La Semana Santa de Murcia





Si preguntamos a alguien elegido al azar cuantos tipos diferentes de procesiones de Semana Santa conoce en España, lo más probable es que responda que dos, la castellana y la andaluza. Sin embargo la realidad es más compleja, dado que estos dos modelos “puros” -denominémoslos así- son tan sólo los extremos -la sobriedad castellana y el barroquismo andaluz, respectivamente- de lo que podríamos considerar un continuo en el que ambas se entremezclan en distintas proporciones, tanto en sus respectivas regiones -la propia Alcalá es un claro ejemplo de ello- como en otras, con algunas peculiaridades que las singularizan tal como ocurre con las tamborradas aragonesas.

Pero existe además un tercer modelo, el murciano, con los suficientes elementos propios como para ser considerado original y no una simple copia -o mezcla- de los dos anteriores, razón por la que, movido por mi reciente visita a la recién acabada Semana Santa murciana, he decidido escribir este artículo apoyándome en mi propia experiencia personal. He de advertir, eso sí, que tan sólo estuve en Murcia capital, por lo que no puedo hablar de otras Semanas Santas tan importantes como la de Cartagena o Lorca, similares en importancia a la de la capital aunque en el último caso existen además unas representaciones bíblicas realmente impresionantes.

Centrémonos, pues, en la Semana Santa murciana, declarada de interés turístico internacional en 2011 -lo que da buena idea de su importancia-, y empecemos con algunos datos estadísticos, que al fin y al cabo soy de ciencias y ya se sabe que la cabra siempre tira al monte. Según la información que he extraído del programa oficial de 2013, en Murcia existen en la actualidad 15 cofradías que sacan a la calle un total de 93 pasos1.

Para empezar, lo que llama poderosamente la atención es la desproporción existente entre las cofradías y los pasos o, si se prefiere, el elevado número de éstos en relación con las primeras. En otros lugares de España lo habitual es que la cantidad de pasos pertenecientes a cada cofradía sea mucho más reducido, generalmente en torno a dos o, como mucho, tres, siendo frecuente encontrarnos con tan sólo uno. De hecho en Sevilla, con la friolera de 71 cofradías incluyendo las de Vísperas2, el número de pasos asciende a 138, una cantidad realmente impresionante pero que no llega, dividiendo entre sí ambas cifras, ni siquiera a dos pasos por cofradía. Y Sevilla es la única ciudad española, que yo sepa, que rebasa a Murcia en número de pasos, ya que la siguiente en orden de importancia, Málaga, se queda en los 77, mientras el resto de las principales ciudades andaluzas andan entre los cincuenta y tantos y los sesenta y tantos, y en otras regiones, incluida Castilla, tan sólo en muy contados casos exceden de los cincuenta.

Sin embargo con las cofradías ocurre algo muy distinto, hasta el punto de que podríamos considerar a las quince hermandades murcianas como una cantidad realmente modesta no ya frente a la imbatible Sevilla, sino también en comparación con las otras grandes Semanas Santas andaluzas, con cifras que oscilan entre las 29 de Cádiz y las 41 de Málaga. Esta cantidad está asimismo por debajo no sólo de las tres principales Semanas Santas castellanas -Valladolid, Zamora y Cuenca-, sino también de otras bastante menos conocidas como Ciudad Real o, fuera ya de la región, Palma de Mallorca, Alicante o Zaragoza. De hecho, el número de cofradías murcianas está al nivel de las de León, Salamanca, Burgos o Cáceres, e incluso una Semana Santa tan modesta en comparación con ella como es la alcalaína cuenta ya con nueve cofradías incluyendo a la recién creada del Resucitado, lo que supone más de la mitad de las murcianas.

La conclusión es, pues, inmediata, y supone la constatación de una de las peculiaridades de la Semana Santa murciana: la tendencia general es a que la mayor parte de sus cofradías penitenciales organicen largas procesiones con un elevado número de pasos que, en ocasiones, se aproxima a la docena. Modelo, por cierto, repetido en otras ciudades cercanas como Cartagena o Lorca, también ambas con Semanas Santas espectaculares pese a que el número de cofradías es todavía más reducido, cuatro y seis respectivamente.

