Los tapices de la Magistral *



Sabido es que Alcalá llegó a atesorar en sus iglesias, sus conventos y sus colegios una impresionante colección de objetos artísticos; sabido es, asimismo, que diferentes expolios y algaradas sucedidos a lo largo del tiempo -invasión napoleónica, supresión de la universidad, desamortizaciones religiosas, guerra civil...- vinieron a dejar reducido este ingente patrimonio a tan sólo una pálida sombra de lo que fue, por más que lo todavía hoy conservado continúe siendo significativamente importante y considerable.

Cuadros, esculturas, orfebrería, tapices y todo tipo de objetos artísticos fueron desapareciendo poco a poco -o mucho a mucho, en ocasiones- del patrimonio complutense; y, aunque estas mermas se cebaron absolutamente en todos los objetos posibles, hubo algunos casos, como el de los tapices, en los que la pérdida fue prácticamente absoluta. Es, en definitiva, lo que con gran acierto vino a denominar José García Saldaña El saco de Alcalá1.

Tanto es así, que en estos momentos no se conserva en nuestra ciudad prácticamente ninguno de los numerosos tapices que antaño adornaran diferentes edificios como el paraninfo, la capilla de San Ildefonso (todavía hoy se conservan en ella unas vigas de madera de las que presumiblemente colgaban los tapices que adornaban las paredes), el desaparecido convento de San Diego (a cuya iglesia donó el arzobispo Carrillo una “colgadura” de paños franceses que representaba la Pasión de Cristo) o la Magistral... Sin olvidarnos tampoco de algunas celebraciones religiosas, tales como el Corpus, en las que la ciudad se engalanaba con colgaduras y tapices tal como relatan los antiguos cronistas locales.

Lamentablemente, no sólo han desaparecido estos tapices sino que, además, resultan ser muy escasas las representaciones gráficas existentes de los mismos siendo éstas muy poco conocidas. Por fortuna, y gracias a la desinteresada colaboración de Félix González Pareja y de la familia San Luciano, hemos podido tener acceso a varias fotografías de tapices de la Magistral, hoy en paradero desconocido, que podemos dar a conocer a todos los alcalaínos en el convencimiento de que se trata de un documento gráfico importante de la historia de nuestra ciudad.

Para empezar, estimamos conveniente hacer una pequeña reseña histórica acerca de los tapices de la Magistral como modo de situar en su entorno histórico y artístico las fotografías que en este trabajo damos a conocer. Tras una minuciosa labor de consulta de todos aquellos libros que pudieran dar información sobre este tema, hemos podido llegar a la conclusión de que básicamente los distintos autores consultados hablan de dos series diferentes al describir los tapices que colgaban de los muros de la Magistral. Cada serie se compondría de diez tapices y ambas habrían sido regaladas al cabildo magistral en el siglo XVII por dos benefactores de los que hablaremos más adelante, aunque conviene recordar que, además de estos tapices cuyo estudio constituirá el grueso de este trabajo, poseyó también la Magistral, bien en otras épocas o simplemente de manera temporal, otros objetos encuadrables dentro de la categoría que engloba a los propios tapices, a los reposteros y a los doseles, entre otros.

Así, el arzobispo Carrillo donó a la entonces colegiata, según relatan los Annales Complutenses2, un dosel verde bordado con su escudo; del cardenal Cisneros se conservaban dos reposteros, uno carmesí para las fiestas solemnes y uno negro para el resto de los días, ambos con su escudo bordado en oro; se sabe, asimismo, que con ocasión del bautismo, a principios del siglo XVI, del futuro emperador Fernando, fue adornada la Magistral con diversos brocados, doseles y paños, circunstancia que se repetiría a raíz del retorno a nuestra ciudad, en 1568, de las reliquias de los Santos Niños, pudiéndose precisar que para tan solemne celebración el propio rey Felipe II cedió temporalmente a la Magistral dos colecciones de tapices una de las cuales “assi la quiso celebrar con mandar embiar su tapiceria nueua del apocalypsi, que le han traydo agora de Flandes, y se cree que es la mejor que jamas se ha labrado. Y la gran riqueza de oro y seda enella parece menos, que la lindeza delas figuras, y que la excelencia de todo el debuxo3, mientras que la otra, a decir de los cronistas, era de inferior mérito y riqueza.




