Los gigantes (I)*





La comparsa de gigantes en las ferias de 2007



Lo confieso sin ningún tipo de rubor: A mis treinta y tantos años me siguen gustando los gigantes... Y bastante, además. Por esa razón, me desazona ver cómo la comparsa existente actualmente en Alcalá, una docena larga creo, deja bastante que desear para lo que cabría esperar en una ciudad con tanta tradición en este tema como es Alcalá. Para empezar, algunos de ellos están muy viejos y, lo que es más grave, presentan unos armazones que más parecen perchas raídas que cuerpos de gigantes, como ocurre en particular con los duques supervivientes de la comparsa del Quijote; teniendo en cuenta que un gigante no es sino una cabeza con un armazón, bien podrían colocarse éstas en unos armazones nuevos y más apropiados que los mezquinos que ahora llevan, sin necesidad pues de encargar gigantes nuevos. Y en cuanto a los tres últimos, es decir, Sancho Panza, el Gordo y el Flaco, qué quieren que les diga... Para empezar, el armazón de los mismos es tan chupado que pareciera como si los pobres Sancho Panza y el Gordo estuvieran recién salidos de un campo de concentración nazi; amén de que la desafortunada idea de ponerles ruedas dio al traste con toda la gracia de los mismos, ya que los gigantes son esencialmente para bailarlos. Y así, es preferible tener unos gigantes más pequeños y menos pesados, pero bailables, antes que unos armatostes que vayan insulsamente sobre ruedas; y si se puede admitir como excepción única a Don Quijote (por cierto, ¿a quién se le ocurrió hacerle una armadura de hierro?), es intolerable que la costumbre se extienda a otros miembros de la comparsa.

Sería muy conveniente, pues, una renovación de la comparsa en la que, aunque se adquiriera algún gigante nuevo, se tuviera en cuenta también la renovación de los ya existentes proporcionándoles unos armazones adecuados, unos ropajes dignos y también, que no es ninguna tontería, unos brazos que no parezcan muñones, que también éstos tienen su gracia al bailar... Y he dicho bailar, por supuesto, no rodar como si de un vetusto seiscientos se tratase.

Un último comentario me queda por hacer: De los doce o trece gigantes que hay en estos momentos, sólo he visto salir a la calle aproximadamente la mitad, y entre éstos no se contaban los nuevos. Si no hay giganteros suficientes para sacarlos a todos, al menos se podrían ir turnando de manera que al cabo de las ferias hubieran salido todos.

Publicado el 7-9-1991, en el nº 1.253 de Puerta de Madrid




Acojo con simpatía la noticia de la construcción de dos nuevos gigantes en los que se encarnarán dos conocidos alcalaínos como son Pepe Calleja y Rosario, recuperándose así una antigua tradición desparecida hace años. No obstante, me gustaría hacer una sugerencia a Pepe Macías en lo referente al cuerpo de estos dos nuevos gigantes: Habría que evitar por todos los medios que éstos fueran instalados sobre ruedas tal como ocurre con Don Quijote o con los tres más recientes Sancho Panza, el Gordo y el Flaco. Nada más feo hay que un gigante sobre ruedas al que no se pueda bailar, por lo que sería sumamente interesante que estos dos nuevos gigantes pudieran ser como han sido antes, es decir, bailables. Y si de paso se quitan las ruedas a los otros tres -el Quijote es más problemático debido al gran peso de la armadura- pues mejor que mejor.

Publicado el 18-7-1992, en el nº 1.296 de Puerta de Madrid




Vuelvo a repetir lo mismo que ya he dicho otros años: Hay que mejorar la comparsa de los gigantes, y esto no pasa sólo por la adquisición de gigantes nuevos, sino también por la restauración e los antiguos muchos de los cuales tienen unos cuerpos deplorables y esmirriados que los devalúan por completo, a lo que hay que sumar los ridículos muñones en los que han convertido los brazos de muchos de ellos. No costaría demasiado trabajo, ni tampoco probablemente demasiado dinero, mejorarles los cuerpos o hacérselos nuevos, de manera que la comparsa pudiera quedar así realzada.