Sin embargo, el concepto de procesión general es algo desconocido por completo en Murcia, por cuanto en ninguna de sus procesiones participan la totalidad de las cofradías, sino que éstas suelen organizar sus desfiles procesionales de forma individual y por separado. Tan sólo en un par de ocasiones se coordinan dos cofradías para desfilar de forma conjunta y en una de ellas tan sólo durante parte del recorrido, dándose además la circunstancia de que no se trata de las más largas. Dos cofradías organizan además una segunda procesión en diferente día y con diferentes imágenes, aunque lo más habitual es que lo hagan en una única ocasión y por separado de las demás.




Procesión de los Coloraos, con el típico hábito murciano


También el concepto, andaluz en este caso, de Carrera Oficial3 queda bastante desdibujado. Para empezar ésta no figura como tal en el programa oficial, aunque tampoco tendría mucho sentido hablar de ella cuando el número de procesiones es de tan sólo diecisiete, por lo cual, teniendo en cuenta además que se inician en el Viernes de Dolores, apenas si hay una o dos cada día. Incluso en el propio Viernes Santo tan sólo están programadas una por la mañana, otra doble -con dos cofradías unidas- por la tarde y otra más por la noche. Eso sí, todas ellas incluyen en sus itinerarios la plaza de Cardenal Belluga, punto emblemático de la ciudad ya que es allí donde se abre la fachada principal de la catedral y donde se asienta también el vecino palacio episcopal.

De todo ello se deduce que los esfuerzos realizados por las cofradías son sin duda notables. Y es que, si bien hay alguna que saca a la calle un solo paso, o dos como mucho, en el otro extremo están tres cofradías nada menos que con once: la del Cristo del Perdón, el Lunes Santo; la de la Sangre, popularmente conocida como Los Coloraos, el Miércoles Santo, y la de Jesús Resucitado el Domingo de Resurrección, con el añadido además de que Los Coloraos organizan una segunda procesión el Jueves Santo con otros tres pasos, diferentes de los anteriores.

La conocida procesión de los Salzillos -aunque hay alguno más en otras cofradías-, organizada por la cofradía de Jesús Nazareno en la mañana del Viernes Santo, se queda en tan “sólo” nueve pasos, y hay otras tres que alcanzan los ocho, mientras el resto cuentan ya con unas cifras más reducidas.

Como es fácil de suponer, organizar procesiones de este calibre tiene que resultar un esfuerzo considerable para estas cofradías, las cuales cuentan además con la particularidad de estar subdivididas en una serie de hermandades, tantas como pasos, cada una de las cuales es la responsable de uno en concreto. Quizá sea preciso aclarar que en su origen los términos cofradía y hermandad no eran equivalentes, ya que las primeras agrupaban a un colectivo laboral concreto, que podía desarrollar o no actividades religiosas -todavía existen las cofradías de pescadores-, mientras las segundas eran asociaciones religiosas en las que no se exigía ningún vínculo laboral o social previo para pertenecer a ellas. Y aunque en el pasado el Derecho Canónico sí llegó a distinguir entre las cofradías religiosas y las hermandades, en la actualidad no existe la menor diferencia legal, ni tampoco práctica en la mayor parte de España, entre ambas denominaciones, utilizándose indistintamente una u otra en función de la preferencia o las tradiciones particulares de cada una de ellas.

Sin embargo, en Murcia sí tienen significados distintos y perfectamente definidos, puesto que una hermandad es algo similar a una subcofradía. Eso sí, desconozco si existe también una subdivisión orgánica dentro de su estructura interna, o si, por el contrario, se trata tan sólo de un simple reparto de tareas.