Pero volvamos a las dos series de tapices a las que hacíamos alusión, dejando que sea el propio Anselmo Reymundo quien nos haga una precisa descripción de los mismos, ya que este autor tuvo ocasión de conocerlos personalmente justo antes de su desaparición; la cita está tomada de su conocida obra Datos históricos de la ciudad de Alcalá de Henares4 y dice lo siguiente:


“En ordenada colocación, cuelgan de los muros de la iglesia completando su adorno y majestuosidad diez gruesos tapices flamencos de grandes dimensiones, regalados por don Diego Ramón [Román] de Ugarte en 1657, con escenas de la vida del Rey Salomón, tan primorosamente tejidos que aún, a pesar de su gran antigüedad, se sostiene en toda su intensidad el suavizado matiz de los colores de sus figuras y contrastes. Sin embargo, como el tiempo produjo en algunos de ellos importantes deterioros, hubo necesidad de restaurarlos, lo que se realizó por el año 1929, con tan gran acierto, que ninguno perdió con el arreglo el más minucioso de sus detalles.

...La sala capitular, que tiene en sus paredes otros diez tapices donados por don Francisco de la Peña en 1689. Éstos no están inspirados en asuntos religiosos; son todos ellos paisajes de singular concepción, en los que, a más mérito que les da su confección y su antigüedad, tiene el de que en su tejido entran solamente los colores azul y verde en distinta tonalidad, tan perfectamente combinados que reputan como insuperable al artista que sólo dos colores sacó de los telares esa colección de tapices tan originales que son bien pocos los que des este tipo en España se conocen.”


Como puede comprobarse, Anselmo Reymundo da los nombres de los dos donantes de ambas colecciones de tapices, Diego Román de Ugarte y Francisco de la Peña, personajes también citados por otros autores; sin embargo, y éste es un hecho sobre el que habrá que insistir más adelante, Antonio y Miguel Marchamalo recogen en su reciente Historia de la Iglesia Magistral una anotación del que fuera abad de la Magistral Julián Fernández Díaz según la cual un antiguo abad de esta misma iglesia, Juan Bautista Neroni, habría regalado en 1597 a este templo ocho tapices de seda y terciopelo para las fiestas solemnes y dos lámparas de plata destinadas a iluminar perpetuamente al Santísimo5. Según esta referencia no serían dos, sino tres, las series de tapices existentes en la Magistral, con un total de veintiocho piezas; tan sólo hay un autor -el aludido Julián Fernández- que habla de esta serie donada por Juan Bautista Neroni, ya que todos los demás citan dos series de diez -o de ocho y doce, según Liborio Acosta-; pero lo cierto es que algunos indicios de las fotografías reproducidas en este trabajo parecen insinuar la existencia de al menos tres tipos de tapices distintos.



¿Qué es lo que sabemos de estos tres personajes? De Francisco de la Peña, sencillamente, desconocemos por completo su biografía aunque nos aventuramos a sospechar que pudiera haber sido un canónigo de la Magistral; de hecho, y sin que podamos afirmar nada al respecto con total seguridad, hemos encontrado una posible coincidencia de nombres con don Francisco Martín de la Peña, nacido en el vecino pueblo de Algete en 1643 y estudiante del colegio de Málaga de nuestra ciudad, el cual falleció en 1685 o lo que es lo mismo, cuatro años antes de que los tapices fueran donados a la Magistral fechas ambas que podrían concordar de haberse tratado de una cesión testamentaria.

De Diego Román Ugarte nos dice Fernando Sancho en sus Bagatelas6 que fue canónigo de la Magistral en 1640 siendo sepultado en esta misma iglesia; continúa relatando Fernando Sancho cómo durante las obras de restauración del templo, a principios del presente siglo, fue levantada su lápida apareciendo el cadáver perfectamente momificado y ataviado con los ropajes de inquisidor general, lo que motivó que los alcalaínos de entonces le consideraran por algún tiempo como poco menos que un santo. El marqués de Ciadoncha, en su Índice de colegiales...7, añade algún dato más: Era natural de la villa de Madrid y aparece matriculado en 1620 en el colegio menor de la Madre de Dios o de Teólogos, cuyo edificio es actualmente la sede del colegio de abogados. Moez Iturbide8, por su parte, puntualiza que el enterramiento de Diego Román Ugarte estaba ubicado en la girola de la Magistral, añadiendo que poseía un epitafio escrito por don Pedro de la Escalera y Guevara en el cual se alababan los grandes méritos de nuestro personaje.



