La capilla del Oidor, a punto de entrar
al servicio de la cultura alcalaína





Aspecto actual de la Capilla del Oidor



Con motivo de la próxima conclusión de las obras de restauración de la Capilla del Oidor, un grupo de alcalaínos preocupados por la cultura fuimos invitados a visitar el recinto, en una especie. de première local (y perdón por el galicismo). Tanto la arquitecto encargada del proyecto como el representante de la Diputación, organismo que lo ha financiado, nos dieron todo tipo de facilidades y explicaciones, lo que desde estas páginas quiero hacer público junto con mi agradecimiento por su amabilidad al permitirnos opinar e informarnos antes de que la restauración esté concluida, lo que sucederá salvo imprevistos dentro de uno o dos meses.

De acuerdo con la disposición adoptada por el proyecto actual, el recinto se divide en tres zonas netamente diferenciadas; la capilla del Oidor propiamente dicha, que queda reservada como lugar turístico, más una sala de exposiciones y un auditorio. Alcalá gana así un nuevo centro cultural y, lo que es más importante, recupera un trozo fundamental de sí misma. La espera ha sido larga, pero al final ha merecido la pena; y eso es lo que importa.

Toda restauración es siempre susceptible de críticas y discrepancias, hecho éste que viene determinado por su propia naturaleza. La de la capilla del Oidor no va a ser ninguna excepción, y es bueno que así sea. Ahora bien, sin entrar en juicios de valor sobre la idoneidad de la labor realizada, que a mí por cierto me ha satisfecho en líneas generales, deseo no obstante resaltar un hecho capital en el trabajo de la arquitecto Amparo Berlinches, responsable de la restauración; no se trata sino del absoluto y casi diría que religioso respeto hacia los restos de la construcción original. Ha sido preciso, evidentemente, realizar una serie de remates de nueva creación, pero éstos han sido hechos de tal manera que ni un solo ladrillo de los que ya existían ha sido tocado. Y esto es una auténtica restauración, y no el derribo casi total de una casa solariega para luego construir una nueva en el solar. Pero esto último ya ha quedado aclarado, aunque no discutido.

Un único punto negativo ensombrece la recuperación de los restos de la antigua parroquia de Santa María la Mayor, aunque de éste no son en modo alguno responsables los encargados del proyecto: se trata de la sufrida y maltratada torre, que a causa de un incremento en los gastos se ha visto excluida del presupuesto, con lo que continuará por el momento con su ruinoso aspecto actual a no ser que el Ayuntamiento decida destinar para su reparación algunos pocos de los casi cien millones (98.950.000 pesetas exactamente) destinados este año a la delegación de cultura y festejos, amén de que se decida de una vez a reclamar el importe del seguro que cubría los daños causados por los fuegos artificiales... No creo, sinceramente, que sea pedir demasiado.

Y continúo con restauraciones. Como ya se dijo en este mismo semanario, un rayo causó considerables daños en la espadaña (el campanario) de la ermita de la Virgen del Val. Pasando por alto la inexplicable falta de un pararrayos, y puesto que el mal ya está hecho, lanzo desde aquí una llamada para la urgente reparación de los desperfectos causados. Por encima de su valor artístico o histórico, ambos bastante discutibles, está su incuestionable valor simbólico como receptora que es esta ermita de una de las más entrañables tradiciones de nuestra ciudad. La ermita se lo merece, y Alcalá jamás podría perdonarse una dejación y un abandono de aquello que le es lo más querido.


Publicado el 19-6-1982, en el nº 806 de Puerta de Madrid
Actualizado el 11-3-2007