Juan Fragoso, cirujano y botánico





Portada de una de las obras de Fragoso



Normalmente se ha entendido que la universidad de Alcalá, al igual que todas las del Antiguo Régimen, estuvo al margen de todo tipo de estudios científicos al volcarse fundamentalmente en disciplinas tales como Teología, Filosofía, Derecho o Artes, es decir, lo que ahora calificaríamos como Letras. Esta afirmación es cierta en parte, y de hecho la incipiente investigación científica surgida en nuestro país durante el siglo XVIII lo hizo al margen de las universidades no siendo sino hasta bien entrado el siglo XIX cuando se incorporó definitivamente a las mismas. No obstante, si bien esta afirmación es válida para temas tales como la Química, la Física, las Matemáticas o las Ciencias Naturales, no lo es para una disciplina tan importante como la Medicina (entonces llamada Física) y sus ciencias auxiliares como la Farmacia, las cuales fueron ampliamente cultivadas en nuestra universidad a lo largo de sus varios siglos de existencia.

Basta con recordar la figura de Francisco Vallés, El Divino, para caer en la cuenta de que de las aulas de Alcalá salieron los médicos más eminentes de la España de su época; pero no sería Vallés, médico del rey Felipe II, el único de su profesión que alcanzara renombre luego de estudiar en la universidad complutense, ya que la lista de ellos es tan larga como importante: A vuelapluma, y sin intención de ser exhaustivo, me vienen a la memoria personajes de la talla de Francisco Díaz, Francisco Pérez Cascales, Miguel de Barreda, Nicolás Monardes, Francisco Henríquez de Villacorta, Miguel Juan Pascual, Francisco Hernández, Martín Martínez y tantos otros que hicieron de las cátedras de medicina alcalaínas las más prestigiosas de nuestro país.

Dentro de este grupo de eminentes médicos hay que incluir también la figura de Juan Fragoso, personaje al que hoy recuerdo aquí en virtud de su importancia dentro de la medicina de su época. Nacido en Toledo (o en Lisboa, según algunos autores) hacia 1530, Fragoso estudiaría en la universidad de Alcalá graduándose de bachiller en medicina el 19 de enero de 1552, sólo dos años después de que lo hiciera el celebrado Francisco Vallés. En los libros de matrículas consultados por Luis Alonso Muñoyerro para la redacción de su libro sobre la facultad de medicina en la universidad de Alcalá no consta el dato de su localidad de nacimiento, por lo que habrá que dar por buena la suposición de que era la ciudad de Toledo, pero sí se especifica su graduación en la fecha citada.

Una vez graduado en nuestra universidad, y al contrario que otros de los médicos complutenses que permanecieron en la misma en calidad de profesores, Fragoso abandonaría Alcalá para ejercer la medicina en Sevilla, situación que se prolongaría hasta el año 1570. Fue entonces cuando se trasladó a Madrid para desempeñar la tarea de cirujano real, primero al servicio de Ana de Austria, cuarta y última esposa de Felipe II, y posteriormente del propio monarca. Este cargo sería desempeñado por Fragoso hasta su muerte, la cual tuvo lugar en el año 1597.

Como médico formado en la universidad de Alcalá Fragoso compartió con sus condiscípulos, alguno tan ilustre como Francisco Vallés, su adscripción a las doctrinas hipocráticas dando gran importancia tanto a la observación clínica como al estudio de la anatomía, siendo también el primer médico español que citó a Paracelso. No se limitó Fragoso a practicar su profesión, sino que también fue autor de varios libros de tema médico. Así, en 1570 publicaría en Madrid los Erotemas Chirurgicos, una especie de manual quirúrgico, y en 1581 lo haría, también en Madrid, con su Chirurgia Universal, obra en la que recopiló todos sus anteriores trabajos de tema médico incluyendo los Aforismos de Hypocrates, tocantes a la Cirugia, y un Tratado de las declaraciones que han de hazer los Cirujanos, una de las primeras ocasiones en las que se aborda la medicina legal. Esta obra tendría una segunda edición en 1586, viéndose ampliada en una Suma de proposiciones de Cirugía.

Sin embargo, si importante fue la labor de Fragoso como cirujano, aún lo fue más como naturalista y botánico, al interesarse por todas aquellas plantas que pudieran tener interés curativo. Así, durante su etapa sevillana acompañó al notable naturalista Francisco Hernández (que años más tarde sería enviado a Nueva España por Felipe II con objeto de estudiar las producciones naturales mexicanas) en sus viajes por Andalucía, publicando las conclusiones de sus estudios en su Catalogus simplicium medicamentorum (Alcalá, 1566), reeditado más tarde como De succedaneis medicamentis (Madrid, 1575). También son obras suyas De la naturaleza, calidades y grados de los medicamentos simples y, la según algunos su obra cumbre, Discurso de las cosas aromáticas, árboles y frutales y de otras muchas medicinas simples que se traen de la India Oriental (Madrid, 1572), para la cual se basó en los estudios previos de naturalistas tales como García de Horta y el también estudiante alcalaíno Nicolás Monardes, junto con su propia experiencia personal en el jardín botánico que creara Felipe II en Aranjuez con plantas americanas. Sin embargo, Fragoso dejó sin terminar otra obra importante, la Hispanicarum plantarum Historia.

A pesar de la brevedad de este artículo, basta no obstante para constatar la importancia de Juan Fragoso, uno de tantos importantes personajes que pasaron por las aulas de nuestra universidad a lo largo de sus varios siglos de fecunda existencia. Como reconocimiento de esta importancia, figura Fragoso en el Catálogo de autoridades de la Lengua, publicado como es sabido por la Real Academia Española de la Lengua, al tiempo que fue bautizado con su nombre un género de plantas perteneciente a la familia de las umbelíferas, familia que cuenta entre sus 2.600 especies diferentes algunas tan conocidas como la zanahoria, el apio, el perejil, el comino, el hinojo o el anís.


Publicado el 18-12-1993, en el nº 1.363 de Puerta de Madrid
Actualizado el 29-5-2013