El tercero de los donantes, Juan Bautista Neroni, se licenció en Cánones en Alcalá en 1582, doctorándose poco después; fue posteriormente prebendado de la Magistral, vicario general del arzobispado de Toledo en nuestra ciudad y, finalmente, abad de esta misma iglesia entre 1593 y 1611, fecha en la que renunció a este cargo para profesar como monje jerónimo en el monasterio extremeño de Guadalupe, donde fallecería en 1615. El lector interesado en este personaje podrá encontrar más datos biográficos del mismo en el libro Abades complutenses de Francisco Delgado Calvo9.

Continuemos con la historia de los tapices, que no siempre fue muy halagüeña como nos relata Liborio Acosta en su Guía publicada en 188210; describe este autor cómo en su momento los tapices fueron utilizados como alfombras, lo que unido al poco cuidado con el que fueron tratados, acabó reduciéndolos a un penoso estado de conservación que obligó al cabildo magistral a mandarlos forrar y componer. En cuanto a su colocación, a finales del siglo XIX parte de ellos decoraban los entrepaños libres de la nave del templo mientras que el resto se repartía entre el aula -o sala- capitular (nueve) y la antesala capitular, donde estaban los tres restantes. La larguísima restauración de la iglesia Magistral, iniciada en la primera década de nuestro siglo, supuso el traslado forzoso de los tapices, junto con el resto de los objetos muebles de la misma, a la iglesia de Jesuitas habilitada temporalmente como sede de nuestra iglesia principal. Allí los conoció Elías Tormo en 190611 contando un total de dieciocho, sin que podamos precisar cuáles eran los dos restantes y si habían desaparecido o, en su caso, pudieran estar depositados en otro lugar. Por esos mismos años en otras catedrales e iglesias españolas se conservaba también un gran número de tapices en algunos casos muy superior al de la colección alcalaína: Al menos sesenta en la Seo de Zaragoza, sesenta y cinco en la catedral de Toledo, cuarenta y cuatro como mínimo en la de Santiago o diecisiete en el convento madrileño de las Descalzas Reales.



En 1929, estando todavía en la iglesia de los Jesuitas (la Magistral no sería reabierta al culto hasta julio de 1931), los tapices fueron sometidos a una nueva restauración, que es a la que alude Anselmo Reymundo. Elías Tormo, en esa misma época, explica en su Guía12 como estaban distribuidos por la nave de la iglesia de la Compañía de Jesús, actual parroquia de Santa María: En el crucero, a izquierda y derecha, estaban seis tapices flamencos y en la capilla interior de la sacristía otros varios. Cabe asimismo reseñar, a título de curiosidad que, en la importante exposición de Arte Sacro realizada en 1926 en el Palacio Arzobispal13, al parecer no fueron expuestos ninguno de los tapices de la Magistral por razones que desconocemos, lo que es difícil de explicar dado que se trataba de unas piezas sumamente representativas del patrimonio eclesiástico complutense. Quizá su gran tamaño y la dificultad consiguiente de desmontaje y nuevo montaje de los mismos tuvieran algo que ver en esta ausencia, a lo que hay que unir el hecho de que por entonces los tapices se encontraban más bien amontonados en una iglesia mucho menos capaz en tamaño que la Magistral y además todavía sin restaurar, estando alguno de ellos en muy deficiente estado de conservación tal como se puede apreciar en varias de las fotografías que acompañan al presente artículo.

Terminada la restauración de la Magistral los tapices volverían a su antigua ubicación, como corrobora Cruz de la Cruz (Rafael Sanz de Diego) en su obra El templo Magistral de Alcalá de Henares14. De estos años anteriores a la guerra civil es Anselmo Reymundo quien nos da algunos interesantes datos tales como la valoración de los tapices en dos millones de pesetas de la época.



