatar los antiguos hábitos.

Pero el gran problema es que la Semana Santa alcalaína va irremisiblemente a menos. Y no hablo de tiempos antiguos, de los que bien poco sé, sino de años recientes de los que conservo, a mis veinticinco años de edad, un recuerdo claro. Así, yo preguntaría: ¿Dónde está el Vía Crucis que se celebraba en la plaza de Cervantes? ¿Qué ha sido de la impresionante Procesión del Silencio?

Cinco pasos salieron el Viernes Santo en la procesión. Solamente cinco. Uno de ellos, Cristo con la cruz al hombro, es relativamente nuevo en la Semana Santa puesto que es el segundo año que sale en procesión. Los otros cuatro, por el contrario, son los tradicionales: el Cristo de Medinaceli, el Cristo de la Agonía, el Santo Entierro y la Virgen de la Soledad. Esta lista, comparada con la existente hace tan sólo algunos años, está muy incompleta.

¿Recuerdan al otro paso del Santo Entierro? Era -o es- una cruz vacía, con un sudario y una escalera apoyada. Hace ya varios años que no sale en procesión. ¿La razón? La ignoro. Lo cierto, es que no se ha vuelto a saber nada de este paso.

El Cristo de los Doctrinos, esa magnífica talla que atesora nuestra ciudad, también dejó de salir hace ya algunos años al tiempo que se suprimía, lógicamente, su emotiva parada frente a la cárcel de la calle de Santo Tomás para que los presos le cantasen saetas. Aquí sí existe una razón conocida para explicar la ausencia del Cristo: su delicado estado de conservación hace poco recomendable que se le mueva de su ermita. La razón es de peso, pero yo pregunto: ¿No podría ser restaurada la imagen? Lo cierto es que, desde que no sale en procesión el Cristo de los Doctrinos, la Semana Santa no es ni mucho menos lo que era. Asimismo está ausente, desde hace todavía más años, la imagen de la Virgen de la Esperanza, y aquí sí que no encuentro ninguna razón para ello puesto que la Virgen sigue estando en su templo habitual, la ermita de los Doctrinos.

La última falta: la Dolorosa del Santo Entierro. Ésta era una de las Vírgenes que tradicionalmente participaban en la procesión general, e incluso durante unos años fue la única en hacerlo al impedir las obras de las Bernardas que lo hiciera la de la Soledad. Pero cuando la Virgen de la Soledad comenzó a salir de nuevo en procesión el pasado año, la Dolorosa dejó de sin razón aparente, puesto que siempre (al menos desde que yo guardo recuerdo) lo habían hecho ambas.

En resumen: De nueve posibles pasos tan sólo han salido cinco. Y no se acaban aquí las posibilidades, puesto que en las distintas iglesias de Alcalá hay imágenes que nunca han salido en procesión y que, sin embargo, resultarían unos magníficos pasos. ¿La razón? Quizá el problema sea, más que de falta de imágenes, falta de cofradías. Y me gustaría que me corrigieran si me equivoco.

Si una cosa está clara, por otro lado, es que la Semana Santa es organizada en nuestra ciudad por alcalaínos nativos, sin que los emigrantes participen de una manera notable en la misma. Falta de integración, se me dirá, con lo que volvemos al eterno problema de nuestra ciudad. Pero a mí me extraña mucho que, con la gran cantidad de andaluces que residen en nuestra ciudad, no se haya formado ninguna cofradía de Semana Santa, a la manera de la ya existente de la Virgen de la Cabeza. Sí, muchos alcalaínos foráneos se van a sus lugares de origen a pasar las fiestas de Semana Santa, pero... ¿Todos? Lo dudo, por lo que la razón de esta inhibición ha de ser otra.

Y eso es todo. A mí me gustaría que los responsables de las cofradías respondieran a mi pregunta: ¿Por qué la Semana Santa en Alcalá no sólo no se mantiene -lo que ya sería un logro- sino que retrocede? Un pueblo que pierde sus tradiciones pierde algo muy importante de su vida. Y en este caso, una parte muy importante de nuestra ciudad está en peligro.


Publicado el 5-5-1984, en el nº 899 de Puerta de Madrid
Actualizado el 20-3-2007