Julio Sanluciano



Ha muerto Julio Sanluciano. De una forma callada y discreta, como él acostumbrara a ser durante toda su vida, se nos ha ido para siempre un día del Pilar dejando tras de sí una larga y fecunda trayectoria de amor a nuestra ciudad. Alcalá era su pasión, una pasión bien entendida y todavía mejor llevada, alejada por completo tanto de folklores baratos como de exclusivismos absurdos, tan de moda tan sólo unas décadas atrás y hoy, afortunadamente, casi desaparecidos.

Con Julio Sanluciano se cierra además una época que arranca con el padre Lecanda y continuó, ya en años posteriores, con nombres tales como José María Vicario, Emilio Pardo Segura, Mariano Gallo Alcántara, Fernando Sancho Huerta o Tomás Martín de la Vega, puesto que los otros dos miembros restantes de la tertulia que aglutinara a este grupo de alcalaínos, Francisco Antón y José García Saldaña, pertenecen ya a una generación posterior que ha actuado de puente entre la de Julio Sanluciano y la mía propia.

Pero por encima de todo Julio Sanluciano fue una excelente persona, siempre abierto a todo aquél que se le acercara en busca de ayuda o de amistad. Yo me preciaba, y mucho, de poder gozar de ambas cosas y, se lo aseguro, jamás quedé decepcionado de mi relación personal con él.

Julio Sanluciano ya no está entre nosotros aunque, creyente sincero como era, esperaba una vida eterna mejor que la que ha dejado atrás. Ya no podré, desgraciadamente, hablar con él de esa Alcalá pretérita que yo no llegué a conocer y que él me describía con vívidas y espléndidas pinceladas; pero a su memoria, a su familia y a Alcalá en pleno siempre nos quedará la satisfacción de constatar su larga y fecunda labor en pro de Alcalá, labor cuyo testigo ha pasado ya a sus mejores herederos y continuadores: sus hijos.

Descanse en paz Julio Sanluciano.


Publicado el 21-10-1989, en el nº 1.165 de Puerta de Madrid
Actualizado el 27-5-2008