Siguiendo con las estadísticas, que por algo soy de ciencias y ya se sabe que la cabra tira al monte, nos encontramos con que de las quince cofradías tan sólo a seis se les puede considerar antiguas, contando como tales aquéllas cuya fecha de fundación es anterior al siglo XX, siendo la primera de ellas la de la Sangre -Los Coloraos-, cuyo año fundacional es 1411. De las nueve restantes una es de 1910, cuatro corresponden a los años de la posguerra -entre 1942 y 1957- y las otras cuatro son recientes, oscilando sus años de fundación entre 1985 y 1999.

Si nos fijamos en los pasos, vemos que el importante crecimiento de número de cofradías de estos últimos años se corresponde con un incremento similar en lo que a éstos respecta. De los noventa y tres actuales tan sólo 38, poco más de la tercera parte, pueden ser considerados clásicos, contabilizando como tales no sólo a los barrocos, Salzillos incluidos, sino también a los tallados en el siglo XIX. Aunque los 55 restantes corresponden al siglo XX y a lo que llevamos andado del XXI, lo más llamativo es que nada menos que 34 de ellos fueron realizados desde los años ochenta para acá, lo que indica que aproximadamente la tercera parte del total -incluso algo más- de los pasos penitenciales actuales no cuentan con más de treinta o treinta y tantos años de existencia.




San Miguel Arcángel, uno de los pasos alegóricos


Otra peculiaridad que me llamó poderosamente la atención, fue comprobar la existencia de bastantes pasos que poco o nada tenían que ver con la Pasión, estando dedicados a otros episodios de los Evangelios, a temas alegóricos e incluso a santos que tan poco tienen que ver con la Historia Sagrada como el San Vicente Ferrer que encabeza la procesión de Los Coloraos, y cuya razón de ser estriba en que la cofradía atribuye su fundación, a principios del siglo XV, a una visita que el santo valenciano realizó a Murcia.

Menos llamativos, ya que al menos corresponden a la vida de Cristo, pero asimismo ajenos a la Pasión, son pasos tales como la Conversión de la Samaritana, Jesús en casa de Lázaro, Dejad que los niños se acerquen a mí o Arrepentimiento de María Magdalena. Por último, dentro los pasos alegóricos se cuentan el Ángel de la Pasión, el Ángel Servita, San Miguel Arcángel o la Cruz Triunfante.

Y si ecléctica es ya de por sí la forma de representar la Semana Santa en los pasos procesionales murcianos, otro tanto ocurre con los penitentes. Para empezar, sus hábitos difieren bastante de lo que podríamos considerar el diseño clásico: los capirotes de los anderos -estantes, para los murcianos- y los mayordomos, no así los de los penitentes, carecen de antifaz dejando la cara al descubierto, y su forma no es cónica sino aplastada y con la punta roma, lo que les confiere su aspecto característico. Más llamativo aún si cabe es el hábito, corto y recogido en la cintura por el cíngulo, lo que unido a la existencia de unas enaguas almidonadas rematadas con puntillas les convierte en algo muy parecido a unas pintorescas faldas. Calzan medias de lana primorosamente bordadas y unas alpargatas llamadas esparteñas, y rematan el hábito con adornos tales como unas cintas de seda cosidas al capirote, remanente del antiguo barbuquejo con el que antaño se sujetaba éste a la barbilla, y puntillas de encaje en las mangas y la pechera. La única excepción la constituyen los cofrades del Resucitado, que en el Domingo de Resurrección visten unos trajes de hebreos bastante barroquizados conforme al gusto de la tierra.




El hábito convertido en faltriquera para los caramelos


Pero lo más sorprendente, que hace que incluso la barroca Semana Santa andaluza parezca a su lado sobria, es la tradición secular de que los nazarenos vayan repartiendo a los asistentes caramelos, monas de pascua, huevos duros, habas o cualquier otro tipo de alimento, para lo cual utilizan el propio hábito a modo de improvisada faltriquera introduciendo la mano por el escote para sacar las dádivas. Dicen que esta costumbre arranca de siglos atrás, cuando los huertanos procedentes de las alquerías cercanas llegaban a pie a Murcia para participar en las procesiones, portando sus provisiones -entonces eran viajes largos- en el hábito. Posteriormente, ya en la procesión, intercambiarían las viandas entre ellos o, según otras fuentes, las donarían como penitencia por sus pecados. En cualquier caso, hoy en día resulta llamativo ver a los penitentes cargados con kilos y kilos de caramelos encima, lo que les proporciona un peculiar y achaparrado aspecto a modo de enorme botarga rodeándoles la cintura. Según me contaron, un intento realizado hace no mucho por un obispo para moderar esta tradición se encontró con un rechazo tan tajante por parte de las cofradías, que hubo de ser desestimado por el prelado.