Estallada la guerra civil la iglesia Magistral sería víctima de un incendio y de un posterior abandono a su suerte durante buena parte de la contienda, lo que motivó la desaparición de la mayor parte de su patrimonio artístico incluyendo, según creemos, la totalidad de los tapices, que nunca serían recuperados sin que se sepa a ciencia cierta si ardieron en el incendio o si, por el contrario, se salvaron de la destrucción siendo trasladados a otro lugar o, simplemente, sustraídos aprovechando la confusión del momento; el hecho cierto es que nunca volvieron a la reconstruida Magistral.

La cuestión del paradero de los tapices no está, pues, nada clara. Según relata el ya citado Reymundo, algunos alcalaínos afirmaron años después haber visto algunos de ellos en Barcelona los cuales, para mayor redundancia, llevaban escrita en su envés la palabra Alcalá. Esta opinión sería rebatida por otros que aseguraban a su vez que el nombre no hacía alusión a nuestra ciudad sino al muro de la madrileña iglesia de las Calatravas -lugar del que procederían según esta versión los tapices barceloneses- situada precisamente en la calle de este nombre. Esta última explicación nos parece ciertamente un tanto rebuscada, pero lo cierto es que la iglesia de las Calatravas sí poseyó una colección de trece tapices flamencos hoy desaparecidos.



Antonio y Miguel Marchamalo, por su parte15, recogen el testimonio directo de Julio San Luciano, según el cual dos de los antiguos tapices de la Magistral se encontraban en posesión del Patrimonio Nacional allá por los años cincuenta, creyendo éste haberlos visto expuestos junto con otros en 1956, en el patio del colegio mayor de San Ildefonso, con ocasión de la celebración en nuestra ciudad del Día de la Provincia. Esta afirmación nos ha sido corroborada recientemente por sus hijos añadiendo que su padre estaba completamente seguro de haberlos identificado como procedentes de la Magistral. Sin embargo, consultado el Catálogo de tapices del Patrimonio Nacional de Paulina Junquera y Carmen Díaz16, en el tomo correspondiente al siglo XVII, no nos ha sido posible encontrar ninguno de tema similar a los desarrollados en los tapices alcalaínos, lo que hace muy problemática una posible investigación. En cuanto a la posibilidad de que hubieran podido pertenecer a la colección de la extinta diputación provincial, de acuerdo con el catálogo de Mª Pilar Arriola17 la conclusión ha sido similar, es decir, negativa. La duda se mantiene, pues, a la espera de futuros estudios.

Una cuestión asimismo importante sería comprobar si el tapiz que aparece de atrezzo en una de las escenas de la película El sol en el espejo18 se corresponde con uno de los documentados fotográficamente en la Magistral; puesto que esta película fue filmada en 1962, más de veinte años después de terminada la guerra civil, no debería resultar demasiado difícil seguirle la pista a éste y, quizá, a otros más de sus compañeros, amén de que permitiría demostrar que no todo el patrimonio desaparecido de las iglesias alcalaínas entre 1936 y 1939 quedó destruido.



Pasemos ahora a comentar las fotografías que hemos conseguido y que reproducimos en este trabajo. El primer grupo de cuatro nos ha sido amablemente proporcionado por Félix González Pareja, el cual nos informó de su existencia dándonos pie para la redacción de este artículo. Según nos informó Félix González, las fotografías fueron tomadas a varios tapices de la Magistral por el canónigo de esta iglesia Rafael Sanz de Diego, gran conocedor de la historia de este templo alcalaíno. Se trata de unas fotografías que, a pesar de su antigüedad, son sumamente claras, por lo que a excepción claro está del color permiten apreciar con sumo detalle las características de estos cuatro tapices.

Tal como se puede apreciar, tres de ellos pertenecen a la aludida serie bíblica mientras que el cuarto habría formado parte de la otra serie, la paisajística. A simple vista se puede apreciar la diferencia de proporciones (las fotografías no permiten calcular, siquiera aproximadamente, el tamaño exacto) entre los distintos tapices, siendo uno de ellos apaisado con casi el doble de longitud que de anchura, mientras que los otros tres son de formato casi cuadrado y, presumiblemente, de tamaño más pequeño.



