Dos cuadros de temática cervantina en Alcalá



Aunque los cuadros de temática cervantina son relativamente abundantes en Alcalá, siendo el Ayuntamiento propietario de buena parte de ellos gracias a los Premios Ciudad de Alcalá de Pintura, estos últimos suelen corresponder, con independencia de su calidad artística, a estilos pictóricos contemporáneos. No son tan frecuentes, por el contrario, los cuadros clásicos, o academicistas, pese a que los pintores del siglo XIX fueron muy aficionados a este tipo de temas.

Pero existen al menos dos, ciertamente notables, pertenecientes a lo que podríamos denominar en un sentido amplio escuela historicista -es evidente que un cuadro sobre el Quijote no puede ser histórico- que tan buenos frutos dio a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX, con obras tan significadas -por enumerar tan sólo algunas- como La rendición de Bailén, de José Casado del Alisal, El fusilamiento de Torrijos, de Antonio Gisbert, Capitulación de Granada, de Francisco Pradilla, o El testamento de Isabel la Católica, de Eduardo Rosales, entre otras muchas.

Menospreciados durante muchos años, estos cuadros, muchos de ellos propiedad del Museo del Prado, acabaron en su mayor parte en los almacenes de la pinacoteca o en el denominado Prado disperso, cedidos a organismos e instituciones oficiales de toda España, lo que todavía hoy, pese a la tímida recuperación de parte de ellos a raíz de la última ampliación del Museo del Prado, dificulta sobremanera su contemplación in situ, viéndonos obligados en muchos casos a conocerlos merced a sus reproducciones fotográficas.

El Prado disperso es precisamente de donde proceden los dos cuadros alcalaínos, cedidos en calidad de préstamo, aunque de modo indefinido, al Ayuntamiento y a la Casa de Cervantes, respectivamente. Se trata de dos lienzos magníficos realizados por pintores afamados y con un gran dominio de la técnica, aunque quizá no tan conocidos por el gran público como otros debido a la ya citada campaña de desprestigio que los militantes en las filas mal llamadas vanguardistas desarrollaron con fruición a lo largo de buena parte del siglo XX. Pero ésta es ya otra historia.

Comencemos con el cuadro del Ayuntamiento. Obra del pintor Ángel Lizcano Monedero (Alcázar de San Juan, 1846 - Leganés, 1929), su título es Cervantes y sus modelos, y tiene unas dimensiones de 2,35 × 3,95 metros, una envergadura considerable, así como un valor artístico más que notable, lo que le mereció ser galardonado con una segunda medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1887. Éste forma parte de una interesante colección de pintura decimonónica, en su mayor parte cedida en depósito por el Museo del Prado en una fecha que no he podido determinar, pero sin duda temprana -quizá a principios del siglo XX- dado que los cuadros llevan en la casa consistorial muchos años. Sin embargo, la presencia en Alcalá del cuadro de Lizcano es mucho más reciente, ya que el Ayuntamiento lo recibió, en la década de los 90, en compensación por la pérdida del cuadro Sócrates reprendiendo a Alcibíades en casa de una cortesana, del pintor murciano Germán Hernández Amores (1823-1894), una obra pintada en 1858 que durante mucho tiempo estuvo colgado en el Ayuntamiento alcaláíno hasta que el Museo del Prado lo reclamó para incluirlo en su colección de pintura española del siglo XIX... aunque en la actualidad no se encuentra expuesto en las nuevas salas dedicadas a la pintura del siglo XIX, sino arrinconado en los depósitos.




Cervantes y sus modelos, de Ángel Lizcano Monedero


En cualquier caso, Alcalá ganó un magnífico lienzo de temática mucho más cercana a nuestra ciudad que la del cuadro perdido, ya que la obra de Lizcano, como puede apreciarse en la fotografía, imagina a Cervantes escribiendo en el patio de la toledana venta de la Sangre, mientras algunos de los visitantes habituales del establecimiento le sirven de inspiración para sus obras; temática similar, por cierto, a la imaginada por Juan Ignacio Luca de Tena y Enrique Reoyo, libretistas de la famosa zarzuela El huésped del Sevillano, estrenada en 1926 y a la que puso música el maestro Jacinto Guerrero.




El segundo cuadro es obra del pintor sevillano Manuel García Hispaleto (Sevilla, 1836 - Madrid, 1898), hermano del también pintor Rafael García Hispaleto y afamado en su época por sus retratos y sus cuadros de carácter histórico, literario y costumbrista. Titulado Casamiento de Basilio y Quiteria, ilustra el conocido episodio de las bodas de Camacho correspondiente al capítulo XXI de la segunda parte del Quijote, escena muy similar por cierto a la de uno de los grabados de Doré. Sus dimensiones son de 1,52 × 1,96 metros, y fue pintado en 1881. No fue éste el único cuadro de temática cervantina pintado por Hispaleto, ya que también es obra suya el titulado Discurso de las armas y las letras, de tamaño prácticamente idéntico al alcalaíno y tres años posterior a éste; propiedad asimismo del Museo del Prado, se conserva actualmente en el Palacio del Senado.




Casamiento de Basilio y Quiteria, de Manuel García Hispaleto


El cuadro de Hispaleto, tal como he comentado, se encuentra en depósito en la Casa de Cervantes. Aunque tampoco he podido determinar la fecha de su llegada a Alcalá, es probable que lo hiciera ya con la propia inauguración del museo, en 1956, o no demasiado después. Durante muchos años estuvo instalado en la sala denominada El comedor, pero tras la última restauración del edificio fue trasladado a la biblioteca, la cual no está incluida en el recorrido turístico del museo, razón por la cual no es accesible salvo para los investigadores que acuden a ella... lo cual es una lástima, puesto que el cuadro reúne suficiente interés como para poder ser apreciado por todos los visitantes.


Publicado el 16-9-2013