Este estilo, llamado tradicional, es el seguido en la mayor parte de las procesiones, aunque algunas de ellas siguen el denominado estilo de silencio, más ortodoxo -no se reparten caramelos- y afín a los de otros lugares de España.




Las típicas bocinas de la Semana Santa murciana


Otra característica peculiar de la Semana Santa murciana es el hecho de que los anderos, o estantes -éste es el sistema por el que son portados la totalidad de los tronos-, en la mayoría de los casos no suelen marcar el paso, sino que lo llevan literalmente andando, con los que están situados en los laterales torciendo el cuerpo hacia adentro supongo que para poder soportar mejor el peso. Me llamó también la atención la escasez de su número, incluso en los pasos de misterio más grandes y pesados, por lo cual presumo que su tarea debe de resultar bastante penosa. Por último ninguna de las Vírgenes lleva palio, lo que las diferencia de sus homólogas andaluzas.

El acompañamiento, junto con las tradicionales bandas musicales, se complementa con tambores destemplados, de sonido monocorde y sordo, y con unas enormes bocinas de varios metros de longitud provistas de ruedas. Algunas procesiones cuentan además con elementos propios tales como el Demonio encadenado, un personaje típico de la procesión del Domingo de Resurrección.




El Demonio encadenado


El resultado, como cabe suponer, es tan original como sorprendente, y desde luego recomiendo vivamente una visita a Murcia para conocer su interesante y original Semana Santa. Sé que en otros lugares de la provincia esta festividad reviste asimismo una notable notoriedad, pero no los he podido visitar... todavía.


Resumen estadístico


D N Cofradía AF NP PA PM PC
VD Cofradía del Amparo 1985 8 3 5
SP Cofradía de la Fe 1999 2 1 1
SP 1 Cofradía de la Caridad 1993 8 1 7
DRa Cofradía de la Esperanza 1754 8 4 4
LS Cofradía del Perdón 1600 11 1 6 4
MS 2 Cofradía del Rescate 1946 3 1 2
MS 2 Cofradía de la Salud 1957 4 4
MiS 3 Cofradía de la Sangre (Coloraos) 1411 11 5 3 3
JS 3 Cofradía de la Sangre (Coloraos) 1980* 3 1 2
JS Cofradía del Refugio 1942 1 1
VS M Cofradía de Jesús Nazareno 1600 9 9
VS 4 Cofradía de los Servitas 1607 2 2
VS 4 Cofradía del Santo Sepulcro 1570 5 2 3
VS Cofradía de la Misericordia 1949 4 2 1 1
SS 1 Cofradía de la Caridad 2013* 1 1
SS Cofradía del Yacente 1986 2 2
DRe M Archicofradía del Resucitado 1910 11 0 5 6

Columna 1 (D), día en que procesiona: VD, Viernes de Dolores. SP, Sábado de Pasión. DRa, Domingo de Ramos. LS a SS, Lunes a Sábado Santo. DRe, Domingo de Resurrección.

Columna 2 (N), notas: 1, esta cofradía procesiona en dos ocasiones. 2, las procesiones de estas cofradías coinciden parcialmente. 3, esta cofradía procesiona en dos ocasiones.
4, estas cofradías realizan una procesión conjunta. M, procesiones matutinas.

Columna 3, nombre de la cofradía.

Columna 4 (AF), año de fundación de la cofradía. El asterisco indica, en su caso, el año de creación de esta procesión, segunda de la cofradía.

Columna 5 (NP), número de pasos de la procesión.