Puesto que los autores que describen los tapices no son demasiado explícitos e, incluso, no llegan a ponerse de acuerdo acerca de los temas tratados en los mismos, no nos ha sido posible identificar con exactitud ninguno de ellos, aunque cabe la posibilidad de que a la vista de los mismos otras personas puedan decirnos cuál era su temática exacta. Sí que podemos reseñar, no obstante, con respecto a la autoría del único representante de la serie paisajística, que al pie del mismo se puede leer la inscripción “IVR DE FLEI”, que pensamos debe ser alusiva a la persona o taller en el que fue confeccionado.

El resto de las fotografías que ilustran este trabajo, ocho en total, nos han sido gentilmente cedidas por la familia San Luciano, poseedora de las copias aquí reproducidas. A modo de anécdota, cabe reseñar que al estar fechadas en los años veinte fueron realizadas en la iglesia de Jesuitas, donde estaban colgados entonces los tapices, antes de su restauración de 1929, lo que motiva que algunos de ellos se muestren bastante deteriorados. En este caso, todos ellos representan aparentemente temas bíblicos y más concretamente, al parecer, escenas de la vida del rey Salomón, lo que concuerda con las descripciones realizadas por varios autores tales como Cruz de la Cruz (Rafael Sanz de Diego), Julián Lopera o Anselmo Reymundo Tornero. En cuanto a sus proporciones, cuatro son apaisados de forma similar a uno de los fotografiados por Rafael Sanz de Diego mientras que los cuatro restantes son casi cuadrados al igual que el resto de este grupo de cuatro.



Dado que las fotografías no son lo suficientemente nítidas, únicamente hemos podido identificar las firmas en cuatro de los ocho tapices: Tres de ellas corresponden a “IVZ”, identificables como pertenecientes a Jacobo van Zeunen (aunque también podrían corresponder a su contemporáneo Josse van Zeunen, de idénticas iniciales, del cual se sabe que estaba trabajando en 1646) mientras que en el cuarto se lee algo que hemos creído identificar como “BB”.

No nos ha resultado nada sencillo recabar datos acerca de los posibles autores de todos estos tapices; éstos eran, evidentemente, flamencos y, en cuanto a sus nombres, las fuentes bibliográficas consultadas resultan ser tremendamente parcas. Solamente Elías Tormo atribuye las iniciales I.V.Z. a Jacobo van Zeunen mientras que Heliodoro Castro cita a un segundo tapicero vinculado a Alcalá, Wilhelm Geubels; el primero de ellos obtuvo los privilegios de maestro tapicero en Bruselas en 1644, mientras que del último tan sólo sabemos que ejerció su labor en la segunda mitad del siglo XVII19. En cuanto a la marca “BB”, ésta no pertenece a ningún tapicero en particular sino que corresponde a la ciudad de Bruselas indicando así el origen geográfico de estos tapices.



Es curioso resaltar que del conjunto de las doce fotografías sólo una de ellas puede asignarse claramente a la serie paisajística (o cinegética, según otros autores), siendo las once restantes aparentemente de tema bíblico y todas distintas entre sí. Esta circunstancia choca con lo afirmado por la mayoría de los autores, como ya ha sido comentado, que asignan únicamente diez tapices a esta serie, con lo que nos encontramos cuanto menos con uno de más... A esta circunstancia hay que sumar otra fácilmente constatable como es el hecho de que los tres tapices bíblicos de la serie de Rafael Sanz de Diego muestran unas cenefas completamente distintas a las de los ocho tapices del Archivo Moreno... ¿Viene esto a corroborar la existencia -apuntada por Julián Fernández Díaz- de una tercera serie de tapices, la regalada por el abad Neroni? ¿Procedían estos tapices, por el contrario, de alguna otra iglesia alcalaína desamortizada en el siglo pasado? Nada podemos afirmar a raíz de la documentación que hemos podido encontrar, pero sí que deseamos dejar planteada esta cuestión -junto con la del paradero de los tapices a raíz de su desaparición- de manera que otros investigadores puedan en un futuro interesarse por este atractivo tema.




1 GARCÍA SALDAÑA, J. El saco roto de Alcalá. Tras las huellas de dos lienzos esfumados, en Puerta de Madrid, nº 1.227 (9 feb. 1991).

2 ANNALES COMPLUTENSES. Edición e introducción de Carlos Sáez. Alcalá de Henares. Institución de Estudios Complutenses, 1990, p. 342.