Cierto es que algo se ha ganado al quitar por fin las ruedas a los tres más nuevos -el Gordo, el Flaco y Sancho Panza-, pero de poco sirve esto si no se sacan con asiduidad ya que, por lo que he podido comprobar hasta ahora -y aclaro que escribo este comentario antes de haber terminado las ferias por necesidades de la redacción-, salvo el día del pregón, en el que no apareció Sancho Panza aunque sí los otros dos, éstos no han vuelto a salir a la calle. No tiene mucho sentido, pues, contar con gigantes nuevos si éstos no son utilizados; claro está que, si éstos son demasiados, siempre se podría proceder a rotarlos o, aún mejor, se podrían formar dos comparsas en vez de una que recorrieran simultáneamente distintas zonas de la ciudad.

Y en cuanto a los dos gigantes que se pensaba estrenar este año, y que al final no han podido salir por causas ajenas a la comisión de festejos, es de esperar que puedan hacerlo el año próximo una vez solventadas las dificultades surgidas en esta ocasión.

Publicado el 5-9-1992, en el nº 1.300 de Puerta de Madrid.




Insisto una vez más: Da auténtica pena ver los gigantes que se sacan a las calles de Alcalá. Para empezar, no entiendo que los tres o cuatro gigantes nuevos que existen en la comparsa (el Gordo, el Flaco y Sancho Panza) no salgan a la calle, quizá según me han dicho porque pesan más que los antiguos y los giganteros los rehuyen por ese motivo. Pero es que los viejos están de pena, con unos armazones que, salvo un par de excepciones, parecen más una percha que algo que debería parecerse a un cuerpo humano. No costaría demasiado trabajo hacer unos cuerpos dignos de tal nombre, es decir, con forma, y sin duda los gigantes ganarían mucho en prestancia.

Por otro lado, no entiendo por qué, si existe una comparsa tan numerosa, no se fracciona en varios grupos que pudieran recorrer varios barrios de la ciudad simultáneamente, y no como ahora que sólo sale una y más bien raquítica, ya que por el distrito I sólo desfilaron, por ejemplo, cuatro miserables gigantes. Lo ideal es que se turnaran de manera que salieran todos a la calle y no sólo unos pocos. Puede parecer una tontería, pero no lo es en modo alguno: Los gigantes forman parte de una de las más acendradas tradiciones festivas de nuestra ciudad, y merecería realmente la pena cuidarlos y, si me apuran, mimarlos.

Un último comentario al respecto: Al visitar la exposición de la capilla del Oidor descubrí con agrado que la cabeza del cura de la antigua comparsa del Quijote, que yo creía perdida, se conserva y está expuesta en la citada exposición. Sería muy interesante construirle un nuevo cuerpo de manera que este simpático gigante, de excelente factura, pudiera volver a recorrer las calles alcalaínas.

Publicado el 28-8-1993, en el nº 1.347 de Puerta de Madrid.




Uno de los espectáculos más baratos y al mismo tiempo más vistosos de la feria, los gigantes, cuentan con un presupuesto raquítico para su conservación y potenciación. Abandonada durante muchos años hasta llegar a su práctica desaparición, gracias al tesón de Vicente Fernández, el buen hacer de María Jesús Vázquez Madruga y Paquita Rodríguez y el interés del actual equipo de gobierno, la comparsa de gigantes y cabezudos es hoy más digna que nunca gracias a la labor desarrollada en estos tres últimos años. Evidentemente la construcción de un gigante nuevo (la doctora de Alcalá) y tres cabezudos (María la Guarra, Napoleón y el Aragonés) supone un importante impulso para la comparsa, pero conviene que estos innegables méritos no eclipsen las carencias de la situación actual: Nueve de los dieciséis gigantes necesitan nuevos cuerpos y, evidentemente, nuevas ropas, y siguen haciendo falta más cabezudos que reemplacen a los desportillados de la comparsa actual, excepto claro está los tres nuevos que son a todas luces insuficientes.

Remodelar la comparsa costaría muy poco dinero, mucho menos de los catorce millones que se llevan los toros o los cuarenta y siete de las actuaciones, y ni siquiera se necesitarían los seis millones que se lleva (porque no se gana) Mónica Naranjo por pegar cuatro grititos en un par de horas; con la diferencia además de que no se trataría de un gasto sino de una inversión, ya que los gigantes y cabezudos quedarían disponibles para años sucesivos sin necesidad de gastar más dinero que el estrictamente necesario para su mantenimiento.