Columna 6 (PA), número de pasos antiguos (s. XVI-XIX).

Columna 7 (PM), número de pasos modernos (1900-1980).

Columna 8 (PC), número de pasos contemporáneos (1981-2013).




Los pasos de Salzillo




La Caída, uno de los pasos más emblemáticos de Salzillo


Resulta evidente que no se puede hablar de la Semana Santa de Murcia sin hacerlo de Francisco Salzillo, el escultor que llevó la imaginería barroca a su más alto grado de expresión. Nacido en Murcia en 1707 y fallecido en esta misma ciudad en 1783, Salzillo dejó en su ciudad natal una extensa obra escultórica, gran parte de la cual se conserva hoy en día constituyendo el reclamo más llamativo de la Semana Santa murciana.

Y aunque sus tallas están repartidas por toda la ciudad, su principal núcleo corresponde a las pertenecientes al Museo Salzillo, ocho pasos en total propiedad de la cofradía de Jesús Nazareno. Se da la circunstancia de que la imagen titular de la cofradía, Nuestro Padre Jesús Nazareno, es la única que no fue tallada por Salzillo, estando fechada en 1601 y atribuida -en otras fuentes figura como anónima- al escultor Juan de Aguilera. Una asoladora riada ocurrida en 1651 provocó la pérdida de todas las imágenes de la cofradía a excepción de la citada, debiendo ser sustituidos por otras nuevas que a su vez serían reemplazadas por las de Salzillo, fechadas entre 1752 y 1777, conservándose tan sólo el Nazareno.

Estos nueve pasos, los ocho de Salzillo y el Nazareno, salen en procesión el Viernes Santo por la mañana, aunque el resto del año se pueden contemplar en el museo. Son, por orden de paso, la Santa Cena, La Oración en el Huerto, El Prendimiento, Los Azotes, la Verónica, la Caída, Jesús Nazareno, San Juan Evangelista y la Virgen de los Dolores, y su salida por las calles de Murcia constituye uno de los momentos cumbres de la Semana Santa murciana.

Pero no acaba aquí la presencia de la obra de Salzillo en los desfiles procesionales, ya que otras cofradías también disponen de pasos suyos. Según el programa oficial, son los siguientes: la Dolorosa de la cofradía de la Caridad; San Pedro arrepentido, la Dolorosa y el Cristo de la Esperanza, de la cofradía de la Esperanza; la imagen de san Juan del paso del Cristo del Perdón, de la cofradía del Perdón; la Virgen del Primer Dolor de la cofradía de la Salud; la Virgen de las Angustias, de la cofradía de los Servitas, y el Cristo de Santa Clara, una de las imágenes más emblemáticas de Murcia, de la cofradía del Santo Sepulcro. Algunas fuentes le atribuyen también la Dolorosa y el Cristo del Amparo de la cofradía del Amparo, que otros consideran anónima y obra de Antonio Dupar respectivamente.




1 En el programa oficial figuran tan sólo 92 ya que no aparece el de Jesús Nazareno de los Santos Pasos en la procesión de la cofradía de la Misericordia del Viernes Santo, pero pude comprobar personalmente que este paso sí intervino en ella.
2 Se denomina así a las cofradías de reciente creación que no participan en la Carrera Oficial -por razones de espacio tan sólo pueden intervenir en ella un número limitado de ellas a lo largo de toda la Semana Santa-, por lo que realizan sus desfiles procesionales durante el Viernes de Dolores y el Sábado de Pasión, en vísperas de la Semana Santa, generalmente por sus respectivos barrios. Son un total de diez.
3 La Carrera Oficial consiste en el establecimiento de un recorrido común y obligado para todas las procesiones dentro de sus respectivos itinerarios. Es una manera de regular el horario de todas las que se realizan en determinado día, evitándose posibles entorpecimientos entre ellas al tiempo que se suele montar un estrado para las autoridades y sillas para los espectadores, que pueden asistir a la totalidad de los desfiles procesionales sin moverse de su asiento. 

Ver también: La Semana Santa de Cartagena


Publicado el 18-4-2013