3 MORALES OLIVA, Ambrosio de. La vida, el martyrio, la inuencion, las grandezas, y las traslaciones delos gloriosos niños Martyres san Iusto y Pastor.... Alcalá de Henares. Andrés de Angulo, 1568, fol. 130.

4 REYMUNDO TORNERO, A. Datos históricos de la ciudad de Alcalá de Henares. Alcalá de Henares Talleres Penitenciarios, 1950, pp. 209-211.

5 MARCHAMALO SÁNCHEZ, A. y MARCHAMALO MAÍN, M. La Iglesia Magistral de Alcalá de Henares. (Historia, arte, tradiciones). Alcalá de Henares. Institución de Estudios Complutenses, 1990, p. 320.

6 MADRONA, L. (Seudónimo de Fernando Sancho Huerta). Bagatelas. Selección, prólogo y notas de Francisco Antón. Alcalá de Henares. Círculo de Contribuyentes, 1982, pp. 43-44.

7 RÚJULA Y DE OCHOTORENA, J. de. Índice de los colegiales del Mayor de San Ildefonso y menores de Alcalá. Madrid, C.S.I.C., Instituto Jerónimo Zurita, 1946, p. 721.

8 MOEZ DE ITURBIDE Y MENDOZA, M. Por la Iglesia Magistral de S. Iusto, y Pastor de la Villa de Alcalá de Enares... Alcalá. Por María Fernández, 1661, p. 150 y 127.

9 DELGADO CALVO, F. Abades complutenses (que ocuparon el cargo de Canciller universitario), 1508-1832. Alcalá de Henares. Institución de Estudios Complutenses, 1986, pp. 54-55.

10 ACOSTA DE LA TORRE, L. Guía del viajero en Alcalá de Henares. Alcalá de Henares. Imp. de F. García Carballo, 1882, p. 73 y 75- 76.

11 TORMO Y MONZÓ, E. Los tapices de la Corona y otras colecciones particulares, en Boletín de la Sociedad Española de Excursiones, 156 (feb. 1906), p. 33.

12 TORMO Y MONZÓ, E. Alcalá de Henares. Madrid. Patronato Nacional de Turismo, [1929?], pp. 23-24.

13 SORRIBES, Pedro C. Exposición de arte religioso en Alcalá de Henares, en Boletín de la Sociedad Española de Excursiones, XXXIV (sept. 1928), pp. 209-216.

14 CRUZ DE LA CRUZ (Seudónimo de Rafael Sanz de Diego). El Templo Magistral de los Niños Mártires Justo y Pastor de Alcalá de Henares. Alcalá de Henares. Imp. V. Corral, 1931, pp. 15 y 24.

15 MARCHAMALO SÁNCHEZ, A. y MARCHAMALO MAÍN, M. La Iglesia Magistral de Alcalá de Henares. (Historia, arte, tradiciones). Alcalá de Henares. Institución de Estudios Complutenses, 1990, p. 377.

16 JUNQUERA DE VERA, P. y DÍAZ GALLEGOS, C. Catálogo de tapices del Patrimonio Nacional. Vol. II. Siglo XVII. Madrid. Ed. Patrimonio Nacional, 1986.

17 ARRIOLA Y DE JAVIER, Mª. P. Colección de tapices de la Diputación Provincial de Madrid. Madrid. Diputación Provincial, 1976.

18 El sol en el espejo. Coproducción hispano-argentina rodada en 1962 sobre un guión de Antonio Román y J. L. Colina basado en la obra teatral Los pobrecitos, de Alfonso Paso. Director, Antonio Román.

19 GÖBEL, H. Wandteppiche. 1º Teil. Leipzig. Verlag Von Klinkhardt & Biermann, 1923, p. 379 y ss.; HULST, R. A. d'. Tapisseries flamandes du XIV au XVIII siècle. Bruselas. Arcade, 1971, p. 13.




* Escrito en colaboración con Pedro Ballesteros Torres

Ver también:
El tapiz de la película El sol en el espejo
El tapiz del palacio portugués de Mafra


Publicado el 26-10-1991, el 9-11-1991 y el 16-11-1991, en los nº 1.260, 1.262 y 1.263 de Puerta de Madrid
Actualizado el 20-10-2006