Sin embargo, ese dinero no llega (para los gigantes, que para otras cosas con mucho menos arraigo sí sobra) y es necesario recurrir a subvenciones privadas para salir adelante con unos presupuestos que darían risa en el conjunto de las ferias. Por supuesto los concejales de la oposición (léase Pablo González y Pilar Fernández entre otros) nada dicen al respecto, quizá porque les resultaría sumamente difícil criticar algo de tan gran arraigo popular, pero también porque imbuidos en su demagogia de andar por casa y su nulo interés por Alcalá (a lo más que llegan es a defender sus toscos intereses partidistas) no tienen el menor interés en potenciar un espectáculo -los gigantes- que nada tiene de cutre y sí mucho de popular. Pero claro está, no se pueden pedir peras al olmo.

Publicado el 29-8-1998, en el nº 1.585 de Puerta de Madrid





La comparsa navideña, con los tres Reyes Magos


La semana de descanso del periódico me ha impedido comentar con mayor puntualidad la novedad que han supuesto los tres nuevos gigantes que representan a los Reyes Magos, lo cual por otro lado ha acarreado la ventaja de poderlo hacer con mayor conocimiento de causa una vez que he tenido ocasión de verlos desfilar día tras día por nuestras calles, y mi opinión no puede ser más favorable ya que estos tres gigantes son realmente magníficos.

Lo he dicho en varias ocasiones y lo voy a repetir de nuevo por más que haya miembros de la corporación municipal a los que al parecer les molesta: Me encantan los gigantes, y me satisface sobremanera que nuestra ya importante comparsa se engrose con esta nueva aportación que además supone, por lo que yo sé, una novedad absoluta a nivel de toda España. Evidentemente al ser el primer año la aceptación popular de la iniciativa, aun habiendo sido importante y muy positiva -si sirve de modesta referencia a mi sobrino, que tiene tres años, le han encantado-, no ha alcanzado las cotas que seguramente alcanzará en años próximos, pero eso es completamente normal y ocurre siempre que tiene lugar una novedad de este tipo. Lo realmente importante es que se ha iniciado una tradición que andando el tiempo se puede convertir -y yo estoy plenamente convencido de que así va a ser- en un atractivo navideño más tanto para los alcalaínos como para los visitantes, razón por la cual es preciso felicitar tanto al equipo de gobierno que ha hecho posible la materialización de la idea -empezando claro está por nuestro alcalde, otro entusiasta de los gigantes- como a las autoras materiales de los mismos, María Jesús Vázquez Madruga, Paquita Rodríguez y Florinda Martínez, sin olvidar tampoco a Vicente Fernández, promotor de esta original idea.

Para terminar deseo insistir una vez más en algo que he comentado ya en más de una ocasión. Con diecinueve gigantes ya y proyectos para construir otros nuevos y restaurar las cabezas antiguas -por desgracia muy pocas- que se conservan, sería interesante plantearse la posibilidad de crear un museo de gigantes que cumpliría una doble misión: Guardarlos de forma apropiada cuando no se utilicen, y convertirlos en un atractivo turístico más de Alcalá.

Publicado el 9-1-1999, en el nº 1.603 de Puerta de Madrid




Éste es un ejemplo evidente de cómo el actual equipo de gobierno municipal ha intentado ahorrarse el chocolate del loro. Seguramente resultará muy difícil encontrar un acto festivo tan barato y de tanta atracción popular como son los gigantes, máxime cuando podemos presumir de tener una comparsa realmente excelente tras los esfuerzos realizados estos últimos años. Pero los gigantes necesitan un mantenimiento que cuesta cuatro perras, pero que es preciso realizar todos los años. En esta ocasión no se ha hecho, con las consecuencias que cabía imaginar: Varios de ellos tienen desperfectos notables y el bachiller no ha podido salir a la calle debido a que el armazón está totalmente destrozado. Así pues, se da la paradoja de que, mientras que los gigantes son cada vez más unos embajadores de nuestra ciudad (el año pasado viajaron a Valladolid, éste lo harán a Zamora y recientemente salieron en un cupón de la ONCE), el ayuntamiento no se gasta un solo duro no ya en repararlos, sino ni tan siquiera en mantenerlos. Hace un año dije ya, por enésima vez, que era necesario construir cuerpos nuevos para varios de ellos, y ahora la necesidad es perentoria al menos para el bachiller. Habrá que ver si los responsables del tema hacen caso.

Publicado el 4-9-1999, en el nº 1.633 de Puerta de Madrid



* Este artículo es una recopilación de textos breves sobre los gigantes publicados en diferentes entregas de las Gacetillas Complutenses.


Actualizado el 6-2-2009