La presencia de Cervantes en El Toboso





Monumento a don Quijote y Dulcinea. Fotografía tomada de la Wikipedia



Aunque la presencia del Quijote -y por ende de Cervantes- es omnipresente en toda la comarca manchega, hay lugares que por su especial significado presumen de ser más cervantinos que el resto. Uno de ellos es El Toboso, la población de donde el escritor alcalaíno hizo natural a Dulcinea, la dama del Caballero de la Triste Figura y una tosca aldeana según el sentir de Sancho Panza... en cualquier caso el nombre de El Toboso quedó ligado para siempre al libro más universal escrito en español -y el segundo en el mundo después de la Biblia- para satisfacción de sus habitantes, que como es natural han intentado explotar el filón... y hacen bien, por supuesto.

Pese a que El Toboso pertenece a la provincia de Toledo, su situación en el vértice suroriental de la misma, lindando con las vecinas provincias de Cuenca y Ciudad Real, lo coloca en pleno corazón de la Mancha, apenas a 30 kilómetros de Alcázar de San Juan y 15 de Mota del Cuervo, y a poca más distancia de otros lugares tan manchegos como Socuéllamos, Tomelloso o Argamasilla de Alba. Según el último censo cuenta con poco más de dos mil habitantes, lo que no es demasiado para la zona, y en su patrimonio figuran la iglesia parroquial de San Antonio Abad, construida en el siglo XVI y famosa por ser con la que don Quijote y Sancho toparon una noche; un convento de trinitarias y nada menos que tres museos, el Cervantino -con una colección de Quijotes-, el de Humor Gráfico Dulcinea -dedicado a ilustraciones humorísticas sobre el Quijote- y la Casa de Dulcinea, una recreación de una vivienda de la época de la que hablaré más adelante... además de una veintena larga de calles, aproximadamente la quinta parte del total, rotuladas con nombres cervantinos.


Detalle de las dos esculturas del monumento


Asimismo cuenta en la plaza principal, dedicada a Juan Carlos I, con un monumento formado por sendas esculturas dedicadas a don Quijote y, no podía ser de otra manera, a Dulcinea. Gracias a un reciente viaje realizado por mi hermana, mi cuñado y mi sobrino, pude disponer de varias fotos del monumento, aunque éstas no son demasiado difíciles de encontrar buscando por internet. Como puede apreciarse ambas esculturas, de tamaño superior al natural, están separadas, cada una en su propio pedestal, y enfrentadas, encontrándose don Quijote arrodillado mientras Dulcinea permanece de pie recibiendo el homenaje de su caballero andante. Ambas están realizadas en chapa de hierro -no son de fundición en molde- y su estilo es vanguardista, aunque sin caer en la abstracción. Lamentablemente, no he conseguido encontrar el nombre de su autor, ni siquiera en páginas especializadas como la de Escultura urbana.




Habitación de la Casa de Dulcinea


No menos importante es la Casa de Dulcinea a la que hice alusión antes. Ciertamente choca encontrar la residencia de un personaje literario, pero teniendo en cuenta que en Verona exhiben orgullosos el balcón de la casa de Julieta, o que en la londinense calle de Baker Street podremos visitar la de Sherlock Holmes, tampoco es para escandalizarse; en realidad la iniciativa resulta simpática a la par que curiosa. En realidad se trata de la recreación de una típica vivienda manchega de la época construida sobre lo que fue la Casa de la Torrecilla, antigua propiedad solariega de los Martínez Zarco de Morales, una de las familias más ilustres de El Toboso. Existe una tradición local que afirma que fue en doña Ana Martínez Zarco de Morales, contemporánea de Cervantes, en quien se inspiró éste para crear la figura de Dulcinea del Toboso, lo que justifica la creación del museo.




Prensa de la Casa de Dulcinea


Según la página web del museo se conserva parte de la estructura original del edificio, aunque la reconstrucción es moderna ya que su inauguración tuvo lugar el 15 de octubre de 1967, quedando adscrita al Museo de la Santa Cruz de Toledo, del que proceden varios de los objetos expuestos en ella. Tras estar cerrada para ser sometida a una restauración, volvió a ser abierta al público en 2005, coincidiendo con el IV centenario de la publicación de la primera parte del Quijote.

Su disposición interna y su mobiliario son parecidos a los de la Casa de Cervantes alcalaína, recreándose en ambos casos la vivienda de una familia acomodada, nada común en la época. Además de varias habitaciones amuebladas y decoradas al gusto de la época, cuenta con una bodega repleta de grandes tinajas de barro y una almazara, con un molino de piedras cónicas y una enorme prensa para vino o aceite, procedente de Ocaña, cuya viga principal mide nada menos que quince metros. La colección se completa con diversos aperos agrícolas, carros y una curiosa reproducción del caballo Clavileño.




Gigantes cervantinos


Un detalle cervantino más se encontraron mi hermana y mi cuñado en El Toboso: su visita coincidió con la celebración de un mercado medieval -o renacentista, o cervantino, llámeselos como se prefiera puesto que suelen ser idénticos- una de cuyas atracciones era una pequeña comparsa de gigantes formada por don Quijote, Dulcinea y Sancho Panza, supongo que propiedad del pueblo. Ahí quedan las fotografías para que el lector pueda satisfacer su curiosidad, aunque la verdad es que la buena voluntad de sus autores prima sobre su calidad artística, que evidentemente no resulta excesiva. Pero como detalle resulta no sólo curioso sino también simpático, que en definitiva es lo que cuenta.


Publicado el 26-5-2009