Francisco Hernández de Toledo,
naturalista del Nuevo Mundo





Este médico y naturalista renacentista nació en la localidad toledana de la Puebla de Montalbán en 1517, y murió en 1587 en Madrid. Estudió Medicina en la Universidad de Alcalá, tras lo cual ejerció su profesión en Madrid y Sevilla, donde realizó estudios sobre la flora y la fauna andaluzas, en ocasiones en compañía de Juan Fragoso. De Sevilla pasó al hospital ubicado en el monasterio cacereño de Guadalupe, aprovechando su excelente jardín botánico, que llegó a dirigir, para profundizar sus conocimientos sobre esta disciplina, al tiempo que como cirujano realizaba prácticas médicas entonces tan revolucionarias como la disección de cadáveres, siguiendo las enseñanzas de Vesalio del que fue amigo personal. Asimismo sería uno de los primeros defensores de la teoría de la circulación pulmonar.

En 1567 se asentó en Toledo, ejerciendo la cirugía en el Hospital de la Santa Cruz. Hacia finales de 1568 o los primeros meses de 1569 volvió a Madrid como médico de cámara del rey, y en 1570 Felipe II le nombró protomédico de todas las Indias, encargándole la realización de un informe sobre la historia natural y las plantas medicinales de las posesiones españolas en América, en especial del virreinato de Nueva España, el actual México, aunque contemplando la posibilidad de ampliarlo al virreinato del Perú.

Acompañado por su hijo mayor Juan, que ejercía de secretario de la expedición, y por el cosmógrafo Francisco Domínguez, Francisco Hernando zarpó de Sevilla en agosto de 1570, desembarcando en el puerto mexicano de Veracruz en febrero de 1571. Durante el medio año que duró la travesía hizo escala en Gran Canaria, Santo Domingo y Cuba, islas sobre las cuales escribió sendos estudios sobre su flora y su fauna que se han perdido.




Portada de la edición de 1615 del libro de Hernández de Toledo


A partir de su llegada a México, y hasta marzo de 1574, Hernández de Toledo recorrió la práctica totalidad de los territorios del virreinato bajo control de la corona española en la que fue la primera expedición científica que tuvo lugar en el Nuevo Mundo, adelantándose en dos siglos a las misiones similares que tuvieron lugar durante la segunda mitad del siglo XVIII. Fruto de su labor fue una ingente recopilación de material y de documentación sobre la fauna, la flora y los minerales de este vasto territorio junto con un riquísimo herbario, cuya clasificación le retuvo en la ciudad de México durante casi tres años, tiempo que aprovechó además para estudiar las propiedades medicinales de la flora local y la arqueología mexicana, además de practicar la medicina. Llegó incluso a aprender la lengua náhuatl a la que tradujo una parte importante de su trabajo.

Cuando desembarcó en España en febrero de 1577, Hernández de Toledo entregó al rey una colección de plantas vivas y secas, semillas y raíces, pinturas y dibujos de animales y vegetales, junto con ocho volúmenes con dibujos y textos. Sin embargo, y en contra de lo esperado, Felipe II acogió sin demasiado interés su trabajo y, dado lo costoso de su publicación íntegra, encargó al napolitano Nardi Antonio Recchi una edición resumida en latín muy poco respetuosa con el original, ya que desdeñó todo aquello que no tuviera interés farmacológico desbaratando así los propósitos de Hernandez de Toledo de realizar un estudio global de la fauna y la flora americanas. No obstante esta versión recortada también quedó inédita, por lo que su autor falleció sin poder ver impresa su obra, siquiera de forma parcial.

No fue sino hasta 1615 cuando el dominico Francisco Ximénez, que trabajaba en el hospital mexicano de Huaxtepec, publicó la traducción al español del resumen de Recchi, bajo el título de Quatro Libros de la Naturaleza y virtudes de las plantas, y animales que están recevidos en uso de Medicina en la Nueva España... Traducido y aumentados muchos simples y compuestos por Francisco Ximenez. Trece años más tarde, en 1628, la Accademia del Lincei de Roma editó la versión original en latín del resumen de Recchi ampliada con comentarios y estudios de varios de sus miembros, denominándola De Rerum medicarum Novae Hispaniae thesaurus. Este libro tendría diversas reediciones en 1630, 1648, 1649 y 1651, aunque nunca sobre el trabajo original e íntegro de Hernández.




Ilustración de la edición de 1628 del libro de Hernández de Toledo


Por si fuera poco, una parte importante de los manuscritos originales, conservados en la biblioteca del Escorial se perdieron en un devastador incendio que asoló el monasterio en junio de 1671. Gracias a una copia que había conservado Hernández en su poder se pudo publicar por vez primera, en fecha tan tardía como 1790, siquiera parte de la obra original de este naturalista. Pero el promotor de la edición, el botánico Casimiro Gómez Ortega, se interesó tan sólo por los tres libros dedicados a esta disciplina, desdeñando los cinco restantes correspondientes a la zoología y la mineralogía, que continuaron inéditos.

Finalmente, entre 1942 y 1946 la Universidad Nacional Autónoma de México volvió a publicar, bajo el título de Historia de las Plantas de Nueva España, los tres libros dedicados a la botánica, siguiendo la edición de 1790 complementada con las ilustraciones de la de 1628. La publicación del resto de la obra de Hernández de Toledo tendría que esperar todavía más, ya que fue entre 1959 y 1985 cuando esta misma universidad mexicana realizó la edición de las obras completas de nuestro personaje, incluyendo la Historia natural de la Nueva España y su no menos importante traducción al español de la Historia natural de Plinio, que no llegó a ser publicada por primera vez hasta 1966, dentro de la citada edición de sus obras completas.


Publicado el 26-8-2013
Actualizado el 30-8-2013