Balance de la Semana Santa de 1999





Si preguntáramos al azar qué le ha parecido a la gente la recién terminada Semana Santa de este año, seguramente la mayor parte de ellos responderían lo mismo que ya se ha apuntado en este mismo semanario: Bien, mejor sin duda que el año pasado, pero todavía con defectos que no acaban de ser resueltos. Ésta es asimismo mi opinión, a la par que añado que el optimismo no nos debe conducir a que nos durmamos en los laureles, ya que ahora es el momento adecuado para darle otro empujón de importancia similar, o superior, al que se le dio hace diez o doce años. Por fortuna hoy tenemos en Alcalá una Semana Santa muy digna y que interesa cada vez a un número mayor de personas (la tarde del Viernes Santo en las calles del centro no cabía un alfiler), pero sería erróneo pensar, como se ha afirmado, que tenemos la mejor Semana Santa de la provincia, porque guste o no esto no es cierto. Nos supera -y mucho- Madrid, aunque el gran tamaño de la capital difumina su excelente Semana Santa, y nos supera también una población mucho más pequeña que Alcalá como es San Lorenzo del Escorial, como asimismo lo hace la vecina Guadalajara.

Y es que, pese a los grandes avances de estos últimos años, es mucho lo que queda aún por hacer. En primer lugar nos encontramos con la eterna asignatura pendiente, la organización de la procesión general, que sin llegar por fortuna al desastre del año pasado sigue dejando mucho que desear. Se ha dicho que los pasos llevados en andas o por costaleros (el Cristo de la Columna y la Virgen de la Soledad) retrasaron la marcha porque tenían que ir forzosamente más despacio que el resto de las imágenes que iban en carrozas, pero esto es sólo relativamente cierto. La Virgen de la Soledad tan sólo se incorporó a la procesión general en el corto tramo comprendido entre la plaza de San Diego y la calle Carmen Calzado y además iba la última, con lo cual podría haberse quedado rezagada pero nunca interrumpir la marcha de los pasos que la precedían. Y en cuanto al Cristo de la Columna, lleva participando en la procesión general desde hace más de diez años, a veces con recorridos mucho más largos que el de éste, sin crear especiales problemas de interrupciones salvo por alguna causa accidental como fue la caída de la batería, un incidente imposible de prever.

Mayor responsabilidad encuentro a las al parecer inevitables saetas, las cuales interrumpieron innecesariamente la marcha de la procesión general. Yo personalmente pienso que sería conveniente suprimirlas de la procesión general y no atenderlas deteniendo las imágenes en el caso de ser cantadas por espontáneos. Puesto que además de la procesión general todos los pasos cuentan con sus propias procesiones, lo razonable sería trasladar las saetas a éstas eliminándolas de la procesión general.

Por otro lado, tampoco entiendo que resulte tan difícil de coordinar una procesión de tan sólo siete pasos cuando desfiles mucho más largos y mucho más complejos, como por ejemplo el de las carrozas, suelen desarrollarse con una perfecta organización. ¿No será que hace falta alguien que controle y unifique la marcha de todas las cofradías en lugar de que cada una de ellas vaya a su aire?

Ya en otro orden de cosas, eché de menos que la procesión general, que a mí se me antoja demasiado corta, no diera la vuelta a la plaza de Cervantes, uno de los lugares de mayor vistosidad junto con el paso por la plaza de San Diego. Claro está que para procesión corta la del Cristo de los Doctrinos (afectada por el percance de la rotura de un eje de la carroza de la Virgen de la Esperanza), la cual merecería la pena que alargara su recorrido. Para terminar con el apartado de cuestiones mejorables he de insistir, por último, en la crítica a la mala educación de todos aquéllos que no tenían el menor escrúpulo en cruzar por mitad de las procesiones, y asimismo mejoraría mucho el aspecto de las mismas si los fieles que las acompañan al final fueran colocados en hileras en lugar de hacerlo en plan paleto sin el menor orden ni concierto.

Pasemos ahora a la cuestión de las posibles mejoras. ¿Qué se podría hacer en este aspecto? Bien, para empezar se echan en falta tanto el paso del Cristo de la borriquilla para la procesión del domingo de Ramos como un Cristo resucitado para el domingo de Resurrección, procesión inexistente en Alcalá pero de mucha tradición en multitud de poblaciones españolas. Por supuesto resultaría sumamente interesante que se creara alguna cofradía nueva, y todavía sería mejor si ésta tuviera su sede en algún barrio, ya que hasta ahora todas las procesiones de Semana Santa están limitadas al casco antiguo y ni tan siquiera entero.

También las cofradías ya existentes podrían dar más juego, y la adquisición de la nueva Virgen de la Trinidad por parte de la esclavitud de Jesús de Medinaceli marca la pauta que sería interesante seguir: Al menos dos pasos por cofradía, como ya ocurre con la citada de Jesús de Medinaceli, el Cristo de los Doctrinos y el Santo Entierro. Evidentemente estos hipotéticos nuevos pasos interesaría que cubrieran los huecos que actualmente no existen (la Oración en el Huerto, el Descendimiento, la Virgen de las Angustias) en lugar de repetir las advocaciones ya existentes. Ya centrándonos en casos concretos, cabría proponer cosas tales como que el Santo Entierro reconstruyera su antiguo tercer paso (la Cruz vacía con los atributos de la Pasión) o que la cofradía del Cristo de la Agonía rehiciera su imagen original, el Cristo de Mena, por desgracia destruido en la guerra civil. Y por supuesto, no se puede olvidar tampoco que los pasos que despiertan una mayor expectación son aquéllos llevados en andas o por costaleros.

Yendo a detalles más puntuales, también me gustaría hacer más sugerencias. Por ejemplo, creo que la procesión del Cristo de la Esperanza (por cierto, aprovecho la ocasión para felicitar a esta joven cofradía, que compensa su bisoñez con un gran entusiasmo) podría ganar mucho si fuera trasladada del lunes, donde queda un poco desvaída ya que todavía no hay ambiente de Semana Santa, a la tarde del miércoles antes de la procesión del Cristo de la Columna o al mediodía del jueves o el viernes. Otra cuestión que, aunque trivial, me llama la atención, es que el Cristo con la Cruz a cuestas no tenga ningún tipo de nombre propio. Este Cristo fue conocido en los años 40 como el Cristo de la Caída, pero si preferimos remontarlos a fechas anteriores a la guerra civil, nos encontramos con que el Cristo con la Cruz a cuestas que salía entonces en procesión se llamaba el Cristo de la Humildad. En cualquier caso, no vendría mal darle un nombre a esta imagen.

Ya para terminar, y saliendo del ámbito estricto de las procesiones, cabe reseñar que éstas han permitido apreciar algunos de los defectos existentes en las calles del casco antiguo: Baches que más bien parecen cráteres, habitualmente tapados por los coches aparcados, tales como el existente en la plaza de San Diego junto a la esquina de Pedro Gumiel; la tapia patrimonio de la humanidad que se alza desde hace años en esa misma calle frente a la capilla de San Ildefonso, o los al parecer inevitables cables que cruzan por doquier y que obligaban a las cofradías a levantarlos con pértigas para que los pasos pudieran cruzar por debajo. Todos estos detalles podrían ser solucionados no sólo para mejorar la Semana Santa, sino también para mejorar el aspecto general de Alcalá.


Publicado el 17-4-1999, en el nº 1.616 de Puerta de Madrid
Actualizado el 2-6-2006